Capítulo 30

―Buenos días, Ángela ―la saludó Alec con cordialidad―, ¿cómo se siente?

―Bien, aburrida, confundida.

―¿Confundida?

―Sí, no sé por qué estoy aquí, porque no viene papá o José…

―¿No le importa Gabriel?

La joven miró al escolta con los ojos aguados.

―¿Sabe? He tenido mucho tiempo para pensar y, no sé si eso me ha distorsionado un poco la realidad o, al contrario, la he visto más clara que nunca.

―¿Qué quiere decir?

―Quiero decir que yo veía a Gabriel como un hombre atractivo, que sí lo es por supuesto; un tipo romántico, delicado; lo veía como un protector, mi protector; lo sentía como… Él siempre quería protegerme de todo y de todos.

―¿Y eso es malo?

―Ese es el punto. Que eso no es malo, pero eso es lo

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