Capítulo 29
Aitana soltó una risa suave: —Sí, es exactamente lo que hiciste.

—Por Yaritza, me sacaste del departamento de secretaría, me convertiste de secretaria en gerente de proyectos.

—La víctima debe evitar al agresor, la víctima debe perdonar al agresor, la víctima no puede vengarse del agresor... —mientras hablaba, su sonrisa se hacía más amplia—. Señor Urrutia, ¿no te parece ridículo cuando lo escuchas?

Thiago la miró, quedándose en silencio.

Aitana no lo presionó, solo sonrió nuevamente y se sirvió algo de té para neutralizar el dulzor del postre en su boca. Aunque su boca sabía dulce, su corazón estaba amargo.

—Lo siento, no lo consideré bien. Parece que lo de hoy fue iniciativa propia de Victoria —dijo Thiago suavizando su tono.

Cuando lo vio dispuesto a marcharse, Aitana dejó la taza sobre la mesa con un ruido notorio.

—Espera. No vayas a buscar a Victoria —cuando Thiago se giró, continuó—: No reabras sus heridas.

Las heridas de Victoria eran su buena amiga que había sido empujada al s
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