Su mirada era penetrante, mucho más de lo normal. Se deleitaba con su baile mientras sonreía discretamente.
La hermosa Penélope lo había notado. Pasó de ser un espectador más, a alguien que solo la miraba a ella. Hasta cierto punto era placentero tener un fan así. A pesar de estar lejos, podía notar que era un hombre guapo, con mucha personalidad y un estilo único. Lo había visto un par de ocasiones antes como su espectador. "Debe gustarle mucho la obra" Pensó cuando lo vió ahí por tercera vez. Esos fueron los últimos pensamientos que le dedicó para centrarse en su actuación. Estaba por llegar el desenlace y este requería de toda su atención. La función ocurría en el reino de Wurd, uno de los más grandes en el mundo y el que había logrado mantenerse más estable en las últimas décadas. Debido a esto los artistas pudieron progresar pues las personas necesitaban entretenerse. Las obras de teatro así como la música y la danza, sobresalían entre todas las demás ramas, convirtiéndose en las más populares. Penélope había estado ahí por un año. Los representantes le habían dejado unirse al apreciar un gran talento en ella para la interpretación y el baile. Tenía un carisma único y se había ganado el corazón de los admiradores. Sus ojos azules eran encantadores y le hacían más fácil la tarea de agradar a los espectadores. Su cabello negro y rizado era otro de sus atributos físicos para ser reconocida como una hermosa mujer. Bailaba con tal encanto que podía seducir a cualquiera que la observara. El hombre que la veía había estado ahí sin moverse. Llegó tarde a la función, parecía que solo deseaba ver el climax del número de Penélope. A diferencia de las ocasiones anteriores, en esta decidió estar en las filas centrales de aquel estadio. Las primeras dos veces había estado hasta abajo, muy cerca de los actores. Era alguien que resaltaba mucho. Su ropa era ajustada y tenía una musculatura muy pronunciada, varias de las mujeres ahí presentes no pudieron evitar mirarlo. Su barba era un rasgo característico en él, le crecía tan pareja que le daba a su rostro un enfoque varonil y misterioso. La función se había desarrollado muy bien, el espectáculo agradó, como siempre, a todos los que ahí estaban reunidos. Al finalizar, los aplausos no se hicieron esperar. El cuadro de actores los recibió como un gran premio y salieron en fila del escenario para reunirse con su público. Después de varios minutos con este trofeo, la función se dió por terminada y todos los actores volvieron atrás para cambiarse y descansar. Las personas de aquel reino se fueron alejando mientras el anochecer llegaba. —¡Estuviste fabulosa!—Esmeralda felicitaba a su amiga Penélope tras el espectáculo. —Muchas gracias, lo hice lo mejor que pude. Esmeralda se había convertido en la mejor amiga de la bailarina. Tuvieron una química muy asombrosa desde que ella llegó ahí. Esmeralda llevaba alrededor de seis años en el equipo pero no era una actriz. Su función era la de ayudar en la escenografía y los efectos para la función. Ella era hija de los dueños así que tenía que desempeñar está función lo mejor posible. —Hay un fan que se muere por ti.—Comentó mientras le ayudaba a cambiarse.—Ese hombre solo viene a verte. —No lo creo. Todos hacemos un gran trabajo.—Dijo con un tono dulce.—Muchas personas han venido más de una vez a vernos. —Si, pero él no te quita la mirada de encima... Las chicas siguieron conversando mientras sus compañeros terminaban sus actividades Casi todas las personas se habían ido de ahí, a excepción del hombre misterioso que seguía mirándola a lo lejos. Esmeralda tenía razón, él solo había ido a verla y en ese día se animaría a romper las barreras entre ellos dos. —Penelope, un aficionado insiste que desea verte.—Se acercó un compañero para llevar el mensaje.—Recuerda no meternos en problemas, ve rápido. La joven bailarina miró al mensajero irse. Le desconcertó un poco el comentario pero no le dió mucha importancia. —¿Lo ves? Te lo dije. Su amiga le sonrió después de escuchar el mensaje con ella. —Ve, no hagas esperar a ese guapo fan. Las risas se hicieron presentes entre las dos. Penélope dudaba en ir, a pesar de ser una mujer que trabajaba para el público, era muy tímida para socializar. Después de meditarlo un poco y de ser convencida por su amiga, decidió salir de los vestidores para encontrarse con su fan. Al salir lo vió de inmediato. Sus miradas se cruzaron en un instante, ella se puso nerviosa, por alguna razón al mirarlo de cerca le generó más nervios que ella a él. Se acercó si más remedio para interactuar con su admirador. —Hola, ¿Querías verme?—Preguntó tratando de ocultar su timidez. —Buenas noches señorita. Así es.—Su voz era muy grave y varonil.—Queria ver de cerca a la mujer que me ha robado los suspiros. El hombre no se anduvo con rodeos, de inmediato lanzó sus intenciones hacia ella. Lo hizo de una manera tan correcta que la halagó como nunca antes le había sucedido. —Tú eres la verdadera obra de arte. De donde vengo, nos enseñan a valorar los grandes deleites. —¿De dónde vienes?—Preguntó para romper el nervio que sentía. —De un reino lejano, más allá del camino del este. El hombre era intimidante pero al mismo tiempo tenía un encanto que te hacía estar cerca de él. Penélope lo experimentó en carne propia y no se pudo resistir a seguir conversando con él. Los minutos pasaron rápidamente para ellos dos que se habían sumergido en un momento mágico y placentero, pero como todo en la vida, tuvo que terminar. Su amiga y varios miembros del equipo salieron para decirle que era hora de irse. Ella se despidió de su recién conocido y se dispuso a irse pero este hombre la interrumpió. —¿Puedo verte de nuevo?—Le dijo tomándola del brazo para impedir que se fuera.—No estaré mucho en este reino, me gustaría ir a cenar contigo. Penélope lo miró y no pudo negarse, era como estar ante un encanto natural de aquel hombre que lo hacía irresistible. —Está bien.—Le respondió con una gran sonrisa.—Puedo verte en la taberna de host en el centro de la ciudad. Necesito un par de horas más. Él quedó muy complacido con su respuesta. La tomó de la mano para darle un beso y alejarse de ahí. Penélope regresó con sus compañeros y de inmediato Esmeralda la cuestionó. —¿En verdad saldrás con él?—Su tono era de emoción pero también de preocupación.—En dos horas será muy tarde ya, ¿no te preocupa? —Claro que no iré.—Le respondió con mucha seguridad.—Le dije eso para que se marchara en paz. Es un forastero que probablemente no vuelva a ver. El resto del equipo cuestionó su decisión. Comentaron que no era bueno engañar ni seducir a un hombre, los fans se podrían desilusionar, tendría que guardar su distancia, etc. Penélope solo les sonrió, ya estaba acostumbrada a los regaños y aprendió a solo ignorar. Todos se fueron de aquel estadio rumbo al centro de la ciudad donde varios vivían, incluida la hermosa bailarina. Las dos horas pasaron y ella tuvo el deseo de ir a la taberna a su cita. No se explicaba el por qué pero deseaba hacerlo. Escapó de la mirada de su amiga con quién vivía en casa de sus padres. Le habían permitido quedarse ahí pues sabían que era una mujer sola. Rompió las reglas de la casa y a escondidas se salió en un horario que no estaba permitido, la noche era peligrosa y se decía que solo salían las mujerzuelas y los bandidos. La adrenalina se apoderó de ella y abandonó la casa muy silenciosamente. Deseaba ir a su cita aunque sería en secreto. Con toda la actitud positiva salió de ahí y llegó a la taberna host. Penélope era una mujer tranquila pero siempre había deseado conocer esos lugares de los que se renegaba tanto. Solo había conocido restaurantes sencillos y casi siempre iba acompañada de su equipo, así que en esta ocasión lo tomó como una aventura. Al llegar se dió cuenta del ambiente tan divertido y sin límites que se vivía ahí. Tuvo temor en pasar y por poco se regresaba a su casa, pero vió a su enamorado quien ya la esperaba adentro de aquel lugar. Se armó de valor y entró caminando directamente hasta él. —Me alegra mucho verte.—Dijo él con gran emoción.—Sientate por favor, ¿Qué deseas comer? El hombre era todo un caballero, tenia atenciones hacia ella, la trataba como toda una reina. La reunión era muy placentera para los dos. Lograron recuperar la fluidez de la conversación, era como si se conocieran de años atrás, incluso parecía que eran buenos amigos. A cada instante, Penélope sentía más atracción por él. Era como si una magia se apoderara de ella haciendo que se sintiera así, atrapada por él. Durante la conversación, permitía que su mirada escapara levemente hacía los brazos de su acompañante, eran tan fornidos que deseaba tocarlos. Esto no era todo, también se fijaba en su pecho, lo tenía cubierto casi en su totalidad por bellos, ante sus ojos, se veía muy sexy. No lo podía mirar como deseaba por miedo a ser descubierta, tenía que hacerlo de una forma discreta aunque pudo deleitarse satisfactoriamente. —La comida es mejor de lo que pensaba.—Dijo él para hacer una conversación.—El sabor es agradable. —¿Nunca habías comido este guisado? Es típico de aquí. —Hace muchos años lo hice, pero no fué tan agradable como ahora. —¿Muchos años?—Soltó una carcajada.—Te haces ver como un anciano, no debes tener tantos años. El hombre sonrió para complacer los pensamientos de su conquista. —Por cierto, ¿Cuál es tu nombre? —Me llamó Erikoc.—Repondió muy serio. —Es un placer.—Lo miró coquetamente.—Debes ser de muy lejos, es la primera vez que escucho ese nombre. —Si, realmente mi reino está muy lejos de aquí. El silencio se hizo presente en ese momento, por primera vez no sabían que decirse, se dedicaron a mirarse y decirse todo con este método. La conexión duró varios segundos, tiempo en el que trataban de acercarse para besarse pero Penélope reaccionó a tiempo y se detuvo. —Espero algún día conocer tu reino.—Comentó desviando la mirada. —Es un lugar muy distinto a este.—suspiró—demaciado para ser exactos. —Puedes contarme un poco. Él la miró enternecido por su petición. El sentir interés por su reino fue un gran detalle. No tuvo más remedio que complacerla. Le contó las grandes maravillas que había en su lugar de residencia. Eran cosas tan magníficas y difíciles de creer que Penélope creyó que estaba bromeando pero aún así, siguió escuchando. En la voz de Erikoc se podía escuchar el orgullo total por sus tierras, las describía tal y como eran aunque la mente de Penélope no pidiera abrirse a la posibilidad. Grandes muros con piedras preciosas en ellos, un sistema muy sofisticado para reinar, los lujosos atuendos que se usaban, así como las inmensas construcciones y monumentos hechos de metal, fueron solo unas de las muchas cosas que formaron parte de la descripción. Aunque dudaba, Penélope se quedó sorprendida por lo que escuchaba. Erikoc se percató de la incredulidad de Penélope y decidió frenar la descripción para centrarse en algo más importante en ese momento. —¿Podemos ir a un lugar donde estemos tú y yo solos?—Al preguntarle, la tomó de las manos. La guapa mujer se quedó muda ante aquella petición. Sabía que se tenía que negar pero sus impulsos evitaban que hablara. Tenía tantas ganas de ir con él y estar a solas pero no quería decirlo. Erikoc le presionó más fuerte las manos y la miró fijamente. —Acompañame, te mostraré algo aún más increíble. La mujer no pudo resistirse. Al mirarlo a los ojos, quedó totalmente atrapada y solo asintió con la cabeza. El sexy hombre pagó la cuenta, la tomó de la mano y se fueron de ahíLa noche ya había abrazado a la ciudad por completo. Había poca visibilidad, las antorchas no eran suficientes pero ayudaban a no perderse en el camino.Con el tiempo, los habitantes de esas ciudades que recorrían los caminos desarrollaban un instinto para caminar. Además de un estado de alerta para estar al pendiente no solo de bandidos, también de otros peligros como animales.Erikoc y Penélope se fueron a una posada a las afueras del pueblo, ahí es donde el interesante hombre se había hospedado. Era la más lujosa de aquella zona, el trato que recibían no era para menos así como las intenciones, tenían lo mejor que se podía aportar en toda esa ciudad.Al llegar ahí y ser recibidos como clientes de élite, caminaron hasta la habitación que alquiló, la invitó a pasar muy cortésmente como en todo momento. Una vez dentro la sentó en la cama y después sirvió un poco de agua para ambos. Hacia tanto calor que era necesario.Penélope estaba muy bien atendida pero aún seguía con mucha desconf
La noche había pasado rápidamente, sensación que se obtiene cuando alguien la pasa bien.Penélope ya estaba en su casa, lista para afrontar el día y suspirar con sus recuerdos de la noche anterior.No le importaba haber dormido muy poco, la compañía había valido la pena. No había nada de que arrepentirse, pero el sentimiento de haber hecho algo atrevido comenzaba a molestar en su mente, y más al estar cerca de los que consideraba familia.Salió de su habitación para incorporarse a su rutina. Tenía que ir a desayunar, y de ahí a los ensayos. Se dirigió al comedor y se encontró con su amiga quien ya estaba ahí.Trató de saludarla normalmente, incluso ya había olvidado la adrenalina del momento por el cual pasó cuando se fugó en la noche. Se sintió bien, sin remordimientos, como si nada hubiera sucedido. Su mente suprimió todo para verse lo más natural posible.Desafortunadamente para ella, su amiga se lo recordó de inmediato pues desde que la vió asomó sus reclamos de manera visual y po
Los días pasaron rápidamente.Penélope y Erikoc vieron algunas noches más. El proceso era el mismo. La joven salía de casa y se reunía con el en la posada.En ocasiones podía hacerlo más temprano pues las funciones solo eran el fin de semana. Aunque de no ser así, ella hubiera escapado de igual forma para encontrarse con su amante.Aquella noche de jueves algo diferente ocurrió. Penélope regresa por el sendero a su casa con la mente distraída, como si alguien la hubiera programado para caminar hasta ahí sin detenerse.Pero hubo algo a lo que no le pudo negar su atención.Escuchó la voz de Esmeralda muy alterada. Ese ruido le hizo reaccionar y giró su cabeza hacia donde escuchó aquel grito.Su amiga volvió a quejarse aunque esta vez pudo notar que se movía, como si estuviera huyendo de algo.Con mucha pesadez, Penélope avanzó en dirección de su amiga. Necesitaba ayudarla.La noche había llegado y las antorchas del camino seguían sin proporcionar la luz necesaria.Camino hacia la yerba
Lejos del territorio humano, pasando cientos de kilómetros de bosque y otros lugares naturales que no han sido explorados por ellos, existe el reino de Mnaker, un lugar más antiguo que lo imaginado. Un sitio reinado por los licántropos, seres que saben distinguir muy bien sus tierras y que han definido sus dominios latentemente. De hecho, sus últimas enemigas perecieron al retarlos, mujeres fuertes y regentes en la magia, pero no fue suficiente para sobrevivir... las brujas.Aquel reino había visto levantar a grandes guerreros que aportaron esa estabilidad y paz de la cual ahora gozaban. Diferentes líderes se agrupaban en clanes que rodeaban la gran ciudad, el castillo principal donde regia el lider absoluto... El Alfa rey.En cuanto a su estructura podemos hablar de algo totalmente diferente a lo que los humanos construían. Sus murallas ni templos eran construidos con piedras, existía un mineral muy parecido al cristal, azul brillante que daba luz en cualquier hora del día, además ta
El rey alfa contemplaba por la ventana su vasta ciudad, veía a los cientos de licántropos que ahí habitaban, cada uno leal a su reinado así como también en posible peligro.Sus seguidores cantaban victoria tras derrotar a sus enemigas las brujas pero siempre con el temor que apareciera un nuevo enemigo.En el palacio estaban todos reunidos esperando el reporte de Erikoc, necesitaban escuchar que la presa había sido asesinada. Aunque todos confiaban en su líder y lo daban por hecho.—¿Cómo le fue en su viaje?—Preguntó el más viejo cuyo nombre era Saúl, con un tono pasivo Pero Erikoc no respondió nada, suspiró para seguir mirando por la ventana, parecía que al estar ahí sentía culpa por los suyos, pues que la joven Penélope siguiera viva, era peligroso para ellos aunque ella no lo supiera.—No tenía memoria.—Por fin rompió el silencio para dirigirse a su audiencia.—Para ella solo era una simple humana.Todos los miraron, no sabían el motivo para aquellas palabras, no era común en él ex
—Quitate la ropa por favor,—la respiración de Penélope era muy agitada—quiero que me hagas tuya como la última vez.El momento cumbre estaba a punto de llegar. Los dos amantes se habían estado besando apasionadamente por algunos minutos. Estaban en una habitación de una posada lujosa, había velas rosas y fragancias cítricas como en las ocasiones anteriores, eran las favoritas de ella.Llegaron ahí dispuestos a entregarse su amor mutuamente, después de varios días el deseo aumentaba y hacia que cuando estaban juntos no perdieran el tiempo en absoluto.—Quitatela, quiero tocar tu pecho ...—Insistió ella mientras le quitaba a jalones la camisa azul qué traía puesta.—Tus brazos, quiero que me presionen con fuerza, la justa para atraparme en ti.Erikoc solo la observaba excitado mientras cumplía sus deseos. Él también deseaba quitarle la ropa y sacarse con ella, pero como todo buen amante, permanecía paciente.Penélope cumplió su objetivo arrancándole por completo la camisa, lo despojó de
Un sueño, así es como Penélope le llamaba a sus experiencias con Erikoc. Desde que se fue, esa era la forma en que se comunicaban. Aunque ocurría mientras dormía, no sabía si era exactamente un sueño pues se sentía tan real, de hecho esas experiencias sexuales que ocurrían durante ese periodo eran como si las tuviera realmente. Amanecia satisfecha, exaltada, relajada, tanto como si hubiera pasado la noche con un gran amante.Quizá era un tipo de telepatía que solo dos almas gemelas podían tener. Una experiencia única pero que era tan rara y pensaba en ella cada día al despertar. ¿Estaré obsesionada?, ¿será real?, ¿existirá eso realmente? Eran solo algunas de las preguntas que se hacía al abrir los ojos. Mientras contemplaba el sol entrar por la ventana, tocaba su cuerpo, estaba muy cálido y no era solo por las cobijas, era como si realmente hubiera dormido con alguien.Estaba un poco abrumada, podía incluso sentir el olor del hombre lobo, algo que le hacía cuestionar si en realidad e
Una broma... De eso es lo que se trataba, una muy mala para quienes se habían encontrado con esos seres como era el caso de las dos amigas que estaban resguardadas con mucho miedo.La broma de le había ocurrido a unos artistas que trabajaban en una taberna, hicieron el disfraz de una bestia y se la pusieron para andar por la calle jugando. Todo eso con la intención de hacer publicidad. Incluso el nombre de aquella taberna fue cambiado a "licor de la bestia" Ese lugar estaba haciendo todo lo posible por resurgir de entre las cenizas y de nueva cuenta comenzar a vender más. Algo que era posible en una grande y poblada ciudad, solo necesitaba el empuje y la reciente situación con los rumores de aquel ser les daba la oportunidad.En las calles al inicio pensaron que era verdad, muchos vieron el disfraz y se asustaron. Las personas estaban en guardia pues un rumor así generalmente llevaba algo de verdad, así que nadie estaba dispuesto a arriesgarse y averiguar. En cuanto se dieron cuenta d