Capítulo 28
Aitana habló con total serenidad, sin mostrar ni un ápice de temor. Simplemente levantó la mirada y observó al hombre frente a ella con indiferencia. Aunque sentía una clara amargura en el pecho, la reprimió con fuerza.

¿Cómo no iba a doler? Habían vivido juntos durante tres años y Thiago ni siquiera conocía su verdadera naturaleza. Ella jamás se rebajaría a hacer movimientos mezquinos entre bastidores. Sin embargo, a los ojos de Thiago, era precisamente así de vil. Qué ironía.

El rostro de Thiago estaba helado, sus pupilas negras ocultaban un frío intenso, sin rastro de la compasión que alguna vez tuvo por ella.

—Victoria y tú son cercanas, ¿acaso no fue por ti que acosó a Yaritza?

Aitana seguía pinchando la fruta del plato con el tenedor; varias fresas ya estaban casi destrozadas.

—¿No es posible que Victoria simplemente deteste a las amantes y las hijas ilegítimas? —lo miró sin miedo ni vacilación—. Victoria siempre ha detestado a las amantes e hijas ilegítimas porque su mejor amiga
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