Mi vida se había visto arruinada en un segundo, mientras tenía en frente a un hombre que no terminaba por entender, terminaban por ser piezas que no encajan.
Esto me llevaba a preguntarme si era una simple diversión o si quería ver mi vida hecha añicos, si pretendía arruinar mi matrimonio para que no pudiera quedarme con la empresa y así librar su camino.
—¡Tienes que arreglar esto! —digo furiosa tomándolo por su camisa.
Él se queda mirando mi rostro, sus ojos fijos en mi rostro y me quedo paralizada, sin siquiera poder pasar saliva.
—No puedo hacer eso, no voy a arreglarlo Marcelene, no quiero verte con otro hombre —sentencia con firmeza.
Veo en su rostro la sinceridad, ¿acaso perdió la cordura? Nada de lo que estaba sucediendo tenía sentido.
—No entiendo que es lo que me pasa cada vez que te tengo cerca de mí, pero tampoco puedo comprender que es lo que me pasa cuando estás lejos, no dejo de tenerte en mi cabeza todo el tiempo y eso me resulta tan molesto —confiesa con la confusión evidente reflejada en la mirada.
Me aparté de él, no podía creer en sus palabras, no iba a permitir que se burlara de mí cuando me diera la vuelta, pero algo era seguro, no le dejaría el camino tan fácil hasta que me devolviera mi compromiso y fuera con Torin a explicarle lo que realmente estaba sucediendo.
—¿Crees que vas a arruinar mi vida por completo y que voy a permitirlo mientras me quedo de brazos cruzados? Haré que te arrepientas de esto, estás perjudicándome, harás que mi padre me quite del mando de la empresa —frunzo el ceño ante su sonrisa de lado— Sé que ese es tu maldito objetivo con toda esta mentira de que te intereso, pero no te lo pondré fácil.
No me quedé a escuchar más sus excusas, tenía que solucionarlo, encontrar a Torin para darle una explicación de lo que estaba sucediendo, decirle que al menos yo no tenía nada que ver con lo que ocurría.
Me dispuse a ir a su apartamento, necesitaba verle, al menos saber que se encontraba bien, alguna señal de que no me odiaba, lo que fuera.
Manejé mientras me perdía en mis pensamientos, a tal punto que por poco me pasé del edificio, cuando bajé en el estacionamiento pude ver su automóvil estacionado, lo que al menos me devolvió un poco de paz.
Subí al ascensor y ya cuando estaba subiendo hasta su piso empecé a crear escenarios en mi mente, posibles conversaciones que probablemente se quedarían en eso, porque al final nunca sabemos lo que dirá la otra persona.
Relamí mis labios, estaba a punto de tocar a la puerta cuando escuché carcajadas, eso me hizo pararme en seco, era una voz femenina, pero no lograba distinguir bien que era lo que estaba sucediendo. Torin alguna vez me había enviado el código de seguridad de la puerta de su apartamento, pero nunca había creído necesario utilizarlo, no hasta ese momento.
Busqué mi teléfono con las manos temblorosas, entré a su conversación y busqué el código, no me llevó más que unos segundos encontrarlo.
Claro que no fue hasta que las voces desaparecieron que me dispuse a colocarlo, deseaba en mi interior que no fuera lo que creía, lo que mi mente estaba comenzando a imaginar no era algo bonito.
Coloqué la contraseña, abrí lentamente la puerta, avancé con cautela, ni siquiera quería que supiera que estaba allí, pero cuando llegué a la sala mi presentimiento se confirmó. La ropa iba cayendo por el suelo, su camisa, su chaqueta, una falda de mujer, una camisa más pequeña, sí, no creo que se estuvieran quitando la ropa para jugar a las escondidas.
—¿Entonces estaremos juntos? —preguntó la voz que provenía desde la habitación.
La respiración se me paralizó, ahora sin la puerta y la distancia de por medio podía reconocer mejor el sonido de aquella voz. Avancé, porque necesitaba verlo, era sumamente importante que aquellas imágenes quedaran grabadas en mi mente, pero no solamente en mi mente.
Puse mi celular a grabar, necesitaba pruebas para que mi padre no me volviera a pedir que estuviera con él, porque no volvería, no quería tener más que ver con Torin. No sabía cuanto tiempo llevaba haciéndome esto, pero está claro que no había ocurrido solamente por lo que había visto con Maxwell, me quedó en claro mientras escuchaba esas palabras.
—Tenemos que mantenerlo de esta manera, no puede saberlo nadie de momento, pero ahora solamente me tienes para ti —salió una risa ronca de sus labios.
Conocía aquella risa mejor que nadie, cómplice, una risa de quererlo todo, porque alguna vez habíamos sido nosotros.
—No puedo creer que me lo haya puesto tan fácil —comentó ella rebosante de felicidad— Debe ser demasiado idiota para dejar ir a un hombre de tu altura.
—No puedo creer que la muy zorra estuviera guardando ese as bajo su manga, en ocasiones me sentía culpable por lo que había surgido entre nosotros, por no dejarla, pero ella estaba haciendo exactamente lo mismo o incluso peor, fingía odiarlo —expresó lleno de odio.
Me dolía, juro que me dolía como nunca antes me había dolido algo, con las lágrimas al borde de mis ojos empujé aquella puerta logrando que ambos pusieran sus ojos sobre mí, con sus gestos de susto.
Los enfoqué con mi celular y ella giró su rostro, como si fuera demasiado veloz, pero no había nada que pudiera hacer, después de todo ya había quedado captada, aunque tampoco había manera de que yo no pudiera reconocerla, la conocía ya hace mucho tiempo.
Habíamos estudiado en el mismo instituto, había historia detrás, pero era una historia que ahora mismo no me apetecía recordar, no quería olvidarme de lo que debía de enfocarme ahora mismo, como mi futuro esposo lo había arruinado todo.
—¿Acaso perdiste la cordura? Apaga esa m****a —me ordenó.
Detuve la grabación y me guardé mi móvil, pero no fue porque él me dijera que debía de hacerlo, sino por el simple hecho de que ya tenía suficiente evidencia para que nadie nunca me pudiera obligar a tener que estar con un hombre como él.
—No, no perdí la cordura, me pareció demasiado descabellado que la persona que decía amarme simplemente se negara a escucharme, como si no terminaras de conocerme —dije con la poca voz con la que aún podía hablar.
Me quemaba la garganta, incluso el respirar era difícil, porque me sentía destruida, incluso cuando era incapaz de demostrarlo.
—Estabas con ese hombre, estamos a mano —suelta encogiéndose de brazos mientras ella se refugia contra su pecho, como si fuera a hacerle algún tipo de daño.
—Deja de ser ridícula, no puedes actuar como si yo no supiera quién eres, puedes mostrar tu verdadera cara —sentencié.
La observé apartar algunos mechones de su cabello, me miró directo a los ojos llena de rabia, llena de sentimientos que para nada me transmitían algo agradable, pero no me importó, le sostuve la mirada como pude e intercambié con la de Torin que parecía no entender a dónde quería llegar.
—No tengo nada con Maxwell, o al menos no lo tenía, porque hoy mi padre quería que concretáramos el compromiso, que habláramos de una vez de la boda, aquello era lo que tenía que hablar contigo —sonreí con ironía— Ahora debería de estar agradecida con Maxwell, me acaba de sacar un peso de encima, enterarme esto luego de estar casada hubiera sido mucho más tedioso.
Me di la vuelta, estaba a punto de marcharme, de largarme para siempre, pero aún tenía cosas por decir, así que volteé medio rostro.
—Tú ganaste cariño —la miré a ella con una ancha sonrisa— Un hombre que engaña una vez, lo volverá a hacer, espero te haga provecho.
No quería admitir mi dolor, pero no fue hasta que estuve en mi automóvil que no pude evitar llorar y darle golpes al volante a causa de la impotencia. Le marqué a la única persona que, en momentos como esos podría escucharme, sacarme un poco de ese pensamiento tan doloroso.
—Mar, bonita —dice en un tono repleto de felicidad— Ya has dejado de llamarme, me parece injusto, soy tu prima, no te puedes olvidar de mí como del resto, te volviste una trabajadora compulsiva.
Una pequeña sonrisa escapó de mis labios y me limpié las lágrimas de prisa, no podía estar amargada cuando ella hacía ese tipo de reclamos, como si realmente le hiciera falta mi presencia.
—Lo siento, no debí dejar de estar en contacto contigo, Jess —me apresuré a decir.
Ahora mismo la culpa me estaba consumiendo, me sentía como la peor persona por no haber estado para ella en todo este tiempo.
—¿Estás bien? —preguntó con seriedad esta vez.
—No, me enteré de que Torin me engaña —solté cayendo con esas palabras en la realidad.
—Siempre supe que era un idiota —soltó con rabia en su tono de voz y guardó un momento de silencio— Sé por qué me estás llamando, espero que esta noche estés lista para hacer lo que se debe.
No sabía si estaba verdaderamente lista, pero con Jess tampoco hay demasiadas opciones, si recurrí a ella es porque jamás permitiría que me hunda.
Llegué a mi casa un poco confundido, me abordaba la satisfacción, como si haber hecho lo que hice no estuviera mal, como cuando lograba concretar un proyecto importante, era exactamente la misma sensación en una situación inusual.Me tiré en el sofá con la única intención de descansar, quizá quedarme imaginando miles de escenarios mientras veía el techo, delirando con cosas que ni siquiera deseaba de verdad, como el estar con Marcelene, recostado con ella mirando las estrellas.Nunca había sido del tipo de hombre romántico empedernido que va preparando cenas a la luz de las velas o del tipo de hombre que va gritando por el mundo que está enamorado, lo que nuevamente me llevaba a sentirme jodidamente extraño, porque yo no quería sentir esto por esa mujer.No estaba listo para esto, no estaba listo para ser el hombre que cualquier mujer necesitaría, estaba bien con mi relación en la que Cecily se ocupaba la mayor parte del tiempo de salir con sus amigas, de estar ocupada en eventos y qu
Me quedé un momento, parada, en frente al espejo, no me encontraba muy convencida, un vestido en un tono plateado, con una abertura que iba hasta el ombligo prácticamente, tacones altos, que debo de admitir que eso sí que iba bien, pero era demasiado… ¿provocador? ¿Sexy? Daba igual, no era mi estilo.Era el estilo de Jess, a mí me iban más los vestidos largos, pero no podía negarme ante tanta insistencia y sus palabras de aliento. Ella creía que debía verme hermosa, ir a comerme el mundo para tragarme las penas, aunque yo me sentía sumergida en mi miseria.No puedo decir que mi relación con Torin era lo mejor del mundo, pero había risas, había complicidad, incluso en muchas ocasiones llegué a sentir que nos entendíamos, que vivíamos en las mismas sintonías.Ahora me sentía como si no solamente me hubiera engañado con otra mujer, sino que sentía un extraño presentimiento de que todo lo que habíamos pasado juntos no era real y deseaba que no fuera cierto, que al menos todo lo demás de v
Un vestido plateado que le realzaba su figura, la hacían ver mucho más apetecible, daban ganas de desvestirla en la primera oportunidad a solas que tuviera… ¿Qué diablos estaba pensando? No, esos pensamientos, el dejarme llevar por impulsos, definitivamente ese no era yo.—Maxwell —colocó sus manos encima de las mías— Quítate.Quería obedecerla, porque tampoco me gustaba el estar encima de ella, o la menos eso de lo que me quería convencer a mí mismo. Aparté brevemente mis manos de ella, pero fue lo suficiente para que se diera la vuelta para marcharse, solamente que fui tras ella, la vi apresurarse entre la multitud y la alcancé a ver ir en dirección a la barra.Se apoyó y esperó a que la atendieran, yo solamente me quedé parado observando, el chico que la atendió la observó con especial interés, aquello encendió algo en mi alma, no sabría describir que era, nunca me había sentido de ese modo antes.Ella le sonrió y empezaron a hablar, un gruñido se ahogó en mis labios, estaba a punt
No tenía la menor idea de lo que me estaba tratando de decir la vida, si era una prueba, pero, joder, Maxwell es jodidamente tentador.Nunca lo había mirado con ojos de mujer, sino con los ojos de una mujer ambiciosa que quería superarlo, mostrarme mejor que él, demostrarle a mi padre que podría incluso si mi competencia era un hombre.Ahora mismo estoy contra el coche del hombre que más he odiado en mi vida, luego de haberlo visto tratando de darme celos con otra mujer y viendo como él se moría al ver la posibilidad de que estuviera con otro.No sé si aquello es suficiente para demostrar que tiene un interés genuino, pero admito que me pareció una situación excitante o tal vez es el efecto del alcohol, que no me deja pensar con completa claridad.El calor de su cuerpo apoderándose del mío, sus manos firmes tocando mi cuerpo, su mirada gritando que quiere tenerme, todo eso me llevó a cometer una locura, la locura que en otro momento me hubiera burlado y hubiera dicho que era imposible
Fue una noche que no podría quitarme de la mente nunca, era mejor de lo que alguna vez podría haber imaginado, tener a Marcelene, que se quedara dormida a mi lado y amanecer teniéndola en mi pecho, sin duda era algo que quería volver a repetir.Me levanté de su lado con cuidado, no quería despertarla, necesitaba de una ducha para poder despejarme un poco y si tenía la oportunidad de pasar aunque fuese unos minutos más a su lado los pensaba utilizar para demostrarle de lo que estoy hecho.Sé al final que ella no tiene buenos recuerdos de nosotros, siempre le he hecho la vida un poco más difícil, de hecho no hace más que unos días le quité un cliente importante y ni siquiera me paré a pensar en lo que acababa de hacer.Me metí bajo el agua caliente, todo mi cuerpo se empezó a relajar, puse un poco de música para que fuera un baño incluso más relajante. Una de las mejores maneras de empezar el día luego de una noche inolvidable o incluso en los días malos es darse un baño de agua calient
Me desperté por el sonido del celular sonando, no podía despegar mis ojos, tenía aún bastante sueño, pero no el suficiente para ignorar el sonido. Tanteé la mesa de noches, tomé el celular y respondí a duras penas.—¿Hola? —dije con mi voz somnolienta.Un silencio abrumador al otro lado, estaba a punto de dejar el jodido celular y seguir durmiendo, no sé a quién se le ocurría llamar a esas horas de la mañana, pero sin duda quería que se fuera a la mierda.—¿Quién eres? —escuché la voz al otro lado.No me pareció nada familiar, fue entonces cuando la razón se apoderó de mi mente, presté un poco más de atención, el sonido del agua corriendo en la ducha, la música suave y todo regresó a mi cabeza como si volviera a ocurrir en una secuencia rápida.—¿Quién eres tú? —pregunté sentándome de repente en la cama y mirando a mis alrededores.Quería creer que todo había sido un sueño erótico sin sentido, que me reiría de esto, pero estaba ocurriendo y entonces me di cuenta de que ni siquiera est
Los últimos días me había tratado de concentrar en la empresa, tratar de evitar que ella volviera a apoderarse de mis pensamientos, pero aquello había sido imposible, en cada situación me venía ella a la mente.Podía estar en medio de la reunión, explicando sobre un proyecto y de repente la imaginaba sentada encima de la mesa, con esa sonrisa traviesa, perdía toda la concentración, mi mente me quedaba en blanco, quería salir corriendo a buscarla.Han sido días difíciles tratando de evitar volver a buscarla, porque aquello fue lo que ella me pidió, pero hoy me desperté sintiendo que el aire me faltaba, que si no podía verla me moriría, no sé esto, parecía una especie de brujería.Le marqué a Thom y le pedí que me consiguiera el número de Marcelene, lo necesitaba de verdad que lo necesitaba, aunque me dijo que me estaba volviendo loco, que no parecía su amigo el de siempre, terminó por acceder a conseguirlo.No pasó mucho tiempo que mientras estaba en la ducha me llegó un mensaje, era d
No fue fácil escuchar a mi padre decir aquellas barbaridades, pensaba en mandar a la mierda todo el esfuerzo que había hecho solamente por una cosa, porque no me casaría con el hombre que él esperaba que me casara.Tenía una invitación ahí en pie, para una fiesta icónica, sabía que sería tema del cual hablar y tal vez la decisión que estaba a punto de tomar no sería la mejor de todas, pero era lo que me apetecía.Desde que había recibido la llamada de Maxwell, sabía que mi respuesta sería una pista de en donde podría encontrarme, no parece el hombre que se da por vencido ante nada.Tenía pensado el atuendo que iba a colocarme, no era lo que quizá el promedio esperaba, pero había elegido el personaje de una serie, que justamente cuando iba a una fiesta usaba ese atuendo, la protagonista tenía un parecido conmigo, así que me gustó en el momento que lo vi.Mi padre me vio cuando estaba a punto de irme, aún tenía el antifaz en la mano y se detuvo justo delante de mí, con la mirada inyecta