Jameson.
Al día siguiente, desperté pasado el mediodía, gracias a los insistentes timbrazos de mi celular, miré la pantalla para observar quién osaba interrumpir mi sueño, el nombre de mi padre brillaba como si tuviera luces de neón.
Volví a colocar el celular en la mesa, realmente no me daba la gana discutir con Domenico hoy. En cambio, observé a Kate desnuda a mi lado y recuerdos fugaces de la noche anterior casi hacen que me quede en cama junto a ella, negando con mi cabeza salí de la cama y me encaminé hacia el baño, cada segundo que permanecía ahí, perdía dinero y, si había algo que no me gustaba… era perder. Yo siempre ganaba, era un puto rey, uno que no necesitaba una corona para hacer lo que quisiera con solo un chasqueo de dedos.
Luego de una larga y relajante ducha, salí del baño solo con una toalla amarrada a mi cintura, sonreí al ver mi cama vacía, Kate era la mejor, por eso llevabamos tanto tiempo juntos, ella conocia mis manias, mis reglas, ella sabía perfectamente que cuando saliera del baño ya no debía estar en mi cama ni en mi habitación, para eso tenía la suya, el celular empezó a sonar de nuevo, desvié la llamada y marqué a Jack pero la comunicación se fue directo a buzón.
Una nueva llamada de mi padre entró al celular, me dejé caer en la cama, deslizando mi dedo en el área verde de la pantalla.
—¡Por fin apareces! —Su voz destilaba el mismo reproche de siempre.
—Sin sermones, padre, o cuelgo —contesté sin ganas de discutir—. Me llamabas con insistencia, ¿no?, ¿para qué diablos soy bueno? —cuestioné, mientras me sentaba en uno de los sillones de mi habitación
—¿Dónde estás? —Me levanté del sillón observando por la ventana, Las vegas resplandecia, el sol brillaba en lo alto el Strip nunca se veia apagado... ¿Que donde estaba? Estaba en el maldito paraíso.
—No en Nueva York, ¿me dirás de una vez qué es lo que quieres? —Mi padre y yo nunca habíamos tenido una buena relación y no empezaríamos a estas alturas de mi vida.
Ahora que ya no lo necesitaba.
—Te quiero en la ciudad mañana a primera hora. —El enojo se filtró por su tono de voz.
—Estaré ahí para el té. —Satiricé—. Si te sirve, genial, si no… te sugiero acomodar tus reuniones. —No me iría hoy a Nueva York.
—He dicho a primera hora, Jameson —repitió alzando su voz dos octavas más de lo debido.
—Padre… Te he dicho que alzar la voz conmigo no sirve… Estaré ahí a las once. No me llames. —Colgué antes de empezar a discutir.
Una línea, ahora necesitaba una línea… o dos. La conversación con mi padre había arruinado mi puto buen humor y busqué entre mis gavetas, pero no tenía nada, consumí la última dos días atrás, tomando mi celular marqué el número de Kate rápidamente, si no tenía una droga, tendría la otra.
Solo sonó una vez antes que descolgara.
—Regresa a mi cuarto, ¡ahora! —indiqué, colgando una vez más y apagando el celular, no quería más interrupciones.
Pasamos todo el día encerrados en la habitación, compartiendo nuestros cuerpos hasta que no hubo más superficie dónde empujar a Kate, había llamado a uno de mis chicos e inhalado un par de líneas para cuando el sol se escondió, aunque eso disgustó a Kate; después de una reparadora siesta, mi mujercita me pidió que la llevara a un restaurante, acepté porque hizo un gran trabajo, me recibió sin rechistar todas las veces que la tomé, incluso cuando transformé su cuerpo en mi campo de juegos.
Me gustaba el sexo, el sexo duro, salvaje, me gustaba infringir dolor y que no hubiese queja ni llanto, era un maldito sádico y ella lo sabía, era mi masoquista perfecta.
Estaba terminando de atar mi corbata cuando ella entró con la tarjeta extra que le di.
—Puntual como siempre —musité, observando su vestido largo—. Pienso tomarte con esos tacones más tarde.
—Me lo supuse. —Se acercó—. ¿Te ayudo? —Me giré, dejando la corbata en sus manos. Ella ató el nudo con maestría—. ¿A dónde iremos?
—Reservé en el Todd English's… Pero antes… —Tomé el paquete que había pedido horas antes—. Para ti.
—Pensé que lo habías olvidado… —Me abrazó.
—Nunca olvido nada, preciosa, te lo ganaste. —Me solté de su amarre, nunca fui bueno con los abrazos—. Mañana debo volver a Nueva York. —Agarré mi chaqueta—. Mi padre me necesita, así que vamos a cenar y luego a disfrutar la noche en el casino.
Salimos de la habitación y, fuera del hotel, el valet ya tenía mi auto listo, me subí al coche y aceleré a fondo, disfrutaría esta última noche en Las Vegas… Por ahora.
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Tyler El restaurante se encontraba a reventar, como casi todas las noches; en Las Vegas, los empresarios más importantes se reunían allí para finiquitar negocios o pasear con mujeres atractivas, siempre era lo mismo, estaba atendiendo una mesa cuando sentí mi celular vibrar en mi bolsillo, miré sobre mis hombros,buscando con la mirada alguien que pudiera cubrirme, me había manchado la camisa con vino, pero había estado tan ocupado que no habia podido cambiarme, sin embargo tenia que contestar. Hugo uno de los meseros entendió mi mirada; así que, él se quedó tomando mi orden, corrí hasta la cocina saliendo al callejón detrás del restaurante para contestar la llamada al notar quién era. —¡Papito! —El grito de Mia me hizo apartar el teléfono del oído, a pesar de eso, amaba que estuviera tan enérgica. eran pocas las ocasiones que podia escuchar a mi bebé así de feliz. —¿Cómo está la princesa de papá? —pregunté a mi niña bonita. —Bien, papi, hoy no fui al colegio, la nariz me sangró ot
Tyler Entré a la cocina buscando al chef, el pobre estaba completamente atareado con el servicio, sus ayudantes estaban trabajando a mil. Hablamos rápidamente de “La presa” y me entregó el pedido de la mesa quince, estaba entregando dicha comanda, cuando vi a el señor Stanfort salir de su oficina y hablar con un hombre que estaba de espaldas a mí, una hermosa mujer de cabellos de fuego, lo acompañaba; era alta, delgada y con una piel casi traslúcida… vestía un abrigo de piel, que a leguas, se veía que costaba un año entero de mi sueldo. Llamé a Erick, otro de los meseros y lo presenté con los comensales de la mesa quince y peiné mi cabello con mis manos antes de dirigirme al reservado dos, en donde me esperaba mi jefe, con el niño rico y la mujer hermosa. —Bueno, mi querido Jameson, te dejo en compañía de uno de mis mejores empleados. —Suspiré, levemente nervioso, ubicándome a un costado de la mesa y entregando las cartillas del menú. —Buenas noches, bienvenidos al Todd Olives, mi
James —¿Lo viste? ¡Es idéntico a ti! —exclamó Kate, cuando el mesero se marchó. Miré hacia un lado quitando la mugre de mi hombro—. ¡James! —Tiene tanto pelo en la cara que pensé nos habían enviado un simio como mesonero, ¿y viste sus lentes...? —Kate arqueó una de sus cejas con incredulidad—. Está bien, nos parecemos, pero no somos iguales. —Tomé la copa y caté el vino, cada gota de este borgoña valía lo que costaba—. Le falta clase. —Ella se inclinó hacia adelante. —Sabes a lo que me refiero… Si no te conociera desde hace más de diez años, diría que es tu hermano. —Mi madre murió mientras yo nacía, a menos que Domenico tenga un hijo del que yo no sepa su existencia, soy hijo único —le recordé, pero no podía evitar la curiosidad hacia el mesero, podría decir que prácticamente me había encontrado con mi doble. —Lo sé, pero… —Arqueé una de mis cejas—. Son como dos gotas de agua, diría que exactamente iguales. Golpeé la mesa con la copa, completamente molesto por sus comparaciones
James —Al Stratosphere Tower, serás mi talismán de la suerte nuevamente. —Tomé su barbilla con mis dedos—. ¿Tienes las bragas vibradoras? —Tú me ordenaste que me las colocara —susurró, acercando su boca a la mía—. Yo vivo para complacer a mi hombre. —Su lengua se deslizó por mis labios y la atrapé con mis dientes, reteniéndola por unos segundos. —Bien, porque cada vez que pierda, la encenderé… —Me gusta el castigo, si luego, me vas a recompensar —retó ella con coquetería, solo le di mi sonrisa ladeada levantando mi copa una vez más—. James. —El rictus serio de su boca, me dijo que necesitaba algo de mí—. ¿Has sabido algo de Jack? —Jackson, su nombre es Jackson… —Lo sé, no es que esté interesada en él o algo, es solo que la habitación estaba organizada esta mañana, lo que me indica que Sasha no pasó la noche ahí y, cuando volví seguía igual, estoy preocupada, él estaba muy drogado anoche. Comí un poco de mi comida, gimiendo por los sabores antes de contestar. —Jackson es indifen
Jameson Abrí los ojos maldiciendo al percatarme que no habia cerrado las persianas de la habitacióin la noche anterior mi celular sonaba estridentemente y la cabeza me latía como si tuviese un taladro haciendo orificios en mi cráneo, recordé la conversación con Kate, la cachetada y la manera en cómo me fui dejándola en la entrada del casino. El celular volvió a sonar y me senté en la cama, llevando las manos a mi cabello y peinándolo hacia atrás, necesitaba un corte. Tomé el celular observando el nombre de mi padre en la pantalla, era más de las nueve de la mañana, por lo que supuse que al final no llegaría a la hora acordada con él, dejé que la llamada se fuera a buzón, imaginando a Domenico furioso en su oficina, tenía un mensaje de W******p de Kate Al menos sabía que llegó bien al hotel, lo abrí rápidamente. “Llámame cuando regreses, lamento haberte hecho enojar anoche.” A pesar de que no quería ver a mi padre, me di una ducha rápida y conduje hasta el aeropuerto, el avión priva
Tyler Entré a los casilleros de los empleados del restaurante, para un nuevo día de trabajo, estaba agotado por todos los turnos extras que había tomado en la última semana, pero feliz porque al final conseguí todo el dinero que necesitaba Megan. —Tienes una sonrisa bobalicona, por lo que intuyo que estabas pensando en la futura madre mis hijos —aseguró Will, tan pronto me vio y es que mi amigo siempre había tenido un pequeño flechazo con mi hermana, solo que ella no le correspondía—. No es que quiera arruinarte el día, pero el jefe te está buscando. Di un suspiro desganado. —¿Tienes idea para qué me necesita? —La verdad no, pero aquí está el cliente que atendiste la pasada anoche en el reservado, ¿hiciste algo para que el hijo de papi se molestara? —preguntó Will, con un deje de preocupación. Negué, atendí bien a la pareja, a pesar de mi pequeño shock inicial por mi parecido con el hombre, incluso me dejaron una buena propina con la que completé el dinero para Meg.. Me cambié
Tyler Bajé del autobús y caminé por la acera de la localidad de mi pequeña casa; al entrar, reinaba el silencio, chequeé la hora en mi reloj de muñeca, apenas eran las once treinta, por lo cual, Megan y Mia se encontraban en sus respectivas escuelas. Dejé mi bolsa de lona en el viejo sofá de mamá y me encaminé a la cocina, mi estómago rugía, abrí el refrigerador buscando algo de sobras de la noche anterior, Megan acostumbraba a guardarlas en un Tupperware, pero no había nada, tomé una botella con agua y un par de rodajas de pan, antes de volver al sofá. La última semana fue dura, doblé mis turnos, cambiando horarios con mis compañeros para poder tener el fin de semana libre y estar en la obra escolar de Mia. Le di un mordisco al pan y bebí casi toda la botella de agua, luego me acosté a lo largo del sofá, cerrando los ojos, con todo el deseo de descansar un poco antes de que mi torbellino pelinegro llegara a casa; sin embargo, la propuesta de James Shields seguía haciendo eco en m
James Habían pasado varios días desde que le hice mi propuesta a Brown, sin embargo, él no parecía muy interesado, odiaba la moralidad y el orgullo que desprendía ese tipo, como si su estatus social se lo permitiera. Supe por Stanfort, que solicitó un permiso especial y se había marchado a Spring Valley; una pequeña ciudad en el condado de Harris, todavía me molestaba la exorbitante suma de dinero que tuve que darle a Stanfort para que mantuviera mi reunión con el mesero en secreto. M*****a rata asquerosa. Si odiaba algo en la vida, era depender de alguien más, y en este momento dependía de Tyler Brown. Estuve marcándole una y otra vez a su celular, buscando una respuesta —esperaba afirmativa— pero el bastardo seguía enviándome a buzón, la paciencia no era una de mis virtudes, el hijo de puta estaba acabando con la poca que me quedaba, no había opción para él, o aceptaba por las buenas o escarbaría tanto en su pasado, que lo obligaría a que aceptara por las malas. —Jimmy... —Las