Aprender a montar

Un día tranquilo y algo caluroso se hacía presenté y el solitario lobo, se encontraba en su forma humana, acostado en el sofá de la sala, con sus ojos cerrados mientras disfrutaba la paz.

La pequeña Esmeralda, se acercó lentamente al hombre y se arrodilló en el suelo, jugando con sus manos, algo nerviosa.

-Señor Telence.- llamó la pequeña al hombre que fruncio el ceño.

-Me vuelves a llamar así y despidete de tus cuerdas vocales, además, es Terence.- explicó, con fastidio.

Adiós paz y tranquilidad, los iba a extrañar.

-Señor lobo, ¿quiere jugar conmigo a algo?- preguntó la rubia, de manera tranquila.

El hombre abrió sus ojos y la miró, creyendo que lo dijo de broma para molestar un poco pero no, ella lucía sería.

-¿Qué me ves cara de querer jugar?- preguntó

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