Era un día algo caluroso, los pájaros cantaban, las plantas seguían mojadas por la lluvia de la noche anterior y en el misterioso y abandonado castillo que yacía en lo profundo del bosque, el solitario hombre que decía ser el lobo feroz, estaba acostado en un sofá gris de la sala, en completa oscuridad, disfrutando de la paz.
A muchos les gustaba dormir cuando llovía pero a él, luego de la lluvia.
El hombre sintió como luz entró a su casa y abrió sus ojos molestó antes de sentarse y ver como ésa niña humana abrió las cortinas de una ventana.
-¿Qué crees que haces, mocosa?- preguntó, enojado y esperando una explicación.
Ésa niña era muy silenciosa y en gran parte de ése día ni la notó, pero ahora sí y le molestaba.
El hombre, se deshizo de su enojó y miró con sorpresa como la niña estaba sucia y con un par de golpes.
-¡¿Qué te pasó?!- preguntó, poniéndose de pie.
Estuvieron todo el día encerrados así que no entendía como se lastimó.
La niña, se acarició su brazo derecho y agachó la mirada, no dando respuesta alguna.
El rubio, dio un suspiro algo fastidiado por ésa actitud y cerró sus ojos para concentrarse y oler todo a su alrededor.
Su olfato era el mejor así que sí lo intentaba, podía saber fácilmente donde fue que la niña se lastimó.
Concentrándose en su sentido del olfato, percibió el aroma de la humana, provenir de las escaleras con mayor intensidad, abriendo sus ojos y mirándola con seriedad.
-¿Tropezaste?- preguntó, intentando no sonar tan severo como siempre era.
La pequeña, no dijo nada, sólo seguía parada, con la mirada gacha, acariciando su brazo y con aroma a miedo que el hombre bestia sentía.
No sabía por lo qué paso ésa humana pero sí desprendía tanto olor a miedo sólo por una pregunta como ésa, significaba que por cualquier cosa, siempre salía mal.
-Mira mocosa, yo no soy un humano en sí, soy un lobo, el lobo feroz, rey de los lobos, uno de los pocos de mi especie que puede adquirir esta forma y caminar entre ustedes sin ser descubierto, así que dime, ¿qué sucedió?- preguntó, comenzando a perder la paciencia de a poco.
No podía creer que un orgullo lobo alfa como él, tenga que esperar la respuesta de un ser inferior.
Sí un subordinado dudaba a la hora de responder, debía recibir un severo castigo.
-Esta muy oscuro.- susurro la rubia, muy despacio pero el hombre la pudo oír gracias a su audición.
Ahora que recordaba, los humanos no veían bien en la oscuridad.
A muchos de ellos les tendió trampa y los guió a lugares oscuros para acabar con ellos, así que ya lo sabía.-Olvidé que los humanos no ven en la oscuridad y que no memorizaste mi castillo, además, eres muy enana para encender la luz.
La niña, por primera vez levantó la mirada, viéndose enojada y haciendo que el lobo sonrisa levemente.
¿Así qué odiaba ser llamada enana?
Lo tendría en cuenta.-Por cierto, ¿por qué sigues usando la misma mugrosa ropa de ayer?
¿No tienes algo mas que usar?- preguntó, viendo que ella tenía la misma ropa de ayer.Se encargó de limpiarla cuando ella se estaba bañando pero al salir, ella se la volvió a poner y se fue a sentar cerca del fuego.
-No, no tengo.- respondió la rubia.
El hombre la miró fijamente, siendo imitado por ella, enojadose de a poco.
Otra regla de los lobos, es no hacerle frente al líder sí no quieres salir herido o peor, pero ésa humana lo veía fijamente a los ojos, sin inmutarse.
-Vamos, tengo ropa de enanos.
Limpia tus heridas, ponte ésa ropa y luego iremos a comprarte ropa.- dijo el ojiazul, dándose media vuelta, algo cansado.Desde ahora las luces tendrían que volver a estar encendidas para evitar un accidente igual o peor a ése.
La niña de caperuza roja, estaba en shock, no siendo capaz de entender las intenciones de ése hombre que dice ser el lobo feroz.
¿Por qué le quería comprar ropa a ella, una niña exiliada que no merecía vivir?
-Señor lobo, no es necesario que...
-No te pregunté o te lo di de opción.
Es una orden, no intentes contradecirme, jamás.Sólo obedece en silencioso y sin pensarlo, justo como un humano debería de hacer.- exclamó el hombre, encendiendo las luces del castillo.La niña quedó con su boca abierta, no siendo capaz de entender éso pero salió de su confusión y siguió al hombre.
Las personas quisieron acabar con ella, logrando huir por poco pero ése hombre bestia, el temible lobo feroz, parecía no odiarla.
¿Será sólo un engaño?
-Mocosa, no lo malinterpretes.
No soy amable, sólo quiero que recuperes las ganas de vivir y la felicidad, para acabar contigo, después de todo, no eres mas que comida ante mis ojos.- aclaró el hombre, viéndola de costado, haciendo que ella bajé la mirada.Era verdad, sólo era alguien estaba siendo usada para ser devorada.
No había manera de que alguien o algo la quiera, jamás.Por el bosque, el lobo feroz caminaba a pasó rápido en su forma humana, teniendo mirada sería.No podía creer que él, un orgulloso alfa tenga que ir a comprar ropa con una niña humana que no valora su vida.¿Por qué hacía éso exactamente?El comerla mientras ella sea felíz o infeliz no cambiaba en nada.El hombre se detuvo al no oír pasos cerca suyo y vio como ésa niña humana se acercaba corriendo, ya cansada.El lobo la miró con despreció y dio un suspiro antes de acercarse y alzarla en sus brazos, dando ella un suspiro de alivió.-Sí sabía que eras tan lenta, no iba a ir a ése tonto pueblo llenó de inútiles humanos.- dijo el rubio, para nada de buen humor.La pequeña que vestía ropa de niño, pantalones azules y una remera blanca y aún así llevando s
Una señora de edad algo avanzada, rellenita, con cabello pelirrojo y anteojos, vio como un apuesto hombre alto, rubio y de ojos azules, se acercaba a su negoció, cargando a una pequeña niña rubia, con ojos azules y que tenía uno cerrado.-Buenas tardes, ¿venden ropa para moc... niñas de su edad?- preguntó el hombre, intentando sonar educado.No podía permitir que los humanos de ése pueblo descubran quien es en verdad, así que actuaría como uno de ellos.No podía creer que estaba haciendo éso, sólo por una patética cria humana que fue abandonada.-Sí, tenemos ropa para niños y grandes.- respondió la señora, de manera amable.El lobo con forma humanoide al oír éso, bajo a la pequeña que de manera asustada, se ocultó detrás de él.La mujer al creer que la niñ
Una sola orden, una sola orden le dio el señor lobo y por distraerse, ahora Esmeralda se encontraba sola, en ése pueblo mientras las personas iban y venían sin parar y algunos la volteaban a ver.Ahora se encontraba sentada en el suelo, afuera de un negocio mientras la noche se acercaba mas y mas.Estaba asustada y no sabía que hacer, no sabía a dónde huir.El lobo podía no ser el mejor ser pero le dio un techo donde vivir, comida deliciosa para comer y una calida cama donde dormir, pero ahora lo perdió todo por no hacerle caso, como siempre.Estuvo felíz por tener mucha ropa nueva y por éso se relajó mucho en ése lugar tan peligroso, en ése lugar repleto de personas.-Señor lobo...La pequeña sumergió su rostro entre sus brazos temblorosos de miedo mientras las lágrimas empezaban a brotar.El lobo era orgulloso y solit
El carruaje se movía por el bosque, estando el sol dando sus últimos rayos por ése día y la pequeña niña que tenía su peluche sobre su regazo y ahora un parche blanco donde no tenía un ojo, miraba fijamente a ése hombre serio que guiaba a los caballos.El hombre, como era de poca paciencia, dio un suspiro profundo y miró a su compañera en ése viaje, con enojó.-¿Qué tanto me mirás, mocosa?Tu mirada ya me esta incomodando.- dijo el rubio, sin ocultar su fastidio.Lo único que le faltaba, sería que ésa niña lo empiece a ver como a un tonto humano que la quiere, así que mejor dejaba las cosas bien en claro desde ya.Sólo eran un depredador y su presa, nada más.-¿Por qué Esmeralda?- preguntó la pequeña.El hombre recordó que le dio ése nom
Los primeros rayos de sol estaban resplandeciendo en ése nuevo día y Esmeralda ya estaba levantada, con un delantal algo grande puesto, guantes de hule y su cabello recogido algo mal en una coleta.Ése día, quería limpiar toda la casa del lobo como muestra de agradecimiento por todo lo que hizo por ella.Su madre le enseñó que sí alguien te cuida y ayuda como lo hizo el señor lobo hasta ahora, debía mostrarle lo agradecida que estaba y ¿qué mejor que limpiando ésa casa tan sucia y abandonada?Con cuidado, se acercó a la gran cama del hombre y asomó su cabeza para ver como él seguía completamente dormido, con su ceño fruncido y sus brazos cruzados.Una forma rara de dormir pero sí era cómoda para él, no le diría nada.Con cuidado, agarró su peluche, una linterna vieja que encontró y l
La lluvia caía, el viento era fuerte y gritos de dolor y sufrimiento se oían mientras que por el bosque, una mujer pelirroja, con ojos grises, vestido rojo y una caperuza blanca, corría con cara de pavor, cargando a una pequeña niña rubia, con una caperuza roja y sólo un ojo.Debía huir, alejarse lo máximo posible de ése lugar para darle a ésa inocente niña lo que se merecía, una vida normal, tranquila y alejada de todos los que la quieran herir.-¡Ya!Un gritó varonil se oyó no muy lejos, junto al sonido de caballos corriendo.La mujer abrazo con fuerzas a la pequeña y siguió corriendo.Perdió mucho en la vida, hizo cosas que quizás merezcan un castigo y lo aceptaba, pero ésa niña era inocente, no cargaba maldad ni pecado en ella, no merecía sufrir.La mujer se detuvo al estar al borde de u
La lluvia caía con algo de potencia en el pueblo humano, no habiendo señal de ninguno de los habitantes.Un relámpago resplandecio en el oscuro cielo y un hombre rubio que estaba un poco mojado, gruño bajo el pequeño techo de un negocio.-Sí venía sólo, seguro me hubiese evitado está molesta lluvia.- dijo el hombre, pasando su mano derecha por su cabello mojado.Estaba corto de suministros así que no le quedó mas opción que ir al pueblo humano para restablecerlo un poco.-Le dije que no quería venir, la culpa es suya.- dijo la pequeña que estaba a lado del hombre, con su ceño fruncido.Ella no quería salir ya que el cielo estaba nublado, pero ése lobo feroz es terco y la obligó a salir para que tomé algo de aire.-¡¿Mi culpa?! ¡¿Mi culpa?!No es mi culpa que por ti tengamos que ve
Un día tranquilo y algo caluroso se hacía presenté y el solitario lobo, se encontraba en su forma humana, acostado en el sofá de la sala, con sus ojos cerrados mientras disfrutaba la paz.La pequeña Esmeralda, se acercó lentamente al hombre y se arrodilló en el suelo, jugando con sus manos, algo nerviosa.-Señor Telence.- llamó la pequeña al hombre que fruncio el ceño.-Me vuelves a llamar así y despidete de tus cuerdas vocales, además, es Terence.- explicó, con fastidio.Adiós paz y tranquilidad, los iba a extrañar.-Señor lobo, ¿quiere jugar conmigo a algo?- preguntó la rubia, de manera tranquila.El hombre abrió sus ojos y la miró, creyendo que lo dijo de broma para molestar un poco pero no, ella lucía sería.-¿Qué me ves cara de querer jugar?- preguntó