Capitulo 3. El error

Luego de la conferencia, todos aplaudieron el nuevo ascenso de Damián, todos le dieron la mano estrechando así los nuevos planes y direcciones que tomaría la mente fresca de Damián.

Sin embargo, detrás de ese éxito, detrás de esos cumplidos y buenas palabras de los socios, la mente de Damián aún pensaba en Amaranta.

—Señor Santos— se acercó uno de los socios— ¿No lo volveremos a ver por aquí?

—Ppr supuesto que sí, mi muchacho está listo para esto, pero aún hay cosas que pulir— afirma el señor Santos, mientras que toma el hombro de su hijo el cual se encontraba pensativo.

El socio se marcha y el señor Santos aprovecha para enfrentar a su distraído hijo.

—Tu no estás bien, ¿Qué ocurre?

Damián se vió acorralado por su padre, lo conocía muy bien. No tuvo más opción que contarle lo que estaba pasando.

—Es que anoche tuve un encuentro...

—¿Usaste protección?— interrumpe el señor Santos

—No se trata de eso, padre

—¿Entonces?

—Es que la chica despertó y se marchó casi que corriendo, como si hubiese dormido con un fantasma, no puedo dejar de pensar en ella.

—Ay hijo, eso es una tontería— le dice— la mujeres son confusas, están llenas de hormonas y pensamientos contradictorios.

—En serio estoy preocupado.

—Ya te llamará, deja de pensar en eso, más bien vamos a celebrar.

—No, no— niega— necesito ir a dormir, anoche fue una locura.

El señor Santos asiente y se despide de su hijo.

Damián se va en su limosina hasta su casa, pensando en que hacer.

Recibe una llamada de su mejor amigo Axel.

—¿Estás vivo?

—¿Que pasa?

—Anoche desapareciste

—Lo siento hermano, tuve que irme.

—Bueno, no te perdiste de mucho, aunque la chica hermosa de vestido rojo también se fue.

—Si, ella se fue conmigo.— confesó.

—¿¡Qué!?— exclamó emocionado.— ¿De verdad? No puedo creerlo hermano.

—No grites, me duele la cabeza.— acariciando su cien con cuidado, sentía puntadas fuertes.

—¿Follaron?— cuestionó sin ningún tipo de pena, así es Axel; directo.

—¿Que preguntas son esas?

—No me dejes con la curiosidad.

—Todo fue increíble, pero está mañana paso algo raro, ella se fue despavorida.

—Suele pasar cuando haces mal tu jugada.

—No creo que haya sido por eso, dijo algo como "no puedo estar en este hotel".

—¿A qué hotel la llevaste?

—Al mío, y lo peor no es eso, es que cuando se enteró que yo era el dueño corrió más rápido.

—Mierda, normalmente suele ser lo opuesto, cuando les dices que eres el dueño de quieren casar— en medio de risas.

—Hablo en serio, Axel. Esa chica me dejó preocupado, ¿Debería buscarla?

—Pues si eso es lo que sientes, búscala.

Colgó la llamada y fue a buscar una pastilla para el dolor, se prometió a sí mismo no volver a beber de esa manera, ya no era tan joven como para soportar esas terribles fiestas sin control, aunque todo eso vino con el maravilloso recuerdo de Amaranta.

Damián la imaginaba encima de él cuando estaban en el jacuzzi, como se movía, como lo besaba, lo extasiaba demasiado pensar en ella.

Así que sin más decidió ir al club para hablar con el dueño y pedirle las camaras de seguridad y así dar con la identidad de la chica.

El dueño del club llamado Mateus se quedó algo perplejo al ver lo que le pedía Damián.

—¿Cámaras de seguridad?

—En serio necesito encontrarla— insiste Damián.

—Esta bien, vamos— Mateus lo llevo a la oficina de vigilancia y reprodujo los videos de esa noche.

Damián observo con detenimiento las grabaciones hasta que dió con ella.

—Ahí está, es ella— emocionado.

—Oh, Amaranta.— susurró Mateus.

—¿La conoces?— curioso.

—No sabía que hablabas de esa mujercita.

—¿A qué te refieres?— algo desesperado.

—Pues, es una mujer prohibida.

—¿Cómo que prohibida?

—¿En qué mundo vives Damián? — tomando asiento en su silla — esa chica es hija del mafioso más peligroso del país. Al mafioso le dicen "El diablo".

—¿Qué?— perplejo.

—Yo te recomiendo que te alejes, no sé que hacía en mi club, hasta yo corro peligro por dejarla entrar.

—¿Por qué no puede estar aquí? ¿Por qué no puede estar conmigo?— angustiado.

—El diablo es muy celoso con su hija, es su tesoro más preciado, muchos han muerto por solo acercarse. Ese mafioso Diablo lleva más muertos encima que bendiciones de su madre.

—Anoche estuvo conmigo— susurró confesando.

—Ay amigo, estás muerto si te descubren— le dió un par de palmadas en la espalda a Damián y se marchó, dejándolo pensativo sobre todo.

«¿Ese es el problema? Su padre es un mafioso peligroso, pero... ¿Qué tiene que ver eso conmigo y con los hoteles? ¿Por qué ella no podía estar en el hotel de mi familia? Todavía no entiendo nada, pero sé que debo hacer las cosas con cuidado. La verdad no le tengo miedo a ningún mafioso» pensó Damián mientras veía la parte del video donde ambos bailaban sin preocupaciones.

Se notaba la química que había en ellos, eso no se podía ignorar.

Damián nunca se había imaginado en algun compromiso o emparejado con nadie, luego de su primera y última relación decidió que los romances estaban descartados en su vida, pero con Amaranta todo pasó tan rápido y tan intenso que no puede dejar de pensar en ello.

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