Jameson
Abrí los ojos maldiciendo al percatarme que no habia cerrado las persianas de la habitacióin la noche anterior mi celular sonaba estridentemente y la cabeza me latía como si tuviese un taladro haciendo orificios en mi cráneo, recordé la conversación con Kate, la cachetada y la manera en cómo me fui dejándola en la entrada del casino. El celular volvió a sonar y me senté en la cama, llevando las manos a mi cabello y peinándolo hacia atrás, necesitaba un corte. Tomé el celular observando el nombre de mi padre en la pantalla, era más de las nueve de la mañana, por lo que supuse que al final no llegaría a la hora acordada con él, dejé que la llamada se fuera a buzón, imaginando a Domenico furioso en su oficina, tenía un mensaje de W******p de Kate
Al menos sabía que llegó bien al hotel, lo abrí rápidamente.
“Llámame cuando regreses, lamento haberte hecho enojar anoche.”
A pesar de que no quería ver a mi padre, me di una ducha rápida y conduje hasta el aeropuerto, el avión privado de Domenico ya estaba esperándome en el hangar, di una mirada al piloto cuando me senté y la azafata me trajo un Jack doble.
Mientras volábamos, encendí la laptop y me distraje revisando correos electrónicos y movimientos de la bolsa de valores, ya que tenía mis propios negocios fuera de los ilícitos.
Una vez en Nueva York, Henrry, el chofer de la familia, me esperaba. Henrry era alto, tenía más de sesenta años, pero se encontraba en forma tenía el porte de un jodido militar. Sin embargo, yo había revisado sus antecedentes infinidad de veces, y solo fungió como obrero, jardinero, entre otros trabajos desde que vino desde Suramérica.
—Henrry
—Joven Jameson, es un gusto tenerlo nuevamente en casa.
—Es James, Henrry, —pedí, mientras me subía al coche, cerró la puerta y se subió rápidamente—. ¿Hay alguna pista del paradero de tu nieta? —Hice la pregunta que siempre hacía cada vez que veía al hombre. La nieta de Henrry desapareció hace más de seis años, una lástima, porque estaba seguro que podía llevarla a la cama, una vez incluso casi lo logro.
—No, señor, es como si a mi niña se la hubiera tragado la tierra, nunca entendí por qué huyó.
—Paciencia, hombre, ella aparecerá —respondí, podía ser un hijo de puta con todo el mundo, pero no con Henrry y mi Nonna–, creo que eran las únicas personas que me habían tratado con respeto y cariño sin pedir nada a cambio. Kate estaba a mi lado por dinero, al igual que Jack.
Recordando que lo había dejado al frente de nuestros negocios le envié un mensaje a Jackson. más le valía a ese hijo de puta cuidar bien de todos mis negocios mientras yo atendía los caprichos de mi padre.
—¿Sabes dónde está Domenico?
—Su padre lo espera en la mansión, si me disculpa, no le va a gustar nada el moretón en su rostro.
—¿Cuándo me ha importado la opinión de mi padre? Tú solo llévame ahí, de lo demás me encargaré yo.
Iba a guardar mi celular cuando este comenzó a sonar.
—¿En dónde andas, pendejo? —gritó Jackson.
—En Nueva York, asuntos que atender con Domenico. —Mi tono de voz era de completo aburrimiento, odiaba verme con mi padre.
—Te ves hermoso en la primera plana del periódico. —Se rio con burla—. ¿Qué pasó con el imbécil de Markle?
—Lo mismo de siempre, no soporta que me haya follado a su mujer. —Lo que Bastian no soportaba, era el hecho de que filmé y luego envié el video con su mujer gimiendo mi nombre… Realmente esperaba que no se casara. Pero Markle era un debilucho—. Jackson, estoy entrando a la mansión, te llamo luego, hablé en serio cuando te envié el mensaje, mantén los negocios andando y tu perfil bajo. No consumas m****a mientras no estoy. —Terminé la llamada a la par que Henrry aparcaba detrás de la fuente y suspiré antes de bajarme del coche.
—Trae mi equipaje, Henrry. —Subí las escaleras de la entrada y una chica guapa de cabello negro y labios gruesos abrió la puerta, extrañé que mi Nonna no fuese quien lo hiciera.
—¿Tú quién eres?
—Yo soy…
—Shaila. —Alcé la vista y observé a mi padre bajar de las escaleras—. Ella es la nueva empleada. Shaila, el joven con la falta de modales, es mi hijo, Jameson Dominic Shields
—Padre…
—Sin falsos sentimientos ni hipocresías, Jameson, acompáñame, tengo cosas que atender.
—Hasta luego, linda. —Me bajé las gafas y le hice un guiño, podría jurar por la forma en la que me miraba, que sus bragas estaban empapadas.
Seguí a mi padre que me esperaba en la entrada de su despacho, una vez estuvimos dentro, me senté en uno de sus sillones, porque sabía que los reproches serían muchos.
—Siempre haces lo que te viene en gana, ¿cierto, Jameson? —reclamó mi padre, sentándose en su trono—. Es más de mediodía, te dije que te quería aquí a las nueve de la mañana.
—Buenos días, padre, yo estoy bien, me alegra saber que tú también, creo recordar que te dije que vendría a las once, pero tuve problemas con mi itinerario y es James.
—¿Con quién te peleaste esta vez? —Señaló mi labio.
—¿Importa? —Caminé hacia el bar y me serví un trago, iba a necesitarlo si tendría una conversación con mi donador de esperma—. Domenico, habla ya, terminemos esto pronto así puedo volver a Las Vegas, aunque no lo creas tengo negocios que atender. —Copa en mano me senté frente a su escritorio—. ¿Qué quieres de mí?
—Bien, hablaremos claro, he querido esperar a que sientes cabeza, Jameson, si tu madre estuviera viva, muy seguramente…
—Muy seguramente se habría muerto al ver tu comportamiento. —Completé la frase, la conocía como la palma de mi mano, me quité los lentes y él me miró asombrado.
—De verdad que no lo entiendo, mira tu ojo, tienes casi treinta años y sigues arreglando tus problemas a golpes, como si fueses un crío de quince… Pensé que la escuela militar te haría madurar, pero lo que hizo fue…
—Lo que hizo, fue mostrarme al verdadero tú y hacer renacer mi verdadero yo. —No me gustaba recordar mis dos años en Rusia y lo vivido en ese maldito lugar.
Vi a mi padre respirar profundamente, Domenico se notaba más ojeroso y pálido que la última vez que lo vi—. Como te decía, he querido esperar a que sientes cabeza, pero como tú no pones de tu parte, creo que ha llegado el momento de que haga algo e intente enmendar tu vida, he hablado con Anthony Stewart, Shields &Stewart van a fusionarse.
—¿Estás teniendo problemas de liquidez? —Mi padre negó—. ¿Stewart? —Volvió a negar.
—No entiendo por qué quieres fusionarte con ellos, entonces.
—Porque era algo que estaba pactado antes que se te ocurriera la brillante idea de herir a Isabella Stewart.
Bufé, ella había venido a mí muy fácilmente.
—Necesitamos ser más competitivos, aumentar nuestro portafolio de servicios.
—¿Y buscas aliarte con Stewart Enterprice? —La ironía se filtró en mi voz—. ¿En serio? —Llevé la copa a la boca.
—Necesito que nuestra empresa tenga socios que no permitan que la mandes a la m****a, una vez que yo no esté para contenerte.
—Okey, tendré que lidiar con eso cuando la parca decida que ha llegado tu tiempo…
—Quizá sea en menos tiempo. —Lo miré sin entender. ¿Acaso Domenico estaba muriendo? Joder, tendría mucha suerte si eso en realidad estuviera sucediendo.
—La fusión puede durar un año o más… Todo depende de ti.
—Si fuera por mí, esta fusión no se estaría dando, los Stewart arruinaron mi vida… —murmuré a la nada.
—Los Stewart abrieron mis ojos para contigo, es gracias a ellos que no eres todavía peor.
—No vine aquí para rememorar el pasado o para hablar de los Stewart. De hecho, aún no entiendo, ¿qué demonios hago aquí?
—Estás aquí, porque es hora que pagues tu deuda, te casarás con Isabella Stewart. —El whisky salió de mi boca gracias a la carcajada que di.
—Estás loco, Domenico —me burlé—. ¿Yo? ¿Casarme?, ¿casarme con la gorda Stewart? —respondí con mofa, ya que no podía parar de reír.
—Sí, anda, puedes reír todo lo que quieras, pero esto no es una sorpresa, sabías que el día llegaría, es tu pago por lo que hiciste.
—Te recuerdo que ya intentaste hacer eso y ella nos ridiculizo.
—Fue hace mucho tiempo eras un niño en ese entonces, ahora las cosas han cambiado, Isabella está de acuerdo, así que la boda será en un par de meses.
—Repito, estás loco, Domenico, no me casaré, no está entre mis planes hacerlo y menos con la mujer que me hizo pasar los peores años de mi adolescencia. —Serví otro trago, necesitaba tener mis manos ocupadas o estrangularía a mi padre.
—Parte de unir nuestra compañía, se trata de unir a nuestras familias… piensa en este matrimonio como tu redención para esa niña —resoplé, esa mujer no necesitaba redención, necesitaba quemarse en el jodido infierno. —No quería llegar a este punto, Jameson, pero supongo que contigo todo debe ser a la fuerza, seré claro: si no contraes nupcias con Isabella y, pasas mínimo un año casado con ella, invertiré los ochocientos millones de dólares de mi fortuna en la beneficencia.
—¡Estás demente! —Coloqué la copa en la mesa de bar—. ¿Sabes que puedo alegar demencia y anular tu testamento?
—Me he practicado un examen antes de redactar el testamento, el cual arroja que estoy perfectamente bien, no tengo la fortuna que tengo por tonto, Jameson, o te casas con Isabella o te olvidas de la vida de lujo a la que estás acostumbrado… Tienes tus propios negocios, pero nada tan próspero como Shields Hotels & Resort —sentenció con fiereza.
—Eso es tan antiguo, padre, un matrimonio por conveniencia…
—Tómalo o déjalo —precisó, arrellanándose en su sillón.
—¿Esta es tu forma de hacerme sentar cabeza? Papá, no puedes obligarme a estar con la mujer que destrozó mi vida, odio a la m*****a perra.
—¡No te permito que hables así de una mujer! Si alguien destruyó a alguien aquí, te recuerdo que fuiste tú, Jameson…
—Yo no la obligué, no puse una pistola en su cabeza y la presioné…
—Fuiste tú quien… —Papá negó con la cabeza—. No pienso volver al pasado, ni recordarte lo que sé que recuerdas muy bien, lo que hiciste fue bajo y cruel, y deberías estar agradecido de que Massimo no haya puesto una bala en tu cabeza, porque si hubiese sido mi hija, yo lo hubiese hecho… —Domenico cerró los ojos unos minutos—. Hijo, yo también era un libertino, yo también hice cosas de las cuales me arrepentí, cuando tu madre llegó a mi vida, yo no la amaba, también me fue impuesta, pero con ella conocí lo que era amar.
—¡No compares a mi madre con la m*****a de Isabella Stewart! —exploté entre dientes—. Que me case con ella no te asegura que siente cabeza —manifesté, retándolo.
—El amor viene con la convivencia, Isabella es una chica dulce y estoy seguro de que unos meses casado con ella, te harán ver la vida de una manera diferente.
Reí, mi padre estaba completamente loco.
—Sabes, Domenico, no pienso discutir contigo… Si esa es la única estupidez que dirás, me temo que me quedaré menos tiempo del que vaticiné —concluí, caminando hacia mi puerta.
—¡No hemos terminado de hablar! —Seguí mi camino sin mirar hacia atrás—. ¡Jameson, vuelve aquí! —Me fui del despacho, azotando la puerta y caminé en dirección a la salida de la mansión, sin ir con mi Nonna.
—Henrry, llévame al aeropuerto. —Compraría un boleto en el primer avión que saliera a Las Vegas.
Odiaba a mi padre.
Odiaba la m*****a casa.
Pero más odiaba a Isabella Stewart
Tyler Entré a los casilleros de los empleados del restaurante, para un nuevo día de trabajo, estaba agotado por todos los turnos extras que había tomado en la última semana, pero feliz porque al final conseguí todo el dinero que necesitaba Megan. —Tienes una sonrisa bobalicona, por lo que intuyo que estabas pensando en la futura madre mis hijos —aseguró Will, tan pronto me vio y es que mi amigo siempre había tenido un pequeño flechazo con mi hermana, solo que ella no le correspondía—. No es que quiera arruinarte el día, pero el jefe te está buscando. Di un suspiro desganado. —¿Tienes idea para qué me necesita? —La verdad no, pero aquí está el cliente que atendiste la pasada anoche en el reservado, ¿hiciste algo para que el hijo de papi se molestara? —preguntó Will, con un deje de preocupación. Negué, atendí bien a la pareja, a pesar de mi pequeño shock inicial por mi parecido con el hombre, incluso me dejaron una buena propina con la que completé el dinero para Meg.. Me cambié
Tyler Bajé del autobús y caminé por la acera de la localidad de mi pequeña casa; al entrar, reinaba el silencio, chequeé la hora en mi reloj de muñeca, apenas eran las once treinta, por lo cual, Megan y Mia se encontraban en sus respectivas escuelas. Dejé mi bolsa de lona en el viejo sofá de mamá y me encaminé a la cocina, mi estómago rugía, abrí el refrigerador buscando algo de sobras de la noche anterior, Megan acostumbraba a guardarlas en un Tupperware, pero no había nada, tomé una botella con agua y un par de rodajas de pan, antes de volver al sofá. La última semana fue dura, doblé mis turnos, cambiando horarios con mis compañeros para poder tener el fin de semana libre y estar en la obra escolar de Mia. Le di un mordisco al pan y bebí casi toda la botella de agua, luego me acosté a lo largo del sofá, cerrando los ojos, con todo el deseo de descansar un poco antes de que mi torbellino pelinegro llegara a casa; sin embargo, la propuesta de James Shields seguía haciendo eco en m
James Habían pasado varios días desde que le hice mi propuesta a Brown, sin embargo, él no parecía muy interesado, odiaba la moralidad y el orgullo que desprendía ese tipo, como si su estatus social se lo permitiera. Supe por Stanfort, que solicitó un permiso especial y se había marchado a Spring Valley; una pequeña ciudad en el condado de Harris, todavía me molestaba la exorbitante suma de dinero que tuve que darle a Stanfort para que mantuviera mi reunión con el mesero en secreto. M*****a rata asquerosa. Si odiaba algo en la vida, era depender de alguien más, y en este momento dependía de Tyler Brown. Estuve marcándole una y otra vez a su celular, buscando una respuesta —esperaba afirmativa— pero el bastardo seguía enviándome a buzón, la paciencia no era una de mis virtudes, el hijo de puta estaba acabando con la poca que me quedaba, no había opción para él, o aceptaba por las buenas o escarbaría tanto en su pasado, que lo obligaría a que aceptara por las malas. —Jimmy... —Las
James Subí al décimo piso del edificio donde estaba la oficina del detective que contrató mi guardia de seguridad; al parecer, Dcmenico estaba dispuesto a casarme a como diera lugar con Isabella Stewart y yo no pensaba casarme con esa m*****a mujer. Una linda jovencita sentada detrás de un escritorio, fue lo primero que vi tan pronto el elevador se abrió en el piso diez. Caminé hacia la chica, tocando el escritorio con mi uña, para llamar su atención, ella era guapa, muy guapa. —Hola, linda. —Bajé mis lentes, dándole un guiño y ella se sonrojó—. Tengo una cita con Reynar, mi nombre es Jameson Shields. —Un momento. —Levantó el teléfono, habló brevemente con alguien al otro lado de la línea y luego colgó—. Acompáñame señor Shields. —Se levantó de la silla y observé su trasero sin disimular, buena figura, un diez en trasero y una cintura que no tenia nada que envidiarle a una modelo de victoria secret. —Gracias, Ariana —dijo Reynard, del otro lado de la oficina. La chica se retiró
Tyler Mientras todo pasaba delante de mis ojos, a mi mente llegaron los recuerdos de la última vez que vi a Lily viva, me había observado igual que Mia y luego se desplomó ante mí. Fue Megan quien reaccionó primero, fue ella quien corrió hacia el escenario, sosteniendo a mi niñita en brazos en tanto la maestra intentaba contener a las demás niñas. Me gritó una, dos, tres veces hasta que desperté de mi estupor y corrí hacia el escenario, tomando a Mia de los brazos de mi hermana y salí en busca de un taxi que nos trasladara al hospital. Fue uno de los padres de familia quien se ofreció a llevarnos, tomé su pulso una vez estuvimos en su coche, era débil, pero estaba ahí. «Resiste, amorcito, resiste bebé…». Cerré los ojos un segundo y visualicé la figura de mi esposa. —Por favor, no te la lleves, yo sé que la he dejado sola, pero por favor, por favor Lynn, no te la lleves —supliqué, besando la frente fría de mi bebé—. Resiste, Mia, por favor despierta. —¿Está bien? como está su pul
Jameson Moví la silla de mi estudio de un lado al otro, mientras escuchaba a Brown por el auricular. Brown, quien creía que, por aceptar suplantarme, tenía el derecho de exigir cosas que estaban fuera de nuestro trato inicial. Nadie se metía conmigo, estaba en el bando de los buenos, pero también conocía el de los malos y, no le convenía a nadie que me involucrara con ese último. Me dijo que volvería en una semana, pero yo no podía esperar tanto, en un mes se llevaría a cabo la fiesta de compromiso y, no pensaba ser yo quien se comprometiera en matrimonio con la mujer que me arruinó la vida. Marqué rápidamente el número de Markus, que era el hombre encargado de vigilar cada uno de los pasos de Méndez, contestó con el segundo timbre. —Jefe. —¿Dónde está? —En el hospital aún, señor. —¿Has logrado recabar información? —Pues, la niña tuvo una recaída, los médicos no auguran mejoría. «Así que por eso me llamó el pobre diablo». —Sigue vigilándolo, aunque me temo que voy a tener q
Jameson Silver, mi chofer y guardaespaldas, me observó a través del espejo retrovisor una vez llegamos a Dignity Health, en Blue Diamond donde estaba internada la hija de Brown, odiaba esta parte de Las vegas, Hacía mucho calor, razón por la cual no pensaba bajar del auto; en cambio, saqué mi celular de mi chaqueta y marqué a Markus. —Señor. —¿Brown sigue ahí? —demandé sin ceremonias. —Sí, señor, la hermana se fue anoche, pero él se mantuvo en el hospital, al parecer el pronostico de la pequeña es desalentador. —Bien, si sale, tráelo conmigo, estoy frente a ti. —Bajé un poco el vidrio del auto y Markus asintió. —Señor… —Markus carraspeó—. Es su día de suerte, porque la hermana regresó y el hombre va saliendo. —Parecía extasiado, me gustaba Markus, era un buen empleado. —Tráelo contigo ahora. —Subí la ventanilla y me preparé para mostrarle a ese hombre quien era el jefe de la situación. No pasó mucho tiempo cuando escuché a Markus dar dos toques en el vidrio y ordené con una
Tyler. Mia fue dada de alta dos semanas después, estuve en constante comunicación con Megan; teniendo largas jornadas con Jameson, amoldándome para ser tan despreciable como él en el día y siendo el mesero del Todd por la noche. Volví a mi casa el día que Mia salía del hospital, una vez estuvimos en su habitación le expliqué que tendríamos que mudarnos para que ella recibiera un nuevo medicamento, al principio no lo entendió, me dio una triste mirada, que hizo que mi pecho se contrajera, era tan pequeña. Al final del día Megan la convenció de todos los lugares a los que la llevaría viviendo en Nueva York, estuvo media hora explicándole todas las cosas bonitas que podrían hacer en Central Park, mientras veían Encantada y yo preparaba pasta para la cena. Jameson me ordenó quedarme en Las Vegas hasta el día que tendría que volar hasta Nueva York, así que dos días después de que Mia fue dada de alta, hicimos nuestro equipaje, cerramos nuestra casa y volamos a la Gran Manzana, todavía no