El khan Karluk corrió hasta las caballerizas y tomó su caballo pura sangre blanco, lo montó ágilmente y galopó en compañía de sus hombres hasta la torre donde residía Tuva Eke. Al hombre le molestaba que su hijo viviera tan lejos de él, pero no podía hacer nada, pues el señor Yul le había asegurado casi de rodillas que, si el tegim llegaba a salir de la torre, lo más probable era que no sobreviviera a una mudanza repentina.
El cielo estaba oscuro, pronto sería de noche. Sin embargo, las nubes opacas de lluvia empezaban a tornar el cielo de un color rojizo. Al parecer, llovería aquella noche. No había algo peor que eso; tener tormenta con un enfermo en un lugar remoto como era aquel edificio.
En poco tiempo, el khan llegó a la torre y dando una sonora patada a la puerta, entró al interior de la primera planta.
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—¡No haré eso, Yul! —exclamó airado—, ¿no lo ves? Esta es la oportunidad perfecta para que la casa Tsagaandorj tenga a un integrante del clan Ashina, ¿no ves que eso elevaría nuestro estatus sobre el resto de tribus?—Eso lo sé perfectamente, pero eso sería una espada de doble filo para Tuva Eke. Si sus hermanos se enteran de que la prometida de él es una Ashina, de inmediato empezarán a caerle como buitres hambrientos.—Tuva Eke no puede ser una competencia para ellos. Está enfermo, ni siquiera puede pensar.—Al parecer no conoces a tus hijos Toygar… Ellos pueden considerar enemigo a una piedra si esta se encamina hacia ellos.—No permitiré que ellos le hagan daño a Tuva Eke.El señor Yul suspiró con cansancio. Pelear con el khan era agotador, más cuando el hombre no quería entrar en
Alimceceg sonrió complaciente cuando Bortei abrió los ojos. En la tienda solo quedaban ellas dos.Todo había salido como se planeó, la actuación de Bortei había sido muy convincente, incluso Alimceceg tenía que reconocer que, de no haber sabido que su prima fingiría un desmayo, habría caído redondita en el juego.Era algo inherente en Bortei, su engaño era sutil como el de una víbora de mil colores. Pero allí se encontraba su prima débil, delgada y con los ojos nublados de miedo. No parecía ser la misma Bortei que la molestaba años atrás.A Alimceceg se le había demasiado difícil adaptarse al extraño comportamiento de Bortei. Era muy perturbador pensar que una persona ardiente y revoltosa se había convertido en un mar de nervios cada vez que su nombre era pronunciado. Algo era certero; Torg
Alimceceg ingresó al salón del trono y se ubicó tras su padre mientras veía que Bortei avanzaba hacia adelante hasta sentarse justo al lado de Torgan tegim. Por las expresiones tensas de su rostro, Alimceceg supo que Bortei estaba demasiado nerviosa y que trataba de contenerse frente a todos. —Bien, la princesa Bortei hoy está más calmada. Iniciemos con las preguntas, princesa —inició el khan Karluk—. ¿Por qué lloraste tan desconsoladamente ayer? Bortei suspiró nerviosamente mientras trataba de respirar con tranquilidad. —Gran khan, como esposa del tegim y parte firmante del contrato entre ambas tribus, me siento humillada. —¿Qué quieres decir? Torgan tegim dijo que no ocurría nada entre ustedes —inquirió el khan Karluk confundido—, ¿qué está pasando? —Ese es el problema, gran khan. Entre Torgan tegim y yo no pasa absolutamente nada, porque él ni siquiera ha puesto sus ojos en mí y sigue tras una esclava cada día —expuso sin mirar hacia al lad
Alimceceg estaba asustada. Aquello era poco ante las emociones que sentía su corazón. La sensación de que podía morir allí entre aquella gente le arrebataba la tranquilidad de una manera alarmante. Se mantuvo tras sus primas mientras trataba de alzarse sobre la puntilla de sus pies. Sin embargo, hacer eso no le servía de nada si no podía escuchar lo que el khan Bulaq y su tío hablaban.De repente, el khan Bulaq y el khan Sekiz Oghuz entraron a la tienda, pero el Khubilai Ilk quedó afuera, esperando a que su hermano terminara de explicar el paso de la caravana por el corredor que políticamente no pertenecía a los Bulaq, pero que ancestralmente sí lo era.El Khubilai Ilk avanzó hacia donde se encontraba su hija y sus sobrinas. El rostro del hombre estaba desencajado, tal vez tenso por la peligrosa situación.Alimceceg apresuró el paso hasta llegar al lado de su
Alimceceg corrió a través de la pequeña zona boscosa que rodeaba al campamento de la casa Batun. Se alejó lo suficiente como para asegurar su propia vida, pero aun así era imposible que ella pudiera sentirse tranquila. Lo que le había pasado a su familia era terrible, simplemente desastroso.La casa Batun había desaparecido, el Khubilai Ilk había sido asesinado y con él, también había muerto el prestigio y existencia de la casa misma.Cuando Alimceceg, fue consciente de que estaba desamparada, de que no tenía padres y que se encontraba sola en un bosque lleno de lobos y criaturas nocturnas, se desesperó hasta el punto de la locura. Su cerebro no quiso trabajar correctamente.Aunque sus zapatos se habían roto y las energías también las tenía acabadas, Alimceceg se obligó a seguir caminando en medio
Tuva Eke estaba solo en su habitación cuando tuvo una nueva crisis. Muy pocas veces le pasaba eso a Tuva Eke, pero desde que ingería el veneno blanco, tenía arranques de ira o miedo después de cada toma del narcótico. Ese efecto secundario no era peligroso para él, pero sí bastante atormentador, porque ni siquiera podía controlar aquello que le atacaba, era como una fuerza externa que le dominaba hasta la locura.Tuva Eke sudaba demasiado, la respiración se le dificultaba y también sentía que su corazón palpitaba de manera exorbitante, tanto que tenía la sensación de que en cualquier momento se le iba a estallar dentro del pecho.Sin embargo, todos esos padecimientos eran insignificantes comparados con las ilusiones que su mente hacía. Sí, Tuva Eke siempre regresaba en el tiempo, justo cuando Anuska, su madre era atravesada por las
La caravana entró al campamento Karluk cuando todavía era de madrugada. Hacía frío, tanto que incluso Alimceceg se restregó las manos contra los brazos buscando calentarse. De reojo vio su albornoz, lo único que podía cobijarla, pero que estaba mojado. Alimceceg se enojó con ella misma por no haber pensado bien las cosas cuando decidió enfrentarse esos delincuentes. Ahora, su abrigo de lana estaba empapado, lejos de ser cálido y seco. Alimceceg no solo sentía frío, sino también sentía nervios. Su estómago se revolvía y unas ganas enormes de llorar la amenazaban constantemente. Pero ella sabía muy bien que no iba a llorar frente a toda esa gente, esperaría a quedar sola y solo ahí lloraría por todas sus pérdidas. Finalmente, los guardias apostados en la entrada del campamento permitieron la entrada de la caravana llena de esclavos. Era mitad de semana, lo que significaba venta indiscriminada de prisioneros a toda la estirpe noble de la re
Alimceceg miró a Tuva Eke sin poder entender claramente lo que él le decía. Todo era tan confuso, y no lograba hacer que su cerebro funcionara tan ágilmente como lo deseaba.—¿Su apellido? —preguntó confundida—. No lo entiendo, señor Yul. Además, ¿quién es su padre? Y por qué estaría interesado en protegerme… La verdad es que estoy muy desorientada con lo que dijo.Tuva Eke intentó moverse un poco hacia adelante, pero al final desistió, pues de haberlo hecho, pondría en evidencia su cojera. De repente, acudió de inmediato a su cabeza las palabras dichas por la quinta señorita cuando la conoció. El mismo día que ella se coló en la torre septentrional:“Prefiero morir mil veces”Tuva Eke conocía que la señorita Alimceceg era org