<<Maldita sea>>, pensó. Nunca lo había molestado la nieve. ¿Qué demonios le pasaba?
-¿Por qué no te tomas unas vacaciones? -dijo a su espalda la voz de Ben, interrumpiendo el hilo de sus pensamientos-. Ve a algún lugar donde brille el sol y la temperatura no baje de los veinticinco grados. Búscate una mujer. Me estás poniendo nervioso, y Karla empieza a estar preocupada por ti.
-¿Wue te estoy poniendo nervioso y Karla se preocupa por mí? -respondió Justin, tratando de controlar el tono de su voz para no soltarle un bufido-. Creo que sois vosotros los que necesitan unas vacaciones.
-Nosotros no -negó Ben-. Karla y yo somos felices aquí, con o sin sol.
Justin levantó una ceja.
-¿Y crees que yo no lo soy?
-Oh, por favor, Justin. Te conozco desde hace mucho tiempo -dijo Ben, sacudiendo la cabez
Justin Grainer era un hombre diferente, y le gustaba ser así. Era un hombre que estaba contento con su vida. Su afinidad con los caballos era asombrosa, y le gustaba su trabajo, que consistía en ocuparse de llevar su aislado rancho de caballos a Montana.Pero Justin no era un ermitaño ni un lobo solitario, ni mucho menos. Le gustaba la fácil camaradecía que compartía con los mozos del rancho y su capataz, Ben Daniels. Y aunque Justin no había querido volver a tener una mujer en su propiedad desde su fracasado matrimonio y divorcio cinco años atrás, había aceptado la presencia de la nueva esposa de Ben, Karla. Karla había sido la ayudante personal de Mitch, el hermano de Justin, que dirigía el casino que la familia poseía en Deadwood, en Dakota del Sur.Justin también iba de vez en cuando a visitar a sus padres, ahora jubilados, que habían trasladado su r
A Hannah Deturk no le hizo ninguna gracia tener que dejar Filadelfia la tercera semana de diciembre para dirigirse a Dakota del Sur, aunque pasando primero por Nebraska. Para ella, Deadwood, Dakota del Sur, era como el fin del mundo e incluso peor, un lugar más perdido y aislado que la parte de Nebraska donde había nacido y crecido.Después de licenciarse en la universidad y mudarse, primero a Chicago, donde hacía demasiado viento, después a Nueva York, que era demasiado grande, y por fin a Filadelfia, donde había encontrado su nuevo hogar, Hannah se había jurado no volver jamás a esa parte del país, excepto para visitar a sus padres. También se había prometido no ir nunca entre noviembre y marzo, e incluso octubre, abril y mayo le parecían meses muy arriesgados Sólo una petición de sus padres o, como este caso, el matrimonio de su querida amiga Maggie, podían
Después de haber escuchado en varias conversaciones telefónicas las explicaciones de Maggie sobre lo apuesto, lo interesante, lo maravilloso y lo atractivo que era su jefe y prometido, Hannah estaba preparada para el impacto visual de Mitch Grainger.Por eso, cuando éste llegó al apartamento de Maggie media hora más tarde, ni la sorprendió ni la defraudó. Mitch parecía ser todo lo que Maggie aseguraba de él, e incluso más. Era un hombre educado y cortés. Amable y tierne con Maggie, y un perfecto caballero con Hannah. Hannah no pudo evitar observar que cada vez que Mitch miraba a su prometida, sus ojos brillaban con una mezcla de adoración, alegría y hambre sexual. Muy a pesar, Hannah tuvo que reconocer que aquel destello de luz provocaba cierta sensación de inquietud en su pecho.¿Sería envidia de Maggie y las emociones que despertaba en Mit
-Bien, ¿qué te ha parecido? -preguntó Mitch, mientras él y su hermano Justin se acomodaban en el coche después de despedirse de Maggie y su amiga.Justin titubeó un segundo.-¿Quién?Mitch miró a su hermano como si hubiera perdido la memoria.-Maggie, ¿quién va a ser? Ya sabes, la mujer con la que me voy a casar dentro de unos dias.-Sí, claro que lo sé -respondió Justin, sintiéndose como un idiota, una sensación que no le gustó en absoluto-. Pero por si no te acuerdas, habían dos mujeres en el apartamento -dijo, en defensa propia-. Aunque me he dado cuenta de que tú solo tenías ojos para Maggie.Sonriendo, Mitch puso el motor en marcha.-Claro que me acuerdo de que habían dos mujeres, listillo -dijo-.Y también recuerdo que te has pasado casi
El viernes llegó demasiado pronto para el gusto de Hannah. Aunque habían pasado los días hablan sin parar, a Maggie y ella aún les quedaban muchas cosas que contarse, y eso que ni una sola vez se habían quedadon sin nada que decirse.El ensayo del día anterior a la ceremonia religiosa estaba programado para las cinco de la tarde en la pequeña iglesia situada a unas pocas manzanas de la enorme mansión victoriana familiar. La cena tendría lugar en el hotel Bullock inmediatamente después del ensayo. A las cuatro de la tarde, Maggie era un manojo de nervios.-¿Todo esto por el ensayo? -dijo Hannah, haciendo un esfuerzo para no soltar una carcajada-. Entonces no quiero pensar cómo estarás mañana. Seguro que hecha un flan. En lugar de caminar delante de ti, seguro que Karla y yo tenemos que ir detrás, por si acaso caes desplomada por el pasillo camino al
Justin podía leer a Hannah como si fuera un libro abierto. Lejos de sentirse asqueada o molesta por sus miradas cargadas de deseo, Hannah era receptiva, y en las profundidades de sus ojos se revalaban sus necesidades y deseos.Estaba impaciente por estar a solas con ella, sentir su boca bajo sus labios, su cuerpo desnudo deslizándose sensualmente bajo el suyo, sus largas piernas rodeándole la cintura.<<Basta>>, ordenó Justin a sus dísculos pensamientos,a la vez que sentía cómo su cuerpo se endurecía allí mismo, debajo de la mesa. Por unos segundos se imaginó corriendo por la tundra helada, temblando de frío, en un intento de controlar su ardor.Momentos más tarde, los sonidos del grupo de música que estaba situado junto a la pequeña pista de baile que había en un extremo del amplio comedor privado lo sacaron de sus pensamientos.
Por fin llegó el día de la boda. La ceremonia a la luz de las velas estaba programada para las seis de la tarde, y la recepción inmediatamente después en el hotel. Para sopresa de Hannah, después de los nervios de Maggie el día anterior, su amiga estuvo tranquila durante todo el día. Aunque no dio muestras extremas de ello, Hannah se sentía como el manojo de nervios que su amiga había sido el día anterior. Pero por supuesto,sus nervios no tenían absolutamente nada que ver con el encuentro con Justin en el aparcamiento del hotel, se repetía una y otra vez. No. Claro que no. Tan perpleja se había quedado ante la descarada sugerencia de Justin, que de sugerencias no tenía nada, en realidad había sido una explicita declaración de intenciones, que Hannah sólo recordaba vagas imágenes de él, riendo suavemente mientras la acompañaba a su coche, con pasos seguros, a pesar de que él también llevaba botas de tacón. -E
Es<<Te equivocas en las dos cosas, mamá>>, pensó Justin abrazando a su madre y depositando un beso en su mejilla. El vestido verde oscuro quedaba fantástico en contraste con la rubia melena de Hannah y su piel sedosa no sólo en Navidad sino en cualquier estación del año. Y no cuanto a lo de que le quedaba maravillosamente, él prefería verla sin él. Y pensaba hacerlo muy pronto.Claro que Justin no dijo nada de eso a su madre. De haberlo hecho, ella hubiera podido decidir proteger a la encantadora Hannah de las garras seductoras de su hija, y no estaba dispuesto a permitirlo.-Como siempre, no sólo estás guapísima, mamá, sino que además hueles maravillosamente. Muy sexy. Seguro que a papá lo vuelves loco con ese aroma.-¡Justin Grainger! -exclamó su madre, en un tono aparentemente escandalizado, aunque no pudo control