LIII Sin opciones
En el umbral de los aposentos de Daara, Lis se detuvo, dolida y asustada. Deseaba comprobar con sus propios ojos lo dicho por Eriot, deseaba confirmar que ya no había escapatoria alguna para ella.

La joven princesa dormía en su lecho con la placidez con que se balanceaban las aguas bajo la luz de la luna. Tal vez soñaba el mejor de los sueños, pues no había muestras en su rostro de pesar alguno. Todo parecía estar bien con ella salvo por el hecho de que no había manera de despertarla. Y vaya que ya lo habían intentado, salpicándola con agua y dándole incluso algunas bofetadas.

Camsuq velaba sus sueños desde el sillón a un costado y la reina estaba postrada a los pies del lecho, sumida en el más amargo de los dolores. Ninguno de los dos, las personas más poderosas de todo Arkhamis, podía hacer nada por Daara, la hija más amada, pues sólo Eriot era capaz de sacarla de aquel trance y únicamente lo haría si Lis cumplía con su parte del trato.

"¿Para qué quieres que tenga un hijo?", le ha
NatsZ

La traición vuelve a caer sobre Desz como una sombra y su destino está en las manos de Camsuq, ¿podrá salvar a Lis del suyo? ¿Qué tendrá que decirle el líder de la resistencia a Furr?

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