Hemos llegado a la segunda pausa en nuestro viaje por el bosque de las sombras. En la tercera parte nos sumergiremos en la absoluta oscuridad y la única luz será la del amor: a la verdad, a la libertad y las criaturas salvajes con el corazón lleno de nobleza.
La guerra se ha desatado y no será tan sencillo escoger un bando, sobre todo para los seres que vienen de dos mundos.Sabremos quién traicionó a Desz y cómo, desde las sombras, seguirá haciéndole daño.Y también sabremos qué quieren los Dumas, de sus propias bocas, o mentes.
Furr volverá a casa y tendrá que luchar para que su furia no lo haga perderse a sí mismo como ya lo ha perdido todo.
El corazón de Desz se enfrentará a su prueba más difícil. ¿Habrá aprendido del pasado?Lis y su corazón dividido tendrán que escoger a quien seguir y a quién traicionar.Pero habrá luz al final, porque las sombras se van cuando amanece.Los espero en el borde del abismo. ¿Se atreverán a mirarlo?¡Muchas gracias por leer!La luna llena iluminaba el pálido rostro del niño cobijado bajo la manta tejida por las talentosas manos de su madre. Era una noche fría y su cuerpo se mantenía caliente, las llamas del fogón proporcionaban a la pequeña casa un ambiente apto para pasar las noches de invierno. Ubicada en el valle que nacía al alero de las montañas tras las que se hallaba Balai, tenían buen tiempo la mayor parte del año, no como sus vecinos balaítas.—Buenas noches, mi dulce niño.La mujer le plantó un beso en la frente. El niño sonrió y miró ahora a su padre. —Descansa, hijo mío. Mañana iremos al lago y aprenderás a pescar. Luego asaremos los pescados y probarás el sabor del esfuerzo y el trabajo duro, que es el mejor del mundo —acarició la cabeza de su hijo y junto a la madre se retiraron para descansar también. El niño se saboreó, imaginando el crujiente pescado deshaciéndose en su boca. Cerró los ojos para que llegara pronto la mañana y poder probar cuanto antes el sabor del esfuerzo. Un estrident
Parte I: Los traidoresLa tierra tembló con su llegada, el cielo lloró y, en la oscura noche, un ojo furioso ardió. ∽•❇•∽Reino de NuanteEn las jardineras del patio frontal del palacio, la pequeña Lis recibía en sus hojas los rayos del radiante sol, dándole la bienvenida a la mañana. Era la primera en despertarse bajo el beso de la cálida estrella. En los aposentos de la bestia, la verdadera Lis se despertaba bajo los besos de Desz, que eran igual de cálidos. Desde que confesaran sus sentimientos en el mirador, no había noche que no duermieran juntos. Las ropas de Lis ya habían invadido el armario. —No quiero levantarme aún —dijo ella, acurrucada entre los brazos de Desz. —No lo hagas, no hay prisa. El futuro llegará donde sea que estemos. Lis miró esos ojos grises que eran el sol de su mañana. Ella no quería que el futuro llegara, no podía imaginar un despertar sin él a su lado. ¿Cómo había podido hacerlo antes de llegar a su vida? No era v
Por la tarde, Lis descansaba en uno de los asientos que había en el patio frontal. Se había dormido de tanto pensar. Desz la observaba a la distancia. El sereno latir de su corazón era una melodía que serenaba al suyo también, como la suave brisa que envolvía a las espigas en los campos de trigo, ondeando hasta desvanecerse, así se agitaba también su ánimo, así le hormigueaba la piel al verla. Un cosquilleo en el cuello hizo a Lis fruncir el ceño. Iba a darse una palmada, pero Desz le aferró la muñeca, impidiéndole aplastar al insecto que no era otra cosa que una ramita entre sus dedos. —¿Durmiendo de día? ¿Estoy siendo tan aburrido? —se acomodó a su lado y la atrajo hacia sí. Su pecho era un mejor lugar para ella que el rígido y frío asiento, sus manos la acariciarían con más gentileza que el propio viento. Con el efusivo abrazo de la bestia e impregnada en sus besos hambrientos, Lis se despertó del todo, pero seguía ausente, perdida en los pensamientos que la agotaban, indiferente
Reino de NuanteEn cuanto los ojos de Desz se abrieron a la claridad del día, sonrió. Lis dormía a su lado. Sonrió más todavía al saber que lo hacía por ella, por la dicha que se agolpaba en su pecho al permitirle haber entrado en su vida. Se alegraba de no haber sido cegado por la venganza y haberla despedazado en cuanto puso un pie en su palacio.¿Había sido menos bestia entonces? ¿Una criatura bondadosa? No, claro que no, su venganza requería tiempo y planificación y debía usarla a ella para conseguirlo. Todo era parte del plan. Le acarició la mejilla, pensando si su venganza algún día llegaría, si podría herirla para acabar con Camsuq. Era innegable, si algo bueno había hecho el traidor en su vida eso era ella. Lo único bueno en él y ahora era suya. Lis abrió los ojos. Sonrió también. —Supongo que no será necesario preguntar si ha sido de tu gusto el “entrenamiento” —dijo Desz, con perversa mirada. Lis se cubrió la cara con las sábanas, dejando a la vista sus ojos sonrientes y
Reino de Balai, provincia de GalaeaRodeado de sus guerreros, Ulster se sentó en el trono. Frente a él se amontonaban los regalos con los que los agradecidos galaeanos honraban a sus salvadores. Y seguían llegando a cada instante que pasaba. Ningún ataque de Dumas se había reportado desde que las fuerzas balaítas habían entrado en acción. —Este trono es como para un infante, quiero uno para un hombre.Los fornidos balaítas rieron de buena gana. El consejero galaeano, de complexión enjuta, tomaba nota de todo lo que decía el nuevo monarca.—Todas las decoraciones de oro están completamente de más. Esto es un palacio, no el cuello gordo de una reina. —Mi señor —dijo el consejero, con voz suave y no carente de temor—, los tesoros reales son… —Son inútiles si nos despedazan los Dumas —lo interrumpió Ulster—. Se usarán para conseguir equipamiento de calidad para el ejército. Las armas y armaduras de los galaeanos parecen juguetes. Eraf, serás el nuevo general del ejército de Galaea, enc
Reino de KaradesBañado por un radiante sol, Riu emergió de la frialdad del bosque de las sombras a un primaveral paisaje. No era mucho lo que se sabía en Arkhamis del reino lejano, ubicado más allá de las montañas y del desierto de Koos. No había cruzado ni lo uno ni lo otro para llegar hasta allí, el bosque lo había llevado, si eso era posible. Su guía, el soldado que lo había encontrado en el Paso del alba, apenas y le había dicho unas cuantas palabras. Él tampoco pudo hablar mucho en su paso por el bosque. Sus sentidos habían sido raptados por los seres que se vislumbraban entre los árboles y la bruma, ni qué decir de los que sentía arrastrarse bajo la tierra. Y ahora, cabalgando por un verde prado a pleno día, rodeado de una belleza paradisíaca, seguía absorto, incapaz de formular palabra alguna.Cruzaron los campos sembrados de aldeas y llegaron a la capital, que los acogió con la serena quietud de sus gentes y la prosperidad de sus construcciones. Karades no tenía nada que envi
Reino de NuanteArua y Lis conversaban en uno de los salones del palacio. Despojado casi por completo de sus muebles y decoraciones, ellas lo habían ambientado con lo que encontraron en otras habitaciones. Tenía una bella vista hacia las colinas y las flores que Arua llevaba lo dejaban fragante y acogedor. Una lámpara en la mesita les permitía verse todavía. La noche había extendido su manto en Nuante y Desz había ido a dormirse hacía mucho. —Ya es tarde, Lis. No quiero quitarte más tiempo. —Tengo todo el tiempo del mundo, Arua y disfruto de tu compañía, te extrañé mucho cuando no estabas. Así que tu abuela fabricaba seda. Elaborar telas es una labor muy hermosa, digna de las más talentosas manos, me encantaría aprender. Arua bostezó. —En la aldea hay algunas mujeres que saben. Encantadas te enseñarán.—Podría ir mañana. Me gustaría ver cómo consiguen obtener seda a partir de las orugas. ¿Tú sabes? Arua asintió. La cabeza se le quedó abajo unos instantes y se sacudió de repente. Q
Reino de BalaiUlster exhaló al bajar del caballo en las puertas de su palacio y vio complacido el suave vapor que salía de su boca, ya estaba en su hogar. Y no había lugar como el hogar, por muy inclemente y frío que fuera. Sólo allí el corazón le ardía, llevando a cada parte de su cuerpo ríos de la sangre más caliente. Balai era su cuna y sería su tumba también. —Majestad —lo saludó el consejero, con una amplia reverencia—, los preparativos para la gran celebración de esta noche ya están en marcha. Todo Balai se alegra por su triunfo, ha superado con creces los logros de su padre.—Balai es más grande ahora, tenemos más territorio que proteger. Mi padre falló en mantener la seguridad de sus propios aposentos, permitiendo que el enemigo anidara bajo sus sábanas. De nada sirven las fronteras fortificadas si se descuida el lecho. No puedo cometer el mismo error. ¿Cómo ha estado todo aquí en el palacio? El consejero se acomodó las ropas, se le habían estrechado en el cuello. Era el tem