El campamento Karluk se veía a lo lejos, y ante la nueva perspectiva, Alimceceg se dirigió rápidamente a la formación, siguiendo el paso calmado y lento. Finalmente, pudo respirar tranquila cuando se encontraron con los primeros hombres Karluk, luego de unas breves palabras, los hombres se retiraron momentáneamente.
Alimceceg miró confundida toda la situación, miró fijamente la situación y esperó en silencio a que el hombre regresara. Cuando vio al hombre caminar de regreso, su mirada no pudo desviarse hacia atrás, pues varios hombres vestidos con trajes vistosos, nuevos y de excelente calidad caminaban directo hacia donde se encontraba la caravana Sekiz Oghuz.
Alimceceg se alineó junto a sus dos primas, y todas juntas, sin excepción miraron con altanería a cada uno de los hombres que salieron a recibirlos: los tegim de la tribu Karluk. Las dos princesas y la quinta se&nti
— ¿Las puertas están abiertas? —preguntó Tuva Eke—Señor, las puertas se cierran cada noche.—Ábrelas.El señor Yul no supo qué hacer ante la orden de su amo. Era obvio que tenía que obedecerlo, pero podía ser un peligro abrir las puertas a esa hora de la noche.—Joven señor, ¿está seguro?—Sí, quiero ver quién es.El señor Yul asintió antes de salir de la habitación. Bajó las escalinatas rápidamente y antes de abrir las puertas, revisó por el ventanal de la planta baja y vio levemente la silueta. Indeciso entre obedecer o no hacerlo, se estrujó las manos mientras observaba el pasador de madera que mantenía la puerta cerrada.—Joven amo, confío en su inteligencia. Sé que no se dejará matar —susurr&oacu
¿Prefiere morir antes que casarse con el príncipe lisiado? Prefiero morir mil veces… Así que la mujer que Tuva Eke tenía delante era en realidad la quinta señorita, su prometida, el objetivo del khan Karluk para fortalecer sus influencias internas y debilitar los poderes de sus cinco hijos; la mujer que tuva Eke tenía en frente pertenecía al clan Ashina. Tuva Eke la observó desconcertado. Era algo distinto enterarse por otros medios de que no era del agrado de la quinta señorita Batún. Sin embargo, escucharlo de sus mismos labios era doloroso. El orgullo de Tuva Eke había sido herido profundamente. —Si le soy sincero, tampoco quiero que mi amo se case, pero yo no soy nadie para impedir la orden del khan —comentó sin expresión alguna en el rostro—. Creo que no puedo ayudarla en esta petición. —Señor Yul, espero que el tiempo no lo obligue a matarme y así lograr librar al tegim de un martirio.
Alimceceg dejó de ejercer presión sobre el cuello de Ockchi, pues desde la retaguardia, Khozul la había golpeado en la espalda, haciendo que de inmediato Alimceceg soltara a su prima y se echara hacia atrás para protegerse de más golpes. Sin embargo, Ockchi no estaba dispuesta a terminar la pelea siendo ella la perdedora. Después que su respiración se estabilizó, la mujer tomó a Alimceceg por los hombros y dio vuelta rápidamente a la situación, Ockchi pasó a estar sobre Alimceceg y a ahorcarla con ambas manos. —¡Te digo la verdad, tu madre murió estando demente! —siguió molestando—. No puedes ocultar el sol ni tu pasado con una sola mano. Alimceceg pataleó en un intento por soltarse de Ockchi, pero no lo consiguió tan fácilmente. Cuando estuvo allí
Alimceceg hizo como si las palabras de Khozul no le hicieran daño y avanzó tras de ellas, dirección a la tienda del khan Sekiz Ohguz. Cuando llegaron a las afueras de la yurta, el hombre ya se encontraba afuera, esperándolas.—Khozul, Ockchi, déjenme un momento a solas con Alimceceg.Las dos muchachas obedecieron de inmediato las palabras del khan, pero antes le dirigieron una mirada de soslayo llena de maldad y burla a Alimceceg.Alimceceg no se enfadó con sus primas, pero sí sintió lástima por ellas. Pues, eran pobres ilusas que creían que en un futuro no les iba a tocar vender sus cuerpos como mercancía para otros reinos combatientes.Era una triste realidad que se callaba, y que incluso entre mujeres se aceptaba. Aunque, Alimceceg la aborrecía. La idea era simplemente burda; era c
El khan Karluk corrió hasta las caballerizas y tomó su caballo pura sangre blanco, lo montó ágilmente y galopó en compañía de sus hombres hasta la torre donde residía Tuva Eke. Al hombre le molestaba que su hijo viviera tan lejos de él, pero no podía hacer nada, pues el señor Yul le había asegurado casi de rodillas que, si el tegim llegaba a salir de la torre, lo más probable era que no sobreviviera a una mudanza repentina.El cielo estaba oscuro, pronto sería de noche. Sin embargo, las nubes opacas de lluvia empezaban a tornar el cielo de un color rojizo. Al parecer, llovería aquella noche. No había algo peor que eso; tener tormenta con un enfermo en un lugar remoto como era aquel edificio.En poco tiempo, el khan llegó a la torre y dando una sonora patada a la puerta, entró al interior de la primera planta.&
—¡No haré eso, Yul! —exclamó airado—, ¿no lo ves? Esta es la oportunidad perfecta para que la casa Tsagaandorj tenga a un integrante del clan Ashina, ¿no ves que eso elevaría nuestro estatus sobre el resto de tribus?—Eso lo sé perfectamente, pero eso sería una espada de doble filo para Tuva Eke. Si sus hermanos se enteran de que la prometida de él es una Ashina, de inmediato empezarán a caerle como buitres hambrientos.—Tuva Eke no puede ser una competencia para ellos. Está enfermo, ni siquiera puede pensar.—Al parecer no conoces a tus hijos Toygar… Ellos pueden considerar enemigo a una piedra si esta se encamina hacia ellos.—No permitiré que ellos le hagan daño a Tuva Eke.El señor Yul suspiró con cansancio. Pelear con el khan era agotador, más cuando el hombre no quería entrar en
Alimceceg sonrió complaciente cuando Bortei abrió los ojos. En la tienda solo quedaban ellas dos.Todo había salido como se planeó, la actuación de Bortei había sido muy convincente, incluso Alimceceg tenía que reconocer que, de no haber sabido que su prima fingiría un desmayo, habría caído redondita en el juego.Era algo inherente en Bortei, su engaño era sutil como el de una víbora de mil colores. Pero allí se encontraba su prima débil, delgada y con los ojos nublados de miedo. No parecía ser la misma Bortei que la molestaba años atrás.A Alimceceg se le había demasiado difícil adaptarse al extraño comportamiento de Bortei. Era muy perturbador pensar que una persona ardiente y revoltosa se había convertido en un mar de nervios cada vez que su nombre era pronunciado. Algo era certero; Torg
Alimceceg ingresó al salón del trono y se ubicó tras su padre mientras veía que Bortei avanzaba hacia adelante hasta sentarse justo al lado de Torgan tegim. Por las expresiones tensas de su rostro, Alimceceg supo que Bortei estaba demasiado nerviosa y que trataba de contenerse frente a todos. —Bien, la princesa Bortei hoy está más calmada. Iniciemos con las preguntas, princesa —inició el khan Karluk—. ¿Por qué lloraste tan desconsoladamente ayer? Bortei suspiró nerviosamente mientras trataba de respirar con tranquilidad. —Gran khan, como esposa del tegim y parte firmante del contrato entre ambas tribus, me siento humillada. —¿Qué quieres decir? Torgan tegim dijo que no ocurría nada entre ustedes —inquirió el khan Karluk confundido—, ¿qué está pasando? —Ese es el problema, gran khan. Entre Torgan tegim y yo no pasa absolutamente nada, porque él ni siquiera ha puesto sus ojos en mí y sigue tras una esclava cada día —expuso sin mirar hacia al lad