Una señora de edad algo avanzada, rellenita, con cabello pelirrojo y anteojos, vio como un apuesto hombre alto, rubio y de ojos azules, se acercaba a su negoció, cargando a una pequeña niña rubia, con ojos azules y que tenía uno cerrado.
-Buenas tardes, ¿venden ropa para moc... niñas de su edad?- preguntó el hombre, intentando sonar educado.
No podía permitir que los humanos de ése pueblo descubran quien es en verdad, así que actuaría como uno de ellos.
No podía creer que estaba haciendo éso, sólo por una patética cria humana que fue abandonada.
-Sí, tenemos ropa para niños y grandes.- respondió la señora, de manera amable.
El lobo con forma humanoide al oír éso, bajo a la pequeña que de manera asustada, se ocultó detrás de él.
La mujer al creer que la niña era tímida, se agachó un poco y sonrió lo mas amable posible.
-Eres una niña muy bonita como tu padre.
Dime, ¿cómo te llamas?- preguntó la pelirroja.La pequeña al oír éso, la miró con sorpresa.
-¿Conoce a mi padre?- preguntó, no pudiendo ocultar la emoción de oír éso.
El hombre al oírla, se tragó su orgullo y sonrió de manera amable para acariciar la capucha que cubría el cabello de la niña humana.
-No, la señora no me conoce realmente, sólo dice que te pareces a mí por que... l-los dos somos rubios, tenemos ojos azules y somos bien parecidos.- explicó el lobo feroz, con ésa sonrisa tan encantadora pero falsa.
Nunca, absolutamente nunca mas volvería a ése lugar con ésa mocosa o terminaría cometiendo un asesinato.
-¿El señor lobo es mi padre?- preguntó la niña, sorprendida mientras el hombre sintió tanta ganas de apretar ésa pequeña cabeza con todas sus fuerzas.
La mujer al oír como llamó la niña al hombre, se paró firme y lo miró con el ceño fruncido, pero él mantuvo su sonrisa falsa.
-Ya te dije que los lobos son malos, no debés jugar así fuera de casa o asustaras a las personas.- dijo el rubio, acariciando sobre la capucha de su "hija" de manera un tanto violenta.
-Ya veo, sólo estaban jugando.
Pasen por favor.- dijo la mujer mientras volvía a sonreír y pasaba a su negoció.Al voltear la señora, el hombre le dio una mirada asesina a la pequeña que intentaba entender lo que sucedía, sin éxito.
Ése día iba a ser largo para el orgulloso lobo feroz, todo por culpa de ésa niña que necesitaba ropa.
Ambos pasaron al negocio y la pequeña miró todo con asombro, admirando toda la ropa diferente que había, tanto para hombres y mujeres.
-¿Algo qué le gustaría a la pequeña?- preguntó la mujer mientras volteaba a ver a la família.
El hombre, al oír éso maldijo internamente.
No entendía absolutamente nada sobre los gustos comunes de las niñas humanas a la hora de vestirse y estaba muy seguro que ella se pondría cualquier cosa por lo asombrada que estaba, pero debía evitar éso o podría parecer sospechoso.
-Como ve, mi... hija, esta vistiendo ropa de niño ya que estuvo pérdida por mucho tiempo y no sé nada sobre su madre, teniendo que darle ropa que yo usaba a su edad.
Sí me pudiese ayudar usted a elegir algo apropiado para ella, le agradecería mucho.- pidió el hombre, fingiendo algo de tristeza mientras la señora se tocaba el pecho, sintiendo lástima.Entonces la niña tenía un ojo cerrado por que le sucedió algo en el tiempo que estuvo pérdida.
No sabía que clase de persona lastimaria a una niña tan bonita y calmada y que madre la abandonaría, pero ella tenía suerte de tener a un padre tan encantador que la quiere mucho.
La señora se puso de cuclillas para estar a la altura de la rubia que reaccionó y se aferró al brazo de su "padre."
La pobre estaba tan asustada que no confiaba en nadie mas que no sea su encantador padre.
-Dime, ¿cuál es tu nombre?- preguntó la mujer, amablemente.
La niña la miró por unos segundos, levantó la mirada para ver al lobo que raramente estaba muy sonriente ése día, asintiendo él y volviendo ella a mirar a la mujer, dispuesta a responder al recibir permiso.
-El señor lobo me suele llamar mocos...
-¡Esmeralda! Se llama Esmeralda.- interrumpió el hombre, apoyando su mano con algo de fuerza sobre la cabeza de la niña.
¿Qué ésa mocosa no se daba cuenta de las cosas que estaba diciendo y en los problemas que lo podían meter?
Cuando regresen a casa, le daría una lección que nunca ol... no, no debía lastimarla, sólo la mandaría a dormir sin comer como merecido por probar tanto sus límites en ése día.
-Dime Esmeralda, ¿qué colores te gustan?- preguntó la amable dueña del local.
La rubia quedó en silencio por unos segundos y luego sonrió levemente, sorprendiendo al hombre.
Al fín se dio cuenta de que tenían que actuar y fingió sonreír, bien.
-Me gusta el rojo, sólo el rojo.- respondió Esmeralda, señalando su caperuza vieja.
La mujer tuvo curiosidad por preguntar por éso pero prefiero no hacerlo ya que podía ser un tema delicado.
-Muy bien, tengo mucha ropa roja que te gustará y te quedará muy bien, además de otras de diferentes colores que también te quedarán bien.- aclaró la pelirroja, dando un aplauso.
La niña asintió algo emocionada por la idea de probarse ropa nueva mientras el lobo feroz daba un suspiro, resignado.
En verdad, sería un día agotador y de muchos gastos, todo gracias a ésa niña humana que decidió criar para que sea felíz y poder devorarla en el futuro.
Ojalá que todo éso valga la pena y no sea algo de lo que se arrepienta en el futuro, después de todo, los humanos son muy frágiles y no se sabe sí mañana seguirán entre los vivos.
Una sola orden, una sola orden le dio el señor lobo y por distraerse, ahora Esmeralda se encontraba sola, en ése pueblo mientras las personas iban y venían sin parar y algunos la volteaban a ver.Ahora se encontraba sentada en el suelo, afuera de un negocio mientras la noche se acercaba mas y mas.Estaba asustada y no sabía que hacer, no sabía a dónde huir.El lobo podía no ser el mejor ser pero le dio un techo donde vivir, comida deliciosa para comer y una calida cama donde dormir, pero ahora lo perdió todo por no hacerle caso, como siempre.Estuvo felíz por tener mucha ropa nueva y por éso se relajó mucho en ése lugar tan peligroso, en ése lugar repleto de personas.-Señor lobo...La pequeña sumergió su rostro entre sus brazos temblorosos de miedo mientras las lágrimas empezaban a brotar.El lobo era orgulloso y solit
El carruaje se movía por el bosque, estando el sol dando sus últimos rayos por ése día y la pequeña niña que tenía su peluche sobre su regazo y ahora un parche blanco donde no tenía un ojo, miraba fijamente a ése hombre serio que guiaba a los caballos.El hombre, como era de poca paciencia, dio un suspiro profundo y miró a su compañera en ése viaje, con enojó.-¿Qué tanto me mirás, mocosa?Tu mirada ya me esta incomodando.- dijo el rubio, sin ocultar su fastidio.Lo único que le faltaba, sería que ésa niña lo empiece a ver como a un tonto humano que la quiere, así que mejor dejaba las cosas bien en claro desde ya.Sólo eran un depredador y su presa, nada más.-¿Por qué Esmeralda?- preguntó la pequeña.El hombre recordó que le dio ése nom
Los primeros rayos de sol estaban resplandeciendo en ése nuevo día y Esmeralda ya estaba levantada, con un delantal algo grande puesto, guantes de hule y su cabello recogido algo mal en una coleta.Ése día, quería limpiar toda la casa del lobo como muestra de agradecimiento por todo lo que hizo por ella.Su madre le enseñó que sí alguien te cuida y ayuda como lo hizo el señor lobo hasta ahora, debía mostrarle lo agradecida que estaba y ¿qué mejor que limpiando ésa casa tan sucia y abandonada?Con cuidado, se acercó a la gran cama del hombre y asomó su cabeza para ver como él seguía completamente dormido, con su ceño fruncido y sus brazos cruzados.Una forma rara de dormir pero sí era cómoda para él, no le diría nada.Con cuidado, agarró su peluche, una linterna vieja que encontró y l
La lluvia caía, el viento era fuerte y gritos de dolor y sufrimiento se oían mientras que por el bosque, una mujer pelirroja, con ojos grises, vestido rojo y una caperuza blanca, corría con cara de pavor, cargando a una pequeña niña rubia, con una caperuza roja y sólo un ojo.Debía huir, alejarse lo máximo posible de ése lugar para darle a ésa inocente niña lo que se merecía, una vida normal, tranquila y alejada de todos los que la quieran herir.-¡Ya!Un gritó varonil se oyó no muy lejos, junto al sonido de caballos corriendo.La mujer abrazo con fuerzas a la pequeña y siguió corriendo.Perdió mucho en la vida, hizo cosas que quizás merezcan un castigo y lo aceptaba, pero ésa niña era inocente, no cargaba maldad ni pecado en ella, no merecía sufrir.La mujer se detuvo al estar al borde de u
La lluvia caía con algo de potencia en el pueblo humano, no habiendo señal de ninguno de los habitantes.Un relámpago resplandecio en el oscuro cielo y un hombre rubio que estaba un poco mojado, gruño bajo el pequeño techo de un negocio.-Sí venía sólo, seguro me hubiese evitado está molesta lluvia.- dijo el hombre, pasando su mano derecha por su cabello mojado.Estaba corto de suministros así que no le quedó mas opción que ir al pueblo humano para restablecerlo un poco.-Le dije que no quería venir, la culpa es suya.- dijo la pequeña que estaba a lado del hombre, con su ceño fruncido.Ella no quería salir ya que el cielo estaba nublado, pero ése lobo feroz es terco y la obligó a salir para que tomé algo de aire.-¡¿Mi culpa?! ¡¿Mi culpa?!No es mi culpa que por ti tengamos que ve
Un día tranquilo y algo caluroso se hacía presenté y el solitario lobo, se encontraba en su forma humana, acostado en el sofá de la sala, con sus ojos cerrados mientras disfrutaba la paz.La pequeña Esmeralda, se acercó lentamente al hombre y se arrodilló en el suelo, jugando con sus manos, algo nerviosa.-Señor Telence.- llamó la pequeña al hombre que fruncio el ceño.-Me vuelves a llamar así y despidete de tus cuerdas vocales, además, es Terence.- explicó, con fastidio.Adiós paz y tranquilidad, los iba a extrañar.-Señor lobo, ¿quiere jugar conmigo a algo?- preguntó la rubia, de manera tranquila.El hombre abrió sus ojos y la miró, creyendo que lo dijo de broma para molestar un poco pero no, ella lucía sería.-¿Qué me ves cara de querer jugar?- preguntó
El medio día se acercaba y nuevamente estaba lloviendo.En el solitario y arruinado castillo, el lobo con forma humanoide subía las escaleras hacía su habitación, con sus ojos amarillos del mismo enojó.Ésa cría humana lo ignoró cuando la llamó para desayunar y ahora casi estaba el almuerzo y no se levantaba.¿Dónde rayos creía que estaba que todavía no se levantaba?Ayer fue amable y le cumplió ése capricho de enseñarle a montar a caballo, pero que no se le suba a la cabeza, ésa era su casa y tenía que obedecer sus reglas, y una de ésas reglas era respetar cada hora de comer.
Una agradable mañana daba inició y el lobo feroz con forma humanoide, estaba todavía acostado, sintiendo el canto de las aves, la pereza de la mañana y la humedad en su cama.Nada era mejor que tener un agradable desper...Un momento, ¿cama húmeda?-¿Qué rayos?- preguntó el hombre mientras despertaba completamente, abría sus ojos y se sentaba en su cama, para perder toda la calma.Una gran mancha de algo mojando su cama, arruinó completamente su mañana.-¡Mocosa!Y los pájaros que cantaban, se fueron volando, asustados por el gritó