El viernes llegó demasiado pronto para el gusto de Hannah. Aunque habían pasado los días hablan sin parar, a Maggie y ella aún les quedaban muchas cosas que contarse, y eso que ni una sola vez se habían quedadon sin nada que decirse.
El ensayo del día anterior a la ceremonia religiosa estaba programado para las cinco de la tarde en la pequeña iglesia situada a unas pocas manzanas de la enorme mansión victoriana familiar. La cena tendría lugar en el hotel Bullock inmediatamente después del ensayo.A las cuatro de la tarde, Maggie era un manojo de nervios.-¿Todo esto por el ensayo? -dijo Hannah, haciendo un esfuerzo para no soltar una carcajada-. Entonces no quiero pensar cómo estarás mañana. Seguro que hecha un flan. En lugar de caminar delante de ti, seguro que Karla y yo tenemos que ir detrás, por si acaso caes desplomada por el pasillo camino al altar.-Ni loca -dijo Maggie, cuadrando la espalda y sacando el pecho-. Además, no olvides que recorreré el pasillo del brazo de Adam, el hermano de Mitch, y creéme, amiga mía, Adam tiene fuerza más que suficiente para sujetarme.Las dos amigas se echaron a reír.-¿Nos vamos? -preguntó Hannah.-Supongo que sí, ya es hora -dijo Maggie. Riendo como adolescentes, las dos jóvenes bajaron corriendo las escaleras y fueron hasta el todoterreno alquilado de Hannah. Las máquinas quitanieves habían limpiado las calles y Hannah recorrió la breve distancia que las separaba de la iglesia en unos minutos. En el aparcamiento sólo había unos pocos coches-. Parece que no somos las últimas en llegar -dijo Maggie, su voz temblando a causa de la tensión.-Sí, eso parece -dijo Hannah-. Pero, ¿quieres hacer el favor de tranquilizarte? Es sólo el ensayo.-Lo sé... pero...-Sin peros -la interrumpió Hannah, abriendo la puerta del coche-. Terminemos con esto de una vez, que tengo hambre y quiero cenar -dijo, sonriendo a su amiga, en un intento de relajar sus nervios.El ensayo se desarrolló con absoluta normalidad, para todo excepto para Hannah. Al principio todo iba bien. Maggie la presentó a otros miembros de la familia de Mitch, entre ellos su hermano Adam.Adam era tan alto y apuesto como sus hermanos, un poco mayor, pero muy agradable y encantador. Sus ojos, al contrario de los de Justin, eran cálidos y amables, y Hannah le tomó aprecio inmediatamente.Hannah se sentía bien, relajada y contenta, hasta que empezó a recorrer el pasillo hacia el altar. El mero hecho de ver a Justin allí, de pie junto a Mitch al otro extremo del pasillo, le hizo contener la respiración.Al contrario de Mitch, que llevaba un traje oscuro, camisa blanca y corbata de rayas, Justin llevaba un suéter de lana beige, pantalones de tela marrones y las mismas botas vaqueras que había llevado la primera noche al apartamento de Maggie.Hannah no pudo evitar preguntarse si pensaba ponerse las mismas botas para la boda. Al menos, se dijo, las llevaba resplandecientes. Pero el motivo de la reacción femenina no fueron ni sus botas y su ropa. Fueron sus ojos, penetrantes como rayos láser. Tras recorrer lentamente todo su cuerpo de la cabeza a los pies, parecieron adentrarse hasta lo más hondo de su alma, de sus pensamientos, de sus emociones.Y en ese momento las emociones de Hannah estaban totalmente desbocadas, agitando cada partícula de su ser.De repente se sintió nerviosa, excitada e incluso un poco asustada; con el cuerpo helado y ardiendo a la vez, como anticipando algo excitante a punto de suceder.El tiempo pareció detenerse y acelerarse a la vez. De la misma manera que tardó lo que pareció una eternidad en recorrer la corta distancia del pasillo, tuvo la sensación de haber llegado al otro extremo demasiado pronto. Y allí estaba él, con su penetrante mirada gris clavada en ella, con destellos de promesas y placeres sugeridos, de un algo mistorioso que estaba a punto de suceder.El calor que había detrás de los destellos dejaba dudas sobre la naturaleza del misterio.Hannah respiraba entrecortadamente, casi con esfuerzo. Cuando por fin se hizo a un lado, fuera de su campo de visión, respiró aliviada. Durante el resto de la ceremonia, evitó su mirada en todo momento.Después de eso, todo continuó sin incidentes hasta que llegaron al hotel.La cena estuvo pefecta. El menú era excelente, la familia de Mitch amable y atenta, de fácil conversación y risa pronta; todos excepto Justin. Éste esperó hasta que Hannah se sentó, estaba seguro de eso, y entonces se sentó junto enfrente, renovando de nuevo el envío silencioso de mensajes visuales y de miradas que no dejaban lugar a dudas.Por mucho que lo intentó, y lo intentó con todas sus fuerzas, Hannah le fue imposible malinterpretar sus intenciones.No era una niña y tenía experiencia en los matices de las miradas y el lenguaje corporal. Aquellos mensajes silenciosos prometían muchos planes, los planes que Justin tenía para ambos. Y, tal y como ella había sospechado en la iglesia, todos y cada uno de los planes eran de naturaleza sexual.Mientras la ardiente mirada de Justin revelaba sus pensamientos carnales a Hannah, sus comentarios, breves y escasos, eran sosos, casi banales.Hannah no sabía si reír divertida o huir para salvar su vida.Trató de asegurarse de que sus sentimientos estaban provocados por el rechazo a las casi imperceptibles insinuaciones masculinas, pero sabía perfectamente que se estaba mintiendo a sí misma. La verdad, que ella hubiera negado con todas sus fuerzas si alguien le preguntaba, era que sus sentimiento s nacían de la excitación que la embargaba.Si algo temía era que sus sentimientos, la pasión que crecía cada vez más en su interior, se reflejaran en su cara o en sus ojos, y cruzó los dedos para que la imagen que presentaba ante todos los presentes fuera de fría y controlada compostura.Especialmente ante Justin.Justin podía leer a Hannah como si fuera un libro abierto. Lejos de sentirse asqueada o molesta por sus miradas cargadas de deseo, Hannah era receptiva, y en las profundidades de sus ojos se revalaban sus necesidades y deseos.Estaba impaciente por estar a solas con ella, sentir su boca bajo sus labios, su cuerpo desnudo deslizándose sensualmente bajo el suyo, sus largas piernas rodeándole la cintura.<<Basta>>, ordenó Justin a sus dísculos pensamientos,a la vez que sentía cómo su cuerpo se endurecía allí mismo, debajo de la mesa. Por unos segundos se imaginó corriendo por la tundra helada, temblando de frío, en un intento de controlar su ardor.Momentos más tarde, los sonidos del grupo de música que estaba situado junto a la pequeña pista de baile que había en un extremo del amplio comedor privado lo sacaron de sus pensamientos.
Por fin llegó el día de la boda. La ceremonia a la luz de las velas estaba programada para las seis de la tarde, y la recepción inmediatamente después en el hotel. Para sopresa de Hannah, después de los nervios de Maggie el día anterior, su amiga estuvo tranquila durante todo el día. Aunque no dio muestras extremas de ello, Hannah se sentía como el manojo de nervios que su amiga había sido el día anterior. Pero por supuesto,sus nervios no tenían absolutamente nada que ver con el encuentro con Justin en el aparcamiento del hotel, se repetía una y otra vez. No. Claro que no. Tan perpleja se había quedado ante la descarada sugerencia de Justin, que de sugerencias no tenía nada, en realidad había sido una explicita declaración de intenciones, que Hannah sólo recordaba vagas imágenes de él, riendo suavemente mientras la acompañaba a su coche, con pasos seguros, a pesar de que él también llevaba botas de tacón. -E
Es<<Te equivocas en las dos cosas, mamá>>, pensó Justin abrazando a su madre y depositando un beso en su mejilla. El vestido verde oscuro quedaba fantástico en contraste con la rubia melena de Hannah y su piel sedosa no sólo en Navidad sino en cualquier estación del año. Y no cuanto a lo de que le quedaba maravillosamente, él prefería verla sin él. Y pensaba hacerlo muy pronto.Claro que Justin no dijo nada de eso a su madre. De haberlo hecho, ella hubiera podido decidir proteger a la encantadora Hannah de las garras seductoras de su hija, y no estaba dispuesto a permitirlo.-Como siempre, no sólo estás guapísima, mamá, sino que además hueles maravillosamente. Muy sexy. Seguro que a papá lo vuelves loco con ese aroma.-¡Justin Grainger! -exclamó su madre, en un tono aparentemente escandalizado, aunque no pudo control
Evitando a Justin en todo momento, Hannah no logró respirar tranquila hasta que cerró con llave la puerta del acogedor apartamento de Maggie.Tensa, con los nervios a flor de piel, temiendo, y a la vez deseando, escuhar a Justin llamar a su puerta de un momento a otro, colgó con sumo cuidado el vestido de novia de Maggie e el armario antes de desnudarse. Después darse una ducha rápida, Hannah se puso el camisón y la bata, y fue recogiendo sus cosas. Se iba a Filadelfia a primera hora de la mañana.No estaba huyendo de Justin, se repetía una y otra vez,consciente en todo momento de que se estaba mintiendo a sí misma. Sabía, con plena certeza, que Justin no se impondría sobre ella ni le haría ninguún daño. Estaba convencida de qu él respetaría su decisión, fuera cual fuera, aunque no entendía por qué estaba tan segura de ello.&n
Si ésa había sido su intención, había clavado el dardo en el centro exacto de la diana. El problema para Hannah era que la punta del dardo también se había clavado en el centro de su corazón.La culpa era suya y sólo suya, se dijo. Ella se había metido en la trampa solita. Y se lo tenía merecido. Es más, se merecía no sólo el pinchazo del dardo, sino también la puñalada en el pecho. Porque en todo momento había sabido perfectamente que de ella Justin sólo quería sexo.En fin, que se fuera al infierno. Se olvidaría de él en cuanto regresara a Filadelfia, a su vida, a su trabajo, y a sus amigos.Pero primero tenía que descansar un poco. Por la mañana tenía un buen trayecto al volante hasta el aeropuerto y necesitaba dormir aunque fuera un par de horas.<<Duérmete, tont
Entonces, ¿por qué sentía que se le derretía el corazón al escuchar el apelativo cariñoso murmurado por los tentadores labios de Justin?-¿Hannah?La voz de Justin la sacó de sus pensamientos. Parpadeó.-¿Qué? -entonces se acordó de la pregunta, y respondió con absoluta sinceridad-. Oh... sí, te deseo, Justin -admitió, extendiendo los dedos entre la mata de pelo oscuro.La suave risa de Justin llegó cargada de felicidad. Soltándole las nalgas, Justin dejó colgar los brazos a ambos lados.-Entonces tócame, dulce Hannah. Soy todo tuyo.Hannah aceptó la invitación apretando la boca contra la de él.Sin romper el contacto, Justin la separó de la pared, y la llevó en brazos a través del pequeño comedor en direcció
Reaccionando al intenso placer que la recorría una y otra vez, Hannah clavó las uñas en las nalgas masculinas, y escuchó su nombre repetido en labios de Justin, cuando éste alcanzó el clímax.Puro éxtasis. Hannah quería decírselo, darle las gracias, pero al principio apenas podía respirar. Después, cuando su respiración se tranquilizó y pudo hablar, antes de poder emitir una sola palabra, sucumbió al sueño que le había evitado durante la larga noche anterior.-¿Hannah? -Cuando por fin Justin logró controlar su respiración, alzó la cabeza empapada de sudor que tenía apoyada en el pecho igualmente empapado de Hannah, y la miró. Tenía los ojos cerrados, y su aspecto era tranquilo. Relajado y tranquilo. Su respiración también era normal, como de dormir-. Te he dejado K
Y no se equivocó en absoluto. Hannah disfrutó de cada minuto que pasaron mojándose, salpicádose, enjabonándose, acariciándose, deseándose bajo el agua caliente de la ducha. Y quién sabía el tiempo que hubieran seguido allí de no ser por los ruidos de hambre que empezaron a retumbar en el estómago de Hannah.Secarse el uno al otro fue casi tan divertido.Limpia, pero desnuda como el día que nació, Hannah volvió a meterse bajo las sábanas mientras Justin se afeitaba. Cuando él entró en la habitación totalmente desnudo, ella admiró el cuerpo delgado y musculoso mientras él se ponía calzoncillos, vaqueros, y un suéter de punto por la cabeza.-¿Ves algo que te guste? -preguntó él, arqueando las cejas.-La verdad es que me gusta todo el conjunto -admitió ella