Damián Treviño había salido con una gran sonrisa en su rostro de la oficina de su padre. Por fin había recibido la gran noticia de que la cadena de hoteles sería heredada hacia su único primogénito; Damián.
El anuncio oficial saldrá mañana a todos los socios y empleados de la cadena de hoteles, para que así, el padre de Damián, el señor Santos Treviño con sus casi setenta y dos años pueda jubilarse en paz y hacer lo que siempre quiso; navegar en barcos por todo el continente. Afuera del edificio se encuentra su mejor amigo Axel, lo esperaba recostado de su auto último modelo, con los brazos cruzados y mirada intimidante. —Hermano— advierte Damián con sus brazos extendidos. —Hermano— responde Axel, extendiendo sus manos. Ambos se abrazan y se dan palmadas en la espalda. —¿Ya eres el nuevo dueño?— pregunta Axel. —Ya soy el nuevo dueño, hermano. Ambos chocan las manos y hacen su saludo habitual de cuando eran niños, darse las palmas, chocar puños y luego chasquear sus dedos. —Esto hay que celebrarlo —Oh no— niega con la cabeza— debo dormir temprano, mañana será la reunión donde oficialmente me presenten ante todos los miembros. —No seas aguafiestas hermano, no te hacen dueño de una cadena de hoteles todos los días. Damián lo ve con mirada dudosa, desconfía totalmente de la sinceridad de Axel, él es el alma de la fiesta, un hombre de casi veintiocho años lleno de alcohol y diversión en sus venas. Damián sabe que si accede a salir con él no regresará por la mañana. Axel era capaz de hacer fiestas que duraban semanas, Damián podía seguirle el juego, pero ahora las cosas cambiarían, sería el nuevo CEO de los hoteles más reconocidos del mundo, no podía darse el lujo de fallarle a su padre. —Solo serán un par de horas ¿Ok?— amenaza a Axel. —Lo prometo— con sarcasmo. Ambos se montan en el auto y se marchan al club de la zona más costosa del lugar. El club "Nightwish". A pesar de ser a penas las cinco de la tarde ya estaba lleno de personas sentadas en sus respectivas zonas, bebiendo tranquilas. Hasta que Axel llegó y encendió todo el ambiente ordenandole al DJ que cambiara la canción más aburrida que tocaba por las de tendencia. Damián ordenó dos martinis, quería empezar suave y terminar temprano, pero Axel cambió la orden y pidió dos tequilas en las rocas. —Hermano, hoy es momento de emborrachar al CEO de hoteles Wings Delux— alzo el vaso de tequila y ambos chocaron sus bebidas para luego beber a fondo blanco. Pasadas las ocho de la noche ya Damián estaba ebrio, pero no totalmente, aún quedaban rastros de sobriedad que le repetían en la mente que debe estar en casa máximo a las once de la noche. En medio del alboroto de las personas bailando sudadas y ebrias llega una mujer con un par de amigas. Todas las miradas iban a esa mujer de cabello negro azabache, ojos azules como el amor y un cuerpo de reloj de arena. Damián no pudo evitar observarla de arriba abajo, llama demasiado la atención incluso sin querer. Su vestido rojo resalta todos sus atributos. Sus amigas la llevan al bar donde se encontraba Damián y Axel, ambos intentando disimular que está hermosa. —¡Vamos bebe un poco!— le gritaban las amigas, las cuales empujaban shots de ron en su boca. —Más despacio, por favor— negaba la chica de rojo. —Es tu cumpleaños, tonta, no siempre cumples veintidós.— exclamó una de las amigas. Axel obsevó a Damián. —¿Ves lo que yo veo?— susurrándole al oído. —Un grupo de mujeres que quieren divertirse. —No, idiota, veo a una noche casual usando un vestido rojo. —No digas esas tonterías Axel.— molesto. —Ve a hablarle— insiste. —No... —Si no le hablas tu, le hablaré yo y creeme que terminará en mi cama— yendo a dónde estaban las chicas, Damián lo sujeta del brazo, termina de beber su bebida a fondo blanco y respira profundo. Damián es tímido, nunca se le ha dado con facilidad hablar con mujeres. Su primera relación duro seis años y acabo por una infidelidad por parte de ella, pero fue la ex la que inició todo, la primera cita, el primer beso. Damián es demasiado tímido con las mujeres. A diferencia de Axel, que es todo un Don Juan y sabe cómo llevar a cada chica a la cama sin tanto palabreo. Las chicas seguían obligando a la mujer de rojo a beber, pero Damián las interrumpe. —Quizá el ron no es lo de ella— todas lo miraron. Damián no estaba mal, es alto, fornido y con unos ojos verdes que enamoran a cualquiera. —¿Ah sí?— pregunta una de las amigas — ¿Y tú qué sabes que le gusta a ella? —¿Por qué no se lo preguntamos? — observando a la mujer de vestido rojo. Ella lo miró como su salvador, le sonrió y respondió. —Una cerveza. Las amigas comenzaron a burlarse y a reírse, estaban demasiado ebrias como para socializar. Damián se acercó a aquella mujer para poder hablar. Le ordenó al bartender una cerveza bien fría. —Gracias por eso— dijo la chica algo apenada. —No te preocupes, yo también tengo un amigo así. Ella sonríe. —¿Cómo es el nombre de mi salvador? — Damián ¿Y el de la princesa en apuros? —Amaranta— con una sonrisa resplandeciente. Damián parecía hipnotizado por la belleza y amabilidad de aquella mujer; Amaranta. —Cuentame, ¿Qué te trae a este lugar?— preguntó curioso Damián. —Es mi cumpleaños. —Ah,— se quejo depecionado— no tengo ningún regalo. —No seas tonto, no nos conocíamos hasta hace cinco minutos. —Cierto— se miraban fijamente. Ese juego de miradas y bebidas, y sonrisas terminó llevándolos a sudar en la pista de baile. Damián es un buen bailarín cuando está ebrio y Amaranta le seguía cada paso, como si estuviese conectados a un nivel que nadie podía desifrar. Amaranta movía su cuerpo al ritmo de la canción electrónica, brincando de un lado a otro, su cabello parecía que tenía vida propia, moviéndose libremente. Damián no podía dejar de verla, estaba detallandoa belleza de Amaranta. —¿Qué?— preguntó ella. La canción paró de la nada y se cambió a una melodía suave, Damián aprovecho esta oportunidad para acercarse a ella, tomarla de la cintura y bailar la canción. Sus miradas se cruzaron nuevamente. —Eres más guapo de cerca — confesó Amaranta. Damián sonrió y se sonrojo. —Puedo decirte lo mismo, eres preciosa. —Estoy muy ebria— sus palabras chocaban entre si, se le dificultaba hablar con claridad. Esto Damián lo tomo como una señal para llevarla a su casa. —Llevame contigo— susurró Amaranta al oido de Damián. Él sintió un cosquilleo desde el abdomen hasta su cuello. —¿Estás segura? Amaranta respondió con un beso, la tensión había estado en medio de ellos desde que hablaron. Las miradas pícaras iban y venían, pero Damián aún no daba el primer paso del beso, así que Amaranta aprovechó su valentía bajo los efectos del alcohol y lo besó. Damián continúo el beso, haciendo casi imposible resistirse a llevarla a casa. Luego del beso ambos se miraron fijamente. —Le diré a Axel que me voy— afirmo Damián. —No,— lo tomó por el brazo— es mi cumpleaños, y siempre he querido desaparecer de la vista de todos por una noche, ¿Puedes hacer eso por mí? Damián la miró confundido. —¿De verdad? —Que ese sea mi regalo de tu parte. Damián acepto sin dudar más, esa mujer hermosa le suplicaba por escaparse juntos. Y en medio de la noche, entre copas, el frenesí de la borrachera y la emoción de hacer algo nuevo se marcharon de la fiesta sin despedirse de nadie. Axel terminó besandose en el baño con una de las amigas de Amaranta, la más odiosa. La que lo miraba con desprecio y rechazaba a cada instante, luego de varios tragos comenzaron a verse diferente. Vivía su propia historia de amor en el baño del club.Amaranta llevaba tacones de aguja, lo que hacía se le dificultara caminar y más aún estando ebria.Damián la detuvo y se arrodilló frente a ella para quitarle con cuidado los tacones y cargarla en brazos hasta la limosina de él.Él le indica al chófer que los lleve al hotel más grande y costoso de la ciudad.Amaranta observa por la ventana intentando no arrepentirse de su decisión.—¿Pasa algo? — cuestionó Damián, algo preocupado.—No, nada— vuelve a sonreírle.— ¿A dónde me llevas?—A un lugar que me gustaba mucho cuando era niño— confiesa.—Oh, ¿Vamos a un parque de diversiones? Ambos soltaron una carcajada.—¿Siempre eres así de graciosa?—Solo cuando estoy ebria— lo toma de la corbata y vuelven a besarse, tan apasionadamente que cayeron al suelo de la limosina, Damián la rodeo con sus brazos y Amaranta deslizaba su mano por su abdomen, queriendo desabrochar el pantalón.Damián la detuvo.—Ya llegamos.Volvió a tomar a Amaranta cargada en sus brazos y entraron al hotel.—¿Un hotel?
Luego de la conferencia, todos aplaudieron el nuevo ascenso de Damián, todos le dieron la mano estrechando así los nuevos planes y direcciones que tomaría la mente fresca de Damián.Sin embargo, detrás de ese éxito, detrás de esos cumplidos y buenas palabras de los socios, la mente de Damián aún pensaba en Amaranta.—Señor Santos— se acercó uno de los socios— ¿No lo volveremos a ver por aquí? —Ppr supuesto que sí, mi muchacho está listo para esto, pero aún hay cosas que pulir— afirma el señor Santos, mientras que toma el hombro de su hijo el cual se encontraba pensativo.El socio se marcha y el señor Santos aprovecha para enfrentar a su distraído hijo.—Tu no estás bien, ¿Qué ocurre?Damián se vió acorralado por su padre, lo conocía muy bien. No tuvo más opción que contarle lo que estaba pasando.—Es que anoche tuve un encuentro...—¿Usaste protección?— interrumpe el señor Santos —No se trata de eso, padre —¿Entonces?—Es que la chica despertó y se marchó casi que corriendo, como s
Amaranta despertó ese día siendo una chica de veintidós años forzada por sus amigas a ir a un club prestigioso a pasarla bien por su cumpleaños.—¡Por Dios, nunca sales de esas cuatro paredes lujosa!— gritaba una de sus amigas en una nota de voz por teléfono.Siempre le recriminaban que, aunque era mayor de edad, la trataban como adolescente de catorce años.Amaranta estaba muy cansada de tener esas conversaciones incómodas con su padre. Donde ella suplicaba por salir un rato de fiesta y él le respondía un tajante "NO".El día de su cumpleaños ella decidió escaparse, huir como quinceañera que estaba presa por la ventana cuando su padre no estuviese en casa.Sería difícil porque hay guardaespaldas por cada esquina en toda la mansión, cámaras de vigilancia y demás.Se encerró en su habitación, se puso la pijama encima del vestido rojo, se puso una mascarilla encima de su maquillaje y se acostó.Su padre entró a la habitación.—¿Vas a dormir tan temprano?—Estoy algo enferma.— preocupada
Damián seguía con la búsqueda incansable de Amaranta. Solo conocía de ella su nombre y llevaba consigo la foto que se robó de las cámaras de seguridad del club. Con esas dos cosas contrato a un detective privado para que le ayudase a encontrarla.Se reunieron en un café en el centro de la ciudad para hablar del contrato y todo lo que lleva pagar su servicio.Damián con cuidado deslizó la carpeta con la foto impresa del video de las cámaras de seguridad donde ambos salían bailando. El detective la tomó y observo, de inmediato reconoció el rostro de Amaranta.—¿Qué quieres saber de esa chica?— cuestiona el detective cambiando su semblante amigable a serio.—Bueno, quiero contactarla, ella y yo estuvimos juntos anoche y en la mañana se fue casi que corriendo.—Tiene buenos motivos— mantiene la seriedad —¿De que va todo esto? ¿Cuál es el misterio con ella?—Esa chica de ahí es Amaranta Valcoba, hija del mafioso más peligroso del país. Nadie se le acerca a más de un metro sin antes recib
Amaranta se había bebido la pastilla del día siguiente con muchos nervios. Tania la observaba un poco más relajada por haberse "encargado" de la situación.—No puedo creer que hicieras algo así con un esconocido— susurra— no te creí capaz de hacer nada.—Yo no sé que pasó— se acaricia la cien— fueron demasiados shots y cerveza.—¿Llevas escondiendo esa parte de tu todo el tiempo o qué?—Nunca me había completado así, Tania. —¡Lo sé!— exclamó— solo quiero entender.Amaranta comenzó a recordar a Damián, como se acercó a ella con su traje elegante, con su sonrisa pícara y su mirada intimidante.Dejó salir una sonrisa inevitable.—¡No puede ser! ¿Te gustó?— exaltada.—Si— confiesa Amaranta enrojecida— es que no pude evitarlo, él me trató tan diferente. No sé si fue la química del momento, o si fue atracción a primera vista.—¿Lo verás de nuevo?Amaranta cambio su expresión de emoción a miedo.—No, eso jamás...—Estoy confundida, dices que fue la mejor noche que te pudo pasar, que fue per
Luego de la discusión con su padre se marcha a su habitación con los nervios a millón. Por fortuna su padre solo la regaño y no hizo preguntas al respecto de su escapada. Amaranta no se podía imaginar tener que explicarle a su padre que se fue al club más prestigioso de la ciudad; una zona claramente prohibida para ella desde que tiene uso de razón.Amaranta tomó asiento en su cama, intentando bajar los nervios terribles que tenía encima. «No puedo decirle nada de lo que pasó a mi padre, lo mejor será que a partir de ahora yo empiece a fingir que nada de eso pasó; que nunca conocí a Damián, que nunca me escapé con él, que nunca amanecí en el hotel con él, y que nunca estuvimos juntos. Hacer como si nada de eso nunca pasó y quizás solo así este a salvo» pensaba Amaranta mientras miraba por la ventana sentada desde su cama.En eso suena su teléfono, es un mensaje de texto de un número desconocido, Amaranta procede a abrir el mensaje y queda perpleja, sorprendida al ver lo que decía el
Al día siguiente amaranta se levantó muchísimo antes que sonara su alarma de las 7 de la mañana, estaba ansiosa no pudo dormir casi la noche anterior Por estar pensando en su encuentro con Damián en qué le diría Y cómo actuaría frente a él. Se bañó se acomodó desayunó y luego empezó a hacer vigilancia en la oficina de su padre que estaba ahí mismo en la casa. Su padre notó que su hija estaba algo extraña pasando de un lado a otro enfrente de la oficina de él, así que decidió llamarla. —¿Tienes algo que decirme?Amaranta tenso todo su cuerpo pensó que la había descubierto.—¿A qué te refieres papi? —Pareces un tiburón nadando de un lado a otro enfrente de mi oficina. ¿Tienes algo que decirme? Amaranta se calmó un poco ya que simplemente su actitud la que la está delatando. —Ah, no, no nada de eso— tartamudeando— no hay nada que tenga que decirte, simplemente estoy muy aburrida de estar aquí encerrada. —¿Por qué no le dices a Tania que te venga a ver?— manteniendo sus ojos en los
Amaranta desconcertada de que se hayan metido en un baño un poco pequeño, viéndose forzados de estar un poco más cerca de lo normal. Damián la miro fijamente. —¿Qué pasa entre tu familia y la mía? ¿ Por qué no podemos estar juntos? —Ese es el problema, yo no sé qué pasa pero no puedo estar contigo— intenta no hacer contacto visual con Damián.—¿Cómo que no sabes?— insistiendo.El baño es individual, por ende el poco espacio que hay entre ellos cada vez se hace más estrecho.—Mi padre siempre me ha recalcado que no puedo estar en tus hoteles, ni mucho menos cruzarme con la familia Treviño, más nunca me ha dicho el porqué. —Pues que yo sepa yo no conozco ni el apellido de tu familia ni la historia que tenga que ver con tu familia— la tensión comienza a subir.—Damián no hagas esto por favor...—Y si me estás confundiendo a lo mejor no soy ese enemigo de tu padre— le coloco los dedos en la barbilla para que lo viera fijamente. —Es imposible confundirme.— mirándolo fijamente— Si dice