Tyler —Pudiste cambiar por fuera, Isabella pero por dentro… en tu interior, sigues siendo la misma gorda, insegura y patética chica del instituto. —Solté su mano—. Detén el auto, Henrry. —Él obedeció inmediatamente—. Lleva a la señorita Stewart a su casa. —¿Me esperará aquí, señor? —Tomaré un taxi… —Henrry pareció sorprendido por mi pedido, supongo que el cabrón de Jameson hubiese preferido bajarla a ella del coche, pero había líneas que no pensaba traspasar. Descendí y esperé que el auto arrancara, antes de patear un cubo con desechos. Me sentía como una basura, como la m****a pegada en el zapato de una persona, como un jodido bastardo, así que grité en la calle oscura, grité de rabia y frustración, hasta que mi garganta se resintió y las lágrimas corrieron por mis mejillas, llevé una mano a mi rostro, sintiéndome avergonzado de mí mismo, avergonzado con la memoria de mi madre. «Maldito seas, Jameson Shields, Maldito seas». Caminé por no sé cuántas manzanas, antes de tomar un t
Tyler. —Ty —Megan se acercó a mí y tapé el celular, alejándolo de mi oído—. ¿Algo más importante que escuchar las instrucciones del médico? —Es de trabajo… —Pero, es tu día libre… —Megan... —Ella rodó los ojos, alejándose hacia la cama donde estaba Mia. —¡Estás con una mujer! Joder, Jameson, no voy a permitir que vuelvas a humillarme. —Hablaremos de ello en el almuerzo. Tengo que colgar. —No te atrevas, James… —Colgué, porque el doctor entró a la habitación; sin embargo, no podía dejar de pensar en el pasado de James e Isabella. Me tomó cerca de veinte minutos escuchar toda la explicación del doctor, Mia tendria que pasar unos días en la clinica como parte del tratamiento al mes, sin embargo saber que ella no estaria todo el tiempo en la clinica lleno mi corazón de alegria. una vez el doctor se fue, me despedi de mi hija y de mi hermana. —Lo siento, mi jefe llamó. —Es tu día libre Tyler, necesitas estar aqui con Mia. —Necesito pagar las cuentas Megan, si mi jefe quiere que
Tyler. No pude evitar pensar que solo unas cuantas semanas atrás, yo estaba en el mismo lugar que este chico y ahora estaba aquí, vistiendo ropas caras y haciendo reservaciones como un gran señor, cuando todo esto no era más que una falacia. Seguía siendo Tyler Brown, por más que me comportara como Jameson Shields. —Quiero la chuleta de cerdo a la plancha acompañado de la ensalada de la casa —dijo ella cerrando el menú. Sonreí. Al menos no era como esas chicas que piensan que si comen un maní se engordan. —¿Qué es lo que te causa tanta gracia? —Nada. —Entregué el menú al joven—. Pensé que por tu pasado obeso pedirías una ensalada, tráeme el Scottadito. —Miré al chico—. Y una botella de Chianti… Villa Antinori, reserva del 2015. —Excelente elección, señor Shields. —El mesero nos dejó solos e Isabella se inclinó hacia adelante. —Por mucho tiempo pensé que te habías mordido la lengua y te habías ahogado en tu propio veneno, pero, al parecer, las víboras como tú son inmunes a ello
Tyler. Tomé la servilleta secando el Chianti de mi rostro. «Déjala ir Tyler, déjala ir, es lo que Jameson Shields haría…». Pasé ambas manos por mi cabello, entre frustrado y conmocionado. ¡Joder con Isabella Stewart! Conté hasta tres, intentando volver a mí mismo. Sacando al pedazo de m****a que era Jameson, de mi sistema, una parte de mi conciencia me repetía que la dejara ir, la otra me suplicaba que fuera por ella y, por más que estuviera personificando a Jameson, en mi interior era Tyler y Tyler fue educado para cuidar de las mujeres, saqué un par de billetes de la cartera, lo suficiente para cubrir la comida y la propina de nuestro mesero, antes de salir del reservado y del local. Isabella caminaba por toda la acera, afortunadamente, trajeron el auto rápidamente, me subí al Ferrari y mientras conducía hacia ella, me dije mentalmente, que no me disculpara porque Shields no lo haría, pero la llevaría a su casa, aunque fuese lo último que hiciera. —Sube… —Su cuerpo completo se e
Tyler Desperté con mi pequeña niña metida entre mis costillas, respiré profundamente y volví a cerrar los ojos, no sabía exactamente qué hora era, tampoco me importaba, por primera vez en lo que parecía mucho tiempo, me tomaba una noche libre, una noche para mí y para mi hija y no sabía lo mucho que lo necesitaba hasta que me metí con ella a la cama y juntos oramos al ángel de la guarda. El tratamiento de Mia empezó según lo previsto, ella no necesitaba estar permanentemente en el hospital siempre y cuando no presentara una crisis o infección que requiriera internarla, solo tendría que pasar algunos días de la semana en el hospital, un día antes y un día después de su sesión, cada dos semanas, y mantener extremos cuidados de higiene que ya manteniamos debido a su condición, hubiese preferido poder estar todo el día en cama con ella, pero Domenico me tenia completamente bajo su custodia estaba en la empresa todo el tiempo que tenia libre, al parecer Jameson simplemente había pasado d
Tyler Rima se despidió tres horas después, había elegido tres pelucas para Mia, una de ellas era corta, Megan respondió que esa no le gustó, después le envié una fabricada con lana, que ayudaría para cuando llegara el invierno. Estaba entretenido hablando con mi hermana, cuando Isabella me quitó el celular, dejándolo sobre la mesa. —¿Podrías al menos fingir que esto te importa? —Finjo que me importa… —Me acerqué a ella—. Nunca más vuelvas a quitarme el celular, Gatito, o te juro que te arrancaré la mano. —Había empezado a llamarla Gatito desde hacia un par de semanas, por la manera en como ella intentaba ser un leon cuando discutia conmigo, apesar que me gustaba más lo de Reina del Hielo, así que ese apodo era solo para mí. —Tengo cita con tu abogado en media hora. —No dije nada—. ¿A qué horas pasarás por mí esta noche? —Joder, olvidé la fiesta en casa del senador Markle. —Ocho treinta. —Me levanté de la silla. —¿Te irás?—preguntó asombrada. —Viniste sola, Isabella… no creo qu
Tyler El estilista tocó mi puerta media hora después de que Nonna saliera de la habitación, mientras estuve solo, llamé a Megan y hablé con Mia, pidiéndole que obedeciera a su tía mientras yo estaba fuera, a mi hermana no le gustó la idea de que tuviera que salir de Nueva York, pero la tranquilicé, diciéndole que mi jefe me requería y lo mucho que necesitaba el trabajo. Saldría de la ciudad con Isabella esta misma noche, apesar de que ella me había dejado en claro que no deseaba un viaje de luna de miel, me impuse e iríamos por cinco días, a una de las islas que fue parte de las llamadas Antillas Holandesas. Mientras el estilista perfilaba mi peinado y otro hombre se encargaba de barnizar mis uñas, no pude dejar de pensar cómo sería la convivencia entre Isabella y yo, una vez estuviéramos lejos de todos. Domenico insistió en regalarnos la jodida luna de miel, así que, dudaba que tuviésemos habitaciones separadas. Cuando los hombres terminaron de acicalarme, salieron de la habitació
Tyler. —Sonrie, se supone que eres una novia feliz. Mantuve el tono de mi voz bajo, para que nadie más que ella me escuchara y luego nos giré hacia los invitados. Domenico fue el primero en acercarse a mí, su sonrisa rivalisaba con cualeuiqer metal precioso deslizó sus brazos alrededor de mi cuerpo en un abrazo tensó, después abrazó a Isabella que parecía haber recuperado el hielo en sus ojos. Lo siguiente que supe fue que me vi separado de ella mientras hombres de negocios me felicitaban por mi matrimonio. La fiesta empezó rápidamente en la parte del jardín dispuesta para ello, estaba terminando de hablar con uno de los accionistas de los socios de la empresa, cuando Domenico se acercó palmeando mi espalda. Hablamos de un par de negocios antes de que mi padre despachara disimuladamente al hombre. —¿Dónde está tu esposa, hijo? —Arqueé una ceja, perdí de vista a Gatito desde que el notario nos declaró marido y mujer. —Debe estar por ahí. —Tienen que hacer su primer baile jun