Capítulo 33

Ángelo se levantó y no vio a los guardias de su hija fuera de la habitación.

―¡Alec! ―gritó para que este lo escuchara, el hombre apareció enseguida.

―Señor.

―¿Dónde están los guardias de Ángela?

―La señorita se levantó en la madrugada y quiso ir a su despacho.

David salió en ese momento, muy acelerado.

―¿Y Ángela?

―Está en el despacho, hijo, ¿qué pasa?

―Estuve toda la noche angustiado, ahora sentí que algo malo le pasaba.

El joven corrió escaleras abajo y entró a la oficina de su padre, pero allí no había nadie.

―¿Dónde está? ―exclamó, desesperado.

―¿Qué dices, hijo? ―preguntó entrando.

David entró al baño, al archivero, pero nada, ni rastros de ella.

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