Celeste—Tiene que ser por aquí, siento que está cerca —dije mientras caminaba entre los callejones. No tenía tiempo para admirar la belleza de la ciudad. Simplemente seguía mi instinto, como había dicho mi mate. Solo pensar que él estaba allá afuera peleando con esos hombres hacía que mi corazón se encogiera. Pero si alguien podía ganar, era él, siempre y cuando no se expusiera más allá de lo que el anillo que le di le permitía.—¿Qué estamos buscando exactamente? —preguntó Nora, insistía en que conocía la ciudad como la palma de su mano.—Celeste siente que hay algo aquí, un objeto que el enemigo necesita. No sabemos dónde ni qué es, pero tenemos que llegar antes que... antes que esa hechicera.—La hechicera se está moviendo —dijo uno de los guerreros que nos acompañaban. Sin duda, alguien en la sala de los monitores ya le había dado el mensaje.—¿Qué hay por allá? —pregunté mientras avanzábamos.—Es la zona más antigua de la ciudad —indicó la muchacha. Era nuestra mejor opción. Íba
Alaric—¡Celeste! —rugió Roy y salió un aullido ronco y cargado de pánico. Mi corazón latía como un tambor desbocado mientras corría entre los escombros, esquivando guerreros y vampiros. Los gritos de combate resonaban a mi alrededor. Mercenarios intentaban huir, perseguidos por mis guerreros.—¡Majestad, espere! —gritó alguien a mis espaldas, pero lo ignoré. El mundo entero dejó de importar. Solo había una cosa en mi mente: encontrarla. ¿Y si no llegaba a tiempo? ¿Y si la había perdido para siempre? El polvo me cegaba y me ahogaba, pero seguí avanzando. Mi lobo aullaba dentro de mí, su dolor reflejando el mío.Mis garras arañaban el suelo a cada movimiento, y mi olfato buscaba desesperadamente su rastro. Pero en esta m*****a nube de polvo y sangre, todo estaba cubierto por el hedor metálico de los vampiros. Un sonido seco y repetitivo atravesó el caos. Un cuchillo siendo lanzado y un impacto punzante quemó mi costado. El líder de los vampiros mercenarios estaba allí, de pie, envuelto
Fabrizio —¿Qué sucede? —me pregunta Margarita.Le había hecho un largo tour por el castillo y los alrededores. Esta semana la llevé al pueblo más cercano, a uno de los templos más allá. A las montañas para que viera las estrellas. Una cita tras otra, y rápidamente me di cuenta de que nunca me cansaría de estar con ella. Deseaba su presencia cada minuto del día y, por la noche, me quedaba suspirando, recordando todo lo que habíamos hecho. Ella había quedado agotada y, cuando volvimos a su habitación, no sé ni cómo terminé dormido, algo que jamás hago, en su cama… ella tan cerca. Pero ahora, un ruido me despertó.—Creo que es el rey que ha vuelto — pero luego escucho chillidos de vampiros y sostengo a Margarita por los hombros.—Mi flor, quédate aquí. No puedes a salir.—Fabrizio...—Volveré, te lo juro — cierro el seguro de la puerta. Al salir, veo a Rachel, ya armada, corriendo por los pasillos.—Son vampiros —le digo. La guerrera suspira.—Sabíamos que podía suceder, pero este era e
Eva —La herida ha sido muy fuerte. La mordida de un hombre lobo es terriblemente venenosa para un vampiro, y más si ese lobo es uno de los primeros, el gran guerrero —me confirma uno de los cuidadores de Valerius.Humberto está en una camilla, herido, y al parecer ha perdido parte de una pierna. Me hubiera gustado que Su Majestad mejorara su puntería y le hubiera arrancado la cabeza.Ese lugar antiguo en la ciudad había quedado sepultado gracias a Clementina. Su Majestad iba a investigar, estaba segura de ello. Ellos podrían encontrar algo, y esperaba que Valerius no tuviera otro plan. Había visto su ejército; si decidía atacar la ciudad, esto no terminaría nada bien. Ciudad Ónix parecía ser un lugar feliz, incluso para los vampiros, y Damián me agradaba bastante para ser alfa. —Al menos vive— espeto. Humberto está peor que nunca, nunca pensé que podría ser más feo. —No estoy seguro de que esté feliz cuando se levante— dice el cuidador con mala cara. Eso es justo lo que quiero, que
Celeste —No está, no puedo creerlo — observo la zona donde sucedió el derrumbe. Habían pasado ya varios días y no había rastros de Clementina. Solo encontramos sus ropas y tierra. Cuando la toqué, supe que no era simple tierra, era ella. En algún libro que leí decía que las hechiceras vuelven a su elemento. "Todo vuelve", me había dicho ella. Me dolía terriblemente su muerte aun cuando no la había conocido. ¿Quién era ella? ¿Cómo sabía de mis padres? Tenía tantas preguntas que ahora se quedaban sin respuesta.—Ella se sacrificó, pero no destruyó todo. Creo que nos dio una ventaja — comenta mi mate. Los guerreros habían movido tierra por todas partes y no habíamos encontrado nada hasta que mi mate utilizó su poder. Estaba convencido de que había algo más y, mientras movía las piedras para ahondar en el túnel, yo empezaba a creer que también tenía razón, hasta que nos topamos con una hendidura que mostró una puerta.—¿Una llave? —pregunté asombrada revisando la puerta de piedra maciza.
AlaricLa oscuridad nos envolvía por completo. Solo aquel pequeño destello al fondo del túnel nos servía de guía en medio de la penumbra. Me mantenía alerta, atento a cada sonido, cada cambio en la atmósfera. A mi lado, Celeste avanzaba con cautela, sus dedos entrelazados con los míos.—No te alejes de mí —murmuré. El aire era húmedo, pesado. El olor a tierra antigua y piedra mojada nos rodeaba. No era un sitio cualquiera; aquí había historia, poder. Cada paso que dábamos hacía que mi pecho se oprimiera más. Las paredes comenzaron a reflejar la escasa luz del fondo. Un brillo oscuro y profundo las recorría, como si la misma oscuridad las cubriera con su velo. Pasé la mano por una de ellas, sintiendo su superficie fría y sólida.—Ónix —susurré asombrado.—¿Ónix? —preguntó ella, deteniéndose a mi lado.—Hace mucho tiempo se creía que esta piedra tenía propiedades protectoras. Quizás por eso la ciudad alguna vez fue llamada así. Tal vez este lugar es mucho más antiguo de lo que imaginamo
Eva —¿Cómo son las hechiceras? ¿Cuántas pudiste ver? ¿Crees que son poderosas? —preguntó Adriana, quien estaba repuesta y actuando como una verdadera guerrera.—No pude ver mucho. Ese vampiro simplemente quería enseñarme su poderío, y por lo que vi de Clementina y de Celeste, estamos en bastantes aprietos. Vi por lo menos cuatro hechiceras más. Una era mayor que Clementina y otras eran como Índigo. Un par no las pude ver bien; estaban arropadas y escondidas, como si no quisieran que nadie las viera —expliqué, sintiendo un nudo en la garganta. Esa visita a esas mazmorras había sido realmente terrible— No importa lo que hayan hecho, esas mujeres no merecían estar ahí en esas condiciones. Para este hombre no hay nada más importante que esas mujeres y usar su poder.—Entonces, eso está a nuestro favor, ¿no es cierto? Ellas podrían ayudarnos —mencionó el Duque. Poco a poco parecía recuperar las esperanzas y también mejorar su apariencia. Sabía que Adriana le contaba del mundo exterior y t
CelesteDamián y su equipo habían examinado el frasco con el líquido, pero no teníamos respuestas. Yo tocaba con mis dedos el frasco con ese emblema: una especie de remolino con cuatro figuras que no terminaba de entender.Se suponía que mañana por la mañana emprenderíamos el camino de regreso a casa, al castillo y a las adversidades que nos esperaban. Yo solo quería volver a mi hogar.Mi mate también debía sentirse melancólico, pues en toda la noche no me había quitado las manos de encima. Estaba cada vez más obsesionado. Al entrar a nuestra habitación, Roy me esperaba en la cama y rugió en cuanto me vio en una de sus camisas. Automáticamente, el lobo dio paso al Gran Rey, al hombre más hermoso que había visto en toda mi vida. Estaba frente a mí, completamente desnudo. Era imposible describir la visión que era él: el mejor paisaje, un mundo de sueños, la eternidad y el tiempo hechos hueso y carne.—No existe amanecer sin tu aliento en mi piel ni noche en la que no seas mi sueño más fer