Jameson Silver, mi chofer y guardaespaldas, me observó a través del espejo retrovisor una vez llegamos a Dignity Health, en Blue Diamond donde estaba internada la hija de Brown, odiaba esta parte de Las vegas, Hacía mucho calor, razón por la cual no pensaba bajar del auto; en cambio, saqué mi celular de mi chaqueta y marqué a Markus. —Señor. —¿Brown sigue ahí? —demandé sin ceremonias. —Sí, señor, la hermana se fue anoche, pero él se mantuvo en el hospital, al parecer el pronostico de la pequeña es desalentador. —Bien, si sale, tráelo conmigo, estoy frente a ti. —Bajé un poco el vidrio del auto y Markus asintió. —Señor… —Markus carraspeó—. Es su día de suerte, porque la hermana regresó y el hombre va saliendo. —Parecía extasiado, me gustaba Markus, era un buen empleado. —Tráelo contigo ahora. —Subí la ventanilla y me preparé para mostrarle a ese hombre quien era el jefe de la situación. No pasó mucho tiempo cuando escuché a Markus dar dos toques en el vidrio y ordené con una
Tyler. Mia fue dada de alta dos semanas después, estuve en constante comunicación con Megan; teniendo largas jornadas con Jameson, amoldándome para ser tan despreciable como él en el día y siendo el mesero del Todd por la noche. Volví a mi casa el día que Mia salía del hospital, una vez estuvimos en su habitación le expliqué que tendríamos que mudarnos para que ella recibiera un nuevo medicamento, al principio no lo entendió, me dio una triste mirada, que hizo que mi pecho se contrajera, era tan pequeña. Al final del día Megan la convenció de todos los lugares a los que la llevaría viviendo en Nueva York, estuvo media hora explicándole todas las cosas bonitas que podrían hacer en Central Park, mientras veían Encantada y yo preparaba pasta para la cena. Jameson me ordenó quedarme en Las Vegas hasta el día que tendría que volar hasta Nueva York, así que dos días después de que Mia fue dada de alta, hicimos nuestro equipaje, cerramos nuestra casa y volamos a la Gran Manzana, todavía no
Tyler. Nueva York era incluso mucho más ruidosa que Las Vegas, ansiaba correr al departamento que alquilé para mi hermana y darle un beso a mi hija, pero cuando salí del aeropuerto, un hombre alto de cabello entrecano, vestido de traje y corbata negra me esperaba; por las fotos que había observado y estudiado en la tableta que Jameson me había entregado, sabía que este hombre era Henrry, el chofer del padre de mi jefe. —Joven Shields —saludo solemne. —Buena tarde, Henrry. —El hombre tomó mi equipaje y lo guardó en el maletero del auto, luego abrió la puerta para mí, no estaba acostumbrado a este tipo de servicios; por lo general, era yo quien abría las puertas de los demás, así que me sentia un poco fuera de mim elemento. Entregué mi maleta y me subí en el coche, cerrando la puerta. Me tomé el par de segundos a solas mientras Henrry guadaba el equipaje rodeaba el auto, para respirar, una vez el auto empezó a andar, saqué mi nuevo celular, lo compré en una de las tiendas del aeropu
Tyler. —¿Quién eres tú y qué has hecho con mi chico? —Me tensé—. Tú nunca dices “está bien” sin más, y, si lo haces… es porque no planeas hacerlo en absoluto. Prométemelo ,Jameson, no volverás a lastimar a esa chica —suplicó ella. No acostumbraba hacer promesas que no podía cumplir. Sin embargo, me vi asintiendo. —Dímelo con palabras, niño… —Sí, te lo prometo. «Mentiroso». Me contrataron para humillar a Isabella, para burlar su inteligencia y hacer su vida miserable por los próximos doce meses. La Nona no dijo nada mientras terminaba mi plato de comida, una vez terminé, me disculpé con ella, besé el tope de su cabeza tal como Jameson me había ordenado y subí en busca de la que sería mi habitación, necesitaba tiempo para pensar. Pero no tenía idea cuál de todas las puertas que estaban frente a mí, era la de mi habitación. —¿Le sucede algo, señor? —La chica que abrió la puerta, salió de una de las habitaciones, en sus manos una torre de ropa de cama y toallas, mi instinto me rugi
Tyler Salí del coche con menos convicción de la que creía, la melodía de whiskey in the jar empezó a reproducirse en mi celular. No necesitaba mirar la pantalla para saber quién me estaba llamando. Jameson Shields había configurado esa canción para que yo no tardara en contestar sus llamadas. —Necesito atender esto —murmuré a Domenico, dandole una de las miradas de su hijo. —Jameson, nos estan esperando, cualquier llamada puedes atenderla despues. —¡Me tomará un minuto, joder! —grité exasperado, sacando el celular de mi bolsillo. —No te atrevas —amenazó Domenico girándose, su mirada se clavó en la mía por algunos minutos, me pregunté internamente, ¿qué haría Jameson en este momento?, levanté el celular mirando su nombre parpadear en la pantalla y luego observé a Domenico, desafiándome a contestar, entonces lo hice. Porque eso lo haría Jameson. El hombre me miró con furia contenida, pero lo ignoré, llevándome el teléfono a la oreja. —Jackson... —¿Cómo va el circo, Brown? —La
Tyler. Me observó y supe que era el momento de hincar mi rodilla.... Mientras lo hacía, no pude evitar observar a la mujer frente a mí, a mi memoria llegaron los recuerdos de cuando le pedí a Lily que fuese mi esposa, la mirada que ella me daba era completamente diferente a la indiferencia que había en los orbes violeta de Isabella Stewart, ella extendió su mano, su rostro tenso e inexpresivo… era claro que quería esta boda tanto como Shields. ¿Entonces porque ella se estaba casando? porque aceptó esto... aquí estaba sucediendo algo y me temía que yo estaba en el medio. Deslicé el anillo en su dedo y el público entero estalló en aplausos, ella sonrió y yo me levanté, al tiempo que la mujer colocaba sus manos en mis mejillas, susurrando con voz muy baja. —Cierra la boca, estás babeando.— espetó con evidente desdén. —¿Qué dijiste? —fingí demencia. —No te hagas el imbécil conmigo, Shields y por favor, devuélveme mi mano. —La solté inmediatamente y me giré para observar a la cantida
Tyler Si Isabella estaba tensa antes de salir al jardín, ahora era un jodido bloque de hielo. —¿Podrías, al menos, disimular que eres feliz? No pienso tener un problema con Domenico por tu jodida mala actitud —reclamé una vez estuvimos dentro del salón. —Los problemas con tu padre no son de mi importancia, Jameson, no puedo disimular, no cuando por doce meses tendré que soportarte. —Pues, te aguantas —siseé—. Eras tú la que decía que debíamos vernos enamorados… —Satiricé. Observé al padre de Jameson, a pesar que estaba rodeado de un grupo de hombres que exudaban dinero a simple vista, su mirada estaba enfocada en mí, y no era una mirada agradable, estaba juzgándome por la actitud de Isabella. Estaba a punto de creer que este tipo odiaba a su hijo y, no conseguía entender cómo un hombre podía orquestar la infelicidad de su propia sangre, pero tambien entendia el porque de la actitud de jameson hacia la mujer, ella era insufrible. Ante la intensa mirada de Domenico, pasé la mano po
Tyler —Pudiste cambiar por fuera, Isabella pero por dentro… en tu interior, sigues siendo la misma gorda, insegura y patética chica del instituto. —Solté su mano—. Detén el auto, Henrry. —Él obedeció inmediatamente—. Lleva a la señorita Stewart a su casa. —¿Me esperará aquí, señor? —Tomaré un taxi… —Henrry pareció sorprendido por mi pedido, supongo que el cabrón de Jameson hubiese preferido bajarla a ella del coche, pero había líneas que no pensaba traspasar. Descendí y esperé que el auto arrancara, antes de patear un cubo con desechos. Me sentía como una basura, como la m****a pegada en el zapato de una persona, como un jodido bastardo, así que grité en la calle oscura, grité de rabia y frustración, hasta que mi garganta se resintió y las lágrimas corrieron por mis mejillas, llevé una mano a mi rostro, sintiéndome avergonzado de mí mismo, avergonzado con la memoria de mi madre. «Maldito seas, Jameson Shields, Maldito seas». Caminé por no sé cuántas manzanas, antes de tomar un t