Ella fue empaquetada para parecerse a una chica buena, pero no nos engañemos: allí había una perra.
-Está bien, clase -gritó la señora Penley, caminando a través de la puerta.No dije nada y volví a mi asiento.-Por favor, saquen sus brújulas y las operaciones de búsqueda de Oriente. Cuando diga "vayan", por favor tomen sus materiales y siéntense al lado de esa persona para el debate de hoy. Siéntanse libres para moverse de lado a lado o el escritorio cara a cara. Vayan.Me senté alli e Ivi Donner estaba a mi lado antes de que tuviera la oportunidad de sacar mi brújula.Pero apenas escuché su charla.Tate estaba uniéndose con Ben Jamison, y estaban moviendo sus escritorios frente a frente.Lo extraño era que no sentía nada al mirarla. Como si estuviera entumecido. La necesidad que sentía hace dos minutos de abrazarla decirle que lo sentía había desaparecido ahora por completo.¿Y qué más? Ni siquiera me siento eElla se detuvo, y yo levanté mi lapicero, dándome cuenta que había estado delineando la misma caja una y otra vez.-En dias soleados, como una niña, podía aún despertar a ese emocionante sentimiento. Me mareabas con las expectativas, justo como una tormenta sinfónica. Eras una tempestad en el sol, el rayo en un aburrido cielo sin nubes.Sospecha hizo su camino bajo mi piel, y mi respiración se hizo superficial.Esto no era un monólogo.Y continuó:-Recuerdo que paleaba mi desayuno lo más rápido que podía, asi podía llamar a tu puerta. Jugábamos todo el día, solo volviendo a casa para comer y dormir. Jugamos al escondite, me empujabas en el columpio, o escalábamos árboles.No pude evitarlo. Mis ojos se movieron para encontrarse con los de ella, y mi maldito corazón... era como si estuviera tratando de llegar y apretarlo en su mano.Tate.¿Estaba hablándome?-Ser tu compañera me dio una sensación de hogar
Maldito jodido Jesucristo. Estaba empapada. Y miré abajo de nuevo. sabiendo lo que haría si seguía mirando. Su blusa mojada se pegaba a su cuerpo, pero trató de ocultario, cruzando sus brazos. Sus piernas brillaban con el agua que goteaba hacia abajo, y sus pantalones cortos se aferraban a sus tonificados, muslos mojados.-¿Jared? ¿Podrías responder? -grító. La casa está destrozada.Traté de mirarla de nuevo. ¿Por qué? ¿Quién demonios sabe? Cada vez que la veía, quería enterrar mi corazón y cuerpo dentro de ella.-El perro se escapó me atraganté. ¿Qué demonios?. ¿Así que lanzaste una rabieta? ¿Sabe tu madre lo que hiciste a la casa?Y ahí es cuando la pared volvió a subir. Mi madre. Tate mirándome como si no pudiera controlarme. Como si fuera débil.No quería hacerle daño ya, pero no iba a dejaria entrar, tampoco.-¿Qué te importa? No soy nada, ¿verdad? ¿Un perdedor? Mis padres me odian. ¿No fueron esas tus palabras? Sí, esto era
Damián Treviño había salido con una gran sonrisa en su rostro de la oficina de su padre. Por fin había recibido la gran noticia de que la cadena de hoteles sería heredada hacia su único primogénito; Damián.El anuncio oficial saldrá mañana a todos los socios y empleados de la cadena de hoteles, para que así, el padre de Damián, el señor Santos Treviño con sus casi setenta y dos años pueda jubilarse en paz y hacer lo que siempre quiso; navegar en barcos por todo el continente. Afuera del edificio se encuentra su mejor amigo Axel, lo esperaba recostado de su auto último modelo, con los brazos cruzados y mirada intimidante. —Hermano— advierte Damián con sus brazos extendidos.—Hermano— responde Axel, extendiendo sus manos.Ambos se abrazan y se dan palmadas en la espalda.—¿Ya eres el nuevo dueño?— pregunta Axel.—Ya soy el nuevo dueño, hermano.Ambos chocan las manos y hacen su saludo habitual de cuando eran niños, darse las palmas, chocar puños y luego chasquear sus dedos.—Esto hay
Amaranta llevaba tacones de aguja, lo que hacía se le dificultara caminar y más aún estando ebria.Damián la detuvo y se arrodilló frente a ella para quitarle con cuidado los tacones y cargarla en brazos hasta la limosina de él.Él le indica al chófer que los lleve al hotel más grande y costoso de la ciudad.Amaranta observa por la ventana intentando no arrepentirse de su decisión.—¿Pasa algo? — cuestionó Damián, algo preocupado.—No, nada— vuelve a sonreírle.— ¿A dónde me llevas?—A un lugar que me gustaba mucho cuando era niño— confiesa.—Oh, ¿Vamos a un parque de diversiones? Ambos soltaron una carcajada.—¿Siempre eres así de graciosa?—Solo cuando estoy ebria— lo toma de la corbata y vuelven a besarse, tan apasionadamente que cayeron al suelo de la limosina, Damián la rodeo con sus brazos y Amaranta deslizaba su mano por su abdomen, queriendo desabrochar el pantalón.Damián la detuvo.—Ya llegamos.Volvió a tomar a Amaranta cargada en sus brazos y entraron al hotel.—¿Un hotel?
Luego de la conferencia, todos aplaudieron el nuevo ascenso de Damián, todos le dieron la mano estrechando así los nuevos planes y direcciones que tomaría la mente fresca de Damián.Sin embargo, detrás de ese éxito, detrás de esos cumplidos y buenas palabras de los socios, la mente de Damián aún pensaba en Amaranta.—Señor Santos— se acercó uno de los socios— ¿No lo volveremos a ver por aquí? —Ppr supuesto que sí, mi muchacho está listo para esto, pero aún hay cosas que pulir— afirma el señor Santos, mientras que toma el hombro de su hijo el cual se encontraba pensativo.El socio se marcha y el señor Santos aprovecha para enfrentar a su distraído hijo.—Tu no estás bien, ¿Qué ocurre?Damián se vió acorralado por su padre, lo conocía muy bien. No tuvo más opción que contarle lo que estaba pasando.—Es que anoche tuve un encuentro...—¿Usaste protección?— interrumpe el señor Santos —No se trata de eso, padre —¿Entonces?—Es que la chica despertó y se marchó casi que corriendo, como s
Amaranta despertó ese día siendo una chica de veintidós años forzada por sus amigas a ir a un club prestigioso a pasarla bien por su cumpleaños.—¡Por Dios, nunca sales de esas cuatro paredes lujosa!— gritaba una de sus amigas en una nota de voz por teléfono.Siempre le recriminaban que, aunque era mayor de edad, la trataban como adolescente de catorce años.Amaranta estaba muy cansada de tener esas conversaciones incómodas con su padre. Donde ella suplicaba por salir un rato de fiesta y él le respondía un tajante "NO".El día de su cumpleaños ella decidió escaparse, huir como quinceañera que estaba presa por la ventana cuando su padre no estuviese en casa.Sería difícil porque hay guardaespaldas por cada esquina en toda la mansión, cámaras de vigilancia y demás.Se encerró en su habitación, se puso la pijama encima del vestido rojo, se puso una mascarilla encima de su maquillaje y se acostó.Su padre entró a la habitación.—¿Vas a dormir tan temprano?—Estoy algo enferma.— preocupada
Damián seguía con la búsqueda incansable de Amaranta. Solo conocía de ella su nombre y llevaba consigo la foto que se robó de las cámaras de seguridad del club. Con esas dos cosas contrato a un detective privado para que le ayudase a encontrarla.Se reunieron en un café en el centro de la ciudad para hablar del contrato y todo lo que lleva pagar su servicio.Damián con cuidado deslizó la carpeta con la foto impresa del video de las cámaras de seguridad donde ambos salían bailando. El detective la tomó y observo, de inmediato reconoció el rostro de Amaranta.—¿Qué quieres saber de esa chica?— cuestiona el detective cambiando su semblante amigable a serio.—Bueno, quiero contactarla, ella y yo estuvimos juntos anoche y en la mañana se fue casi que corriendo.—Tiene buenos motivos— mantiene la seriedad —¿De que va todo esto? ¿Cuál es el misterio con ella?—Esa chica de ahí es Amaranta Valcoba, hija del mafioso más peligroso del país. Nadie se le acerca a más de un metro sin antes recib
Amaranta se había bebido la pastilla del día siguiente con muchos nervios. Tania la observaba un poco más relajada por haberse "encargado" de la situación.—No puedo creer que hicieras algo así con un esconocido— susurra— no te creí capaz de hacer nada.—Yo no sé que pasó— se acaricia la cien— fueron demasiados shots y cerveza.—¿Llevas escondiendo esa parte de tu todo el tiempo o qué?—Nunca me había completado así, Tania. —¡Lo sé!— exclamó— solo quiero entender.Amaranta comenzó a recordar a Damián, como se acercó a ella con su traje elegante, con su sonrisa pícara y su mirada intimidante.Dejó salir una sonrisa inevitable.—¡No puede ser! ¿Te gustó?— exaltada.—Si— confiesa Amaranta enrojecida— es que no pude evitarlo, él me trató tan diferente. No sé si fue la química del momento, o si fue atracción a primera vista.—¿Lo verás de nuevo?Amaranta cambio su expresión de emoción a miedo.—No, eso jamás...—Estoy confundida, dices que fue la mejor noche que te pudo pasar, que fue per