-¿Y qué me dices de Beth? -preguntó él, con un brillo en los ojos-. ¿Te cayó bien?
Hannah tardó unos minutos en hacer la conexión. Justin y ella estaban desayunando. Esta vez, él había preparado copos de avena con azúcar integral, y la observaba desde su silla, esperando la respuesta.
-Oh, tu hermana, Beth -dijo Hannah por fin, cuando la pregunta de Justin acabó de abrirse paso entre la neblina de su mente. Al menos no le había respondido conun <<¿Mmm?, pensó Justin-. Me cayó bien, muy bien -confirmó Hannah-. Hace unos días se pasó por el apartamento de Maggie, y estuvimos hablando. Además de ser amable y cariñosa, es una mujer preciosa, una increíble combinación de tu padre y tu madre.
-Sí, es cierto -dijo Justin, metiéndose otra cucharada de cereales en la boc
Hannah prefirió ignorar el comentario, y continuó.-Entiéndelo, yo acababa de salir de la universidad y estaba totalmente entregada a la empresa de marketing que había empezado. Pero era capaz de dejar las preocupaciones del trabajo en la oficina cuando echaba el cierre por las noches.-¿Y él no podía?-No -dijo, sacudiendo negativamente la cabeza, a la vez que se pregunta por qué se estaba molestando en explicarle todo aquello cuando era evidente que no volverían a verse una vez que ella regresara a Filadelfia y él a sus caballos en Montana. Sin embargo continuó-: Pero no me rendí. Intenté que funcionara. Incluso aprendí a cocinar, aunqeue sabía que no me interesaba demasiado -Justin se echó a reír-. Nunca he entendido por qué dedicar tanto tiempo y esfuerzo a preparar una comida sofisticada para alguien que se la va a
Hannah estaba de regreso en su apartamento en Filadelfia. Era domingo. Había llegado al aeropuerto el viernes anterior, y llevaba una semana y un día de vuelta en casa.Y aún no sabía absolutamente nada de Justin.¿Y qué esperaba?, se preguntó, tratando de concentrarse en limpiar el polvo del salón. Habían pasado cinco días juntos. Cinco días maravillosos que la habían dejado tan relajada, satisfecha y feliz que su ayudante lo notó en el momento en que la vio entrar por la puerta de la oficina el lunes por la mañana.-Tienes un aspecto resplandeciente -había exclamado Jocelyn nada más verla-. ¿Has estado en Dakota del Sur o relajándote en un balnerio de cinco estrellas?Hannah no pudo reprimir una carcajada. La verdad era que se sentía fantásticamente.-De balnario nada. Te prometo que h
<<Maldita sea>>, pensó. Nunca lo había molestado la nieve. ¿Qué demonios le pasaba?-¿Por qué no te tomas unas vacaciones? -dijo a su espalda la voz de Ben, interrumpiendo el hilo de sus pensamientos-. Ve a algún lugar donde brille el sol y la temperatura no baje de los veinticinco grados. Búscate una mujer. Me estás poniendo nervioso, y Karla empieza a estar preocupada por ti.-¿Wue te estoy poniendo nervioso y Karla se preocupa por mí? -respondió Justin, tratando de controlar el tono de su voz para no soltarle un bufido-. Creo que sois vosotros los que necesitan unas vacaciones.-Nosotros no -negó Ben-. Karla y yo somos felices aquí, con o sin sol.Justin levantó una ceja.-¿Y crees que yo no lo soy?-Oh, por favor, Justin. Te conozco desde hace mucho tiempo -dijo Ben, sacudiendo la cabez
Justin Grainer era un hombre diferente, y le gustaba ser así. Era un hombre que estaba contento con su vida. Su afinidad con los caballos era asombrosa, y le gustaba su trabajo, que consistía en ocuparse de llevar su aislado rancho de caballos a Montana.Pero Justin no era un ermitaño ni un lobo solitario, ni mucho menos. Le gustaba la fácil camaradecía que compartía con los mozos del rancho y su capataz, Ben Daniels. Y aunque Justin no había querido volver a tener una mujer en su propiedad desde su fracasado matrimonio y divorcio cinco años atrás, había aceptado la presencia de la nueva esposa de Ben, Karla. Karla había sido la ayudante personal de Mitch, el hermano de Justin, que dirigía el casino que la familia poseía en Deadwood, en Dakota del Sur.Justin también iba de vez en cuando a visitar a sus padres, ahora jubilados, que habían trasladado su r
A Hannah Deturk no le hizo ninguna gracia tener que dejar Filadelfia la tercera semana de diciembre para dirigirse a Dakota del Sur, aunque pasando primero por Nebraska. Para ella, Deadwood, Dakota del Sur, era como el fin del mundo e incluso peor, un lugar más perdido y aislado que la parte de Nebraska donde había nacido y crecido.Después de licenciarse en la universidad y mudarse, primero a Chicago, donde hacía demasiado viento, después a Nueva York, que era demasiado grande, y por fin a Filadelfia, donde había encontrado su nuevo hogar, Hannah se había jurado no volver jamás a esa parte del país, excepto para visitar a sus padres. También se había prometido no ir nunca entre noviembre y marzo, e incluso octubre, abril y mayo le parecían meses muy arriesgados Sólo una petición de sus padres o, como este caso, el matrimonio de su querida amiga Maggie, podían
Después de haber escuchado en varias conversaciones telefónicas las explicaciones de Maggie sobre lo apuesto, lo interesante, lo maravilloso y lo atractivo que era su jefe y prometido, Hannah estaba preparada para el impacto visual de Mitch Grainger.Por eso, cuando éste llegó al apartamento de Maggie media hora más tarde, ni la sorprendió ni la defraudó. Mitch parecía ser todo lo que Maggie aseguraba de él, e incluso más. Era un hombre educado y cortés. Amable y tierne con Maggie, y un perfecto caballero con Hannah. Hannah no pudo evitar observar que cada vez que Mitch miraba a su prometida, sus ojos brillaban con una mezcla de adoración, alegría y hambre sexual. Muy a pesar, Hannah tuvo que reconocer que aquel destello de luz provocaba cierta sensación de inquietud en su pecho.¿Sería envidia de Maggie y las emociones que despertaba en Mit
-Bien, ¿qué te ha parecido? -preguntó Mitch, mientras él y su hermano Justin se acomodaban en el coche después de despedirse de Maggie y su amiga.Justin titubeó un segundo.-¿Quién?Mitch miró a su hermano como si hubiera perdido la memoria.-Maggie, ¿quién va a ser? Ya sabes, la mujer con la que me voy a casar dentro de unos dias.-Sí, claro que lo sé -respondió Justin, sintiéndose como un idiota, una sensación que no le gustó en absoluto-. Pero por si no te acuerdas, habían dos mujeres en el apartamento -dijo, en defensa propia-. Aunque me he dado cuenta de que tú solo tenías ojos para Maggie.Sonriendo, Mitch puso el motor en marcha.-Claro que me acuerdo de que habían dos mujeres, listillo -dijo-.Y también recuerdo que te has pasado casi
El viernes llegó demasiado pronto para el gusto de Hannah. Aunque habían pasado los días hablan sin parar, a Maggie y ella aún les quedaban muchas cosas que contarse, y eso que ni una sola vez se habían quedadon sin nada que decirse.El ensayo del día anterior a la ceremonia religiosa estaba programado para las cinco de la tarde en la pequeña iglesia situada a unas pocas manzanas de la enorme mansión victoriana familiar. La cena tendría lugar en el hotel Bullock inmediatamente después del ensayo. A las cuatro de la tarde, Maggie era un manojo de nervios.-¿Todo esto por el ensayo? -dijo Hannah, haciendo un esfuerzo para no soltar una carcajada-. Entonces no quiero pensar cómo estarás mañana. Seguro que hecha un flan. En lugar de caminar delante de ti, seguro que Karla y yo tenemos que ir detrás, por si acaso caes desplomada por el pasillo camino al