Problemática familiar

Karina.

A primera hora en la mañana me levanto casi estrellando la alarma que no dejaba de sonar. Medio dormida arrastro mis pies fuera de la cama para dirigirme al baño. A su paso me quito toda la ropa y me meto a la ducha dejando que el agua tibia se apodere de todo mi cuerpo.

Odio levantarme tan temprano para ir a trabajar, y mucho más con semejante frío. Trabajo en un restaurante a medio tiempo, me deja dinero para mis gastos y pagar este apartamento. «Hay que ponerle empeño».

Salgo de la ducha envolviendo mi cuerpo húmedo en una toalla mientras que con otra seco mi cabello. Y justo en ese momento fijo mis ojos en una silueta grande que está parada en el umbral de la puerta mirándome de pies a cabeza con esos ojos azules candentes.

—¡Qué demonios! —trato de cubrirme lo más que puedo con la toalla cuando lo veo, mirándome sin pudor.

—Buenos días —me sonríe como un angelito —. Linda manera de comenzar el día, ¿No lo crees?.

—¡Cállate y deja de mirarme! —espeto avergonzada por mis fachas —¿Y sigues ahí? ¡Sal ahora mismo!.

—¿Por qué?.

—¿¡Como que por qué!? ¡Necesito mi espacio! —digo con obviedad, pero a él parece darle exactamente igual.

—¿Acaso te olvidaste que tenías a un hombre viviendo contigo?

—Bueno, eso...

—¿Es enserio? —se burla.

—¡Lo olvidé! ¿Y qué hay con eso? No me acostumbro a la compañía de otra persona —me dirijo al clóset, roja de la verguenza —¿No piensas salir? Necesito cambiarme.

—Hazlo —se encoje de hombros.

—No hagas que te eche a patadas de aquí como me sigas provocando.

—Bien, como quieras —vuelve a reír, haciéndome enojar mucho más.

—¿Me estás retando?.

—¿Yo? Para nada —niega —¿Por qué no dejas ver un buen paisaje a los pobres? Eso es todo.

—En pocas palabras, quieres verme desnuda.

—Tu inteligencia me está enamorando.

—¿Sabes qué? Haz lo que quieras —corto la conversación terminando de sacar la ropa del clóset y luego me encierro en el baño.

Pego mi espalda a la puerta soltando un suspiro desenfrenado. Mi corazón late con fuerza y un cosquilleo revuelve mi estómago. Por un momento había olvidado la presencia de Vicenzo en mi apartamento, y que me haya visto así no solo me avergonzó, sino que también me puso a temblar por la manera tan seductora y hambrienta en que me miraba.

Reacciono dándome unas palmaditas en las mejillas para luego proceder a cambiarme. Me coloco una falda lisa color negro por encima de las rodillas, y un suéter blanco con el logo del restaurante con unos tenis blancos.

Cuando salgo del baño Vicenzo ya no está, así que pude terminar de prepararme agregando un poco de maquillaje a mi rostro, y arreglar mi cabello en una coleta alta. Salgo de la habitación con un abrigo descansando en mi brazo, y sosteniendo mi bolso en la otra mano para toparme con Vicenzo en la mesa del comedor esperándome con el desayuno servido.

—¿Qué significa esto? —pregunto, evidentemente sorprendida. Vicenzo al verme sonríe, divisando mi cuerpo unos segundos hasta decidir por acercarse.

—Tengo que ser de utilidad por el tiempo en que vaya a permanecer aquí, así que empecé por el desayuno. Tomé algunas cosas de la despensa, espero no te moleste —explica, más cerca de mí de lo que debería —¿Ya te ibas?.

Me molesta un poco no por el haber organizado este presente, sino porque me recuerda que Vladimir también hacía lo mismo, y terminó siendo un patán. Pero aquí la diferencia es que Vicenzo y yo solo somos dos extraños que conviven temporalmente. Quizás esté bien.

—Si, ya me iba —respondo pasado unos segundos —y gracias por el desayuno. Espero que no te esfuerces demasiado, aún estás delicado con tu herida.

—¿Estás preocupada?.

—Llego tarde —evado su pregunta —¿Puedo pasar ahora?.

—Claro —me cede el paso, y tomo asiento junto a él en la mesa.

Pruebo el primer bocado de los hot cakes que preparó con miel, algunas fresas y banano maduro en rodajas, acompañado con un vaso de jugo de naranja. Tenía todo esto en mi despensa y nunca se me había ocurrido prepararlo, y eso es porque soy pésima en la cocina. Pero este hombre es un experto, en mi boca se deshace cada bocado que pruebo.

—Eres bueno en esto —comento, mirándolo fijamente y me percato que no ha estado comiendo sino observándome todo el tiempo —¿Por qué me miras y no desayunas?.

—¿No puedo? —extiende su mano hasta la comisura de mi boca, limpia un rastro de miel con su dedo pulgar para luego llevarlo a la suya y chuparlo de una manera muy incitadora —. Solo pienso que eres linda.

Mis mejillas se encienden de golpe, enviando una electricidad por toda mi espalda. Cada vez esta sensación empeora, y no quisiera sentirlo, no con él.

—Tengo que irme ya —me levanto de la mesa —se me hace tarde.

Tomo mi bolso y mi abrigo encaminándome a la puerta, pero justo cuando la abro, el agarre de Vicenzo en mi muñeca me impide salir.

—¿Qué haces ahora? —me volteo para encararlo.

—¿Donde trabajas?.

—En un restaurante, ¿Por qué?.

—¿Y cuál es tu horario de salida?.

—En horas de la tarde.

—Bien —me suelta —estaré esperándote.

—¿No tienes algún lugar a donde ir mientras no estoy? Tardaré mucho.

—No tengo ningún lugar, ya te lo dije.

—Está bien —suelto un suspiro —nos vemos.

—Espera —otra vez me sostiene de la muñeca, acercándome a su pecho —¿Te vas a ir así?.

—¿Así como?.

—Sin esto —se inclina hacia mi rostro, y deja un beso suave en la comisura de mis labios, casi uniéndolos con los míos —. Tómalo como una muestra de agradecimiento. Espero que dejes de desconfiar de mí, no soy como crees.

No le respondí nada, porque no tenía palabras para describir lo que sentí cuando me besó. Ni siquiera fue en los labios, pero sí cerca de ahí, e incluso estando en estos mismos momento en el restaurante, sigo pensando en el beso, sintiendo ese cosquilleo en mi piel donde posó sus húmedos labios.

—¿Kira? —la voz de Justin me sacude —¿En qué miembro estás pensando ahora?.

—En nadie, maldito pervertido —continúo limpiando las mesas —¿Y qué te importa?.

—No trates tan mal al amor de tu vida —gimotea, haciéndose el dolido —¿Sigues pensando en el imbécil ese de Vladimir?.

—Nada que ver con él —frunzo el ceño —anoche llegó rogándome de nuevo, pero no desgasto mis neuronas en alguien tan basura como él.

—¿Y entonces? ¿En qué tanto piensas? Llegaste rara hoy.

No sabía que se me podía notar tanto que estoy pesando en alguien. Y justo la persona que ha estado invadiendo mis pensamientos desde esta mañana, es Vicenzo. Debo estar loca para dejarlo vivir conmigo, y dejarlo quedarse solo en mi apartamento. No lo conozco, pero tampoco siento que sea una mala persona. Lo que me preocupa es lo que estoy sintiendo cuando lo tengo cerca. No quiero desarrollar sentimientos por nadie más.

—No estoy pesando en nadie, no te preocupes y sigue trabajando.

La conversación culminó ahí cuando llegaron nuevos pedidos y el restaurante se empezó a llenar de nuevo. Terminé de limpiar las mesas, y luego recibí el menú de todos los clientes. Pero hoy siento que mi mente está más distraída que nunca, y me da rabia que sea por un hombre.

Justo cuando pensé que mi día ya era bastante abrumador, un auto lujoso se estaciona frente al restaurante, y de el sale un hombre con lentes oscuros vestido de traje negro.

«Maldita sea».

—Señorita Karina —me habla formalmente cuando entra al restaurante —el señor Ruslan solicita de su presencia.

—¿No ves que estoy en horas de trabajo? Dile que no puedo —contesto a la defensiva.

Ruslan Novikov es mi padre, y siempre tiende por mandar a alguien para buscarme cuando estoy en el trabajo, y sé que ahora el tema del cual quiere hablar, es sobre el matrimonio acordado con Vladimir. Y a ese sujeto no lo quiero volver a ver ni en pintura.

—Me pidió que no regresara si no era con usted, señorita —insiste el hombre.

—Karina, si es urgente, puedes irte, yo tomaré tu turno —interviene Justin.

La opción que me da Justin es porque anteriormente este hombre que envió mi padre, permanecía afuera del restaurante hasta que yo tomara la decisión de irme con él. Inclusive aveces tenía que venir mi propio padre a verme. Es demasiado agotador tratar con ellos. Y creo que es hora de acabar con esto.

—Está bien —me quito el delantal, entregándolo a Justin —gracias de nuevo. Nos vemos mañana.

Sigo al hombre que me encamina hasta el auto. Cierra la puerta y toma asiento en el volante poniendo el auto en marcha. En pocos minutos ya estamos frente a esa gran mansión donde viví por veintitrés años hasta hace tres meses que decidí vivir sola.

Tomo aire antes de entrar por la puerta principal, y estando adentro diviso a mi padre sentado en uno de los finos sofás de la sala, con una café frente a él en la mesita de centro, y dándole la vuelta a una página del periódico que está leyendo.

—Bienvenida, hija —me recibe, sin siquiera quitar sus ojos del periódico —espero no haberte importunado.

—Sabes que sí —tomo asiento frente él, mirando como el hombre que envió por mí, me sirve una taza de café —. ¿Para qué ma has llamado esta vez?.

—¿Te encuentras bien? —alza la vista, mirándome a través de sus lentes —me preocupo por ti.

—No tienes por qué, estoy bien.

—Deberías de dejar ese trabajo mediocre —comenta, recibiendo de mi parte una mueca de disgusto —. Tienes la opción de trabajar en la empresa, y lo sabes, Kira.

—¿Adónde quieres llegar, papá? Estoy bien como vivo, no necesito nada más.

—Solo quiero lo mejor para ti.

—Por supuesto, como querer que Vladimir se case conmigo, eso es lo mejor que tienes para mí, papá —suelto evidentemente molesta —¿Por eso me has llamado aquí? Entérate que mi respuesta seguirá siendo la misma.

—No eras así, Kira —me mira con soslayo, dejando en la mesita el periódico —¿Por qué te comportas así?.

—Dejaré de hacerlo cuando desistas de la decisión sobre mi matrimonio con Vladimir, papá. ¿Quieres que siga con él cuando me ha puesto los cuernos con Angelina?.

—Ese fue un error, tu hermana no...

—Basta, papá —me pongo de pie —. Siempre la defiendes a ella porque es tu hija.

—Tú también lo eres.

—Sabes que no es así. Y no nos engañemos, vas a escogerla a ella siempre por sobre mí, así ha sido todo este tiempo. ¿Porqué no le pides a tu hija que se case con Vladimir? Después de todo ya se revolcaron.

—¡Karina! —escucho el grito de mi madre provenir de las escaleras —¿Qué forma de hablar es esa de tu hermana?.

—No empieces tú también, mamá —tomo mi bolso del sofá —. Si vienes con el mismo sermón que papá, pierdes tu tiempo. No voy a casarme con Vladimir.

—Ya habíamos hecho un acuerdo, Kira —me insiste mi padre —. Los padres de Vladimir esperan nuestra cooperación.

—Eso fue antes de que Angelina se metiera en su cama —recalco nuevamente —¿Por qué no le dicen a ella que se haga responsable de lo que provocó en vez de hacerme la vida imposible para que lo acepte? Claro, no lo hacen porque es Angelina, todo para ella es permitido.

—¡Karina! —me reprende mi madre de nuevo —¿Por qué no dejas de sonar como una hermana celosa? Compórtate.

En verdad que estoy harta de escuchar las mismas palabras de siempre. Qué soy una hermana celosa de Angelina, que debo comportarme a la altura de la familia y siempre aceptar cada cosa que me imponen aunque no esté de acuerdo. Estoy harta de todo.

—Te daré tiempo, Kira, piénsalo mejor, es por el bien de la familia.

Con esas palabras de mi padre, culminé mi breve estadía aquí dirigiéndome a la puerta para que en ese mismo instante Angelina apareciera con Vladimir tomados de las manos y riendo alegremente frente a mí.

—Kira...—Vladimir la hizo a un lado al instante en que me vio —¿Qué haces aquí? Pensé que...

—¿Pensaste qué? Vas y me ruegas, luego vuelves y la buscas a ella, ¿Es así?.

—Kira, no es así, no nos malinterpretes —Angelina me toma de la mano y me sonríe —solo venimos de ver una película. Vladimir estaba muy desconsolado porque lo rechazaste de nuevo, y quería distraerse. No es lo que parece.

—¿No es lo que parece? ¿Quieres que me coma ese estúpido cuento cuando vi como te lo cogías en su apartamento? —me suelto de su agarre con asco —. Váyanse a la m****a, hagan lo que les plazca y no me sigan jodiendo la vida.

—¡Karina! —escucho los gritos de mi madre a mis espaldas cuando decido salir de la mansión haciendo bruscamente a Vladimir a un lado.

Él intenta detenerme como sea posible tratando de explicarme que todo es un error y un malentendido de nuevo. Así como me lo dijo la vez que lo descubrí con Angelina en su apartamento diciéndome que no era lo que parecía. Sabe desde cuándo me han estado viendo la cara.

Angelina es mi "hermana" menor. No le hace falta nada. Es rica, tiene a sus dos padres que le brindan todo su amor incondicional. Es hermosa, por algo es la modelo estrella de la compañía Novikov. Es una rubia ojos miel con una figura perfecta, piel clara y una sonrisa encantadora. Lo tiene absolutamente todo, algo que yo no tengo.

Pero aún así, ella siendo el centro de todo y de todos, trata de quitarme lo poco que tengo. Todos los chicos con los que he salido, ella me los ha quitado. Los seduce, se acuesta con ellos, y lo que más coraje me da, es que busca la manera para que yo vea con mis propios ojos como esos chicos de los que me he enamorado, se revuelcan con ella.

Y aún así, después de todo lo que Angelina me ha hecho, mis padres siguen de su parte. Yo, la adoptada bastarda de la familia Novikov, tengo que cerrar la boda ante ella y dejarla hacer lo que se le dé la gana solo por el maldito hecho de no ser nadie.

Por eso decidí irme y vivir independiente de ellos. Después de todo no tengo nada. No soy heredera, no tengo un rango alto en la compañía como lo tiene ella, y no soy favorecida por mis padres. No tengo absolutamente nada. Y aunque ellos digan amarme también como una hija, no es del todo cierto, ya que su centro siempre ha sido Angelina.

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