Inicio / Romántica / La obsesión del Mafioso.© / C A P Í T U L O | C U A T R O .
C A P Í T U L O | C U A T R O .

Nica.

Katherina intentó sonsacar información, mis labios permanecieron sellados como una tumba.

No me pasó desapercibido el rastro de felicidad y sorpresa que hacía brillar sus ojos.

—Parecía que te comería la boca, maldición, si que tengo que hacer una línea en la pared.

Una pizca, bastante grande, de curiosidad se coló en mi interior. 

La observé con una ceja alzada, un enorme signo de pregunta tatuado en mi frente.

—Y es extraño, ¿Por qué?.

Una lenta sonrisa le surcó los labios, clara expresión de "Te cache", bien, tiró el anzuelo y yo piqué confirmando sus sospechas de que había algo entre nosotros, algo como para hacerme retorcer de curiosidad ante su revelación.

—Kostya es mi hermano y lo amo, Nica. Pero es un maldito bicho raro, se ha tirado al noventa por ciento de mis amigas. - Frunció los labios. — Kostya no besa a las chicas a las que se tira, nunca.

Vale, ¿Me esperaba esa revelación?, jodidamente no. Cache a Kostya con sus labios encima del chocho de una mujer, no era cuestión de higiene o pudor, ¿Entonces que?.

Negué con la cabeza, no me iba a comer el tarro con una revelación como esa.

—Eso no significa nada.

Kathe estuvo a punto de responderme, su marido la interrumpió. Lo observé tomarla con posesividad del brazo. Una risilla de colegiala escapó de entre los labios de ella, se miraron a los ojos dejando entrever el amor profundo que sentía el uno por el otro.

Una punzada me sacudió, ¿Alguna vez tendría una relación así?.

—Nos vemos pronto, belleza. Hablaremos de esto más tarde.

Me dio un suave beso en la mejilla. Nero, su marido, dedicó un leve movimiento de cabeza en mi dirección, el único saludo que podía esperar de él.

Un cuarto de hora después el alcohol ya se me había subido a la cabeza, por no decir que me encontraba como una m*****a cuba. Sin poder evitarlo busqué con la mirada a Kostya, mi sangre se convirtió en hielo puro cuando lo encontré.

Estaba sentado en los apartados VIP del piso superior con Donatella encaramada en su regazo, la cara oculta en su cuello mordisqueando la tersa piel. El muy cabrón me miraba directamente, por el filo de un vaso de Whisky.

Entrecerre los ojos en su dirección, rabia pura filtrándose por mi torrente. ¿Lo que había pasado, una hora atrás, no significó nada para él?, acaso se creía con el derecho de engatusarme para después correr a los brazos de la jodida hija del Don.

Ni de puta coña iba a dejar que un capullo me tratara como algo desechable.

Le hice una peineta con el dedo, antes de murmurar un Jodete, lo suficientemente gesticulado como para que lo entendiera.

Su mirada divertida me hizo estallar.

A este juego pueden jugar dos capullo.

Tambaleandome me dirigí a la pista de baile, cerré los ojos dejándome llevar por el ritmo, moviendo el cuerpo de una forma erótica, incitadora. No pasó mucho rato hasta que unas manos se aferraron a mi cintura, un cuerpo masculino siguiendo el ritmo.

Me giré lentamente, una sonrisa sugerente pegada a mis labios.

—Hola, muñeca.

Por lo que podía apreciar bajo las luces cambiantes, el hombre que tenía enfrente era lo suficientemente atractivo como para pasar el rato. Había algo en sus ojos, un toque de oscuridad que hizo encender una alerta en alguna parte de mi cerebro, no le hice caso. Demasiado borracha como para darle voz a mis instintos.

—Hola, guapo.

Bailamos pegados unos minutos, minutos en los que yo solo podía pensar en la mirada furiosa que me quemaba el cuerpo.

Quedate con tu m*****a Italiana…

Una carcajada se escapó de entre mis labios, manos masculinas me recorrían, no lograba sentir ni una chispa de necesidad.

—¿Quieres ir a mi coche?.

Se me acercó al oído, murmurando sensualmente. Aferrandose a mi cintura con fuerza.

Sonreí en medio de la bruma de ebriedad.

—No suelo montarme en los coches de chicos a los que no les conozco ni el nombre.

—Me llamo, Aaron. — Aferró mi mano entre las suyas. —Ahora que lo sabes, puedes venir conmigo.

No opuse resistencia cuando comenzó a jalarme fuera del Club, apenas podía coordinar mis propios pasos tambaleantes.

Pero quería esto, ¿Lo quería?, o ¿Solo deseaba cabrear a Kostya?.

Realmente no tuve mucho tiempo para pensarlo cuando llegamos al asiento de atrás de un reluciente Camaro, Aaron abrió la puerta sentándose con las piernas abiertas, jalándome de tal forma que termine encima suyo.

Sus labios tocaron los míos con desesperación, le respondí al beso hambrienta. Besaba bien, pero no lo suficiente para borrar el recuerdo de Kostya.

Enfadada me mesi encima de la dureza que vibrara entre mis piernas, aun gemido ahogado me abandono. Estaba sensible, y caliente, pero no por el hombre que bajaba la copa de mi vestido, metiéndose uno de mis pezones en la boca. Estaba caliente por un bastardo que me confundía, me hacía odiarlo, y desearlo como nunca había deseado nada en el mundo.

—Joder, que delicia.

Me deje llevar por las palabras, por el roce de una lengua en mi cresta dolorida. Abrí los ojos jadeando, un movimiento en el lateral del coche me sacó de la nube de pasión.

Una mano enguantada, un arma con el silenciador puesto, una mirada de muerte.

—!No, Kostya!.

Tarde, la puerta fue abierta con brusquedad, el silenciador me acarició la mejilla dejándome helada, antes de que la bala saliera disparada dando en medio de las cejas de Aaron.

Sangre salpicó mi cara, mi vestido, mis pechos.

Me quedé estática en mi lugar, los orbes como platos mirando al hombre que segundos atrás me acariciaba, ahora muerto. Su cuerpo aún caliente, sus manos en mis caderas.

Una mano firme me sacó del coche, cerrando la puerta con tanta violencia que el vidrio se hizo añicos.

Las piernas me temblaron, observe cómo el demonio se me acercaba, jamás había visto una expresión tan cabreada en alguien, deformandole las facciones, haciendo de ellas algo aterrador.

Recule hasta que mi espalda tocó el frío de una pared, Kostya me encerró con su cuerpo, poniendo su rostro a unos centímetros del mío.

—Te lo advertí, Nica. — Desenrosco el silenciador con lentitud, guardandolo en el bolsillo de la americana. — Hombre que te ponga una mano encima, será hombre muerto.

Algo frío resbaló por mi mejilla, filtrándose por mis labios entreabiertos, probé el sabor metálico de la sangre en mi lengua.

Sangre del hombre que me estaba besando dos minutos atrás, sangre del hombre que ahora estaba muerto, dentro de su coche, por mí culpa.

Las arcadas hicieron acto de presencia, no pude contenerlas.

Me doble por la mitad y vomite violentamente sobre el caro traje de Kostya, una maldición se filtró por mi sistema antes de perder el conocimiento.

Capítulos gratis disponibles en la App >

Capítulos relacionados

Último capítulo