Aeropuerto
Catania- Fontana rossa - Catania (sicilia)Caminaban tomados de la mano, ambos con abrigos de cuerpo completo y lentes oscuros, cada uno con un niño en brazos, mientras miraban hacia todos lados, asustados o nerviosos apesar de que intentaban aparentar que todo estaria bien.
Él hombre se detuvo en la puerta de embarque de la aerolinea Alitalia, besando las manos de la mujer susurró un par de oraciones en un fluido italiano, soltandose de su agarre la mujer acaricio la mejilla de su marido con ternura, sus ojos llenandose de lagrimas mientras él limpiaba las que se derramaban.
—¿Estás seguro? —preguntó ella con duda, el hombre a su lado asintió.
—Stefano dijo que si nos dividimos será más difícil que nos rastreen — murmuró limpiando otro par de esquivas lagrimas.
—No quiero separarme de ti. —El bebé dormido en los brazos de la mujer se removió y ella lo acunó hasta que volviera a dormir.
—Yo tampoco, amor. —Él acarició su mejilla—. Pero es mi manera de protegernos a todos, mi hogar ya no es seguro. — se lamentó el hombre.
—Debiste callar —dijo ella sin un apice de reproche o culpabilidad, el hombre negó con la cabeza.
—No podia callar cara mía, ayer fueron ellos, mañana podriamos ser tu o yo... quizá los niños.
—Él no sería capaz de dañarnos, te ama.
—No, no lo conoces como yo, para Alessandro esto es traición, él no va a perdonarme nunca, nunca me dejará volver a Italia. esto es lo mejor. —ella negó con la cabeza — ¿no eras tú la que no quería que los niños crecieran en ese mundo? Sicilia ya no es segura, ni siquiera para la familia.
—Alessandro esta loco, pero es tu hermano.
“Pasajeros con destino a Nueva York, favor abordar la puerta número cinco”.
Se escuchó desde los altavoces.
—Hermano o no, lo traicione y eso en nuestro mundo se paga con sangre. —acarició los brazos de la mujer — ¿Tienes la dirección que me dio Stefano de la casa? —Ella asintió con un gesto—. ¿Recuerdas tu nuevo nombre? —Afirmó nuevamente—. Dímelo.
—Ya no soy más Cara, ahora mi nombre es Alexandra y él es Tyler —Sus ojos observaron la cabeza con poco pelo de su bebé—. Tú sigues llamándote Domenico, y él —señaló al bebé— ahora se llama Jameson, ya no somos de apellido Rinaldi, ahora nuestro apellido es Shields —Él confirmó con un movimiento de cabeza.
—Bien bebé, no lo olvides, eres Alexandra Shields, la esposa de un magnate hotelero español, un hombre te estara esperando en el aeropuerto de Nueva york, a él tendras que darle la dirección que Stefano, nos proporciono, yo llegaré un poco despues, pero te llamaré al telefono del hombre de Stefano tan pronto aterricé.
Ella asintio.
La última llamada a abordar de los pasajeros con destino a Nueva York volvió a escucharse. El hombre suspiró y ella también.
—No tengas miedo… Estaremos bien una vez lleguemos a nuestra nueva vida, vamos a hacer todo aquello que no nos era permitido.
—Lo sé.— ella se acercó a él besandolo.
—Te amo, vita mia, pronto acabará todo.— murmuró él hombre sobre sus labios
—Te amo, Domenico. —La mujer dejó un beso en la cabeza del bebé que sostenía el hombre dentro del cargador atado a su pecho—. Te amo, mi pequeño James.
—¿James?
—Me gusta mas que Jameson, podemos llamarlo James. —él asintió.
—Cuida de ti, cuida de Ty
—¿Ty?
—Bueno, me gusta como suena. — ella sonrió y él juró grabar esa pequeña sonrisa durante las horas de viaje que tenian por delante. La atrajo a sus brazos tanto como los bebés colgados en sus pechos lo permitieron, besó su frente con reverencia, pronto estarían en América, pronto estarían lejos de todo—. Nos vemos en doce horas.
—Catorce, mientras tomas tu vuelo y te reunes conmigo en casa.
—Pensaré en ti cada minuto, te amo más que mi vida, estoy haciendo esto por nuestra familia… —ella asintió.
Se dieron el ultimo beso y mientras ella caminaba hacia la puerta por donde se despacharia su vuelo él la observó caminar y no se movió de su lugar hatsa que ella no desapareció en el tunel que la llevaria hasta el avión, el medio de trasporte que los haria libres.
habia hecho algunas inversiones, llevaba meses dandole oportunidades a su hermano de cambiar, pero Alessandro no cambiaria y él no iba a permitir que sus hijos crecieran con miedo dentro de su propia familia.
No fue hasta que ya no pudo ver más a su mujer, que sonrió hacia su hijo dormido entre su pecho y el cargador.
—Tengo suficientes biberones para ti, Jameson, no culpes a mamá por quedarse con Tyler ha estado enfermo estos últimos días y ella es mucho mejor que yo. Desearía que pudiésemos viajar todos juntos. —Miró una vez más hacia la puerta— pero es peligroso, sé que mamá y Tyler estan en buenas manos, y en catorce horas podras prenderte de su pecho como tanto lo amas, solo es esperar un poco hijo.
Mirando su reloj de pulsera se dio cuenta que tenia un poco de tiempo antes de abordar su vuelo, pero po seguridad prefirio caminar hacia su sala y sentarse en una de las sillas mientras esperaba.
su telefono sonó justo cuando lo hacia.
—Steffano.
—Esta hecho Domenico, sin embargo tengo malas noticias para ti.
Se llevó la mano al rostro y suspiró con pesar. — él esta...
—Escapó... ¿Alexandra ya tomo su vuelo?
—Sí, yo estoy en la sala de espera.
—Bien, al menos saliste de todo esto, vamos a buscar a Alessandro hasta debajo de las piedras, Dom, él caera. llamaré a mi contacto en Nueva york para que tenga todo listo para Alexa y el bebé.
—Gracias hermano.
—Gracias a ti.
Colgó la llamada y respiró profundamente, se alegraba que toda la pesadilla estuviese a punto de terminar, todo estaría bien una vez llegaran a América, se aseguraría que nunca más estuvieran separados.
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Empiezo una nueva historia que sea completamente de su agrado, si les gusto dejenme dicho que les parecio el comienzo y sus teorias, me encanta leerlas, tambien rueden la voz, el boca a boca nos ayuda mucho.
Las Vegas, Enero de 2021. 27 años despues... Jameson... Había una chica de grandes pechos observandome desde la parte norte de la mesa, sonreí guiñandole el ojo sin importarme la mujer sentada a mi lado, ella, lamió su labio inferior en una clara invitación, llevaba más de veinte minutos coqueteando. Tomé los dados de la mesa y Kate, se apretó a mi traje de siete mil dólares, haciéndole arrugas, plenamente consciente del coqueteo entre la rubia y yo, mi ego se vanagloria ante su marca de posesión, pero algunas veces mi ego y yo no nos llevamos muy bien; así que, me removí haciendo que se separara de mí, ella entrecerró los ojos mientras le di mi sonrisa cínica. Ni siquiera entendia el sentido de su molestia, ella sabía perfectamente cuál era su lugar en mi vida. —¡Vamos, baby, tú puedes, amor! —susurró en mi oído y yo besé los dados antes de lanzarlos; como en una sucesión en cámara lenta, los vi en el aire… cayendo sobre la mesa, mostrando claramente el doble seis que necesitab
Jameson —Quiero ir a las ruletas —avisó Jackson. Yo quería una línea. —Pero, bebito… —Sasha intentó ser seductora, mientras sus manos tomaron la corbata de Jackson—. Has perdido un montón de dinero; además, casi son las cuatro de la mañana. —Tiró del pedazo de tela, y la vena en el cuello de Jackson se hinchó—. Mejor nos vamos a la habitación y te doy lo que te gusta… —Mordió su oreja en un tonto intento de seducirlo, conocía muy bien a Jackson y Kate también y estaba causando todo menos excitación en mi amigo. —Jameson... —murmuró Kate a mi oído, con temor, justo cuando Jack tomaba a Sasha del brazo y barbilla, apretándola con fuerza. —¡A mí nada ni nadie me manda, menos tú, idiota! —El agarre en su brazo se apretaba y Kate lo hacía en el mío, yo quería divertirme un rato, así que esperé—. ¿Quién te crees que eres?, ¿¡mi puto padre!? —gritó mi amigo—. A ti no te debe importar cuánto estoy perdiendo sino los todo el dinero que te voy a pagar. —Jameson… —Chasqueé mi lengua a Kate—
Jameson. Al día siguiente, desperté pasado el mediodía, gracias a los insistentes timbrazos de mi celular, miré la pantalla para observar quién osaba interrumpir mi sueño, el nombre de mi padre brillaba como si tuviera luces de neón. Volví a colocar el celular en la mesa, realmente no me daba la gana discutir con Domenico hoy. En cambio, observé a Kate desnuda a mi lado y recuerdos fugaces de la noche anterior casi hacen que me quede en cama junto a ella, negando con mi cabeza salí de la cama y me encaminé hacia el baño, cada segundo que permanecía ahí, perdía dinero y, si había algo que no me gustaba… era perder. Yo siempre ganaba, era un puto rey, uno que no necesitaba una corona para hacer lo que quisiera con solo un chasqueo de dedos. Luego de una larga y relajante ducha, salí del baño solo con una toalla amarrada a mi cintura, sonreí al ver mi cama vacía, Kate era la mejor, por eso llevabamos tanto tiempo juntos, ella conocia mis manias, mis reglas, ella sabía perfectamente que
Tyler El restaurante se encontraba a reventar, como casi todas las noches; en Las Vegas, los empresarios más importantes se reunían allí para finiquitar negocios o pasear con mujeres atractivas, siempre era lo mismo, estaba atendiendo una mesa cuando sentí mi celular vibrar en mi bolsillo, miré sobre mis hombros,buscando con la mirada alguien que pudiera cubrirme, me había manchado la camisa con vino, pero había estado tan ocupado que no habia podido cambiarme, sin embargo tenia que contestar. Hugo uno de los meseros entendió mi mirada; así que, él se quedó tomando mi orden, corrí hasta la cocina saliendo al callejón detrás del restaurante para contestar la llamada al notar quién era. —¡Papito! —El grito de Mia me hizo apartar el teléfono del oído, a pesar de eso, amaba que estuviera tan enérgica. eran pocas las ocasiones que podia escuchar a mi bebé así de feliz. —¿Cómo está la princesa de papá? —pregunté a mi niña bonita. —Bien, papi, hoy no fui al colegio, la nariz me sangró ot
Tyler Entré a la cocina buscando al chef, el pobre estaba completamente atareado con el servicio, sus ayudantes estaban trabajando a mil. Hablamos rápidamente de “La presa” y me entregó el pedido de la mesa quince, estaba entregando dicha comanda, cuando vi a el señor Stanfort salir de su oficina y hablar con un hombre que estaba de espaldas a mí, una hermosa mujer de cabellos de fuego, lo acompañaba; era alta, delgada y con una piel casi traslúcida… vestía un abrigo de piel, que a leguas, se veía que costaba un año entero de mi sueldo. Llamé a Erick, otro de los meseros y lo presenté con los comensales de la mesa quince y peiné mi cabello con mis manos antes de dirigirme al reservado dos, en donde me esperaba mi jefe, con el niño rico y la mujer hermosa. —Bueno, mi querido Jameson, te dejo en compañía de uno de mis mejores empleados. —Suspiré, levemente nervioso, ubicándome a un costado de la mesa y entregando las cartillas del menú. —Buenas noches, bienvenidos al Todd Olives, mi
James —¿Lo viste? ¡Es idéntico a ti! —exclamó Kate, cuando el mesero se marchó. Miré hacia un lado quitando la mugre de mi hombro—. ¡James! —Tiene tanto pelo en la cara que pensé nos habían enviado un simio como mesonero, ¿y viste sus lentes...? —Kate arqueó una de sus cejas con incredulidad—. Está bien, nos parecemos, pero no somos iguales. —Tomé la copa y caté el vino, cada gota de este borgoña valía lo que costaba—. Le falta clase. —Ella se inclinó hacia adelante. —Sabes a lo que me refiero… Si no te conociera desde hace más de diez años, diría que es tu hermano. —Mi madre murió mientras yo nacía, a menos que Domenico tenga un hijo del que yo no sepa su existencia, soy hijo único —le recordé, pero no podía evitar la curiosidad hacia el mesero, podría decir que prácticamente me había encontrado con mi doble. —Lo sé, pero… —Arqueé una de mis cejas—. Son como dos gotas de agua, diría que exactamente iguales. Golpeé la mesa con la copa, completamente molesto por sus comparaciones
James —Al Stratosphere Tower, serás mi talismán de la suerte nuevamente. —Tomé su barbilla con mis dedos—. ¿Tienes las bragas vibradoras? —Tú me ordenaste que me las colocara —susurró, acercando su boca a la mía—. Yo vivo para complacer a mi hombre. —Su lengua se deslizó por mis labios y la atrapé con mis dientes, reteniéndola por unos segundos. —Bien, porque cada vez que pierda, la encenderé… —Me gusta el castigo, si luego, me vas a recompensar —retó ella con coquetería, solo le di mi sonrisa ladeada levantando mi copa una vez más—. James. —El rictus serio de su boca, me dijo que necesitaba algo de mí—. ¿Has sabido algo de Jack? —Jackson, su nombre es Jackson… —Lo sé, no es que esté interesada en él o algo, es solo que la habitación estaba organizada esta mañana, lo que me indica que Sasha no pasó la noche ahí y, cuando volví seguía igual, estoy preocupada, él estaba muy drogado anoche. Comí un poco de mi comida, gimiendo por los sabores antes de contestar. —Jackson es indifen
Jameson Abrí los ojos maldiciendo al percatarme que no habia cerrado las persianas de la habitacióin la noche anterior mi celular sonaba estridentemente y la cabeza me latía como si tuviese un taladro haciendo orificios en mi cráneo, recordé la conversación con Kate, la cachetada y la manera en cómo me fui dejándola en la entrada del casino. El celular volvió a sonar y me senté en la cama, llevando las manos a mi cabello y peinándolo hacia atrás, necesitaba un corte. Tomé el celular observando el nombre de mi padre en la pantalla, era más de las nueve de la mañana, por lo que supuse que al final no llegaría a la hora acordada con él, dejé que la llamada se fuera a buzón, imaginando a Domenico furioso en su oficina, tenía un mensaje de W******p de Kate Al menos sabía que llegó bien al hotel, lo abrí rápidamente. “Llámame cuando regreses, lamento haberte hecho enojar anoche.” A pesar de que no quería ver a mi padre, me di una ducha rápida y conduje hasta el aeropuerto, el avión priva