El eco del disparo aún vibra en mis oídos. El cadáver del hombre sigue ahí, con los ojos abiertos, pero no lo miro. Estoy congelado, procesando lo que acaba de pasar. Lo que él dijo.—No tenemos tiempo para esto —gruñe Eliot, alejándose del cuerpo. Se asoma por la puerta rota, con el arma en alto.Rita se aferra a mi brazo, su pulso acelerado.—Luke… —su voz es un hilo tembloroso—. ¿Qué significa eso?Sé exactamente lo que significa.Natan no nos dejó escapar. Nos está guiando.Nos está llevando justo donde él quiere.Trago saliva y me obligo a moverme.—Después hablaremos de eso. Ahora tenemos que salir.Salimos del cuarto y nos adentramos en otro pasillo. Las luces parpadean, los cables chisporrotean. A lo lejos, se escuchan pasos. Varios.—No estamos solos —susurra Eliot.Nos pegamos contra la pared. El olor a sangre sigue en el aire, pero hay otro aroma… algo más químico, podrido. Y debajo de eso…—Lobos —murmuro.Rita me mira, aterrada.Eliot frunce el ceño.—¿Estás seguro?Un gr
Los lobos avanzan en sincronía perfecta, como si fueran extensiones de la voluntad de Natan. No gruñen ni rugen, solo se mueven con una precisión escalofriante.Eliot recarga su arma, pero no tiene suficiente munición para todos. Rita, a mi lado, mantiene el arma firme, aunque sus manos tiemblan levemente.Yo estoy paralizado. No por miedo.Por ira.—¿Qué demonios hicieron contigo? —le gruño a Natan, pero él solo inclina la cabeza con una expresión indescifrable.—Me hicieron mejor.Mi pecho se contrae con un dolor amargo.—No. Te convirtieron en su marioneta.Natan aprieta la mandíbula y por un segundo, veo un destello de duda en su mirada. Pero desaparece tan rápido como llegó.—Siempre creíste que eras mejor que yo, Luke.—Eso no es cierto.—Sí lo es.Los lobos están a un paso de saltarnos encima. Yo sé que no podré con todos. No en mi estado. No sin ayuda.Pero no pienso rendirme.Con un rugido, me transformo.El dolor es instantáneo, desgarrador. Mi cuerpo se rompe y se reconstru
El silencio pesa como una losa.El cuerpo de Natan yace inmóvil frente a mí, pero no me engaño. No aún.Rita está a mi lado, sus manos temblorosas se posan sobre mi rostro con un toque desesperado. Sus ojos oscuros están anegados de miedo y algo más. Algo que me perfora hasta los huesos.—Luke, ¿estás bien? —Su voz es apenas un susurro.Trato de responder, pero un dolor punzante en el costado me lo impide. Mis costillas protestan con cada respiración.—He estado peor —murmuro, forzando una sonrisa.Eliot se acerca con el arma aún lista. Sus ojos pasan de mí a Natan con cautela.—¿Está muerto? —pregunta, pero su tono deja claro que tampoco está seguro.Lo miro otra vez. La sangre empapa su pelaje oscuro, el mordisco en su cuello sigue sangrando, pero…Algo en él no me deja tranquilo.—No lo sé —admito.Como si mis palabras lo despertaran, un sonido gutural escapa de la garganta de Natan.Rita ahoga un grito y retrocede.Yo me fuerzo a incorporarme, ignorando el dolor.Los ojos de Natan
El temblor bajo nuestros pies se intensifica, como si la tierra estuviera conteniendo un rugido que está a punto de estallar. Rita se aferra a mi brazo, su respiración acelerada. Eliot se queja en el suelo, su hombro destrozado, la sangre empapando su ropa. Y Natan…Natan sonríe.—¿Lo sientes, Luke? —Su voz es casi un susurro, pero resuena como un trueno en mi cabeza—. Lo que está por venir.La habitación parece encogerse, el aire se vuelve denso. Algo más está presente, algo que no pertenece a este mundo.—¿Qué hiciste, Natan? —gruño, obligándome a mantenerme firme, aunque mi instinto grita que corra.—Lo que tú nunca tuviste el valor de hacer.Entonces, el suelo cede.Una grieta se abre justo a nuestros pies y un hedor espantoso emana de su interior. Rita grita cuando nos tambaleamos, y en el instante en que Natan alza la cabeza hacia el techo, una sombra se desliza desde la grieta.No es humana.No es animal.Es algo que no debería existir.Múltiples extremidades, un cuerpo informe
El sonido de los huesos de Eliot crujiendo me pone la piel de gallina. Su grito, ahogado y desesperado, se apaga de golpe cuando la criatura lo aprieta con más fuerza. La sangre brota de su boca en un último estertor. Rita ahoga un grito y se cubre los labios con ambas manos, temblando.—¡Eliot! —Rita da un paso hacia él, pero la agarro del brazo antes de que haga una estupidez.No hay nada que hacer por él.Su cuerpo cae como un muñeco roto cuando la criatura lo suelta. Un charco oscuro y espeso se extiende debajo de él.Natan sonríe.—No lo entiendes, Luke. Todo esto… es inevitable.Lo observo fijamente, intentando reconocer en él al chico que solía seguirme a todas partes, el que intentaba imitar mis pasos, el que me miraba con admiración cuando éramos niños. Pero ya no queda nada de eso. La sombra que lo envuelve, el brillo enfermizo de sus ojos… ya no es mi hermano.Es otra cosa.La criatura comienza a moverse de nuevo, sus extremidades resbalando por las paredes como si fueran u
Su cuerpo está carbonizado en algunas partes, la piel colgando en jirones, pero la sombra que lo habita lo mantiene vivo. Sus ojos son dos pozos de negrura.Y Rita está ahí, entre sus manos.Me congelo.Él aprieta sus dedos alrededor de su cuello, con una calma aterradora.—Deberías haberte quedado en el suelo, hermano.El odio arde en mis entrañas, más caliente que las llamas a nuestro alrededor.—Soltala.Su sonrisa es pura crueldad.—¿Por qué lo haría? Ya perdiste. Tu manada te odia. Los cazadores nos rodean. No hay futuro para vos, Luke.—Entonces llevame a mí.Sus ojos se entrecierran.—¿Perdón?—Me querés muerto, ¿no? Dejala ir y yo no me resisto.Rita sacude la cabeza con desesperación, luchando por hablar.—No…Pero Natan me estudia con interés.—Eso sería demasiado fácil. Prefiero verte sufrir.Y aprieta.Un crujido.Rita gime ahogada.No pienso.Me lanzo.Mis garras buscan su rostro, pero su sombra me golpea como un látigo y me estrella contra una pared.El impacto me saca e
El mundo se desdibuja en un torbellino de sombras y sangre. Siento los brazos de Rita sosteniéndome, su aliento entrecortado junto a mi oído, pero todo se aleja, como si mi cuerpo ya no me perteneciera.Estoy cayendo.No sé cuánto tiempo pasa. Tal vez segundos, tal vez horas. Solo sé que cuando abro los ojos, no estoy donde estaba antes.El suelo bajo mí es frío, piedra húmeda, y el aire huele a óxido y tierra.Parpadeo.Un techo de madera podrida, vigas ennegrecidas por el humo.Giro la cabeza.Rita está allí.Despierta.Su piel pálida está marcada por moretones oscuros, y su ropa sigue rasgada, pero sus ojos brillan con determinación.—Por fin. —Su voz es suave, pero tensa.Trato de hablar, pero mi garganta es puro fuego.Ella me ayuda a incorporarme, su mano tibia en mi nuca.—Nos sacaron de ahí —dice—. Los cazadores entraron… después de que…No lo dice.Después de que maté a Natan.Siento un vacío en el pecho.No sé cómo debería sentirme.Libre.Victorioso.Pero solo me siento rot
La bestia frente a mí gruñe, sus ojos resplandecen con la furia de un fuego antiguo, y el peso de su odio me golpea como una ola imparable. Mi cuerpo, aún debilitado, protesta al más mínimo movimiento. Pero no me voy a rendir. No ahora.Rita se aferra a mi brazo. Su corazón late acelerado contra mi piel, y su respiración es entrecortada. Sé que tiene miedo, pero su mirada es de pura determinación.—No dejes que te provoque —susurra, su voz apenas audible entre el estruendo de la tormenta que se avecina.Me obligo a respirar profundo. No puedo dejarme consumir por la rabia.—No voy a perderte —le murmuro de vuelta, y mi frente se apoya contra la suya por un segundo que parece eterno.Su piel es cálida, un ancla en medio de la locura. Mis dedos se deslizan por su mejilla, atrapando un mechón de su cabello húmedo. Rita cierra los ojos y exhala temblorosamente.—Yo tampoco quiero perderte.La tormenta a nuestro alrededor desaparece. Por un instante, no hay guerra, ni sangre, ni un enemigo