La vida, castigo divino, como quieran llamarle, pero no me merecía esto, al final mi día no había comenzado como lo esperaba y probablemente tampoco terminaría de una muy buena manera.
No había bastado con el hecho de que tuviera que estar soportando los enojos de Cecily, siempre que se molesta opta por hacer un poco más de lo mismo, sentarse en el coche todo el camino de brazos cruzados mirando a la ventanilla y sabe perfectamente que eso me fastidia.Puedo comprender su enojo, pero realmente la vida no me había colaborado en nada, ¿de qué tenía la culpa yo? No había elegido que una de mis empleadas creara una extraña obsesión conmigo, de hecho ni siquiera me había dado cuenta de ese hecho hasta esta mañana cuando toda mi vida comenzó a fluir de mal en peor.Ella lo había planeado todo y yo iba por la vida, incrédulo, creyendo que a cualquier empleada se le podría torcer un tobillo, estaba tan eufórico por un contrato que conseguí para la empresa, que se lo logré robar a la empresa de la competencia, que ni siquiera me percaté de lo que sucedía.La empleada venía caminando con un montón de carpetas sonriendo mirando por la ventana, nunca hubiera sospechado de que todo había sido un plan si no fuera porque esas palabras habían escapado de sus propios labios, la había escuchado al salir del baño cuando justamente iba a asegurarme que se encontrara bien, mofándose de Cecily.Aquello me enfureció, había quedado de que almorzaríamos juntos, iba a llevarla a un restaurante muy cerca de mi casa, tenía pensado tomarme el resto de la tarde libre, para nosotros, porque al final estoy mucho tiempo en el trabajo y eso poco a poco va descuidando las relaciones, pero eso se vio afectado por la actitud de mi empleada.Fingió lastimase y caer sobre mí, yo me puse a revisar su tobillo, entonces llegó Cecily y nos encontró en aquella situación, no sé qué fue lo que le pasó por su mente, no soy el tipo de hombre que le sería infiel a su pareja, todo lo contrario, desde mi corta edad se me enseñó a valorar a la persona que se queda a tu lado en los momentos difíciles.Cecily lleva años intentando estar conmigo y al principio no quería aceptarlo, por el simple hecho de que trabajo muchas horas, una relación siempre consume tiempo, el cual normalmente no tengo.Al cabo de un tiempo me di cuenta de que ella se me hacía una mujer bastante hermosa, con sus atractivos, una mujer segura de lo que quiere y no pude evitar tener interés en salir con ella, desde entonces no nos hemos separado, a pesar de los malos entendidos.Claro que mi mala racha no se detuvo allí, en medio del berrinche de Cecily, el automóvil se le ocurrió descomponerse, justo en frente al parque que está a unas calles de mi casa, podía haber esperado a que estuviéramos allí.Iba a pasar antes a darme una ducha, quería salir un poco más guapo de lo usual, pero ahora estaba levantando el capó como si comprendiera algo de mecánica, lo único que pasó al hacer eso es que el humo me dio en la cara y empecé a toser.De repente sentí un golpe en la nuca, Cecily hizo una mueca parada a mi lado para aguantar las ganas de reírse de mí. Me di la vuelta, me encontré con un balón de goma, lo tomé en mis manos y vi una niña acercarse, con una sonrisa de diversión ¿Le divertía ponerme el día más difícil?—Disculpe anciano, ¿puede devolver mi balón? —preguntó en un tono de burla.Parecía que cuanto más hablaba la pequeña, más me daban deseos de desquitar mi furia golpeando el coche o cualquier objeto que estuviera a mi alcance, sin embargo, me contuve o eso era lo que pensaba, porque sin haberme dado cuenta el balón estalló entre mis manos.—Aquí tienes tu tonto balón —dije entre gruñidos lanzando el pedazo de balón que quedaba en sus manos.Ella hizo una mueca de rabia, como si pudiera decirme algo, en realidad había sido su culpa, no tenía nada de anciano y aunque lo tuviera, no tenía derecho de decirme nada, los padres de esa niña debían de ser unos salvajes.Tuve que quedarme allí sentado con Cecily, estuvimos esperando a que una grúa viniera a buscar el automóvil, no podía dejarlo allí varado y se lo llevaron derecho al taller, pero tampoco me importaba, tenía que ir a comprar uno nuevo, cuando un coche te empieza a fallar no es de fiar.—Pediré a mi chofer que me venga a buscar —dijo de la nada Cecily.Me quedé un momento mirando su rostro, no podía creer que prefiriera irse, estábamos a unas calles y teníamos una tarde completa para estar juntos.—Sabes que pedí el resto del día porque solamente quería estar contigo, no puedo creer que simplemente vayas a irte —me quejé sin importarme que ella sintiera que todo era mi culpa, porque no la era.—No me importa, no te lo pedí Maxwell —dijo en un tono iracundo, odiaba que me llamara por mi nombre, siempre lo hacía cuando estaba furiosa— Siempre eres incapaz de ponerte en el lugar de los demás, mira, incluso le explotaste el balón a una niña pequeña, ni siquiera a mí que no me agradan los niños me da el corazón para tanto.Aquello me había dolido, ella sabía que no hacía ese tipo de cosas con una mala intención, pero aun así lo había dicho y podía verse en su mirada que tenía todas las malas intenciones de hacerme sentir mal.No quise continuar discutiendo, así era siempre, ella decía lo que quería, me hablaba de empatía, pero no le importaba del todo que mi corazón pudiera romperse con sus palabras tan duras.Al final se marchó, me dejó incluso en el mismo sitio en donde estaba, sin ofrecerse a llevarme a casa por cortesía, podía apuntarlo a mi lista de decepciones. …Volví a mi apartamento, me intenté relajar en el jacuzzi, mientras escuchaba un poco de música clásica, siempre me ayudaba a sentirme un poco más tranquilo y relajado, pero mi mente no dejaba de darle vueltas a la secuencia de sucesos del día.De repente el timbre sonó, suspiré, en mi tonta mente pasó la idea de que podría haber vuelto Cecily, me envolví en la bata, pero cuando abrí la puerta no había nadie. Estaba a punto de cerrar la puerta, lleno de decepción, cuando miré al suelo, me encontré con una pequeña cajita y con un poco de temor la levanté.Entré con ella entre mis manos, me senté en el sofá y leí la nota que estaba en ella, la letra era fea, un poco chueca, me fue incluso difícil comprenderla. “Quiero ofrecerle una disculpa por darle con mi balón en el parque, espero que le guste el pastel, es una especialidad de mi familia, con cariño su vecina.”La niña era mi vecina, ni siquiera tenía idea de ello. Abrí la cajita esperando encontrar un desastre de pastel, sin embargo, tenía muy buena pinta, no pude ni siquiera resistirme a probarlo y tenía también un muy buen sabor.Quizá lo había preparado su madre como una disculpa por la actitud de su hija, realmente no lo sabía, pero estaba buenísimo, no comía pastel desde hace mucho tiempo, ni siquiera en mis cumpleaños, no hay una razón en específico, pero no solía hacerlo con frecuencia.De repente volvió a sonar el timbre, esperaba que al abrir la puerta me fuera a encontrar con la niña, o Cecily, para que al fin pudiéramos arreglar las cosas; sin embargo, vi ese rostro, el rostro de la mujer a la que le había sacado el contrato de esta mañana.Por supuesto no se veía nada feliz, pero la razón de por qué estaba en mi apartamento, un día cualquiera, sin previo aviso, me hacía cuestionarme que tipo de mujer se había vuelto. Es decir, no me hubiera molestado atenderla, si no fuera porque estaba en bata, recién salido de la ducha, comiendo pastel y molesto por el día de m****a que estaba teniendo.—No pedí cita previa, no lo vi necesario, alguien que me roba a mis clientes de la nada…—Nadie te robó —mentí descaradamente.Esa mujer me empujó por el pecho con una media sonrisa, no lo comprendí, esa actitud en otro momento de mi vida, esa hostilidad me hubiera parecido jodidamente molesta, pero relamí mis labios lentamente, mi corazón latía de prisa y la tomé por las muñecas.—¿Crees que puedes venir a mi apartamento y tratarme de esa manera? —le pregunté con la voz ronca.Sus ojos desprendieron un brillo inusual, colocó una sonrisa de lado, llevó sus labios a mi oreja, sentí el calor de su aliento acariciarla y contuve mi respiración ¿Qué me estaba pasando?—Puedo hacer lo que me venga en gana, no por nada soy Marcelene Beli —soltó una leve risa.No había nadie en este mundo al que odiara más que a él, su porte arrogante, su sonrisa llena de sarcasmo, su actitud prepotente. Maxwell Jenkins me las pagaría, por hacer de mi vida un infierno en cada oportunidad, no le dejaría salirse con la suya.Había robado un proyecto en el que había trabajado por meses, siempre fui una mujer dispuesta a hacer mis mayores esfuerzos como CEO, tenía suficiente con la presión de ser una mujer en la industria a la cual siempre le dijeron que no podía hacerlo bien.Ahora tras perder ese cliente, mi padre amenaza con quitarme de la empresa, dice que no estoy capacitada para lidiar con la competencia, lo que me hace sentir como una inútil y todo es su culpa.Luego de haber tenido un día de mierda en la empresa, no podía sacarme el recuerdo de su sonrisa sarcástica de mi mente, siempre que lo veía era recordar un montón de sucesos que me han llevado a odiarle, siempre como todo hombre queriendo quedar por encima, pero ahora le tocaba conocer un poco má
No había podido dormir en toda la noche, me sentía como tal vez nunca en mi vida me había sentido y no lograba entender cuál era la verdadera razón. ¿Por qué no podía dejar de pensar en ese beso? Era algo que no debía de haber sucedido, sin embargo, a pesar de saber que estoy con Cecily no dejaba de pensar en ella.Mi pecho se sentía aplastado, quería verla. Ella siempre había estado en mi entorno, en el mismo instituto en el que estudié, en las reuniones de familia, ella siempre había estado, pero jamás había puesto mi mirada en ella.No puedo decir que era entendible que no lo haya hecho, tiene un cabello rubio rizado precioso, unos ojos verdes hipnóticos, la mayoría de hombres cuando la ven pasar se quedan viéndola, todos menos yo, que siempre estuve ciego.Lancé un cojín al suelo furioso, no lo comprendía, ¿qué era este sentimiento alojado en mi pecho?Me quedé en la misma posición, ni siquiera me quería levantar de la cama, pero no tenía demasiadas alternativas, tenía que ir al t
Mi vida se había visto arruinada en un segundo, mientras tenía en frente a un hombre que no terminaba por entender, terminaban por ser piezas que no encajan.Esto me llevaba a preguntarme si era una simple diversión o si quería ver mi vida hecha añicos, si pretendía arruinar mi matrimonio para que no pudiera quedarme con la empresa y así librar su camino.—¡Tienes que arreglar esto! —digo furiosa tomándolo por su camisa.Él se queda mirando mi rostro, sus ojos fijos en mi rostro y me quedo paralizada, sin siquiera poder pasar saliva.—No puedo hacer eso, no voy a arreglarlo Marcelene, no quiero verte con otro hombre —sentencia con firmeza.Veo en su rostro la sinceridad, ¿acaso perdió la cordura? Nada de lo que estaba sucediendo tenía sentido.—No entiendo que es lo que me pasa cada vez que te tengo cerca de mí, pero tampoco puedo comprender que es lo que me pasa cuando estás lejos, no dejo de tenerte en mi cabeza todo el tiempo y eso me resulta tan molesto —confiesa con la confusión
Llegué a mi casa un poco confundido, me abordaba la satisfacción, como si haber hecho lo que hice no estuviera mal, como cuando lograba concretar un proyecto importante, era exactamente la misma sensación en una situación inusual.Me tiré en el sofá con la única intención de descansar, quizá quedarme imaginando miles de escenarios mientras veía el techo, delirando con cosas que ni siquiera deseaba de verdad, como el estar con Marcelene, recostado con ella mirando las estrellas.Nunca había sido del tipo de hombre romántico empedernido que va preparando cenas a la luz de las velas o del tipo de hombre que va gritando por el mundo que está enamorado, lo que nuevamente me llevaba a sentirme jodidamente extraño, porque yo no quería sentir esto por esa mujer.No estaba listo para esto, no estaba listo para ser el hombre que cualquier mujer necesitaría, estaba bien con mi relación en la que Cecily se ocupaba la mayor parte del tiempo de salir con sus amigas, de estar ocupada en eventos y qu
Me quedé un momento, parada, en frente al espejo, no me encontraba muy convencida, un vestido en un tono plateado, con una abertura que iba hasta el ombligo prácticamente, tacones altos, que debo de admitir que eso sí que iba bien, pero era demasiado… ¿provocador? ¿Sexy? Daba igual, no era mi estilo.Era el estilo de Jess, a mí me iban más los vestidos largos, pero no podía negarme ante tanta insistencia y sus palabras de aliento. Ella creía que debía verme hermosa, ir a comerme el mundo para tragarme las penas, aunque yo me sentía sumergida en mi miseria.No puedo decir que mi relación con Torin era lo mejor del mundo, pero había risas, había complicidad, incluso en muchas ocasiones llegué a sentir que nos entendíamos, que vivíamos en las mismas sintonías.Ahora me sentía como si no solamente me hubiera engañado con otra mujer, sino que sentía un extraño presentimiento de que todo lo que habíamos pasado juntos no era real y deseaba que no fuera cierto, que al menos todo lo demás de v
Un vestido plateado que le realzaba su figura, la hacían ver mucho más apetecible, daban ganas de desvestirla en la primera oportunidad a solas que tuviera… ¿Qué diablos estaba pensando? No, esos pensamientos, el dejarme llevar por impulsos, definitivamente ese no era yo.—Maxwell —colocó sus manos encima de las mías— Quítate.Quería obedecerla, porque tampoco me gustaba el estar encima de ella, o la menos eso de lo que me quería convencer a mí mismo. Aparté brevemente mis manos de ella, pero fue lo suficiente para que se diera la vuelta para marcharse, solamente que fui tras ella, la vi apresurarse entre la multitud y la alcancé a ver ir en dirección a la barra.Se apoyó y esperó a que la atendieran, yo solamente me quedé parado observando, el chico que la atendió la observó con especial interés, aquello encendió algo en mi alma, no sabría describir que era, nunca me había sentido de ese modo antes.Ella le sonrió y empezaron a hablar, un gruñido se ahogó en mis labios, estaba a punt
No tenía la menor idea de lo que me estaba tratando de decir la vida, si era una prueba, pero, joder, Maxwell es jodidamente tentador.Nunca lo había mirado con ojos de mujer, sino con los ojos de una mujer ambiciosa que quería superarlo, mostrarme mejor que él, demostrarle a mi padre que podría incluso si mi competencia era un hombre.Ahora mismo estoy contra el coche del hombre que más he odiado en mi vida, luego de haberlo visto tratando de darme celos con otra mujer y viendo como él se moría al ver la posibilidad de que estuviera con otro.No sé si aquello es suficiente para demostrar que tiene un interés genuino, pero admito que me pareció una situación excitante o tal vez es el efecto del alcohol, que no me deja pensar con completa claridad.El calor de su cuerpo apoderándose del mío, sus manos firmes tocando mi cuerpo, su mirada gritando que quiere tenerme, todo eso me llevó a cometer una locura, la locura que en otro momento me hubiera burlado y hubiera dicho que era imposible
Fue una noche que no podría quitarme de la mente nunca, era mejor de lo que alguna vez podría haber imaginado, tener a Marcelene, que se quedara dormida a mi lado y amanecer teniéndola en mi pecho, sin duda era algo que quería volver a repetir.Me levanté de su lado con cuidado, no quería despertarla, necesitaba de una ducha para poder despejarme un poco y si tenía la oportunidad de pasar aunque fuese unos minutos más a su lado los pensaba utilizar para demostrarle de lo que estoy hecho.Sé al final que ella no tiene buenos recuerdos de nosotros, siempre le he hecho la vida un poco más difícil, de hecho no hace más que unos días le quité un cliente importante y ni siquiera me paré a pensar en lo que acababa de hacer.Me metí bajo el agua caliente, todo mi cuerpo se empezó a relajar, puse un poco de música para que fuera un baño incluso más relajante. Una de las mejores maneras de empezar el día luego de una noche inolvidable o incluso en los días malos es darse un baño de agua calient