James
—Al Stratosphere Tower, serás mi talismán de la suerte nuevamente. —Tomé su barbilla con mis dedos—. ¿Tienes las bragas vibradoras?
—Tú me ordenaste que me las colocara —susurró, acercando su boca a la mía—. Yo vivo para complacer a mi hombre. —Su lengua se deslizó por mis labios y la atrapé con mis dientes, reteniéndola por unos segundos.
—Bien, porque cada vez que pierda, la encenderé…
—Me gusta el castigo, si luego, me vas a recompensar —retó ella con coquetería, solo le di mi sonrisa ladeada levantando mi copa una vez más—. James. —El rictus serio de su boca, me dijo que necesitaba algo de mí—. ¿Has sabido algo de Jack?
—Jackson, su nombre es Jackson…
—Lo sé, no es que esté interesada en él o algo, es solo que la habitación estaba organizada esta mañana, lo que me indica que Sasha no pasó la noche ahí y, cuando volví seguía igual, estoy preocupada, él estaba muy drogado anoche.
Comí un poco de mi comida, gimiendo por los sabores antes de contestar.
—Jackson es indifenso, él no le haría daño a tu amiga.
—Sabes que sí.
—Si lo hizo fue porque, seguramente, ella se lo buscó… —Kate terminó todo el contacto, recostándose al espaldar su silla—. No me mires así, Kate, ella sabe a qué atenerse con Jackson si lo provocó y él la golpeó, supongo que lo merecía, no todas pueden ser como tu.
—James…
—No arruines la jodida velada, tu único deber es preocuparte por mí, deja de pensar en Jackson y en su amiga de turno, come. —Kate mordió su labio, lo hacía cuando mi respuesta no le gustaba, pero eso no era algo que me importara.
El resto de la comida fue silenciosa, lo que me pareció genial, porque había cuatro cosas que me gustaban más que nada; el silencio, la comida gourmet, el sexo y por supuesto, el dinero.
El mesero trajo cada plato con premura, evitaba observarme, pero cada vez que entraba, era mi turno para detallarlo, en una de sus salidas mandé un mensaje a mi jefe de seguridad, necesitaba saber todo sobre este idiota.
Al final del postre, le dejé mis saludos al chef y una jugosa propina al mesero, supongo que le hice la noche al pobre desgraciado.
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Cuando llegué al casino, di mis llaves al valet, asegurándole que quería mi auto tal como se lo entregaba, antes de tomar a Kate del brazo y encaminarnos hacia la mesa de póquer, hoy quería probar algo distinto.
Me acerqué a la mesa, esperando que la partida terminara para poder apostar.
—Miren nada más quién está aquí —canturreó una voz demasiado familiar para mí—. El hijo de puta más grande de este maldito continente.
En una de las esquinas de la mesa, estaba Bastian Markle… Odiaba a ese maldito, si él no hubiese abierto su boca, Domenico jamás se hubiese enterado de lo que pasó entre cerdita Stewart y yo.
—Markle. —Enarqué una ceja en su dirección—. ¿Te ha dejado salir papi a jugar al niño grande?
—Puedes pensar lo que quieras. —Estiró su mano, invitándome a tomar asiento—. ¿Juegas? —Algunos jugadores se retiraban, conocía a varios y, la gran mayoría sabían de la enemistad que Markle y yo teníamos… Supongo que a nadie le gusta que se follen a su prometida antes de la boda.
Me senté y Kate se colocó a mi espalda, masajeando mis hombros, podía sentir la tensión abandonando mi cuerpo, noté que estaba solo y no había mejor forma de ganar cualquier juego que irritando a tu contrincante.
—¿Cómo está la bella Alice? —Las manos de Kate se detuvieron, golpeé su pierna para que siguiera mientras veía a Bastian apretar sus manos sobre la mesa.
Alice fue uno de los tantos remplazos de Kate cuando ella me dejó por un año.
El crupier empezó a barajear las cartas y yo sonreí ante el enojo de Markle—. Supe que al final te casaste con ella, No me extraña, siempre te han gustado las mujeres que yo desecho. Primero Isabella y…
—No voy a discutir contigo sobre mi esposa, ni mucho menos sobre Isabella. —Observó al crupier—. No puedo creer cómo es que aún sigues con él. —esta vez su mirada se dirigió a Kate que terminó el masaje y se sentó a mi lado sin decir una palabra, su mano descansó en mi pierna, mientras los asientos se ocupaban con nuevos jugadores.
—Tienes que darle mis saludos a Alice, dile que cuando desee, podemos recordar viejos tiempos. —La mirada en los ojos de Markle chispearon, mientras el crupier nos repartía las cartas.
Ella había estado comprometida con Markle, mientras yo la hacía gemir mi nombre en la cama.
—Duplico mi apuesta —retó, después de una primera ronda.
—Triplico la mía —repliqué, colocando mis fichas—. ¿Cómo está tu amiga la cerdita Stewart? sigue igual de asquerosa como cuando eramos niños.
—Cállate y juega, Jameson —masculló entre dientes.
Miré mis cartas, tenía un par de "A", un "10" y una "J". Aún faltaba una carta y él tenía una probabilidad del 34 % de ganarme, si es que tenía una "K" y una "Q" en mano.
—¿Pagas, Markle? —Lo piqué.
—¿Qué tienes, un flush? —dijo mirando las cartas sobre la mesa con una sonrisa burlona.
—Paga, si quieres saberlo, topo.
—Caballeros, cartas, por favor. —Nos pidió el crupier tras no haber más rondas de apuestas.
El niñato mostró con una sonrisa socarrona, su par de "K" que le daban un impecable Full House con un trío de "K" y un par de "A".
—Supéralo, Shields—se burló, sintiéndose victorioso, los espectadores empezaron a aplaudir
—Un momento, aún faltan mis cartas. —Le sonreí magistralmente y di vuelta a mis dos cartas. Un par de "A" que me daba la victoria con un reluciente poker, reí al ver la cara de desconcierto de Trent—. Siempre estoy delante de ti. —Me acerqué a él—. Como la noche de tu boda, cuando Alice e tragaba mi miembro mientras tú bailabas con tu madre.
—Eres un maldito hijo de perra —exclamó entre dientes.
—Dime algo nuevo, idiota —incité, mientras me entregaban mi ganancia.
—Vamos, Bastian—intervino un hombre que no había notado a su lado—. Has perdido suficiente con esa apuesta.
—Sí, busquemos otro juego, aquí apesta a m****a —ironizó el imbécil, levantándose de la silla.
—Tu m****a, porque acabas de perder varios miles de dólares en un solo juego, solo espero que no sea el dinero de la nación, Markle —contrataqué con sorna—. No se te olvide saludar a Ali de mi parte.
Bastian se detuvo y giró, todo pasó muy rápido y no pude darme cuenta de nada, hasta que sentí un duro golpe en mi ojo derecho que me hizo perder el equilibrio, cayendo al suelo.
—¡Joder!, ¡qué bien se siente! —farfulló con alegría, me levanté con rapidez, lanzando mi primer golpe, logrando que trastabillara mientras por su boca un pequeño hilo de sangre se desprendía, sonrió con ironía, pasándose la mano por el labio para limpiarlo.
—¿Quieres más? —Arremetió contra mí, dándome un duro golpe, lanzándome hacia la mesa, vasos se quebraron y fichas rodaron por el suelo, me levanté dispuesto a atacar, pero Markle fue detenido por su amigo mientras yo era sujetado por un guardia de seguridad, que empezó a tirar de mí alejándome del idiota.
—¡Suéltame o mañana mismo estarás desempleado, hijo de puta! —amenacé al imbécil, removiéndome entre sus brazos.
—¡Eres un maldito bastardo! —gritó Markle, con furia—. ¡Suéltame, Marcello, voy a matarlo, esta vez voy a matarlo!
—Lo sé, lo sé, eso mismo decía tu esposa… que iba a matarla mientras la embestia en el baño con su vestido de novia. —Di justo en la diana, Bastian se apartó enfurecido de los brazos de su amigo, me importaba una m****a el público, él dio el primer golpe, pero me recuperé rápidamente.
—¡Basta ya! —terció Marcello Torricelli, metiéndose entre los dos—. Vámonos—Markle asintió.
—Llévatelo, anda, huye como un cobarde, por algo eres el hombre más cornudo de Nueva York. —Markle empezó a alejarse, no sin antes, alzar su mano y su dedo del medio. Kate estaba a mi lado, sosteniendo con un pañuelo mi labio reventado.
—¡Estoy bien! —Quité el pañuelo de su mano y yo mismo limpié la sangre de mi boca. Me encaminé al bar y me senté, ordené un whisky doble y seco. El barman me atendió rápidamente, dejando el vaso frente a mí. Kate estaba convenientemente callada, uno de los hombres de seguridad del casino se acercó.
—Señor Shields—Coloqué el vaso frente a mí con más fuerza de la necesaria y me giré, dedicándole una mirada furiosa—. Me temo que deberá abandonar las instalaciones del casino —solicitó con voz de barítono.
—¿Acaso no sabe quién soy yo? —Arqueé mi ceja, dolorida por el segundo golpe de Markle—. Mi padre tiene acciones en este lugar.
—Sí, lo sé, señor Shields, pero son políticas del lugar, es preferible que usted decida marcharse antes de que lo haga la seguridad del establecimiento. —Terminé el contenido de mi vaso y me levanté del taburete, mirando al hombre con odio, antes de empezar a caminar hacia la salida a grandes zancadas, me aseguraría de hablar con el gerente por la mañana.
Kate caminaba tras de mí, intentando seguirme el paso.
—Jameson... —Tomó mi mano justo cuando salíamos del casino, el valet se había ido a buscar mi coche—. Aún podemos ir a otro de los casinos, el Mirage está cerca.
—Quiero volver ir a casa —sentencié con voz dura.
—Entonces volvamos a tu departamento, déjame curar tus heridas, así mañana no se verán tan mal. —Me giré con la furia saliendo de mi cuerpo a oleadas.
—Quiero ir, eso no te incluye —recalqué—, toma un taxi hasta el hotel y quédate en tu jodida habitación, mañana volaré a Nueva York.
—¿Quieres que espere tu regreso o puedo irme? Me gustaría ver a Jas…
La sola mención del único defecto que tenía Kate, hizo que mi cólera aumentara.
La tomé por la barbilla, acercándola a mí, mientras sus ojos se enfocaban en los míos.
—Te quiero aquí cuando regrese, Kate, o no quiero volverte a ver…
—James.
—¡Calla!
—Es solo un bebé y llevo muchos días fuera de casa.
—Pregúntame si eso me importa. —Mi otro brazo se deslizó por su cintura, hasta que su cuerpo y el mío quedaron juntos—. ¡Tú eres mía! Tu estorbo no es mi problema.
—¡No la llames así! ¡Es tu hija!
La mano que sujetaba su barbilla se impactó sobre su mejilla.
—¡No vuelvas a decir eso! Yo no tengo hijos, Kate… —Se sujetó la mejilla, sus ojos se anegaron en lágrimas que luchó para no derramar, eso habría hecho que mi ira llegara a otro nivel—. Te di suficiente dinero para que te deshicieras del problema, si decidiste mantenerlo es tu m*****a responsabilidad… Te quiero aquí cuando vuelva de Nueva York, puede ser un día, dos o diez… Si no estás aquí para mi regreso, entonces no vuelvas…
Vi al valet acercarse con mi coche y respiré profundamente mientras me entregaban las llaves, subí al auto y pisé el acelerador.
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James...James... te odio un poquito y mucho.
Jameson Abrí los ojos maldiciendo al percatarme que no habia cerrado las persianas de la habitacióin la noche anterior mi celular sonaba estridentemente y la cabeza me latía como si tuviese un taladro haciendo orificios en mi cráneo, recordé la conversación con Kate, la cachetada y la manera en cómo me fui dejándola en la entrada del casino. El celular volvió a sonar y me senté en la cama, llevando las manos a mi cabello y peinándolo hacia atrás, necesitaba un corte. Tomé el celular observando el nombre de mi padre en la pantalla, era más de las nueve de la mañana, por lo que supuse que al final no llegaría a la hora acordada con él, dejé que la llamada se fuera a buzón, imaginando a Domenico furioso en su oficina, tenía un mensaje de W******p de Kate Al menos sabía que llegó bien al hotel, lo abrí rápidamente. “Llámame cuando regreses, lamento haberte hecho enojar anoche.” A pesar de que no quería ver a mi padre, me di una ducha rápida y conduje hasta el aeropuerto, el avión priva
Tyler Entré a los casilleros de los empleados del restaurante, para un nuevo día de trabajo, estaba agotado por todos los turnos extras que había tomado en la última semana, pero feliz porque al final conseguí todo el dinero que necesitaba Megan. —Tienes una sonrisa bobalicona, por lo que intuyo que estabas pensando en la futura madre mis hijos —aseguró Will, tan pronto me vio y es que mi amigo siempre había tenido un pequeño flechazo con mi hermana, solo que ella no le correspondía—. No es que quiera arruinarte el día, pero el jefe te está buscando. Di un suspiro desganado. —¿Tienes idea para qué me necesita? —La verdad no, pero aquí está el cliente que atendiste la pasada anoche en el reservado, ¿hiciste algo para que el hijo de papi se molestara? —preguntó Will, con un deje de preocupación. Negué, atendí bien a la pareja, a pesar de mi pequeño shock inicial por mi parecido con el hombre, incluso me dejaron una buena propina con la que completé el dinero para Meg.. Me cambié
Tyler Bajé del autobús y caminé por la acera de la localidad de mi pequeña casa; al entrar, reinaba el silencio, chequeé la hora en mi reloj de muñeca, apenas eran las once treinta, por lo cual, Megan y Mia se encontraban en sus respectivas escuelas. Dejé mi bolsa de lona en el viejo sofá de mamá y me encaminé a la cocina, mi estómago rugía, abrí el refrigerador buscando algo de sobras de la noche anterior, Megan acostumbraba a guardarlas en un Tupperware, pero no había nada, tomé una botella con agua y un par de rodajas de pan, antes de volver al sofá. La última semana fue dura, doblé mis turnos, cambiando horarios con mis compañeros para poder tener el fin de semana libre y estar en la obra escolar de Mia. Le di un mordisco al pan y bebí casi toda la botella de agua, luego me acosté a lo largo del sofá, cerrando los ojos, con todo el deseo de descansar un poco antes de que mi torbellino pelinegro llegara a casa; sin embargo, la propuesta de James Shields seguía haciendo eco en m
James Habían pasado varios días desde que le hice mi propuesta a Brown, sin embargo, él no parecía muy interesado, odiaba la moralidad y el orgullo que desprendía ese tipo, como si su estatus social se lo permitiera. Supe por Stanfort, que solicitó un permiso especial y se había marchado a Spring Valley; una pequeña ciudad en el condado de Harris, todavía me molestaba la exorbitante suma de dinero que tuve que darle a Stanfort para que mantuviera mi reunión con el mesero en secreto. M*****a rata asquerosa. Si odiaba algo en la vida, era depender de alguien más, y en este momento dependía de Tyler Brown. Estuve marcándole una y otra vez a su celular, buscando una respuesta —esperaba afirmativa— pero el bastardo seguía enviándome a buzón, la paciencia no era una de mis virtudes, el hijo de puta estaba acabando con la poca que me quedaba, no había opción para él, o aceptaba por las buenas o escarbaría tanto en su pasado, que lo obligaría a que aceptara por las malas. —Jimmy... —Las
James Subí al décimo piso del edificio donde estaba la oficina del detective que contrató mi guardia de seguridad; al parecer, Dcmenico estaba dispuesto a casarme a como diera lugar con Isabella Stewart y yo no pensaba casarme con esa m*****a mujer. Una linda jovencita sentada detrás de un escritorio, fue lo primero que vi tan pronto el elevador se abrió en el piso diez. Caminé hacia la chica, tocando el escritorio con mi uña, para llamar su atención, ella era guapa, muy guapa. —Hola, linda. —Bajé mis lentes, dándole un guiño y ella se sonrojó—. Tengo una cita con Reynar, mi nombre es Jameson Shields. —Un momento. —Levantó el teléfono, habló brevemente con alguien al otro lado de la línea y luego colgó—. Acompáñame señor Shields. —Se levantó de la silla y observé su trasero sin disimular, buena figura, un diez en trasero y una cintura que no tenia nada que envidiarle a una modelo de victoria secret. —Gracias, Ariana —dijo Reynard, del otro lado de la oficina. La chica se retiró
Tyler Mientras todo pasaba delante de mis ojos, a mi mente llegaron los recuerdos de la última vez que vi a Lily viva, me había observado igual que Mia y luego se desplomó ante mí. Fue Megan quien reaccionó primero, fue ella quien corrió hacia el escenario, sosteniendo a mi niñita en brazos en tanto la maestra intentaba contener a las demás niñas. Me gritó una, dos, tres veces hasta que desperté de mi estupor y corrí hacia el escenario, tomando a Mia de los brazos de mi hermana y salí en busca de un taxi que nos trasladara al hospital. Fue uno de los padres de familia quien se ofreció a llevarnos, tomé su pulso una vez estuvimos en su coche, era débil, pero estaba ahí. «Resiste, amorcito, resiste bebé…». Cerré los ojos un segundo y visualicé la figura de mi esposa. —Por favor, no te la lleves, yo sé que la he dejado sola, pero por favor, por favor Lynn, no te la lleves —supliqué, besando la frente fría de mi bebé—. Resiste, Mia, por favor despierta. —¿Está bien? como está su pul
Jameson Moví la silla de mi estudio de un lado al otro, mientras escuchaba a Brown por el auricular. Brown, quien creía que, por aceptar suplantarme, tenía el derecho de exigir cosas que estaban fuera de nuestro trato inicial. Nadie se metía conmigo, estaba en el bando de los buenos, pero también conocía el de los malos y, no le convenía a nadie que me involucrara con ese último. Me dijo que volvería en una semana, pero yo no podía esperar tanto, en un mes se llevaría a cabo la fiesta de compromiso y, no pensaba ser yo quien se comprometiera en matrimonio con la mujer que me arruinó la vida. Marqué rápidamente el número de Markus, que era el hombre encargado de vigilar cada uno de los pasos de Méndez, contestó con el segundo timbre. —Jefe. —¿Dónde está? —En el hospital aún, señor. —¿Has logrado recabar información? —Pues, la niña tuvo una recaída, los médicos no auguran mejoría. «Así que por eso me llamó el pobre diablo». —Sigue vigilándolo, aunque me temo que voy a tener q
Jameson Silver, mi chofer y guardaespaldas, me observó a través del espejo retrovisor una vez llegamos a Dignity Health, en Blue Diamond donde estaba internada la hija de Brown, odiaba esta parte de Las vegas, Hacía mucho calor, razón por la cual no pensaba bajar del auto; en cambio, saqué mi celular de mi chaqueta y marqué a Markus. —Señor. —¿Brown sigue ahí? —demandé sin ceremonias. —Sí, señor, la hermana se fue anoche, pero él se mantuvo en el hospital, al parecer el pronostico de la pequeña es desalentador. —Bien, si sale, tráelo conmigo, estoy frente a ti. —Bajé un poco el vidrio del auto y Markus asintió. —Señor… —Markus carraspeó—. Es su día de suerte, porque la hermana regresó y el hombre va saliendo. —Parecía extasiado, me gustaba Markus, era un buen empleado. —Tráelo contigo ahora. —Subí la ventanilla y me preparé para mostrarle a ese hombre quien era el jefe de la situación. No pasó mucho tiempo cuando escuché a Markus dar dos toques en el vidrio y ordené con una