GIANNA -18 añosLa brisa fría barre con intensidad los árboles en medio de una noche oscura. La lluvia parece inminente, dado que las nubes grises se congregan en el cielo, acompañadas de truenos.Me contemplo en el espejo mientras me visto con mi pijama: un short de tela con estampado floral y una pequeña blusa de tirantes del mismo tono.Aunque he repetido a mis padres innumerables veces que ya no soy una niña, me ven de la misma manera. La ropa que llevo ahora, aparentemente, podría delatarme como una joven inmadura: pechos no muy prominentes, curvas sutiles y una complexión delgada. Mi físico y mi edad no ayudan a cambiar esa percepción.Suspiro al finalizar de cambiarme y tomo la toalla que envolvía mi cuerpo para secar mi cabello negro, mojado.Mientras tarareo, coloco música y me acerco al ventanal, ansiosa por la lluvia que aún no llega; solo truena y relampaguea en el cielo.Mis padres cenan fuera, dejándome sola, una situación que ya he experimentado en varias ocasiones debi
Hoy es un día muy frío. Justo estoy de camino a una tienda de víveres en busca de comida para mi despensa vacía, y un rico chocolate caliente. Soy adicta. —Son veinte dólares —me dice el tendero al terminar de entregarme las bolsas. Saco el dinero, le doy las gracias y salgo de nuevo de la tienda sosteniendo una sombrilla para cubrirme de la tormenta de nieve que sigue cayendo capa tras capa. —¡Mgm! —detengo mis pasos, asustada por el quejido que acabo de escuchar. Sostengo el asa de la bolsa con fuerza, y me giro en torno de mis pies al lugar de donde provienen los jadeos. Mirando a mi alrededor, solo veo nieve caer, pero posando la mirada cerca de los contenedores de basura, los cuales también tienen capas de nieve, logro ver una silueta extraña. —¿Hola? —me acerco lentamente, y veo una silueta humana hecha un ovillo en la esquina de los contenedores —¿Está bien?. Dejo la bolsa en el piso por un momento, y sigilosamente me acerco más. Quizás debería estar corriendo en una situa
Vladimir es mi ex novio desde hace unos tres meses cuando lo descubrí en la cama de su apartamento acostándose con Angelina, mi hermana. Se suponía que nos íbamos a casar porque mis padres arreglaron nuestro matrimonio por conveniencia, pero tiré todo a la basura cuando descubrí su traición. Presionada por mis padres y Vladimir rogándome todo el tiempo, me fui de la casa y renté un apartamento para vivir sola y tranquila con un trabajo de medio tiempo. No quería seguir en esa mansión de papás ricos donde solo les importa la reputación, y con tal de mantenerla, querían que me casara con Vladimir, algo totalmente inaceptable. Hay que aclarar que ellos no son mis padres de sangre, ni Angelina mi hermana. Fui adoptada después de tener tres meses de nacida porque se suponía que mi madre adoptiva era infértil, pero de un milagro salió Angelina, así que todo el afecto siempre iba dirigido a ella. No sé quiénes son mis padres ni por qué me abandonaron en la puerta de una iglesia siendo un
Karina. A primera hora en la mañana me levanto casi estrellando la alarma que no dejaba de sonar. Medio dormida arrastro mis pies fuera de la cama para dirigirme al baño. A su paso me quito toda la ropa y me meto a la ducha dejando que el agua tibia se apodere de todo mi cuerpo. Odio levantarme tan temprano para ir a trabajar, y mucho más con semejante frío. Trabajo en un restaurante a medio tiempo, me deja dinero para mis gastos y pagar este apartamento. «Hay que ponerle empeño». Salgo de la ducha envolviendo mi cuerpo húmedo en una toalla mientras que con otra seco mi cabello. Y justo en ese momento fijo mis ojos en una silueta grande que está parada en el umbral de la puerta mirándome de pies a cabeza con esos ojos azules candentes. —¡Qué demonios! —trato de cubrirme lo más que puedo con la toalla cuando lo veo, mirándome sin pudor. —Buenos días —me sonríe como un angelito —. Linda manera de comenzar el día, ¿No lo crees?. —¡Cállate y deja de mirarme! —espeto avergonzada por
Vicenzo. Un hombre como yo, rico, acostumbrado a siempre mantener sirvientes a mi servicio, ser quisquilloso y presuntuoso con alguna cosa que no me guste, y mantener a las mujeres a mi merced, rogándome que tan siquiera les de una mirada, ¿Estoy limpiando un apartamento como una maldita mucama justo ahora?. Mirando el entorno, me siento orgulloso del gran logro que he conseguido porque todo ha quedado reluciente. No sabía que podía limpiar tan bien, pero, esto es un golpe muy bajo a mi orgullo. Nunca pensé llegar a ser tan humilde como justo ahora. No tenía mucho que hacer, así que decidí limpiar. El lugar no es muy grande. Solo tiene una cocina, una pequeña sala donde está el comedor y un juego de sofás, una habitación y dos baños. Esta es la guarida de mi pequeña ojos grandes. Entro a la habitación observando minuciosamente cada detalle del pequeño espacio de Karina. Una cama con sábanas rosas y blancas, una fotografía enmarcada sobre la encimera donde está con un tipo, no sé s
Karina. Mi corazón no deja de latir desenfrenadamente desde que me encerré en mi habitación al haber recibido ese beso de Vicenzo. ¿En qué estaba pensando? Me tomó tan de pronto que solo tuve una reacción negativa. Lo rechacé por miedo, tengo miedo de enamorarme de nuevo y terminar otra vez con el corazón roto. No lo conozco bien, no sé cómo es en realidad, si le gusto o no, o simplemente me quiere para pasar el rato. Aunque se vea como algo imposible enamorarse a primera vista, puedo decir que Vicenzo a mí me gustó como hombre desde que lo vi, y una muestra de eso son estas mariposas que revolotean en mi estómago. Sigo tocando mis labios como una tonta recordando ese beso que fue breve, pero despertó muchas cosas en mi. Abro los ojos de golpe al escuchar el timbre de la puerta, salgo de la habitación tan de prisa que, al escuchar la voz de Angelina, tomé un sorpresivo impulso. —Es mi novio —solté de repente —¿Hay algún problema, Angelina?. Vicenzo me miró sorprendido, incluso y
Angelina. —Karina tiene un nuevo hombre —le confieso a Vladimir, quien no deja de dar vueltas de un lugar a otro en mi habitación. —¿Qué dices? —se detuvo, mirándome con recelo —¿De dónde sacas eso?. —Estuve hoy en su apartamento, y me abrió un hombre llamado Vicenzo diciendo que era su nuevo novio.La expresión de Vladimir se oscureció, apretando fuertemente sus dientes haciendo notar una tensa mandíbula. —Repite eso —me exige, sujetándome de los hombros —¿Me estás fastidiando ahora?. —No tendría por qué mentirte —aparto sus manos de mí —¿No lo ves? Ya no le interesas en lo absoluto, así que se consigue otro. —¡Pero fue por tu culpa! —brama rabioso —¿No fuiste tú la que se metió en mi cama dándome drogas? ¡Todo esto pasó por ti!. —¿Y acaso no te gusté? —acerco mi mano a su mejilla —¿No me mirabas por encima de Karina cómo mujer? No puedes negarlo, porque disfrutaste follarme. —Zorra desvergonzada —se aleja de mí, mirándome con asco —¿Tenías que dejar que nos descubrieran? Tod
Vicenzo. Me mantengo despierto, no puedo dormir. Karina está acurrucada en mis brazos durmiendo plácidamente como si su único lugar seguro fuera estando a mi lado. Acaricio su mejilla suavemente sintiendo su respiración ligera acariciando mi cuello. Beso su frente en medio de la oscuridad para luego, sigilosamente, salir de la cama colocándole una almohada para que se aferre a ella pensando que soy yo. A pasos silenciosos me dirijo a la puerta, la abro con cuidado logrando salir por fin a la sala. Con las luces apagadas, y con la ligera iluminación entrando por una de las ventanas, busco un móvil. Hallo el de Karina en la mesa del comedor, y por suerte no tiene clave, por lo que se me hace más fácil desbloquearlo. Marco el número de Harold, mi asistente que en estos momentos debe de estar en el quinto sueño, pero me sigue valiendo mierda. —«¿Quién puta es a estas horas?» —contesta después de haberle marcado tres veces —«Hable quien sea que joda». —«¿Quieres que te corte la len