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Capítulo 6 "Eres el culpable

Me quedé un momento, parada, en frente al espejo, no me encontraba muy convencida, un vestido en un tono plateado, con una abertura que iba hasta el ombligo prácticamente, tacones altos, que debo de admitir que eso sí que iba bien, pero era demasiado… ¿provocador? ¿Sexy? Daba igual, no era mi estilo.

Era el estilo de Jess, a mí me iban más los vestidos largos, pero no podía negarme ante tanta insistencia y sus palabras de aliento. Ella creía que debía verme hermosa, ir a comerme el mundo para tragarme las penas, aunque yo me sentía sumergida en mi miseria.

No puedo decir que mi relación con Torin era lo mejor del mundo, pero había risas, había complicidad, incluso en muchas ocasiones llegué a sentir que nos entendíamos, que vivíamos en las mismas sintonías.

Ahora me sentía como si no solamente me hubiera engañado con otra mujer, sino que sentía un extraño presentimiento de que todo lo que habíamos pasado juntos no era real y deseaba que no fuera cierto, que al menos todo lo demás de verdad nos hubiera conectado.

De repente noté que Jess entró en la habitación, me apresuré a seguir acomodando mi maquillaje, pero ella me conocía incluso mejor de lo que yo misma lo hacía.

—Es duro, te juro que lo entiendo —dijo dejándose caer sobre la cama— Pero ahora mismo si sigues pensando en ello solamente conseguirás sentirte peor por algo que no controlas.

Tenía razón, no podía controlar lo que había sucedido, ni lo que estaba sintiendo, pero al menos tenía la opción de beber unas copas y aventurarme a la locura.

—Vamos a beber algo, eso va a mejorar las cosas —alcé ambas cejas y una sonrisa apareció sobre mis labios cuando me di cuenta de que le gustaba la idea.

Bajamos las escaleras, agradecía que mi padre a último momento hubiera cancelado, le había salido una reunión con sus socios, ya me encargaría mañana de buscarle una explicación a lo ocurrido con Torin.

Al menos solamente estaba mi madre, que ya se había ido a la cama, lo que significaba que no habría nadie que me dijera como debía de actuar, que debía de controlarme, sino que sería yo siendo libre.

Tomamos unos vasos de la cristalería y una de esas botellas importadas que no puede faltar una en el despacho de mi padre, subimos las escaleras aguantando las carcajadas, como si solamente fuéramos niñas pequeñas, como si el tiempo se hubiera paralizado en aquellos tiempos que solíamos actuar de esa manera.

Nos sentamos sobre la cama le serví un vaso a ella y luego el mío lo llené un poco más, entonces levanté el vaso en su dirección.

—Un brindis por nosotras, por ser libres y nunca más permitir que nos vean la cara de idiota —dije entre risas.

—Yo brindo por ti, porque de ahora en más te permitas ser feliz a tu modo, sin importar lo que haya detrás —chocó su vaso contra el mío.

Asentí antes de beber el contenido, entonces su móvil empezó a vibrar y se puso de pie rápido como si estuviera entrando en estado de pánico.

—¿Qué sucede? —pregunté intrigada.

—Es que me está llamando el chico con el que estoy saliendo —dice caminando de un lado al otro— Él fue el que nos invitó a ese sitio, seguro que está esperando por nosotras y nosotras aquí joder.

—¿Por qué nos invitó él? —pregunté arrugando el ceño y abultando los labios— Pensé que sería una noche de chicas.

—La verdad es que ya tenía planes con él, pero no quería dejarte en un momento como estos, así que le pedí que por favor permitiera que fuéramos juntas —colocó un gesto de pena.

Era fabuloso, ahora pasaba a ser la chica que daba lastima a todo el mundo, una m****a, pero ya que, después de todo estaba hecho y tampoco en esos momentos me quería quedar sola, así que me encogí de hombros.

—Responde, dile que vamos de salida —me apresuro a decir.

Lo dejé todo al lado de mi cama, me importaba una m****a, lo que sí, no logré entrar en calor al menos, quería sentirme un poco más suelta para cuando llegara con el chico que estaba mi prima, así al menos no sentiría tanta pena de la situación.

De camino me comían los nervios, pero traté de centrarme en las canciones que sonaban de fondo y que mi prima cantaba a todo pulmón.

Al llegar me sorprendió que por primera vez en la vida el chico con el que estaba Jess no fuera un ser horripilante, normalmente tiene un muy mal gusto. No solamente es que tenga un pésimo gusto para escoger a los chicos, sino que también suele salir con personas que no son muy agradables, tienen todas las banderas rojas grabadas en la cara, pero las vemos todos menos ella.

—Cielo —dice ella con una enorme sonrisa y se cuelga de su cuello— Ella es mi prima, Marcelene, te he hablado mucho de ella.

—Es cierto, no deja de mencionarte —dice el chico entre risas y me extiende la mano— Thom, mi nombre es Thom.

—Un placer, espero que solamente haya dicho cosas bonitas sobre mí —dije con la mirada clavada en la de mi prima.

—Por supuesto, algunas cuantas anécdotas de las que no te vas a salvar que las cuente siempre —dice ella entre risas.

—Bueno, entremos por favor, que tengo a mi amigo esperando en la barra, lo mandé a por un par de tragos, no sabía que era lo que te gustaba Marcelene, así que pedí un coctel —dijo el chico rascando su cabeza, apenado.

Era la primera vez que con amabilidad uno de los novios de mi prima pedía algo para mí, así que aunque no fuera fan de los cocteles tampoco me pareció mal. Solamente esperaba que su amigo fuera tan agradable, porque es probable que la situación para ambos si fuera un poco más incómoda.

Caminamos, esperaba que fuéramos a bajar a la pista de baile, donde había visto que estaba el resto de la multitud, pero al contrario, me encontré con la sorpresa de que subimos a la zona Vip, toda la discoteca se veía explotando de personas, excepto la vip, que tenía seleccionadas personas, que por la manera que iban, se veía que eran de dinero.

—Max —escuché decir al chico.

Mientras el hombre de espaldas se daba vuelta, pareció en mi mente que todo ocurría en cámara lenta, aquellos ojos penetrantes, nuestras miradas encontrándose, su sonrisa perversa, la vida debía de odiarme demasiado.

La sonrisa que llevaba sobre los labios se desvaneció, como una secuencia volvieron a mi mente los recuerdos, sus labios sobre los míos, la traición de Torin, como todo se había derrumbado.

—Me marcho —le dije secamente a mi prima que se apresuró a tomarme del brazo.

—¿Por qué Marcelene? ¿Ocurre algo malo? —pregunta con confusión.

—Ocurre que todo el problema con Torin es culpa de ese hombre —lo apunté con la barbilla y él negó entre risas.

—No puedes culparme por todo lo que te ocurre, solamente por besarte y decirle que eras mía antes de tiempo —sentenció con sus ojos brillosos.

—No soy ni seré tuya, tampoco soy un objeto, tengo una vida que por tu culpa se está cayendo a pedazos, desde que apareciste no deja de irme mal —gruñí entre dientes.

—Me disculparás, pero tú apareciste en la mía —se encogió de hombros— ¿No es hermosa cuando se molesta así? —pregunta mirando a mi prima y el chico.

—¿Max quieres explicarme que está sucediendo? —dice el chico que está a su lado.

—Te lo explicaré en otro momento, ahora mismo nosotros tenemos un asunto que resolver —dice Maxwell que avanza en mi dirección.

Siento un escalofrío recorrer por todo mi cuerpo, apoyo mis manos sobre su pecho para detenerlo y que se quede a esa distancia. Mi respiración se corta cuando siento sus manos encima de mi cadera, tengo que tensar mi mandíbula para contenerme, algo bastante difícil de hacer ¿Qué diablos le está ocurriendo?

—No te atrevas a tocarme —sentencié con la voz quebradiza.

—Ya te estoy tocando —reafirmó sus manos en mis caderas— ¿Qué vas a hacer al respecto Marcelene?

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