Justin Grainer era un hombre diferente, y le gustaba ser así. Era un hombre que estaba contento con su vida. Su afinidad con los caballos era asombrosa, y le gustaba su trabajo, que consistía en ocuparse de llevar su aislado rancho de caballos a Montana.
Pero Justin no era un ermitaño ni un lobo solitario, ni mucho menos. Le gustaba la fácil camaradecía que compartía con los mozos del rancho y su capataz, Ben Daniels. Y aunque Justin no había querido volver a tener una mujer en su propiedad desde su fracasado matrimonio y divorcio cinco años atrás, había aceptado la presencia de la nueva esposa de Ben, Karla. Karla había sido la ayudante personal de Mitch, el hermano de Justin, que dirigía el casino que la familia poseía en Deadwood, en Dakota del Sur.Justin también iba de vez en cuando a visitar a sus padres, ahora jubilados, que habían trasladado su residencia a Sedona, Arizona, un lugar con temperaturas mucho más cálidas durante todo el año. Los dos contaban con buena salud y disfrutaban de una intensa vida social. Su hermana Beth, aún soltera, vivía en San Francisco dedicada al mundo de la moda, y su hermano mayor, Adam regentaba los distintos negocios familiares desde las oficinas centrales en Casper, Wyoming.Adam estaba casado con una mujer encantadora, llamada Sunny, a quién en principio Justin había decidido tolerar en nombre de la unidad familiar, pero a la que pronto llegó a admirar y respetar, y a la que quería casi tanto como a su propia hermana. El matrimonio tenía una niña pequeña, Becky, a la que Justin adoraba.De vez en cuando, Justin incluso pasaba algún tiempo con alguna que otra mujer, siempre que ella estuviera dispuesta y no buscara ataduras ni compromisos por su padre, y eso era para él la situación perfecta. Justin aseguraba que era mucho más fácil tratar con caballos que con mujeres, mucho menos polémicos, y que además nunca le llevaba la contraria, por lo que era mucho más fácil hablar y entenderse con ellos.A pesar de todo, después de un largo y caluroso verano de trabajo hasta la cejas, un otoño igual de ajetreado, y un invierno que acababa de empezar, Justin se sentía inquieto y no protestó mucho cuando recibió una llamada urgente de su hermano Mitch la semana antes de Navidad.-Necesito que vengas a Deadwood -dijo Mitch, tan discreto como siempre.-¿Sí? ¿Por qué? -respondió Justin, en el tono indiferente que le era habitual.-Me caso y quiero que seas mi padrino -le espetó Mitch-. Por eso.Para dejar a cualquiera con la boca abierta, la explicación de su hermano no tenía rival, reconoció Justin para sus adentros.Lo cierto era que la relación entre los hermanos Grainger se asentaba sobre las bases de una total lealtad y devoción en cualquier situación.-¿Cuándo la has perdido, Mitch? -preguntó Justin por fin, adoptando un suave tono de lástima.-¿Perder qué? -preguntó su hermano, un tanto perplejo. Justin sonrió.-La cabeza, hermanito, la cabeza. Tienes que haberla perdido irremisiblemente para tirarte de cabeza al pozo del matrimonio.-No he perdido ninguna cabeza, hermanito -respondió Mitch, divertido-. Por muy manido que te suene, lo que he perdido ha sido el corazón.Imposible que Justin dejara pasar el comentario de su hermano sin hacer algún comentario sarcástico.-De <<que me suene>> nada -repuso Justin, disfrutando inmensamente-. Es lo más manido que he oído en mi vida, sin más -Mitch soltó una carcajada.-No sé que decirte, hermano -dijo, poniéndose serio de repente-. Estoy totalmente enamorada de ella.Oh, sí, pensó Justin, escuchando la intensidad en la voz de su hermano. Mitch hablaba totalmente en serio. Estaba coladito por una mujer, y él sospechaba de quién se trataba.-Es Maggie Reynolds, ¿verdad?-Sí... claro -claro. A Justin no lo sorprendió, en absoluto. Una ligera sonrisa curvó sus labios. De hecho, después de todos los increíbles comentarios que había oído a su hermano sobre la señorita Reynolds desde ésta ocupó el puesto de ayudante personal que Karla había dejado vacante, Justin tenía que haber estado preparado para el anuncio de la boda en cualquier momento-. ¿Y bien?La voz impaciente de Mitch se abrió paso entre los pensamientos de Justin.-¿Y bien qué? -preguntó Justin.Mitch suspiró largamente, y Justin apenas pudo contener una carcajada.-¿Serás el padrino de mi boda?-¿Por qué no? -repuso Justin-. Desde luego me apetece más que ser el novio.-Descuida, que en mi boda no lo serás.-¿Cuándo quieres que vaya a Deadwood? -preguntó Justin, tras soltar una risita.-Hemos fijado la fecha para el primer sábado de enero, pero podrías venir a pasar la Navidad con nosotros -sugirió Mitch, con cautela.-Me temo que no -respondió Justin, digiendo una mirada al enorme abeto decorado que había delante del ventanal del salón. El árbol, junto con otras decoraciones navideñas en distintos puntos de la casa, era un concesión a la nueva esposa de Ben, pero no significaba que él estuviera dispuesto a unirse a las celebraciones de la Navidad-. Ya que no me gusta...-La Navidad -terminó Mitch por él-. Sí, lo sé -su hermano dejó escapar un cansada suspiro-. Esta Navidad hace cinco años que Angie se largó con aquel vendedor. ¿No crees que ya es hora de olvidarlo, Justin, y buscar una mujer buena y decente que...?-Déjalo, Mitch -le advirtió Justin en tono seco, sin querer recordar aquel amargo invierno-. La única mujer que quiero encontrar no tiene que ser ni buena ni decente, sólo necesito que tenga ganas de pasar un buen rato.-Eh, eh -dijo Mitch en tono de desaprobación-. Confio en que si esperas buscar a alguien así aquí en Deadwood lo hagas con discreción.-No quieres que escandalice a tu futura señora, ¿eh?-A mi futura señora, y a la señora de Ben, y la señora de Adam -respondió Mitch, serio-. Por no hablar de tu madre y tu hermana Beth.-¡Ay! -rió Justin-. Está bien. Seré superdiscreto, incluso circunspecto -Mitch se echó a reír.-Como quieras.-A propósito, ¿va a ser Karla la dama de honor?-Sí, pero habrá dos.-¿Dos qué?-Dos damas de honor -explicó Mitch-. La mejor amiga de Maggie viene desde Filadelfia después de pasar por Nebraska para ser su dama de honor.-¿Desde Filadelfia pasando por Nebraska?-Vive en Filadelfia -explicó Mitch-. Maggie es de allí.-Sí, ya lo sé, pero, ¿qué tiene que ver con Nebraska?-Hannah es de Nebraska. Va a visitar a su familia antes de venir a Deadwood.-Hannah, ¿eh? Justin imaginó inmediatamente a una mujer seria y de aspecto anticuado que encajara con aquel nombre también acticuado. Una mujer remilgada, formal, virginal y seguramente feísima.-Sí, Hannah Deturk -Y, con ese apellido además mojigata-. Y más te vale que seas amable con ella -le advirtió Mitch.-Claro que seré adorable con ella. ¿Por qué demonios no iba a serlo? -dijo Justin, sinceramente herido por la advertencia de su hermano.¿Por qué creería en la necesidad de hacerle semejante advertencia? Ni que fuera un mujeriego, corriendo todo el día detrás de unas faldas.-Vale -el tono de Mitch era conciliador-. Nunca has guardado en secreto lo que piensas de las mujeres y no quiero que hagas nada que puedo molestar a Maggie.-Suenas tan pillado como Ben -dijo Justin, divertido, a la vez que desviaba el tema de conversación-. Esta vez te ha dado bien fuerte, ¿verdad?-La amo más que a mi propia vida, Justin -admitió Mitch, con firmeza.-Te he oído, y te prometo que me compartaré como un auténtico caballero.Justin sabía que nunca había sentido lo que parecía sentir su hermano por una mujer, ni siquiera por su ex mujer, Angie, y estaba seguro de que jamás lo sentiría.Qué demonios, ni siquiera quería sentir un tipo de emoción tan intensa por ninguna mujer, se dijo minutos más tarde, con el ceño fruncido, mientras colgaba el teléfono.Lo único que podía conseguir era sufrimiento y dolor. Y no quería volver a pasar por ahí. Primero Ben y Karla, ahora Mitch y Maggie, musitó mirando a ninguna parte, y las dos parejas en mejos de un año.Aunque Justin no era dado a dejarse llevar por ideas extravagantes, se preguntó si el agua de Deadwood no tendría algún tipo de afrodisiaco, o quizá sería el ambiente en el casino, que emanaba una especie de hechizo amoroso al aire.El día después de Navid Justin salió hacia Deadwood, convencido de que él era inmune a cualquier tipo de hechizo o poción. Él ya había aprendido la lección.A Hannah Deturk no le hizo ninguna gracia tener que dejar Filadelfia la tercera semana de diciembre para dirigirse a Dakota del Sur, aunque pasando primero por Nebraska. Para ella, Deadwood, Dakota del Sur, era como el fin del mundo e incluso peor, un lugar más perdido y aislado que la parte de Nebraska donde había nacido y crecido.Después de licenciarse en la universidad y mudarse, primero a Chicago, donde hacía demasiado viento, después a Nueva York, que era demasiado grande, y por fin a Filadelfia, donde había encontrado su nuevo hogar, Hannah se había jurado no volver jamás a esa parte del país, excepto para visitar a sus padres. También se había prometido no ir nunca entre noviembre y marzo, e incluso octubre, abril y mayo le parecían meses muy arriesgados Sólo una petición de sus padres o, como este caso, el matrimonio de su querida amiga Maggie, podían
Después de haber escuchado en varias conversaciones telefónicas las explicaciones de Maggie sobre lo apuesto, lo interesante, lo maravilloso y lo atractivo que era su jefe y prometido, Hannah estaba preparada para el impacto visual de Mitch Grainger.Por eso, cuando éste llegó al apartamento de Maggie media hora más tarde, ni la sorprendió ni la defraudó. Mitch parecía ser todo lo que Maggie aseguraba de él, e incluso más. Era un hombre educado y cortés. Amable y tierne con Maggie, y un perfecto caballero con Hannah. Hannah no pudo evitar observar que cada vez que Mitch miraba a su prometida, sus ojos brillaban con una mezcla de adoración, alegría y hambre sexual. Muy a pesar, Hannah tuvo que reconocer que aquel destello de luz provocaba cierta sensación de inquietud en su pecho.¿Sería envidia de Maggie y las emociones que despertaba en Mit
-Bien, ¿qué te ha parecido? -preguntó Mitch, mientras él y su hermano Justin se acomodaban en el coche después de despedirse de Maggie y su amiga.Justin titubeó un segundo.-¿Quién?Mitch miró a su hermano como si hubiera perdido la memoria.-Maggie, ¿quién va a ser? Ya sabes, la mujer con la que me voy a casar dentro de unos dias.-Sí, claro que lo sé -respondió Justin, sintiéndose como un idiota, una sensación que no le gustó en absoluto-. Pero por si no te acuerdas, habían dos mujeres en el apartamento -dijo, en defensa propia-. Aunque me he dado cuenta de que tú solo tenías ojos para Maggie.Sonriendo, Mitch puso el motor en marcha.-Claro que me acuerdo de que habían dos mujeres, listillo -dijo-.Y también recuerdo que te has pasado casi
El viernes llegó demasiado pronto para el gusto de Hannah. Aunque habían pasado los días hablan sin parar, a Maggie y ella aún les quedaban muchas cosas que contarse, y eso que ni una sola vez se habían quedadon sin nada que decirse.El ensayo del día anterior a la ceremonia religiosa estaba programado para las cinco de la tarde en la pequeña iglesia situada a unas pocas manzanas de la enorme mansión victoriana familiar. La cena tendría lugar en el hotel Bullock inmediatamente después del ensayo. A las cuatro de la tarde, Maggie era un manojo de nervios.-¿Todo esto por el ensayo? -dijo Hannah, haciendo un esfuerzo para no soltar una carcajada-. Entonces no quiero pensar cómo estarás mañana. Seguro que hecha un flan. En lugar de caminar delante de ti, seguro que Karla y yo tenemos que ir detrás, por si acaso caes desplomada por el pasillo camino al
Justin podía leer a Hannah como si fuera un libro abierto. Lejos de sentirse asqueada o molesta por sus miradas cargadas de deseo, Hannah era receptiva, y en las profundidades de sus ojos se revalaban sus necesidades y deseos.Estaba impaciente por estar a solas con ella, sentir su boca bajo sus labios, su cuerpo desnudo deslizándose sensualmente bajo el suyo, sus largas piernas rodeándole la cintura.<<Basta>>, ordenó Justin a sus dísculos pensamientos,a la vez que sentía cómo su cuerpo se endurecía allí mismo, debajo de la mesa. Por unos segundos se imaginó corriendo por la tundra helada, temblando de frío, en un intento de controlar su ardor.Momentos más tarde, los sonidos del grupo de música que estaba situado junto a la pequeña pista de baile que había en un extremo del amplio comedor privado lo sacaron de sus pensamientos.
Por fin llegó el día de la boda. La ceremonia a la luz de las velas estaba programada para las seis de la tarde, y la recepción inmediatamente después en el hotel. Para sopresa de Hannah, después de los nervios de Maggie el día anterior, su amiga estuvo tranquila durante todo el día. Aunque no dio muestras extremas de ello, Hannah se sentía como el manojo de nervios que su amiga había sido el día anterior. Pero por supuesto,sus nervios no tenían absolutamente nada que ver con el encuentro con Justin en el aparcamiento del hotel, se repetía una y otra vez. No. Claro que no. Tan perpleja se había quedado ante la descarada sugerencia de Justin, que de sugerencias no tenía nada, en realidad había sido una explicita declaración de intenciones, que Hannah sólo recordaba vagas imágenes de él, riendo suavemente mientras la acompañaba a su coche, con pasos seguros, a pesar de que él también llevaba botas de tacón. -E
Es<<Te equivocas en las dos cosas, mamá>>, pensó Justin abrazando a su madre y depositando un beso en su mejilla. El vestido verde oscuro quedaba fantástico en contraste con la rubia melena de Hannah y su piel sedosa no sólo en Navidad sino en cualquier estación del año. Y no cuanto a lo de que le quedaba maravillosamente, él prefería verla sin él. Y pensaba hacerlo muy pronto.Claro que Justin no dijo nada de eso a su madre. De haberlo hecho, ella hubiera podido decidir proteger a la encantadora Hannah de las garras seductoras de su hija, y no estaba dispuesto a permitirlo.-Como siempre, no sólo estás guapísima, mamá, sino que además hueles maravillosamente. Muy sexy. Seguro que a papá lo vuelves loco con ese aroma.-¡Justin Grainger! -exclamó su madre, en un tono aparentemente escandalizado, aunque no pudo control
Evitando a Justin en todo momento, Hannah no logró respirar tranquila hasta que cerró con llave la puerta del acogedor apartamento de Maggie.Tensa, con los nervios a flor de piel, temiendo, y a la vez deseando, escuhar a Justin llamar a su puerta de un momento a otro, colgó con sumo cuidado el vestido de novia de Maggie e el armario antes de desnudarse. Después darse una ducha rápida, Hannah se puso el camisón y la bata, y fue recogiendo sus cosas. Se iba a Filadelfia a primera hora de la mañana.No estaba huyendo de Justin, se repetía una y otra vez,consciente en todo momento de que se estaba mintiendo a sí misma. Sabía, con plena certeza, que Justin no se impondría sobre ella ni le haría ninguún daño. Estaba convencida de qu él respetaría su decisión, fuera cual fuera, aunque no entendía por qué estaba tan segura de ello.&n