Gabriel se sentó a la mesa en completo mutismo.
―¿Qué te pasa, hermano? ―le preguntó David.
―Nada.
―Mírate la cara, ¿qué pasó?
―¿Te parece poco lo que está pasando? Ángela está desaparecida, quisieron matar a José, tal vez nos quieran asesinar a nosotros también y Alec no cumple con su trabajo de encontrar a los responsables de esta situación.
―Dice que está a punto de descubrirlos, solo necesita una prueba concluyente, las que tiene son circunstanciales.
―No tiene ni una sola pista, no está ni cerca de descubrir a los que están detrás de esto.
―No puedes saberlo.
―Lo sé, por eso no quiere decirnos nada, quiere hacernos creer que sabe, cuando en realidad no sabe nada, solo quiere hacernos perder el tiempo; estoy seguro de que él tiene algo que ver.
―¿Crees
A las nueve en punto, Gabriel esperaba en el puente indicado, pero nada ocurría. De pronto, su móvil sonó, lo miró y vio que era su padre.―Papá.―Hijo, vuelve a casa.―¿Qué? Aún no entregan a Ángela.―Ella ya está aquí.―¿Qué?―Sí, hijo, la dejaron en la puerta, está sana y salva con nosotros.―Mierda.―¿No te alegra?―Claro que sí, papá, pero ¿por qué me harían venir hasta aquí? ¿Y cómo es que pudieron entrar al castillo?―Ya lo aclararemos, tú vuelve a casa.Gabriel caminó hasta su automóvil, pero antes de entrar, un sonido extraño le llamó la atención. Se giró y vio a un desconocido detrás de él.―¿Quién eres?―Vine a corroborar que de
Ángelo se levantó y no vio a los guardias de su hija fuera de la habitación.―¡Alec! ―gritó para que este lo escuchara, el hombre apareció enseguida.―Señor.―¿Dónde están los guardias de Ángela?―La señorita se levantó en la madrugada y quiso ir a su despacho.David salió en ese momento, muy acelerado.―¿Y Ángela?―Está en el despacho, hijo, ¿qué pasa?―Estuve toda la noche angustiado, ahora sentí que algo malo le pasaba.El joven corrió escaleras abajo y entró a la oficina de su padre, pero allí no había nadie.―¿Dónde está? ―exclamó, desesperado.―¿Qué dices, hijo? ―preguntó entrando.David entró al baño, al archivero, pero nada, ni rastros de ella.―
David miró a José, por un momento pensó que desconfiaba de él, pero luego se dio cuenta de que solo quería comprobar su teoría.―¡Yo jamás hice eso! Él me dijo que tenía miedo de que tú la vieras porque estaba seguro de que tú estabas enamorado de ella, que te llevaría al castillo para que cuando se vieran, él pudiera estar presente. Yo le reclamé, si él no confiaba en ella, no era un amor sano, era algo tóxico. Cuando volvieron, me acusó de haber alterado el teléfono de Ángela, lo cual no es cierto, yo apenas uso mi teléfono, ustedes saben que la tecnología y yo no nos llevamos bien. Jamás dudé del cariño que ustedes se tenían, si no habían estado juntos antes, ¿por qué lo iban a estar cuando Ángela ya estuviera con otro? Yo nunca hubiera dañado a &
―Hola, hija. ―Ángelo se acercó presuroso hacia la cama y la abrazó―. ¿Cómo te sientes?―Perdón, papá ―lloró como una niña.―No, no, mi amor, no llores, no, mi pequeña, no pasa nada.―Papá, fui tan tonta.―No, mi amor, no digas eso. Quédate tranquilita, mi amor, si no, no te van a dejar salir de aquí.Ella sorbió su nariz y se separó de su padre.―Está bien, yo solo quiero ir a mi casa.Ángelo le dio un beso en la frente.―Todo estará bien, mi niña, solo cálmate, ¿sí?Ella asintió con la cabeza. Entró una mujer mayor con una bandeja de comida para ella. José se acercó a ella y le dio unos pañuelos desechables.―Princesita, ¿cómo te sientes?―La verdad es que no sé, es decir, siento que me
David esperó a su padre en el despacho, sabía que había ido con su hermano y quería saber cómo estaba. Por ser gemelos, él podía sentir la tristeza de Gabriel, pero quería asegurarse de que estuviera bien, al fin y al cabo, era su hermano. ―Hola, hijo ―lo saludó Ángelo al entrar.―Hola, papá, ¿cómo estaba Gabriel?―Nada bien. Es decir, físicamente está bien, tiene todas sus necesidades cubiertas, pero anímicamente está muy mal, él creía que yo los desampararía, que los dejaría en la calle.―¿Por qué?―Porque escuchó una conversación y no entendió el contexto.―¿Qué va a pasar con él?―No lo sé, no hay nada en su contra más que el robo a las cuentas, pero, al ser suyo mi dinero, no sé si cuenta
Los siguientes días, las cosas estuvieron tranquilas, incluso pudieron olvidarse un poco del peligro que corrían.Tras la última curación a la pierna, Blanca y Ángela bajaron a desayunar. Todos esperaban allí.―Buenos días ―dijo Ángela y se sentó, hubiese querido saludar a cada uno de un beso, pero su pierna le impedía mucho andar, debía reposar―. ¿Cómo amanecieron?―Buenos días, hija, bien, ¿y tú?―Bien, cada día mejor.―Eso es muy bueno, princesa, poco a poco irás mejorando y te sentirás mejor.―Sí, hoy veo a mi terapeuta así que espero que me vaya bien.―Te irá bien, pequeña, siempre y cuando hables con la verdad y te abras con él, debes decirle que has cumplido muy bien tu tarea ―le dijo David.―¿Tú crees?―¡Sí!
José se acercó a David que estaba en un rincón con una taza de café.―¿Por qué no has intentado acercarte a Ángela? ―le preguntó de frentón en voz baja. .―¿Cómo que no? Jugamos casi toda la tarde.―Me refiero a como hombre, tú la amas, ¿no?David miró a Ángela que dormía en un sofá.―No estoy seguro, es decir, sí, me gustó mucho en un momento, pero no sé si estoy enamorado de ella, creo que solo fue confusión. Estoy seguro de que Gabriel sí está enamorado de ella y puede ser que la conexión que tenemos como gemelos me hizo quererla más, pero no puedo verla más que como a una hermana, es más, creo que ni siquiera somos compatibles. Como amigos, sí; como hermanos, más, pero ¿como hombre y mujer? No sé si exista esa chispa.
Alec les informó que el peligro había pasado y que Rachel había sido detenida. Por fin podrían volver a su vida normal.―¿De verdad que ya no hay peligro?―De verdad, atrapamos a todos los involucrados con Rachel, aun si alguno hubiese escapado, solo no podrá hacer mucho y supongo que sería mejor que se fuera muy lejos para no ser atrapado ―aseguró Alec.―O sea que ahora podremos volver a nuestra vida normal ―inquirió José.―Así es, ya no hay ningún peligro. Incluso, si quieren ir a ver a Gabriel o prefieren que él venga, está en libertad de hacerlo.Ángelo miró a su hija.―Si tú no quieres que él venga…―No, no, él tiene que estar con su familia en este momento; lo necesita.―¿Estás segura?―Sí, papá, él necesita de ustedes más