Amaranta despertó ese día siendo una chica de veintidós años forzada por sus amigas a ir a un club prestigioso a pasarla bien por su cumpleaños.
—¡Por Dios, nunca sales de esas cuatro paredes lujosa!— gritaba una de sus amigas en una nota de voz por teléfono. Siempre le recriminaban que, aunque era mayor de edad, la trataban como adolescente de catorce años. Amaranta estaba muy cansada de tener esas conversaciones incómodas con su padre. Donde ella suplicaba por salir un rato de fiesta y él le respondía un tajante "NO". El día de su cumpleaños ella decidió escaparse, huir como quinceañera que estaba presa por la ventana cuando su padre no estuviese en casa. Sería difícil porque hay guardaespaldas por cada esquina en toda la mansión, cámaras de vigilancia y demás. Se encerró en su habitación, se puso la pijama encima del vestido rojo, se puso una mascarilla encima de su maquillaje y se acostó. Su padre entró a la habitación. —¿Vas a dormir tan temprano? —Estoy algo enferma.— preocupada de que no se notara el vestido y el maquillaje que lleva debajo de toda esa fachada. —¿Quieres que te lleven al médico? —No, no te preocupes, solo es dolor de cabeza por la menstruación.— cubriéndose bien con la cobija. —Entiendo. —¿Saldrás?— curiosa. —Salida de negocios, vendré mañana por la noche. Amaranta por dentro estaba feliz, todo un día sin su padre cerca era la señal de que hacia bien al escaparse hoy, tendría tiempo suficiente para pasarla bien esa noche y llegar mañana sin consecuencias. —Te traeré tu regalo de cumpleaños cuando venga— le dió un beso en la frente y se marchó. Amaranta respiró profundo y saltó de la cama par asomarse en la ventana y ver el momento preciso cuando su padre se marchara en la camioneta blindada de color negro. «Ya se fué, es el momento» pensó, una Amaranta nerviosa. Les envío un mensaje de texto a sus amigas para que la esperarán en el punto indicado, sería un escape peligroso, ninguno de los guardias era confiable, todos le confesarán a su padre que escapó si la llegan a ver. Sus manos temblaban, llevaba los tacones en sus manos mientras que se encaramó en la ventana para huir por el jardín. Con mucha agilidad y cuidado logro pasar los jardines de la mansión y salir a la calle. Corrió lo más rápido que pudo sin mirar atrás, y llegó hasta donde sus amigas la esperaban emocionadas por su libertad. —¡Lo hiciste!— le gritó una de las amigas felicitandola. —¡Acelera coño!— gritó Amaranta asustada, con el corazón a millón. Se marcharon al club, encontrándose con el galan de Damián y su mujeriego amigo Axel. Amaranta había bebido tanto que perdió el conocimiento, calló rendida en los brazos de Damián. Amaranta despertó al día siguiente, sin ropa, con resaca y recién follada con un desconocido. —¡No puede ser!— se repetía a sí misma cuando descubrió que follo con el enemigo de su padre. La familia Treviño estaba en la enorme lista negra de su padre. Siempre le recordaba los enemigos que tenía, al ser un mafioso peligroso se había forjado una reputación delicada. Amaranta sabía que si su padre se enteraba dónde y con quién paso la noche habían problemas, grandes y graves problemas. Llegó a casa en un taxi y le abre la puerta un guardaespaldas. —Señorita Valcoba, ¿No estaba en casa? —Nop— salió del taxi y camino hasta la entrada. El guardaespaldas la siguió hasta la puerta, observando que Amaranta estaba extraña. —¿Se encuentra bien? Amaranta giró la mirada a su dirección y respondió con un aire de sarcasmo. —Estoy divinamente, de hecho la pasé muy bien así que puedes correr a decirle a mi papá que me escapé y me castigue por el resto del año a pesar de que soy una adulta funcional con veintidós años— cerrandole la puerta en la cara. Amaranta tenía muy en claro la clase de padre que tiene, la clase de vida en la que está metida, aunque no conocía muy bien la razón de que la familia Treviño y los Valcoba sean enemigos a muerte, siempre le había dejado en claro que tanto ellos como sus hoteles son lugares prohibidos. Se quitó el vestido rápidamente y se metió a bañar, dejando que el agua tibia cayera por sus cabellos y piel. Cerró sus ojos porque esa sensación de calor le recordó a la noche que pasó con Damián. Que por cierto, tiene un nombre diferente. Recordó como sus manos la hicieron estremecer esa noche, como sus besos la llevaron al cielo ida y vuelta. También esa sensación de libertad aunque se encontraba atrapada en sus brazos. Damián había sido para ella una noche de pecado y lujuria, un error placentero, aunque estaba un poco asustada por lo que pasaría, no estaba arrepentida en absoluto en haberse acostado con Damián Treviño. Amaranta salió del baño y se quedó en toalla acostada en la cama. Observando el techo y recordando a su amor de una noche. Su celular sonó, es su amiga; Tania llamándola. —¿Tania?— pregunto Amaranta. —¿Dónde carajos estás? Te busque como loca en todo el club, temi lo peor— exaltada. —Estoy bien,— explica calmandola— pero no también como tú, te ví yendo al baño con el pelirubio de anoche. —Ah si, besa muy bien.— suspirando— se llama Axel, y creo que nos veremos está noche. —Me alegra que para ti la noche cerro perfecta. —¿Qué te paso? —Cometí un error Tania— dijo Amaranta intentando evitar llorar— todo iba perfecto, pero al día siguiente me dí cuenta que no debí acostarme con ese extraño. —¿Te acostaste con ese hombre?— sorprendida. Tania siempre había visto a su mejor amiga como una niña sobre protegida, sin experiencia de nada, muy infantil e incluso algo añiñada. Jamás la creyó capaz de acostarse con alguien la primera noche. Amaranta era de esas mujeres románticas que hablaba del amor como en las películas. —Ama... ¿Por qué hiciste eso? —No lo sé— en desespero. Amaranta no le podía contar a su amiga que su padre es mafioso, para todas las amigas el señor Valcoba es un empresario millonario corredor de bolsa o algo así. —Tu no eres así. —Lo sé, pero había química, su sonrisa, su mirada, los tragos... Estaba tan ebria que pensé que sería buena idea hacer algo nuevo y loco por esa noche. Tania suspiro, comprendiendo a lo que se refería su amiga. —Calma, no es el fin del mundo, ¿Usaste protección? Amaranta pensó unos segundos, intentando recordar si en algún momento de la noche uso condón. —No recuerdo— preocupada. Tania suspiro de nuevo. —Aún hay tiempo para la pastilla de emergencia. Te la compraré y nos veremos en tu casa. Amaranta acepto, agradeciendo el favor y respirando un poco aliviada. Se acaricio la cien mientras que respiraba profundo por tanta locura en poco tiempo. «Vaya forma de empezar los veintidós, Amaranta»Damián seguía con la búsqueda incansable de Amaranta. Solo conocía de ella su nombre y llevaba consigo la foto que se robó de las cámaras de seguridad del club. Con esas dos cosas contrato a un detective privado para que le ayudase a encontrarla.Se reunieron en un café en el centro de la ciudad para hablar del contrato y todo lo que lleva pagar su servicio.Damián con cuidado deslizó la carpeta con la foto impresa del video de las cámaras de seguridad donde ambos salían bailando. El detective la tomó y observo, de inmediato reconoció el rostro de Amaranta.—¿Qué quieres saber de esa chica?— cuestiona el detective cambiando su semblante amigable a serio.—Bueno, quiero contactarla, ella y yo estuvimos juntos anoche y en la mañana se fue casi que corriendo.—Tiene buenos motivos— mantiene la seriedad —¿De que va todo esto? ¿Cuál es el misterio con ella?—Esa chica de ahí es Amaranta Valcoba, hija del mafioso más peligroso del país. Nadie se le acerca a más de un metro sin antes recib
Amaranta se había bebido la pastilla del día siguiente con muchos nervios. Tania la observaba un poco más relajada por haberse "encargado" de la situación.—No puedo creer que hicieras algo así con un esconocido— susurra— no te creí capaz de hacer nada.—Yo no sé que pasó— se acaricia la cien— fueron demasiados shots y cerveza.—¿Llevas escondiendo esa parte de tu todo el tiempo o qué?—Nunca me había completado así, Tania. —¡Lo sé!— exclamó— solo quiero entender.Amaranta comenzó a recordar a Damián, como se acercó a ella con su traje elegante, con su sonrisa pícara y su mirada intimidante.Dejó salir una sonrisa inevitable.—¡No puede ser! ¿Te gustó?— exaltada.—Si— confiesa Amaranta enrojecida— es que no pude evitarlo, él me trató tan diferente. No sé si fue la química del momento, o si fue atracción a primera vista.—¿Lo verás de nuevo?Amaranta cambio su expresión de emoción a miedo.—No, eso jamás...—Estoy confundida, dices que fue la mejor noche que te pudo pasar, que fue per
Luego de la discusión con su padre se marcha a su habitación con los nervios a millón. Por fortuna su padre solo la regaño y no hizo preguntas al respecto de su escapada. Amaranta no se podía imaginar tener que explicarle a su padre que se fue al club más prestigioso de la ciudad; una zona claramente prohibida para ella desde que tiene uso de razón.Amaranta tomó asiento en su cama, intentando bajar los nervios terribles que tenía encima. «No puedo decirle nada de lo que pasó a mi padre, lo mejor será que a partir de ahora yo empiece a fingir que nada de eso pasó; que nunca conocí a Damián, que nunca me escapé con él, que nunca amanecí en el hotel con él, y que nunca estuvimos juntos. Hacer como si nada de eso nunca pasó y quizás solo así este a salvo» pensaba Amaranta mientras miraba por la ventana sentada desde su cama.En eso suena su teléfono, es un mensaje de texto de un número desconocido, Amaranta procede a abrir el mensaje y queda perpleja, sorprendida al ver lo que decía el
Al día siguiente amaranta se levantó muchísimo antes que sonara su alarma de las 7 de la mañana, estaba ansiosa no pudo dormir casi la noche anterior Por estar pensando en su encuentro con Damián en qué le diría Y cómo actuaría frente a él. Se bañó se acomodó desayunó y luego empezó a hacer vigilancia en la oficina de su padre que estaba ahí mismo en la casa. Su padre notó que su hija estaba algo extraña pasando de un lado a otro enfrente de la oficina de él, así que decidió llamarla. —¿Tienes algo que decirme?Amaranta tenso todo su cuerpo pensó que la había descubierto.—¿A qué te refieres papi? —Pareces un tiburón nadando de un lado a otro enfrente de mi oficina. ¿Tienes algo que decirme? Amaranta se calmó un poco ya que simplemente su actitud la que la está delatando. —Ah, no, no nada de eso— tartamudeando— no hay nada que tenga que decirte, simplemente estoy muy aburrida de estar aquí encerrada. —¿Por qué no le dices a Tania que te venga a ver?— manteniendo sus ojos en los
Amaranta desconcertada de que se hayan metido en un baño un poco pequeño, viéndose forzados de estar un poco más cerca de lo normal. Damián la miro fijamente. —¿Qué pasa entre tu familia y la mía? ¿ Por qué no podemos estar juntos? —Ese es el problema, yo no sé qué pasa pero no puedo estar contigo— intenta no hacer contacto visual con Damián.—¿Cómo que no sabes?— insistiendo.El baño es individual, por ende el poco espacio que hay entre ellos cada vez se hace más estrecho.—Mi padre siempre me ha recalcado que no puedo estar en tus hoteles, ni mucho menos cruzarme con la familia Treviño, más nunca me ha dicho el porqué. —Pues que yo sepa yo no conozco ni el apellido de tu familia ni la historia que tenga que ver con tu familia— la tensión comienza a subir.—Damián no hagas esto por favor...—Y si me estás confundiendo a lo mejor no soy ese enemigo de tu padre— le coloco los dedos en la barbilla para que lo viera fijamente. —Es imposible confundirme.— mirándolo fijamente— Si dice
Damián llegó a casa con una sonrisa de oreja a oreja. Su padre, quien llegó a visitarlo algo molesto por su poca participación en la empresa desde que tomo el puesto de CEO, lo miró con decepción sentado en el sofá.—¿Padre?— extrañado de verlo sentado ahí.—Al menos uno de los dos está feliz— con un tono profundo y serio.—¿A qué te refieres?— confundido.—¿Todavía tienesa osadía de preguntar? — se levanta furioso del sofa.— ¡No has asistido a ninguna conferencia pautada con tus socios, llevas dos días como CEO y pareciera que no te importara nada!Damián comprendió de inmediato a lo que su padre se refería. Había estado tan obsesionado con encontrar a amaranta que se le olvidó por completo su responsabilidades en la empresa. Muy apenado y avergonzado baja la cara y le responde a su padre. —Tienes razón padre, lo lamento, es que he estado haciendo algunas cosas importantes.El señor Santos lo miró con desagrado.—¿Qué puede ser más importante que el legado que te acabo de dejar?
Tania observaba con orgullo y algo de ternura como Amaranta se expresaba de Damián.—En todos los años que te conozco jamás te había escuchado tan enamorada y menos de alguien que conociste solo una noche— admite Tania.—Si, hasta yo me desconozco. ¿Te ha pasado?— le pregunta a Tania, colocando sus manos en su barbilla prestando atención.Tania le iba a comentar pero se quedó pensando en Axel y lo bien que la pasaron esa noche que se conocieron y el día de ayer. Amaranta al ver el rostro iluminado de Tania comenzó a reírse.—¿Estás enamorada ahora? No puede ser.—¡No sé si enamorada sea la palabra correcta!— exclamó.—¿A qué te refieres? Mira como se te iluminan los ojos.—Es que Axel y yo somos tan diferentes que no creo que nos lleguemos a enamorar, solo estoy disfrutando el momento.—¿Cómo que diferentes?—Bueno, él es muy descomplicado, extrovertido y bastante libre... Y yo quiero una relación.Amaranta abrió su boca del asombro.—Tania ¿Ya estás lista para pensar en una relación
Damián Treviño había salido con una gran sonrisa en su rostro de la oficina de su padre. Por fin había recibido la gran noticia de que la cadena de hoteles sería heredada hacia su único primogénito; Damián.El anuncio oficial saldrá mañana a todos los socios y empleados de la cadena de hoteles, para que así, el padre de Damián, el señor Santos Treviño con sus casi setenta y dos años pueda jubilarse en paz y hacer lo que siempre quiso; navegar en barcos por todo el continente. Afuera del edificio se encuentra su mejor amigo Axel, lo esperaba recostado de su auto último modelo, con los brazos cruzados y mirada intimidante. —Hermano— advierte Damián con sus brazos extendidos.—Hermano— responde Axel, extendiendo sus manos.Ambos se abrazan y se dan palmadas en la espalda.—¿Ya eres el nuevo dueño?— pregunta Axel.—Ya soy el nuevo dueño, hermano.Ambos chocan las manos y hacen su saludo habitual de cuando eran niños, darse las palmas, chocar puños y luego chasquear sus dedos.—Esto hay