Los días pasaron rápidamente.
Penélope y Erikoc vieron algunas noches más. El proceso era el mismo. La joven salía de casa y se reunía con el en la posada. En ocasiones podía hacerlo más temprano pues las funciones solo eran el fin de semana. Aunque de no ser así, ella hubiera escapado de igual forma para encontrarse con su amante. Aquella noche de jueves algo diferente ocurrió. Penélope regresa por el sendero a su casa con la mente distraída, como si alguien la hubiera programado para caminar hasta ahí sin detenerse. Pero hubo algo a lo que no le pudo negar su atención. Escuchó la voz de Esmeralda muy alterada. Ese ruido le hizo reaccionar y giró su cabeza hacia donde escuchó aquel grito. Su amiga volvió a quejarse aunque esta vez pudo notar que se movía, como si estuviera huyendo de algo. Con mucha pesadez, Penélope avanzó en dirección de su amiga. Necesitaba ayudarla. La noche había llegado y las antorchas del camino seguían sin proporcionar la luz necesaria. Camino hacia la yerba esperando encontrarla pues los gritos provenían de ahí. Al llegar, movió con mucha debilidad las plantas que estorbaban su visión y pudo contemplar a su amiga tirada, se arrastraba intentando huir de ahí. —Amiga, ¿Qué sucede? Pero pronto sus preguntas se respondieron por si solas. Pudo ver a una bestia saltar de un árbol en dirección de su amiga. Este ser era más grande que un humano, mucho más robusto, todo su cuerpo estaba lleno de pelo y se veía muy feroz. Se lanzó para clavar sus colmillos en su amiga pero algo lo detuvo. Justo cuando iba a llegar a ella, algo lo golpeó sacándolo de su rango. Penélope reaccionó aún más y por fin pudo sentirse al cien por ciento. Aprovechó para tomar a su amiga y ayudarla mientras aún estaba en shock gritando por ayuda. Penélope le dió una cachetada para que ella reaccionara y poder correr de ahí ya que no podía cargarla. Esmeralda reaccionó pero no se movió, el morbo por observar el suceso a continuación, fue más fuerte. Ante sus ojos vieron dos bestias que luchaban entre sí. La velocidad a la que se movían era rápida. Fue complicado para ellas seguir todos sus movimientos con sus ojos. Solo pude ver como el terreno quedó sacudido por esta batalla. Los árboles caían, los huecos en el piso eran muy evidentes, incluso provocaban un viento inusual. La batalla no dura mucho tiempo. Había un claro perdedor que en primera instancia era el que deseaba atacar a Esmeralda. Su cuerpo estaba en el piso, hundido en un hoyo que se generó por la batalla. La calma se apoderó un instante del lugar. Las dos amigas se acercaron para mirar el cuerpo y ver con sus propios ojos de qué clase de bestia se trataba. Miraron su rostro, era muy similar al de un lobo pero este andaba en dos patas como un humano, además de su inmenso tamaño. Pudieron calcular más de dos metros de alto. Una musculatura increíble y unos colmillos feroces. Se habían olvidado que había uno más ahí y que probablemente las podía atacar. Las dos jóvenes siguieron impactadas por lo que vieron hasta que una voz las interrumpió. —Es difícil controlar la transformación fuera de nuestro reino.—Era una voz gruesa la que hablaba.—Este novato no lo pudo resistir. Giraron su cabeza a la izquierda para mirar al portador de aquella voz. Pudieron ver a un hombre sin ropa que se estaba limpiando la sangre de su boca. Su rostro fue reconciliación para las dos, principalmente para Penélope, era el hombre con el que se había estado acostando. Erikoc era ese lobo que la salvó, se sorprendió pero se maravilló y principalmente se relajó pues sabía que no le haría daño. —¿Quién eres?—Le preguntó sin acercarse. Se que tienes muchas preguntas pero no es el momento. Tenemos que irnos de aquí y te voy a explicar todo. —Amiga, vámonos de aquí.—Esmeralda intervinó jalando a su amiga.—No confíes en este hombre, vámonos de aquí. Penélope tuvo sus dudas pero entendió que su amiga tenía razón y debía irse. Se giró y comenzó el camino hacia su casa. —Yo no voy a lastimarte.—Le dijo él antes de verla marchar.—Si quieres saber que sucede, te veo donde siempre. Penélope ya no miró hacia atrás, aunque pensó en su propuesta y se fueron de ahí. Las dos jóvenes estaban muy nerviosas, incluso no habían asimilado del todo lo que habían visto antes. Pensaron en contarlo pero sabían que ahora ellas serían las locas a las que nadie les creería como sucedió con el hombre que trató de alertarlos. Llegaron a su casa y comieron algo de pan, se hidrataron y esperaron a que el sol saliera completamente. —¿Qué hacías ahí afuera?—Preguntó Penélope a su amiga. —Quise salir de aventura como tú...—Se apenó al decirlo...—Escuché que alguien me habló y después me atacó esa cosa. Penélope trató de calmarla tomándola de sus hombros. Habían pasado una mala situación y no era momento de pelear entre ellas. —Es algo muy grave.Debemos decirle a alguien.—Analizó detenidamente.—Esas cosas son reales y las personas necesitan saberlo. — ¿Y si dudan de nuestras palabras? —Los llevaremos a donde está el cadáver, al verlo nos creerán. La idea fue bastante buena para las dos así que lo comunicaron. Comenzaron por los padres de Esmeralda quienes dudaron de sus palabras. Creyeron que era un cuento para justificar alguna travesura pero aún así hicieron caso a su insistencia y las acompañaron. Las chicas insistieron en no ir solo ellos, dieron aviso a los guardias y estos muy incrédulos, las acompañaron. La familia era respetable aunque al ser artistas, podía pensarse que era una broma o un nuevo espectáculo de su teatro. El traslado fue rápido, la luz del día facilitó las cosas para encontrar lo que buscaban. Recordaban bien por dónde estaba el cuerpo. El lugar les dió varias pistas pues aún estaban los rastros de la batalla que tuvo lugar ahí. Los soldados se pudieron en guardia, aquel desorden difícilmente lo pudo hacer los humanos, así que la idea de una bestia comenzó a tomar sentido. Cuando encontraron el cadáver no era lo que esperaban. Era un hombre sin vida pero no tenía rasgos de ser una bestia como la habían descrito. Parecía ser un hombre común que estaba desnudo y que presentaba rasgos de violencia por todo su cuerpo. Los guardias lo examinaron muy sutilmente. —Esto es un asesinato.—Dijo uno de ellos haciéndose para atrás.—Lo siento señoritas pero ustedes son sospechas. —Cree que nosotras pudimos hacer todo esto?—Preguntó Esmeralda muy molesta. Los guardias se miraron uno a otro y llegaron a la misma conclusión. Las chicas no pudieron dañar el terreno de ese modo ni matar a ese hombre, además el cuerpo mostraba heridas de garras y comillos, era evidente que un animal salvaje lo atacaba. El cadáver era de un completo desconocido para todos los ciudadanos, así que el caso levantó más sospechas. Se siguió el protocolo y los guardias serán los encargados de vigilar y buscar a esas posibles bestias que atacaron. Mientras tanto se pidió que todos fueran a sus casa y que se hablara lo menos posible del tema. ¿Por qué el cadáver se había convertido en el de un hombre normal? Se preguntaba Penélope a cada instante. Este fue uno más de los misterios que comenzó a retumbar en su mente y solo había una persona que podía aclararlo. Así que se demostró ir en la noche a su encuentro con el hombre que se convirtió en su amante días antes. Sería más difícil salir de casa dadas las circunstancias pero nada de eso le haría olvidar la idea. Además, sentí una gran necesidad de verlo nuevamente. *** La noche cubrió el cielo rápidamente. Está vez se veía más escalofriante. Las nubes inundaban el cielo provocando una oscuridad mayor, sin mencionar que los rumores de los hombres lobo se estaban haciendo más fuertes. La taberna siguió abierta a pesar de esto y Penélope pudo ir ahí para reunirse con Erikoc. —¿Qué eres tú?—Preguntó con tono serio y tratando de mantener la distancia. —Soy una especie diferente a la tuya. Eso es todo. La afirmación no parecía de mucho agrado ella necesitaba saber más un detalle de lo que se trataba. —¿Por qué nos atacan? —Lo que tienes que saber es que debes irte de aquí. El tono que el lobo usaba también era de seriedad, uno que no había mostrado ante ella. Era como si tuviera miedo de algo. —Yo había venido solo, pero el hecho de que otro miembro del reino viniera quiere decir que están desesperados...vendrán más. —¿Por qué vendrán?, ¿qué les hicimos? —Las personas nada. Ellos te quieren a tí. Sus palabras sorprendieron mucho a la bailarina quien no pudo evitar sentir miedo. Erikoc se percató de eso pero no pudo hacer nada para calmarla. Por el contrato, mientras más hablara, más incertidumbre causaría. —Yo vine hasta aquí para buscarte y matarte.—Le dijo mirándola a los ojos. Su personalidad demandante no había cambiado.—Pero no pude hacerlo...en verdad me enamoré de ti. El silencio se hizo presente después de aquellas palabras. Más que sentirse halagada, Penélope se sintió incómoda. La muerte estaba acechando a la joven y yo no sabía el motivo. Todo era debido a la naturaleza de su nacimiento. Un secreto que estuvo muy oculto hasta ese momento en el que los hombres lobo lo descubrieron y se lanzaron en su búsqueda. La chica ya no estaba a salvo, tenía que reunir toda la información necesaria para saber de quién tenía que huir y por qué. El licántropo se había declarado como su aliado. Sus sentimientos fueron sinceros e incluso tuvo que matar a uno de los suyos para que ella viniera. Un hecho que nadie olvidaría, ni Penélope, ni él, ni el reino de lobos. —Tienes que ir lo más lejos que puedas y vive lo más normal. — ¿Cómo puedes pedirme eso después de lo que me has contado? Se exaltó tanto que los demás miraron para ver el motivo de los gritos, pero no vieron más que una pareja discutiendo. Un hombre de otra mesa la reconoció del teatro, gracias al alcohol demostró que era prudente anunciarlo. En ese momento todos y todos los clientes se acercaron para saludarla. La fama fue su mayor enemigo en ese momento. Todos se sintieron atraídos por la hermosa bailarina que luchaba por quitarse de encima a la multitud que le rogaba por un saludo. Erikoc aprovechó ese momento para moverse, había llegado la hora de irse. Penélope se dio cuenta de eso y le escuchó decir. —Vete lo más lejos. Yo te protegeré desde mi reino... Fueron sus últimas palabras antes de perderse entre la multitud y la noche.Lejos del territorio humano, pasando cientos de kilómetros de bosque y otros lugares naturales que no han sido explorados por ellos, existe el reino de Mnaker, un lugar más antiguo que lo imaginado. Un sitio reinado por los licántropos, seres que saben distinguir muy bien sus tierras y que han definido sus dominios latentemente. De hecho, sus últimas enemigas perecieron al retarlos, mujeres fuertes y regentes en la magia, pero no fue suficiente para sobrevivir... las brujas.Aquel reino había visto levantar a grandes guerreros que aportaron esa estabilidad y paz de la cual ahora gozaban. Diferentes líderes se agrupaban en clanes que rodeaban la gran ciudad, el castillo principal donde regia el lider absoluto... El Alfa rey.En cuanto a su estructura podemos hablar de algo totalmente diferente a lo que los humanos construían. Sus murallas ni templos eran construidos con piedras, existía un mineral muy parecido al cristal, azul brillante que daba luz en cualquier hora del día, además ta
El rey alfa contemplaba por la ventana su vasta ciudad, veía a los cientos de licántropos que ahí habitaban, cada uno leal a su reinado así como también en posible peligro.Sus seguidores cantaban victoria tras derrotar a sus enemigas las brujas pero siempre con el temor que apareciera un nuevo enemigo.En el palacio estaban todos reunidos esperando el reporte de Erikoc, necesitaban escuchar que la presa había sido asesinada. Aunque todos confiaban en su líder y lo daban por hecho.—¿Cómo le fue en su viaje?—Preguntó el más viejo cuyo nombre era Saúl, con un tono pasivo Pero Erikoc no respondió nada, suspiró para seguir mirando por la ventana, parecía que al estar ahí sentía culpa por los suyos, pues que la joven Penélope siguiera viva, era peligroso para ellos aunque ella no lo supiera.—No tenía memoria.—Por fin rompió el silencio para dirigirse a su audiencia.—Para ella solo era una simple humana.Todos los miraron, no sabían el motivo para aquellas palabras, no era común en él ex
—Quitate la ropa por favor,—la respiración de Penélope era muy agitada—quiero que me hagas tuya como la última vez.El momento cumbre estaba a punto de llegar. Los dos amantes se habían estado besando apasionadamente por algunos minutos. Estaban en una habitación de una posada lujosa, había velas rosas y fragancias cítricas como en las ocasiones anteriores, eran las favoritas de ella.Llegaron ahí dispuestos a entregarse su amor mutuamente, después de varios días el deseo aumentaba y hacia que cuando estaban juntos no perdieran el tiempo en absoluto.—Quitatela, quiero tocar tu pecho ...—Insistió ella mientras le quitaba a jalones la camisa azul qué traía puesta.—Tus brazos, quiero que me presionen con fuerza, la justa para atraparme en ti.Erikoc solo la observaba excitado mientras cumplía sus deseos. Él también deseaba quitarle la ropa y sacarse con ella, pero como todo buen amante, permanecía paciente.Penélope cumplió su objetivo arrancándole por completo la camisa, lo despojó de
Un sueño, así es como Penélope le llamaba a sus experiencias con Erikoc. Desde que se fue, esa era la forma en que se comunicaban. Aunque ocurría mientras dormía, no sabía si era exactamente un sueño pues se sentía tan real, de hecho esas experiencias sexuales que ocurrían durante ese periodo eran como si las tuviera realmente. Amanecia satisfecha, exaltada, relajada, tanto como si hubiera pasado la noche con un gran amante.Quizá era un tipo de telepatía que solo dos almas gemelas podían tener. Una experiencia única pero que era tan rara y pensaba en ella cada día al despertar. ¿Estaré obsesionada?, ¿será real?, ¿existirá eso realmente? Eran solo algunas de las preguntas que se hacía al abrir los ojos. Mientras contemplaba el sol entrar por la ventana, tocaba su cuerpo, estaba muy cálido y no era solo por las cobijas, era como si realmente hubiera dormido con alguien.Estaba un poco abrumada, podía incluso sentir el olor del hombre lobo, algo que le hacía cuestionar si en realidad e
Una broma... De eso es lo que se trataba, una muy mala para quienes se habían encontrado con esos seres como era el caso de las dos amigas que estaban resguardadas con mucho miedo.La broma de le había ocurrido a unos artistas que trabajaban en una taberna, hicieron el disfraz de una bestia y se la pusieron para andar por la calle jugando. Todo eso con la intención de hacer publicidad. Incluso el nombre de aquella taberna fue cambiado a "licor de la bestia" Ese lugar estaba haciendo todo lo posible por resurgir de entre las cenizas y de nueva cuenta comenzar a vender más. Algo que era posible en una grande y poblada ciudad, solo necesitaba el empuje y la reciente situación con los rumores de aquel ser les daba la oportunidad.En las calles al inicio pensaron que era verdad, muchos vieron el disfraz y se asustaron. Las personas estaban en guardia pues un rumor así generalmente llevaba algo de verdad, así que nadie estaba dispuesto a arriesgarse y averiguar. En cuanto se dieron cuenta d
Erikoc estaba muy tranquilo reposando en su sillón. Estaba meditando la situación, lo que más le consumía era pensar en su amada, la extrañaba y deseaba verla. Sabía que no le había pasado nada, la conexión que tenían iba mucho más allá de lo físico, sus almas estaban conectadas y sabía que ella estaba a salvo. Pero su preocupación era muy evidente, sabía que sus hombres intentarían buscarla una vez que les surgiera la idea de que él no hizo nada contra las brujas. Un poder así de grande no se iba a quedar dormido para siempre, sabía que ella despertaría sus poderes en algún momento, la pregunta era ¿Qué haría en un caso así?La magia era el elemento más temido por los licántropos porque era lo único que los podía matar, además de maldecir o hacer ejercicio su reino cayera. Un conjunto de brujas sería lo menos apto para su reino y los intereses.Erikoc bebió de su vaso deseando que aquello nunca sucedería, rogaba porque Penélope nunca recupera su memoria y viviera como humana. Temia
Habían pasado muchos días en los cuales Penélope se sentía vigilada. Desde que vió a aquel hombre sus sentidos estaban alerta pues sabía que no era normal. Después de sus encuentros con los hombres lobo y de que estuvo en peligro, no era para menos.Aquello lo seguía manteniendo en silencio. No deseaba decirle a nadie lo que vivió y mucho menos lo que su amante le dijo, pero en su mente seguía pensando qué podría hacer. Incluso se había planteado la idea de irse de ahí pero se detuvo al considerar que no había un sitio seguro, nada le garantizaba que yéndose incluso a otro reino lejano, estaría fuera de peligro.Confiaba en que Erikoc cumpliría su palabra y la protegería, aunque no estaba claro de que, solo sabía que algo la acechaba y lo único que podía deducir es que tenía que ver con esa raza a la que su amado pertenecía.Esmeralda era la única que sabía y como toda buena confidente le ayudó a saber más del tema. Juntas investigaron las leyendas de los hombres lobo, lugares de res
Su mirada era penetrante, mucho más de lo normal. Se deleitaba con su baile mientras sonreía discretamente.La hermosa Penélope lo había notado. Pasó de ser un espectador más, a alguien que solo la miraba a ella.Hasta cierto punto era placentero tener un fan así. A pesar de estar lejos, podía notar que era un hombre guapo, con mucha personalidad y un estilo único.Lo había visto un par de ocasiones antes como su espectador. "Debe gustarle mucho la obra" Pensó cuando lo vió ahí por tercera vez. Esos fueron los últimos pensamientos que le dedicó para centrarse en su actuación. Estaba por llegar el desenlace y este requería de toda su atención.La función ocurría en el reino de Wurd, uno de los más grandes en el mundo y el que había logrado mantenerse más estable en las últimas décadas.Debido a esto los artistas pudieron progresar pues las personas necesitaban entretenerse. Las obras de teatro así como la música y la danza, sobresalían entre todas las demás ramas, convirtiéndose en l