La tormenta era fuerte, las ramas de los árboles eran sacudidas y el cielo resplandecia una y otra vez, pero aun así, una pequeña silueta caminaba por el bosque, en el peligroso territorio de los lobos, con la cabeza gacha.
Entre las oscuras sombras de unos árboles, un par de aterradores ojos vieron a la humana.
El lobo, el rey de los lobos, clavo sus garras en la tierra mojada, abrió levemente su hocico, revelando sus grandes y peligrosos colmillos y salió al ataque.
Sólo era una niña, no tenía posibilidades de huir de el.
-¡Grrrrrr!
El lobo gruño, mostrando sus feroces colmillos, deteniendose delante de la pequeña niña que tenía la mirada gacha, sin mostrar señal de temor o darle atención.
-¿Qué pasa niña? ¿Acaso no me temes?- preguntó el rey del bosque.
La niña, tenía una caperuza roja y gastada puesta, cabello rubio suelto que salía por los costado de su capucha, pecas, piel levemente bronceada y ojos azules que parecían apagados... bueno, sólo el derecho, el del lado izquierdo lo tenía cerrado.
El lobo la miró mas detalladamente, viendo que estaba sucia y con un par de heridas, también desprendiendo un aroma a sangre.
-¿Crees qué tendré compasión de una niña maltratada?
No, soy una bestia salvaje y acabas de entrar en mi territorio.- exclamó la bestia, algo molesta por lo apagada que estaba ésa humana.La niña, sacó una de sus manos de debajo de su caperuza, sacando una flor amarilla que se la extendió al lobo.
-Por favor señor lobo, acabé con mi sufrimiento.- pidió la niña, aun con su mirada gacha.
El lobo fruncio el ceño por tal cosa.
En todos sus años, nunca un humano u otro ser vivo le pidió algo como éso.
Un rayo causó un gran ruido, cegando todo por un segundo.
-Esto es muy molestó.
La niña sintió como la flor fue tomada de su mano y por primera vez levantó el rostro, para ver que delante de ella, había un hombre con cabello rubio, ojos azules, alto y con cuerpo ejercitado, acomodandose el cabello que estorbaban su vista con una mano mientras que con la otra, acercaba la flor a su nariz y la olía.
-Esto es muy molestó.
La niña fue sorprendida ya que el hombre extendió sus brazos y la alzó.
¿Qué sucedía?
La rubia lo miró con confusión y el hombre le mostró una sonrisa malvada.
-No me apetese devorar a alguien que parece tan muerto como tu.
Te llevaré a mi castillo, te cuidaré, te alimentare, te criare y cuando crezcas un poco, ya sintiendote felíz, yo mismo te voy a devorar, gozando tu sufrimiento, por que yo soy el cruel y despiadado, lobo feroz.- aclaró el apuesto hombre mientras el cielo resplandecia nuevamente, aun estando la pequeña en shock.¿No iba a ser devorada por el lobo? ¿Iba a ser cuidada por un hombre que decía ser el lobo?
No entendía bien lo que pasaba pero no le importaba, seguro que ése hombre sólo tiene un capricho de adultos y se aburrira de ella rápido.
Y así, el lobo feroz decidió no comerse a la niña por ahora.
En un gran castillo, algo aterrador, la niña se encontraba en una habitación que parecía ser una oficina, sentada en el sofá negro, mirando en dirección del fuego de la chimenea que había, estando tapada con una manta.El hombre que decía ser el lobo, le aseguro que ése era su castillo, el lugar donde ella sería felíz para luego poder comerla.¿Entonces ésos rumores qué el lobo feroz se podía convertir en humano, eran reales?La puerta de la habitación se abrió y la niña se arrodilló en el sofá y volteó, para ver al hombre que la acogió, recién bañado, con una bata puesta y una toalla sobre su cabeza.
Era un día algo caluroso, los pájaros cantaban, las plantas seguían mojadas por la lluvia de la noche anterior y en el misterioso y abandonado castillo que yacía en lo profundo del bosque, el solitario hombre que decía ser el lobo feroz, estaba acostado en un sofá gris de la sala, en completa oscuridad, disfrutando de la paz.A muchos les gustaba dormir cuando llovía pero a él, luego de la lluvia.El hombre sintió como luz entró a su casa y abrió sus ojos molestó antes de sentarse y ver como ésa niña humana abrió las cortinas de una ventana.-¿Qué crees que haces, mocosa?- preguntó, enojado y esperando una explicación.Ésa niña era muy silenciosa y en gran parte de ése día ni la notó, pero ahora sí y le molestaba.El hombre, se deshizo de su enojó y miró con sorp
Por el bosque, el lobo feroz caminaba a pasó rápido en su forma humana, teniendo mirada sería.No podía creer que él, un orgulloso alfa tenga que ir a comprar ropa con una niña humana que no valora su vida.¿Por qué hacía éso exactamente?El comerla mientras ella sea felíz o infeliz no cambiaba en nada.El hombre se detuvo al no oír pasos cerca suyo y vio como ésa niña humana se acercaba corriendo, ya cansada.El lobo la miró con despreció y dio un suspiro antes de acercarse y alzarla en sus brazos, dando ella un suspiro de alivió.-Sí sabía que eras tan lenta, no iba a ir a ése tonto pueblo llenó de inútiles humanos.- dijo el rubio, para nada de buen humor.La pequeña que vestía ropa de niño, pantalones azules y una remera blanca y aún así llevando s
Una señora de edad algo avanzada, rellenita, con cabello pelirrojo y anteojos, vio como un apuesto hombre alto, rubio y de ojos azules, se acercaba a su negoció, cargando a una pequeña niña rubia, con ojos azules y que tenía uno cerrado.-Buenas tardes, ¿venden ropa para moc... niñas de su edad?- preguntó el hombre, intentando sonar educado.No podía permitir que los humanos de ése pueblo descubran quien es en verdad, así que actuaría como uno de ellos.No podía creer que estaba haciendo éso, sólo por una patética cria humana que fue abandonada.-Sí, tenemos ropa para niños y grandes.- respondió la señora, de manera amable.El lobo con forma humanoide al oír éso, bajo a la pequeña que de manera asustada, se ocultó detrás de él.La mujer al creer que la niñ
Una sola orden, una sola orden le dio el señor lobo y por distraerse, ahora Esmeralda se encontraba sola, en ése pueblo mientras las personas iban y venían sin parar y algunos la volteaban a ver.Ahora se encontraba sentada en el suelo, afuera de un negocio mientras la noche se acercaba mas y mas.Estaba asustada y no sabía que hacer, no sabía a dónde huir.El lobo podía no ser el mejor ser pero le dio un techo donde vivir, comida deliciosa para comer y una calida cama donde dormir, pero ahora lo perdió todo por no hacerle caso, como siempre.Estuvo felíz por tener mucha ropa nueva y por éso se relajó mucho en ése lugar tan peligroso, en ése lugar repleto de personas.-Señor lobo...La pequeña sumergió su rostro entre sus brazos temblorosos de miedo mientras las lágrimas empezaban a brotar.El lobo era orgulloso y solit
El carruaje se movía por el bosque, estando el sol dando sus últimos rayos por ése día y la pequeña niña que tenía su peluche sobre su regazo y ahora un parche blanco donde no tenía un ojo, miraba fijamente a ése hombre serio que guiaba a los caballos.El hombre, como era de poca paciencia, dio un suspiro profundo y miró a su compañera en ése viaje, con enojó.-¿Qué tanto me mirás, mocosa?Tu mirada ya me esta incomodando.- dijo el rubio, sin ocultar su fastidio.Lo único que le faltaba, sería que ésa niña lo empiece a ver como a un tonto humano que la quiere, así que mejor dejaba las cosas bien en claro desde ya.Sólo eran un depredador y su presa, nada más.-¿Por qué Esmeralda?- preguntó la pequeña.El hombre recordó que le dio ése nom
Los primeros rayos de sol estaban resplandeciendo en ése nuevo día y Esmeralda ya estaba levantada, con un delantal algo grande puesto, guantes de hule y su cabello recogido algo mal en una coleta.Ése día, quería limpiar toda la casa del lobo como muestra de agradecimiento por todo lo que hizo por ella.Su madre le enseñó que sí alguien te cuida y ayuda como lo hizo el señor lobo hasta ahora, debía mostrarle lo agradecida que estaba y ¿qué mejor que limpiando ésa casa tan sucia y abandonada?Con cuidado, se acercó a la gran cama del hombre y asomó su cabeza para ver como él seguía completamente dormido, con su ceño fruncido y sus brazos cruzados.Una forma rara de dormir pero sí era cómoda para él, no le diría nada.Con cuidado, agarró su peluche, una linterna vieja que encontró y l
La lluvia caía, el viento era fuerte y gritos de dolor y sufrimiento se oían mientras que por el bosque, una mujer pelirroja, con ojos grises, vestido rojo y una caperuza blanca, corría con cara de pavor, cargando a una pequeña niña rubia, con una caperuza roja y sólo un ojo.Debía huir, alejarse lo máximo posible de ése lugar para darle a ésa inocente niña lo que se merecía, una vida normal, tranquila y alejada de todos los que la quieran herir.-¡Ya!Un gritó varonil se oyó no muy lejos, junto al sonido de caballos corriendo.La mujer abrazo con fuerzas a la pequeña y siguió corriendo.Perdió mucho en la vida, hizo cosas que quizás merezcan un castigo y lo aceptaba, pero ésa niña era inocente, no cargaba maldad ni pecado en ella, no merecía sufrir.La mujer se detuvo al estar al borde de u