Aclaración: los diálogos de las comillas [«»] se considerarán de aquí en adelante como los pensamientos de Tuva Eke.
En las noches siguientes la señorita Erzhene empezó a deambular cerca de su hermana Alimceceg. Después de dar vueltas al asunto y de ser descubierta escondiéndose en el pabellón de su hermana, Erzhene fue aceptada por Alimceceg para que dormir juntas en la habitación.—Espero que padre no se de cuenta de lo que hicimos —susurró Erzhene cuando ella ambas entraron a la tienda.
—No se dará cuenta si tú te mantienes callada —comentó—. Ni siquiera a tu madre.—No se lo diré a nadie, no te preocupes por ello.—Lo digo, porque si nos descubren ambas seremos castigadas.Erzhene bufó:—Padre nunca me ha castigado, a ti es a quien lo hace y a mis hermanas mayores también.La señorita Alimceceg sonrió levemente mientras corría las pieles del lecho.—Olvídalo, ven a dormir.Erzhene sonrió alegre y saltó al lecho cubierto con tibias coberturas de pieles.—¿Me dejarás dormir contigo?Ella asintió con una cálida sonrisa.Erzhene corrió emocionada hasta meterse debajo de las cobijas.—Padre ha enviado el rótulo, ¿crees que haya problema cuando se de cuenta de que soy yo?—No lo creo.—¿Y si se enoja por lo que hicimos?—Ya no hay vuelta atrás, y si padre quiere revertir todo tendrá un gran problema con nuestro kan y con el kan Karluk.—Bueno, yo solo debo pensar en mi casamiento, ¿verdad?—Así es —asintió con la cabeza—. De seguro serás la novia más bella de todas, creo que podrías eclipsar la belleza de nuestras primas, las princesas. ¿Te imaginas? Serás custodiada por una gran caravana mientras te desplazas hacia la capital Karluk, con toda la dote siendo tu guardaespaldas y esperando llegar hasta el salón del trono para casarte con un apuesto príncipe —finalizó Alimceceg mientras suspiraba.Erzhene pataleteó de emoción sobre el lecho.
—¿Crees que ese príncipe sea apuesto? —preguntó con las mejillas ruborizadas.
—¡Por supuesto que lo es!Alimceceg se acomodó al lado de su hermana y atrajo las mantas hasta arroparse ambas, la sonrisa desapareció de su rostro mientras miraba de reojo a su hermana menor. Vio en Erzhene todo lo que ella hubiese querido ser: una niña mimada sin preocupaciones, y no una niña desechada por el padre.—Erzhene, ¿qué se siente ser la hija consentida de padre? —preguntó en un susurro.—Asfixiante —respondió con la mirada fija sobre la cubierta de la tienda.Alimceceg miró de reojo a su hermana. No entendió la razón por la que ella se mostraba tan negativa. Alimceceg poco sabía de lo que se sentía ser la hija más favorecida, pero dudaba que fuera igual que no serlo… definitivamente no lo era—¿Qué se siente ser la hija menos favorecida, Alimceceg? —preguntó Erzhene con inocencia.Alimceceg lo pensó un rato. La miró de soslayo buscando alguna frase con la que describir su situación.—Asfixiante —limitó[…]
Territorio Karluks.Tuva Eke tegim por fin tuvo la oportunidad de ver a su padre después de pasar dieciséis años recluido en la torre septentrional. Cuando las esteras se corrieron, Tuva Eke pudo ver a su padre sentado en su asiento de gobernante. En ese momento, se dio cuenta del tiempo que había pasado desde la ultima vez que se había presentado ante el khan.
La edad no había pasado en vano sobre el khan karluks. Se veía viejo y cansado. Su cabello ya empezaba a tornarse blanco como la nieve.Tuva Eke caminó hacia el interior de la tienda y se ubicó frente a su padre. Muchas veces se había imaginado aquel momento, pero a diferencia de sus sueños, no sintió absolutamente nada, no sintió rencor, no sintió dolor ni lastima… simplemente nada.—¡Arrodíllate frente al khanliq! —ordenó el hombre de mayor confianza del gobernante. Se llamaba Urdus y era un fiel devoto al servicio del khan… Tuva Eke sabía que aquel hombre era la mano derecha de su padre y que además había jurado lealtad poniendo como garantía la vida de sus hijos.Tuva Eke hizo caso omiso a la orden del hombre y se mantuvo de pie frente al khan.
El señor Urdus caminó hacia él, lo tomó por los hombros y con las rodillas le hizo caer al suelo para rendir respeto al khan.
—Retírate —ordenó el khan.El hombre aceptó la orden mientras salía rápidamente del lugar.—Tuva Eke, ¿me recuerdas? —preguntó el khan.Tuva Eke no le respondió, no podía hacerlo, así que tan solo se quedó mirando la cara del hombre como si del mismo fuego se tratara, sus ojos grises se ubicaron fijamente sobre la figura del hombre y de su boca salió una leve sonrisa, pero ni una sola palabra salió de su boca.
—Soy un estúpido, tú ni siquiera tienes la mente en este lugar. Pero, haré omisión de ese aspecto y te diré lo que pienso hacer contigo.«Eso me interesa, padre. Le escucharé atentamente.»
—Presioné al khan Sekiz Oghuz en la Transoxiana, ahora yo tengo el derecho de utilizarla y comercializar por esa ruta. Pero el pago no fue ligero. He firmado un contrato de paz y también un contrato matrimonial. Tus hermanos ya están comprometidos e incluso Torgan tegim ya se ha casado y su esposa vive con nosotros en uno de los patios del campamento. Eres el único que no está comprometido, pero es hora de que lo estés. Te comprometí a la quinta señorita de la casa Batun de los Sekiz Oghuz —expresó calmadamente—. Para cualquier señorita sería una deshonra si se casa con un hombre defectuoso como tú, pero no tengo más alternativas.
«Un casamiento no será lo suficientemente fuerte como para soportar las tensiones internas y externas que afrontan cada uno de los linajes importantes de ambas tribus, pero no importa acceder y casarme si eso significa la prolongación de los días de paz. Solo si el principal interés es ese y no el de desequilibrar a mis hermanos para fortalecerse usted mismo.»
—El padre de la quinta señorita es Khubilai Ilk, el segundo hermano del khan Sekiz Oghuz, un prestigioso guerrero… —intervino con los ojos clavados sobre el tegim—. Soy orgulloso, Tuva Eke. Al menos permitiría que la esposa con la que te cases pertenezca a una familia noble —avisó—. Te mostraré el retrato de la mujer y mientras estas frente a mí, leeré el rotulo de la mujer.El hombre llamó nuevamente al señor Urdus y le ordenó buscar el retrato y el rotulo de la novia del tegim. Cuando el hombre lo encontró, lo abrió frente a los ojos expectantes de Tuva Eke, quien de inmediato memorizó el rostro de la muchacha.—Ella es la quinta señorita —indicó con una sonrisa de satisfacción en el rostro—. Ella además tiene una gran ventaja: su madre pertenecía al clan de los poderosos Ashina en quienes reside el derecho de gobernar que es impuesto por el cielo. Ella es única entre sus hermanas y primas, ninguna de ellas es de un clan tan puro como los Ashina, porque mientras las hermanas de la quinta señorita tienen madres kirguizas, turcas, rusas y mongolas, sus primas pertenecen enteramente al clan Sekiz Oghiz… Y ya tu hermano Torgan se ha casado con una de ellas, una princesa.«Padre, ¿por qué me está dejando tanto poder en las manos? Debe saber que, si me caso con ella aun entendiendo el poder del clan Ashina, mis hermanos empezarán a sospechar y a vigilarme constantemente… Esto es una trampa, de alguna manera debo liberarme de ella y no seguir su juego perverso.»
—Bien, leeré el rotulo —dijo antes de abrir el rollo de piel—. Erzhene Batun, de clan Sekiz Oghuz, nació en el mes del trigo… Un momento, este rotulo no pertenece a la quinta señorita.
Tuva Eke volvió a poner los ojos sobre el lienzo con el retrato de la supuesta quinta señorita. Incluso el podía intuir que no se trataba de ella, pues se suponía que era una mujer y no una niña, como era pintada en el retrato. Con cautela movió los ojos por toda la pintura y luego hasta el Khan.
—El khan Sekiz Oghuz envió una misiva corta donde daba algunas descripciones de la muchacha. Me enteré que una de las hijas del Khubilai Ilk es de origen Ashina y por ese la quise a ella para ti, pero estos Sekiz Oghuz me están tratando de engañar a enviar la información de uno de su misma tribu —argumentó con un poco de confusión, de repente llamó al guerrero—: ¡Urdus, lleva una caravana de hombres hasta el campamento del khan Sekiz Oghuz, quiero que me dé una explicación respecto a todo esto!—Sí, gran khan —aceptó antes de salir.Los caballos enviados por el khan Sekiz Oghuz entraron en el campamento del Khubilai Ilk después de haber recibido a la caravana de hombres del khan Karluk.Los hombres montados sobre los lomos de los caballos llevaban una expresión sombría y ni siquiera saludaron abiertamente al Khubilai Ilk.—¿Qué ocurre? ¿Hay malas noticias? —preguntó Khubilai Ilk al verlos llegar con aspectos sombríos.—Nuestro khan está enfurecido contigo por haber burlado su palabra frente al khan Karluk.Khubilai Ilk los miró confundido, pues no tenía ni una sola idea de lo que ellos hablaban.
—¿Qué ocurrió?—Tú deberías saberlo bien, Khubilai Ilk—En realidad no lo sé.Los hombres rieron con burla, pero al final aceptaron decirle lo que sucedía.—El kan Karluk envió una caravana de hombres a nuestro khan para informar que el informe enviado no era el correcto. Enviaste el rotulo y el retrato de tu sexta hija, la señorita Erzhene Batun… ¿Qué crees que pensó nuestro khan cuando se enteró de eso? ¡Que proteges a la quinta señorita de este matrimonio para luego casarla con algún noble de las casas y así buscar apoyo externo! ¿¡Planeas rebelarte, Khubilai Ilk!?El hombre se arrodilló de inmediato ante esa acusación tan peligrosa de la que estaba siendo señalado.—¡No me atrevería! —gritó con firmeza—. ¡Mi hermano es el gran khan Sekiz Oghuz y no ambiciono el trono que le fue otorgado!—Khubilai Ilk, tienes una hija que lleva en su sangre el linaje de los Ashina, ¿crees que ella no sería un pase para ganarte adeptos de parte del pueblo y los dirigentes populares? Tienes que solucionar esto antes de que tu cabeza corra por el suelo.—¡Enviaré a la quita señorita cuando el khan Sekiz Oghuz lo dicte!Khubilai Ilk vio a los hombres alejarse del campamento y de inmediato supo que todo ese peligroso malentendido tenía algo que ver con su hija, la quinta señorita. ¡Tanto que le había advertido no hacer nada por evitar su futuro matrimonio y ella terminaba cometiendo semejante locura!Khubilai Ilk caminó por los pasillos despejados y llenos de arena y polvo mientras buscaba a su hija en el patio de la señora anciana, pero no estaba allí. El hombre estaba enojado, pues no se trataba en sí de una deshonra por haber cometido un simple error, era algo mucho más peligroso. No solo la cabeza de él mismo peligraba, sino también las de todo el campamento, sus hijas, sus esposas, sus hombres.—¡Erzhene! —llamó cuando entró a la tienda de la madre de su sexta hija. Si el rotulo de Erzhene había sido enviado en lugar de los documentos de Alimceceg, era porque no solo
Tuva Eke pasaba la mayoría del tiempo pendiente a la actividad que ocurría fuera de su torre. La forma en que lo hacía era muy simple: miraba a través del ventanal. Los movimientos cerca de la torre se habían hecho cada vez más recurrentes, pues desde su regreso a la herencia familiar y el establecimiento como tegim, mucha gente lo había ido a visitar, sus dos hermanas menores, su padre, el señor Urdus y muchos otros funcionarios que ni siquiera él conocía. Sin embargo, en ninguna ocasión sus hermanos habían acudido a él, Tuva Eke pensaba que ellos todavía estaban debatiendo la elección de la máscara a llevar en la inminente visita que le debían hacer. No solo ellos estaban ocupados escogiendo su antifaz, también lo hizo Tuva Eke. Aunque con mucho tiempo de anticipación… Dieciséis años para ser exactos. Finalmente, ese día fue el escogido por los hermanos para ir a visitarlo. Los tres hermanos presentes en el campamento, entraron por la puerta principal de la
La quinta señorita de la casa Batun estaba castigada. Pero su castigo fue diferente al de su hermana Erzhene.Alimceceg debía permanecer encerrada en su tienda y esperar a que las dos semanas de castigo pasaran. Aunque, el tiempo que pasó encerrada no fue para ella un castigo, si no en un tiempo que dedicó exclusivamente para pensar en la manera de utilizar a Tuva Eke tegim y conseguir su objetivo final.Fueron semanas enteras que pensó y pensó, pero la única idea que se le ocurría era coger un caballo y cabalgar hacia la torre del tegim estúpido. Sin embargo, ella ni siquiera tenía una idea de donde se encontraba dicha torre, no sabía cuánto tiempo podía tardarse en ir y regresar sin ser descubierta por el Khubilai Ilk.Abrumada por esa idea absurda, negó en repetidas ocasiones antes de tumbarse sobre el lecho. Al parecer no había una salida y le iba a tocar
Khojin trató de consolar a su hermana Alimceceg, pero ella se había desmoronado de una manera nunca antes vista. Al parecer, la Alimceceg débil de la niñez volvía a tomar lugar. Khojin entendía el padecimiento de su hermana, más cuando ella misma ni siquiera soportaba en boca de otros el devenir de su futuro en un matrimonio de conveniencia.El llanto de Alimceceg no se hizo ruidoso, como siempre ella trataba de calmar su sollozo antes que cualquier otra persona diferente a su hermana Khojin. Solo frente a la guerrera mongola, su medio hermana, Alimceceg era capaz de llorar y verse vulnerable, pues no estaba dispuesta a darle aquel privilegio al resto de sus hermanas.—¿Qué haré, Khojin? No tengo ninguna alternativa… Estoy condenada a casarme con ese hombre.—Alimceceg, en verdad que no sé qué decirte... Tal vez no lo has acabado todos tus recursos —sugiri&
El campamento Karluk se veía a lo lejos, y ante la nueva perspectiva, Alimceceg se dirigió rápidamente a la formación, siguiendo el paso calmado y lento. Finalmente, pudo respirar tranquila cuando se encontraron con los primeros hombres Karluk, luego de unas breves palabras, los hombres se retiraron momentáneamente.Alimceceg miró confundida toda la situación, miró fijamente la situación y esperó en silencio a que el hombre regresara. Cuando vio al hombre caminar de regreso, su mirada no pudo desviarse hacia atrás, pues varios hombres vestidos con trajes vistosos, nuevos y de excelente calidad caminaban directo hacia donde se encontraba la caravana Sekiz Oghuz.Alimceceg se alineó junto a sus dos primas, y todas juntas, sin excepción miraron con altanería a cada uno de los hombres que salieron a recibirlos: los tegim de la tribu Karluk. Las dos princesas y la quinta se&nti
— ¿Las puertas están abiertas? —preguntó Tuva Eke—Señor, las puertas se cierran cada noche.—Ábrelas.El señor Yul no supo qué hacer ante la orden de su amo. Era obvio que tenía que obedecerlo, pero podía ser un peligro abrir las puertas a esa hora de la noche.—Joven señor, ¿está seguro?—Sí, quiero ver quién es.El señor Yul asintió antes de salir de la habitación. Bajó las escalinatas rápidamente y antes de abrir las puertas, revisó por el ventanal de la planta baja y vio levemente la silueta. Indeciso entre obedecer o no hacerlo, se estrujó las manos mientras observaba el pasador de madera que mantenía la puerta cerrada.—Joven amo, confío en su inteligencia. Sé que no se dejará matar —susurr&oacu
¿Prefiere morir antes que casarse con el príncipe lisiado? Prefiero morir mil veces… Así que la mujer que Tuva Eke tenía delante era en realidad la quinta señorita, su prometida, el objetivo del khan Karluk para fortalecer sus influencias internas y debilitar los poderes de sus cinco hijos; la mujer que tuva Eke tenía en frente pertenecía al clan Ashina. Tuva Eke la observó desconcertado. Era algo distinto enterarse por otros medios de que no era del agrado de la quinta señorita Batún. Sin embargo, escucharlo de sus mismos labios era doloroso. El orgullo de Tuva Eke había sido herido profundamente. —Si le soy sincero, tampoco quiero que mi amo se case, pero yo no soy nadie para impedir la orden del khan —comentó sin expresión alguna en el rostro—. Creo que no puedo ayudarla en esta petición. —Señor Yul, espero que el tiempo no lo obligue a matarme y así lograr librar al tegim de un martirio.
Alimceceg dejó de ejercer presión sobre el cuello de Ockchi, pues desde la retaguardia, Khozul la había golpeado en la espalda, haciendo que de inmediato Alimceceg soltara a su prima y se echara hacia atrás para protegerse de más golpes. Sin embargo, Ockchi no estaba dispuesta a terminar la pelea siendo ella la perdedora. Después que su respiración se estabilizó, la mujer tomó a Alimceceg por los hombros y dio vuelta rápidamente a la situación, Ockchi pasó a estar sobre Alimceceg y a ahorcarla con ambas manos. —¡Te digo la verdad, tu madre murió estando demente! —siguió molestando—. No puedes ocultar el sol ni tu pasado con una sola mano. Alimceceg pataleó en un intento por soltarse de Ockchi, pero no lo consiguió tan fácilmente. Cuando estuvo allí