Nos pisaban los malditos talones, mi coche fue modificado para correr como el infierno, aún así menos de quinientos metros nos separaban.Las balas repiqueteban contra el asfalto, algunas llegando a dar en la carrocería de mi bebe. Estaba jodidamente furiosa.—Dobla a la derecha, hacia el puente central. Tenemos un retorno a la mitad, los perderemos en los barrios bajos.La voz de Leroi estaba cargada de tensión, tenía la impecable nueve milímetros en la mano, aún no había efectuado ni un disparo.—Sujetate.Levante el freno de mano, dando un brusco volantazo hacia la derecha, los neumáticos chirriaron, dejando una mancha oscura en el pavimento, el auto derrapó con una sacudida. Volví a cambiar de marcha, recuperando la velocidad perdida.—¿Dónde coño están los refuerzos?Apreté los dientes, mis ojos se dirigieron al espejo retrovisor, justo a tiempo para ver un coche precipitándose por mi izquierda, saliendo desde una intersección que no predije.Nos embistió desde atrás, el auto qu
Este capítulo tiene contenido EXPLÍCITO y de nivel SEXUAL, Nica.Unas horas más tarde ya me encontraba en mi habitación, para ser más exactos aplicándome crema corporal después de una merecida ducha.Tenía el brazo agarrotado, se supone que no debía moverlo, pero bueno, me negaba rotundamente a usar una escayola.Así que en eso me encontraba, envuelta en una excusa de bata negra, cuando la puerta fue abierta con fuerza.Clavé la mirada en Kostya, mi ceño se frunció al instante.Lucia…desquiciado.Tenía el cabello revuelto, la camisa del traje hecha un pasa de uva, la expresión de un sicario. Jamás había visto al pakhan en semejante estado caótico.—Que coño…¿No te han enseñado a tocar?No me respondió, se limitó a clavar la mirada en mí, su expresión indescifrable.Me miró por un segundo, dos, tres, un minuto. Hasta que cerró la puerta con una patada. Mi corazón comenzó a latir con demasiada rapidez.Avanzo hacia mi con la confianza de quien sabe que tiene el mundo a sus pies.—¿Est
Nica.Si alguna vez me preguntaran cómo me imaginaba el infierno, diría que frío, congelado, después de todo el hielo puede quemar tanto como el fuego.O al menos, ese fue mi único pensamiento, al observar la actitud de Kostya. Sus orbes ya no estaban oscuros de pasión, era sed de sangre, muerte.—Dile lo que tengas que decir, y ven a mi despacho inmediatamente. – Fulmino a Sergei con la mirada. — Hazla llorar y pagarás cada lágrima con sangre.¿Qué carajos?.No pude replicar, se marchó antes de que abriera la boca, dejando esa sensación de hielo detrás de él, como una estela que lo perseguía.Sergei se quedó unos segundos anclado en su lugar, abría y cerraba los puños, conteniendo seguramente, la rabia.—¿Desde hace cuanto te lo follas?.Apriete la bata, sintiéndome expuesta bajo la mirada acusadora de mi hermano.—Nunca me lo he follado, Sergei. Bueno, acabas de interrumpir lo que sería la primera vez.—No te atrevas a mentirme, Nica. Se lo que vi.—Entonces, deberías pedir una cita
Nica.La cosa no podía estar más tensa, dos días después las aguas seguían turbias. Tenía guardaespaldas hasta para ir al baño.Me cargaba un cabreo de los cojones.Para oscurecer más la situación, Kostya parecía evitarme. Nunca estaba en los lugares que frecuentaba, al menos no a la vista, llegaba a la mansión a altas horas de la noche, y se iba temprano en la mañana.¿Qué clase de juego era este?.Fuera el que fuera, no me gustaba ni un pelo. Hacer lo que hicimos, para luego alejarse, no me pintaba para nada bien.—¿Cómo le haces para tener a dos de los hombres más cabrones del mundo, detrás de tu culo?, no lo sé.Clavé la mirada en Kathe, nos encontrábamos afuera de la oficina del casino principal. Puertas para adentro se selebrara una reunión, tema a discutir : El Irlandes que jugaba a las escondidas.Y nos dejaron fuera, Sergei había tenido la poca decencia de chasquearme la lengua, diciendo que no podría participar la mujer causante de la trifulca.¿Por qué coño estaba la hija d
Nica. Hoy hay fiesta en la mansión. ¿La mala noticia?, es la fiesta de comprismo de Kostya, puaj. Estoy que quiero arrancarme la m*****a piel a tiras, solo para sentir otro dolor que no sea el de un corazón roto. ¿Roto porque?, tengo el miedo suficiente como para querer responderme esa pregunta, muy cobarde de mi parte. —Mi hermano es un idiota. La voz de Kathe me saca de mis pensamientos deprimentes. Se encuentra detrás de mí, despampanante en un vestido verde oliva. Intenta arreglarme el cabello, en un recogido, disque elegante. Apareció hace una hora y media, con un arsenal de cosméticos, y un vestido que ella llamó de la “Muerte”. Es rojo pasión, abrazando todos los lugares correctos, bueno, al menos la poca tela abraza el cuerpo. Diseños de encaje fueron colocados estratégicamente para tapar las zonas prohibidas, tiene una malla del color de mi piel, dando la apariencia de que estoy desnuda. Me siento una prostituta elegante, con clase. —Es de mala educación negar lo evid
Dedicatoria: 《Para todas aquellas que no deseamos un príncipe azul que nos rescate si no un villano que nos consuma.》 Kostya.La reunión transcurría en uno de mis clubes nocturnos, no estaba escuchando ni una puta palabra de lo que se decía.Tenía a la culpable en mi rango de visión, vestida para matar y no de una forma literal. Un conjunto enterizo se aferraba a cada curva, cada pliegue, cada pulgada de la tersa piel que me moría por acariciar. Dos correas negras envolvían sus muslos, unos muslos que me imaginé mil veces en torno a mi cabeza, apretándome la cintura mientras la embestía sin piedad, de las correas colgaban un par de armas como una amenaza silenciosa.Apreté la mandíbula con tanta fuerza que los dientes protestaron, tuve que pasarme una mano por la mandíbula, intentando borrar con la palma la huella de rabia que me surcaba las facciones.Un puntapié por debajo de la mesa me hizo volver a la conversación.Fulminé con la
Nica.Odiaba a Kostya Volkov.Definitivamente no encabezaba mi lista de favoritos, la de odiados tampoco. La dualidad de nuestra poco cordial relación estaba a punto de volverme loca, en ocasiones actuaba como si me deseara y ese deseo no lo dejara respirar, en otras mi presencia lo molestaba tanto como para lanzarme miradas de odio.No lo entendía ni un carajo, mi sequía sexual en los últimos cinco meses era su responsabilidad. Los hombres bajo su mando no se atrevían a compartir el mismo aire que respiraba, aquellos ajenos a la Bratva salían cagando leches al momento en que se presentaba como un hermano mayor celoso, ni mi jodido hermano actuaba de esa forma conmigo.Lance un susìro al aire, dejando que el humo del cigarrillo se fundiera con la noche.No pude evitar dirigir mi mirada al balcón vecino, su habitación. Lo tenía demasiado cerca para ser saludable.Mientras màs miraba, mi enfado aumentaba a niveles descontrolados, antes de darme siquiera cuenta de lo que hacía ya me enc
Nica.El día pasó como una exhalación de normalidad.Desperté en la mañana con un humor de perros, el causante viviendo bajo el mismo techo haciendo las cosas más complicadas, me encargue de algunos repartos. Negocié con algunos distribuidores y antes de darme cuenta la noche ya tocaba la puerta nuevamente. Y era noche de parranda.Hoy el Arcadia daría una fiesta en bienvenida a la nueva alianza, probablemente tendríamos a Italianos conviviendo en el mismo ambiente por primera vez en los últimos cuarenta años.Lo único que quería era no cruzarme con cierta rubia, quien la noche anterior probablemente se había ido más que satisfecha, presa de caricias que me moría por tener, aunque me costara admitir.Negué con la cabeza ahuyentado pensamientos que no quería tener, al menos no por esta noche, me limite a seguir maquillando mi rostro. Ya lista para salir me mire en el espejo de cuerpo completo, una sonrisa satisfecha adorno mis labios.Un vestido de color rojo se aferraba a cada curva,