Nica.La cosa no podía estar más tensa, dos días después las aguas seguían turbias. Tenía guardaespaldas hasta para ir al baño.Me cargaba un cabreo de los cojones.Para oscurecer más la situación, Kostya parecía evitarme. Nunca estaba en los lugares que frecuentaba, al menos no a la vista, llegaba a la mansión a altas horas de la noche, y se iba temprano en la mañana.¿Qué clase de juego era este?.Fuera el que fuera, no me gustaba ni un pelo. Hacer lo que hicimos, para luego alejarse, no me pintaba para nada bien.—¿Cómo le haces para tener a dos de los hombres más cabrones del mundo, detrás de tu culo?, no lo sé.Clavé la mirada en Kathe, nos encontrábamos afuera de la oficina del casino principal. Puertas para adentro se selebrara una reunión, tema a discutir : El Irlandes que jugaba a las escondidas.Y nos dejaron fuera, Sergei había tenido la poca decencia de chasquearme la lengua, diciendo que no podría participar la mujer causante de la trifulca.¿Por qué coño estaba la hija d
Nica. Hoy hay fiesta en la mansión. ¿La mala noticia?, es la fiesta de comprismo de Kostya, puaj. Estoy que quiero arrancarme la m*****a piel a tiras, solo para sentir otro dolor que no sea el de un corazón roto. ¿Roto porque?, tengo el miedo suficiente como para querer responderme esa pregunta, muy cobarde de mi parte. —Mi hermano es un idiota. La voz de Kathe me saca de mis pensamientos deprimentes. Se encuentra detrás de mí, despampanante en un vestido verde oliva. Intenta arreglarme el cabello, en un recogido, disque elegante. Apareció hace una hora y media, con un arsenal de cosméticos, y un vestido que ella llamó de la “Muerte”. Es rojo pasión, abrazando todos los lugares correctos, bueno, al menos la poca tela abraza el cuerpo. Diseños de encaje fueron colocados estratégicamente para tapar las zonas prohibidas, tiene una malla del color de mi piel, dando la apariencia de que estoy desnuda. Me siento una prostituta elegante, con clase. —Es de mala educación negar lo evid
Nica.¿Me merecía las miradas furiosas que me taladraban?, definitivamente.¿Me merecía estar sentada en medio del despacho, como una maldita traidora?, jodidamente no.—Sueltenlo.No aguantaba más el silencio, ni la mirada decepcionada de dos de los hombres más importantes para mi.—¿Por qué lo besaste?.Tenia que preguntar exactamente eso, haciendome recordar lo que ese extraño, no tan extraño, me hizo sentir.Alce una ceja en direccion a Kostya, sintiendo que de alguna manera lo habia traicionado, y me dolia.—No sabia quien era, joder. Nuna le he visto la cara.Sergei fruncio el ceño, fulminandome con la mirada.—El día de la persecucion dijiste que bajo del coche, tendrias que reconocderlo Nica.—Acababa de hacer un maldito salto suicida, tenia los pelos de punta, y la distancia suficiente como para destinguir el cabello claro y nada más. Leroi fue quien dio por sentado que era el. – Les frunci el ceño. — Disculpame por no reconocer a alguien por el simple tono de su melena,Dest
Nica.Mi interior se volvió una masa de sentimientos contradictorios, por un lado tenía el enojo, después de todo me encontraba en esta situación por su intromisión, y por el otro el deseo, esa atracción física extraña he innegable que sentía por él.—No te muevas.Mi pulso no tembló al apuntarlo con el arma, directo a la cabeza. No me hizo el mínimo caso, sacándose el casco como si su vida no corriera ningún peligro.Al quedar su cara descubierta, me perdí en la belleza de sus orbes de bosque, la sinceridad en ellos, la perfección en sus facciones. Tenía esos labios provocativos, deformados por una sonrisa burlona.—Baja el arma, si me quisieras muerto ya tendría una bala metida en el cuerpo.No se lo negaba, pero no la baje, aunque en mi interior sabía que no apretaria el gatillo.La pregunta era, ¿Por qué?.—Eres mi enemigo.Agradecí la firmeza en mi voz, una firmeza que no sentía para nada.Su expresión cambió, esa sonrisa mojabragas siendo parte del pasado. Ahora me evaluó con l
Dedicatoria: 《Para todas aquellas que no deseamos un príncipe azul que nos rescate si no un villano que nos consuma.》 Kostya.La reunión transcurría en uno de mis clubes nocturnos, no estaba escuchando ni una puta palabra de lo que se decía.Tenía a la culpable en mi rango de visión, vestida para matar y no de una forma literal. Un conjunto enterizo se aferraba a cada curva, cada pliegue, cada pulgada de la tersa piel que me moría por acariciar. Dos correas negras envolvían sus muslos, unos muslos que me imaginé mil veces en torno a mi cabeza, apretándome la cintura mientras la embestía sin piedad, de las correas colgaban un par de armas como una amenaza silenciosa.Apreté la mandíbula con tanta fuerza que los dientes protestaron, tuve que pasarme una mano por la mandíbula, intentando borrar con la palma la huella de rabia que me surcaba las facciones.Un puntapié por debajo de la mesa me hizo volver a la conversación.Fulminé con la
Nica.Odiaba a Kostya Volkov.Definitivamente no encabezaba mi lista de favoritos, la de odiados tampoco. La dualidad de nuestra poco cordial relación estaba a punto de volverme loca, en ocasiones actuaba como si me deseara y ese deseo no lo dejara respirar, en otras mi presencia lo molestaba tanto como para lanzarme miradas de odio.No lo entendía ni un carajo, mi sequía sexual en los últimos cinco meses era su responsabilidad. Los hombres bajo su mando no se atrevían a compartir el mismo aire que respiraba, aquellos ajenos a la Bratva salían cagando leches al momento en que se presentaba como un hermano mayor celoso, ni mi jodido hermano actuaba de esa forma conmigo.Lance un susìro al aire, dejando que el humo del cigarrillo se fundiera con la noche.No pude evitar dirigir mi mirada al balcón vecino, su habitación. Lo tenía demasiado cerca para ser saludable.Mientras màs miraba, mi enfado aumentaba a niveles descontrolados, antes de darme siquiera cuenta de lo que hacía ya me enc
Nica.El día pasó como una exhalación de normalidad.Desperté en la mañana con un humor de perros, el causante viviendo bajo el mismo techo haciendo las cosas más complicadas, me encargue de algunos repartos. Negocié con algunos distribuidores y antes de darme cuenta la noche ya tocaba la puerta nuevamente. Y era noche de parranda.Hoy el Arcadia daría una fiesta en bienvenida a la nueva alianza, probablemente tendríamos a Italianos conviviendo en el mismo ambiente por primera vez en los últimos cuarenta años.Lo único que quería era no cruzarme con cierta rubia, quien la noche anterior probablemente se había ido más que satisfecha, presa de caricias que me moría por tener, aunque me costara admitir.Negué con la cabeza ahuyentado pensamientos que no quería tener, al menos no por esta noche, me limite a seguir maquillando mi rostro. Ya lista para salir me mire en el espejo de cuerpo completo, una sonrisa satisfecha adorno mis labios.Un vestido de color rojo se aferraba a cada curva,
Nica.Katherina intentó sonsacar información, mis labios permanecieron sellados como una tumba.No me pasó desapercibido el rastro de felicidad y sorpresa que hacía brillar sus ojos.—Parecía que te comería la boca, maldición, si que tengo que hacer una línea en la pared.Una pizca, bastante grande, de curiosidad se coló en mi interior. La observé con una ceja alzada, un enorme signo de pregunta tatuado en mi frente.—Y es extraño, ¿Por qué?.Una lenta sonrisa le surcó los labios, clara expresión de "Te cache", bien, tiró el anzuelo y yo piqué confirmando sus sospechas de que había algo entre nosotros, algo como para hacerme retorcer de curiosidad ante su revelación.—Kostya es mi hermano y lo amo, Nica. Pero es un maldito bicho raro, se ha tirado al noventa por ciento de mis amigas. - Frunció los labios. — Kostya no besa a las chicas a las que se tira, nunca.Vale, ¿Me esperaba esa revelación?, jodidamente no. Cache a Kostya con sus labios encima del chocho de una mujer, no era cues