Thiago, sin decir palabra, hizo que José encontrara un lugar para estacionarse y llevó a Aitana a la calle de puestos.La calle estaba llena de pequeños restaurantes que, quizás por estar cerca de la Universidad Nacional, mantenían una apariencia limpia. A ambos lados había puestos de comida con ceviche, tamales, arepas, arroz chaufa, tallarines saltados, anticuchos, chicharrones y más. También había restaurantes de comida criolla, picantería y fondas de caldos.En la estrecha calle, la gente caminaba hombro con hombro.Thiago, con su costoso traje y rostro severo, su figura alta y su imponente presencia, parecía fuera de lugar en esta calle de comida, aunque destacaba notablemente.A su lado, Aitana, con su figura esbelta y elegante, y su rostro hermoso y radiante, atraía constantemente las miradas de los transeúntes.Afortunadamente, todos asumían que eran pareja, así que nadie se atrevía a acercarse para pedir contactos, dejándolos en paz.En contraste, José, que había estacionado y
—Thiago regresó—llegó el mensaje de su mejor amiga mientras Aitana estaba conectada al suero.Hizo una pausa. Después de un mes sin hablarse, no habían cruzado ni una palabra. Ni siquiera sabía que había regresado.Otro mensaje apareció: —Y no vino solo, trajo a una chica.Enseguida le llegó la foto. Era su media hermana, Yaritza Quiroga, quien fue criada en el campo.—Van a hacer una fiesta de bienvenida para los dos. ¿No quieres ir a confrontarlos? —insistió su amiga.Conociendo el carácter de Aitana, si Thiago se atrevía a provocarla, ella respondería con el doble, incluso sería capaz de incendiar la mansión Quiroga.Aitana se miró el brazo, inflamado y rojo en el punto del intravenoso. Llevaba tres días hospitalizada con fiebres altas. Desanimada respondió—:—No iré.Cerca de las diez de la noche, regresó a su casa en taxi. Intranquila se durmió, y despertó cuando llegó Thiago.—¿Te desperté? —preguntó él.Thiago, en traje formal, pero arremangada la camisa, la miraba flemático,
Al regresar de su licencia médica, Aitana encontró cambios en la oficina y sus colegas comentaban con malicia:—Directora Quiroga, ¿se ha enterado de las novedades? Tenemos una nueva secretaria que, casualmente, también se apellida Quiroga. Aunque esta jovencita es... digamos, un caso particular.El rostro de Aitana se congeló. ¿Thiago había designado a Yaritza como su reemplazo?Poco después, Thiago la convocó a su oficina.—Ya que insistes en permanecer en la empresa, el puesto de secretaria personal ya no es apropiado para ti. El gerente de proyectos fue trasladado a una filial, así que hay una posición disponible.Aitana comprendía perfectamente la situación. Thiago siempre había sido directo en estos asuntos. No permitiría que su presencia como secretaria incomodara a Yaritza.Más que un reconocimiento a sus capacidades, era simplemente una manera de evitar tensiones con Yaritza.—Entiendo —respondió ella con serenidad.Thiago frunció el ceño:—Yaritza acaba de graduarse y carec
Aitana sintió una punzada en el pecho, pero mantuvo su tono sereno:—Le advertí a la señorita Quiroga, lo cuidadosa que debe ser, específicamente, al recibir las mercancías, pero si duda de mi palabra, hay cámaras de seguridad y podemos revisar las grabaciones.El rostro de Yaritza perdió todo color.—Aitana... qui-quizás estaba distraída y no presté atención. Por eso cometí este error —balbuceó con lágrimas en los ojos, proyectando una imagen de fragilidad.Aitana la ignoró y frunció el ceño:—No podemos permitir que Horizonte nos engañe con un envío valorado en millones de dólares. Me encargaré personalmente de la mercancía, pero la empresa tiene sus protocolos y Yaritza deberá asumir la responsabilidad según el reglamento.Aitana abandonó la oficina para ocuparse del problema.Desde un punto de vista legal, una vez firmada la recepción, sus opciones eran limitadas. Sin embargo, el director de Horizonte era David Ortiz, y los Ortiz tenían otro hijo, Alberto, el segundo, conocido por
Aitana apretó la prueba de embarazo:—Todavía no estoy segura.Su período se había retrasado y con los síntomas recientes, tenía sus sospechas.—Si estás embarazada... ¿qué harás? —Patricia la miró preocupada—. ¿Thiago lo aceptaría?Aitana bajó la mirada. Thiago no querría que tuviera este hijo. Ya estaban divorciados. Un bebé no sería bueno para nadie. Aunque... alguna vez había soñado con tener un hijo suyo.—No lo tendré —respondió después de una larga pausa—. No tiene sentido mantener lazos ni forzar las cosas. Si estoy embarazada, abortaré.El hijo que esperó durante tres años... ahora ya no era el momento.Aitana no se hizo la prueba inmediatamente. En vez de eso, fue con Patricia a tomar unos tragos suaves.Al día siguiente, en la oficina, recordó la prueba. En el baño, se quedó paralizada al ver las dos rayitas, estaba embarazada del hijo de Thiago... Palideció.Justo entonces alguien entró. Asustada, tiró la prueba a la basura, pero sus dedos temblaban. ¿Realmente iba a aborta
Aitana lo miró con serenidad:—No le debo nada a Yaritza ni a usted, señor Urrutia. En el trabajo, solo soy su superior, y en lo personal, cuando su madre se volvió a casar y Yaritza apareció, mi madre, como lo hubiera hecho otra en su lugar, no la aceptó. Sin embargo, la envió al campo, sí, pero le pagó todos sus gastos. Ni profesional ni personalmente le debo algo. ¿Por qué tendría que considerarla o ceder ante ella?El silencio llenó el auto.Thiago la observó. Llevaba un vestido sencillo que resaltaba su cintura delgada. Su rostro elegante mantenía esa frialdad característica, sus ojos claros y serenos. Aitana poseía una fuerza y determinación que casi hacían olvidar su deslumbrante belleza.—Lo siento, me equivoqué —dijo Thiago rompiendo el embarazoso silencio—. No debí pedirte que cedieras por Yaritza —continuó él con voz suave—. Aitana, eres una mujer excepcional. Incluso después del divorcio, mereces vivir tu vida.Aitana apretó los puños, conteniendo las lágrimas. Debía admiti
—Señor Urrutia, aquí está la propuesta del señor Ortiz. Aitana ingresó con expresión serena, apenas dirigiendo una mirada a Yaritza mientras depositaba los documentos en el escritorio de Thiago.Alberto había propuesto este contrato de forma casual, aunque su oferta denotaba un verdadero interés en obtenerlo.Thiago, con él en mano, veía a Aitana intrigado. Bella, esbelta, siempre elegante. y esa extraña combinación entre fragilidad y fortaleza complementaban ese aura único que de ella emanaba. Y el gran interés de Alberto en esa colaboración evidenciaba cuanto interés tenía por ella. —Alberto te está cortejando —comentó Thiago con tono neutral, como un jefe hablando con su empleada.¿Cortejando? Las atenciones de Alberto difícilmente calificaban como cortejo.—Señor Urrutia, eso es un asunto personal —respondió ella.Y realmente lo era, ellos ya estaban divorciados. —Thiago, es normal que Aitana tenga pretendientes disputándosela, eventualmente alguno ganará. Además, ahora ne
Si se filtraba información confidencial del grupo Urrutia, la indemnización sería astronómica.Los guardias, preocupados se le acercaron a Yaritza para que saliera, pero esta corrió hasta Aitana y, desmesurando sus grandes ojos de gato expresó:—Hermana, no puedes tratarme así.Como si Aitana hubiera cometido un grave error.¿Hermana? Qué ridículo, ¿qué clase de hermana era ella para Yaritza?—Yaritza, mi madre solo tuvo una hija. No merezco que me llames hermana —dijo Aitana con frialdad—. Esta es una reunión del departamento de proyectos. Si no es importante, retírate. No interrumpas nuestro trabajo.—¡Aitana, no vine a interrumpir, solo quería disculparme! —insistió Yaritza con aire de rectitud, mientras Aitana se mantuvo indiferente—. No fue mi intención estar con Thiago. Si hubiera sabido de tu relación con él... ¡Ay, lo siento! ¡No quería decir eso! ¡Solo vine a disculparme! ¡Lo digo sinceramente! —balbuceó Yaritza.¿Sinceramente? Más bien parecía sinceramente decidida a humillar