Capítulo 26
—Soy yo —Victoria la miró con desdén, con una actitud soberbia.

Yaritza dejó los palillos y se enderezó, mostrando una dulce sonrisa: —Victoria, qué casualidad.

—No es casualidad —Victoria sonrió fríamente—. Vine específicamente a buscarte.

Yaritza quedó perpleja, sin hablar, sin entender por qué Victoria venía a buscarla.

—Solo quería ver qué clase de mujer aprende las tácticas de su madre, sigue sus pasos, y se convierte en la tercera, interfiriendo en el matrimonio de otros.

Victoria la miró con frialdad, cada palabra llena de sarcasmo, sin poder ni esbozar una sonrisa burlona.

Yaritza mantenía su sonrisa dulce, pero no dejaba de examinar a Victoria.

Como señorita de los Urrutia, estaba más elegante que nadie.

De pies a cabeza, desde su vestimenta hasta su porte, era el ejemplo perfecto de una dama de sociedad.

Cuando iba a decir algo, Victoria se burló: —Vine especialmente a verte de cerca, y no eres nada especial. No sé qué vio en ti mi primo ciego.

Al siguiente momento, antes de
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