La realización de que era en realidad la tercera Ángel que mencionaban una y otra vez en el diario familiar, hizo que un gran miedo se adueñara de mí, sin dejarme apenas respirar. ¡No podía ser! ¿Cómo mis padres me condenaron a este destino? ¿Por qué tuvieron que ponerme ese nombre? Una agonía muy grande siguió apoderándose de mí, en lo que aquella risa se acercaba más y más a donde me encontraba, y le vi. Estridente, ruidosa, cavernosa, triunfal, como si hubiese estado al acecho de que al fin yo diera con la verdad. —Ja, ja, ja, —reía mientras de a poco se iba haciendo más visible y tangible para mí. —¡Eres mía por los siglos de los siglos! Ja, ja, ja…, tu padre te vendió a mí, ¡te vendió, no importa si se arrepintió después, pero firmó el contrato! Gritó con una voz insoportable que casi desgarraba los tímpanos de mis oídos y lo vi, como realmente era, la viva imagen del maligno se presentó delante. Y sacó un papel amarillento y me mostraba la firma de Don Lorenzo, no sé cómo
Traté, traté con todas mis fuerzas de hacerlo, de retomar mi cuerpo, pero la primera, Ángel me lo impedía, aunque miraba el crucifijo y trataba de recordar una plegaria, nada venía a mi mente, puesto solo podía ver lo que ella hacía. Las hermanas, sin saber qué hacer, me hacían muchas preguntas al mismo tiempo, cuando de pronto apareció Tomaza, que al verme se acercó ágilmente asombrando a todos, me tomó de las manos arrodillándose ante mí.—Aléjense de ella —Gritó Dolores. Tomaza a mis pies, comenzó a rezar una extraña oración en un lenguaje que no conocía, pero que de a poco se me hacía familiar, por estarlo escuchando en las plegarias y oraciones que escuchaba cada vez que me pasaba algo. Al momento de ella iniciar, retumbó un gran trueno en el cielo, el ser que me sostenía comenzó a desfigurarse, y trataba con todas sus fuerzas de seguir prendido a mí, pero los rezos y cantos que ella hacía, lo alejaban, mientras yo me reía como una loca.—Ja, ja, ja…, ¡nunca podrás contra ell
Dolores se me quedó observando, como si no pudiera creer que yo no supiera el peligro en que me había encontrado. Si lo sabía, solo que no quería preocuparlos más de lo que estaban, podía ver su expresión de miedo en su rostro. No dijo más, solo respondió a las preguntas que le hacía.—¿Cuándo llegó el padre Bartolomé? —Llegó en medio de la lluvia, justo antes de la medianoche, con un enorme crucifijo en su mano.—¿En serio? ¿Y cómo supo lo que me estaba pasando?—Llegó diciendo, que estaba en una casa de unos feligreses, cuando comenzó a escuchar unas oraciones y una voz que le ordenaba regresar y venir a tu lado —me cuenta y puedo ver que está sorprendida tanto o más que yo ya que la admiración que siente por el padre ha aumentado aún más. —Dijo que por mucho que trataron de persuadirlo, se montó en uno de los caballos que les había mandado, y acompañado por los dos hombres del otro día, y llegó justo a tiempo.—¿Justo a tiempo? ¿Justo a tiempo para qué? —Indagué curiosa.—Eso dijo
El padre se quedó en silencio un momento para luego mover la cabeza negativamente y suspirar entristecido. —No sabría decirle, hermana Inés, recuerde que he venido directamente sin pasar por mi parroquia — respondió. —Bueno, siguiendo con mi relato, les decía que me encontraba con mis monaguillos y los dos hombres que envié aquí, que no quisieron separarse un instante, porque según ellos, le habían dado su palabra de que cuidarían de mí. —Así fue padre, les hice prometerme eso —le aseguro y me observa sonriente y agradecido.—Gracias hija, porque en verdad ese par me sirvió de mucho, pues se conocen todos los senderos por esas montañas, evitando con ello que regresáramos por el que fuimos —seguía contacto con complacencia. — El agua nos cogió en la ladera y decidimos acampar, como les dije, en casa de una familia que vive por allá.—Hizo muy bien, a esa hora el ciclón estaba batiendo duro —agregó sor Caridad—Tiene razón hermana, no saben la cantidad de árboles destruidos que hemos
¡No podía creer lo que me contaba el padre, yo no me acordaba de nada, de esa parte que él contaba, solamente de haberme dormido después de que Aurelio me llevará para mi cama y de los cantos! No recordaba esa desmedida lucha que según todos había sostenido en contra de ellos y las fuerzas del mal, y ahora me sentía muy bien. Como si nada hubiese sucedido y solo durmiera plácidamente la noche entera. Dolores tenía razón, estuve en real peligro de ser consumida por las fuerzas del mal, esa maldición en realidad era muy fuerte. No sabía cómo reaccionar ante aquello.—Padre, si usted no me lo cuenta, no lo creería. Yo no recuerdo nada —confesé avergonzada. —¿Pero qué me pasó exactamente? Lo último que recuerdo es que estábamos leyendo el diario, y en la historia sucedía algo que había experimentado en las primeras semanas que estuve en esta casa. —Mira Ángel querida, yo soy un hombre de Dios —inició a hablar el padre con dulzura, tratando de explicar lo que había sucedido. —Pero vemos
Por mi parte no sabía qué hacer o decir a mis amigas. Me sentía realmente apenada con todo lo que había sucedido. Ellas al percatarse cde como me sentía, se sentaron cada una a mi lado estrechándome fuertemente, uniendo sus cabezas a la mía permanecimos un buen rato así.—No tengas miedo Ángel, casi nos criamos juntas, eres un poco más joven que nosotras y aunque no tomaste los votos, nosotras te consideramos nuestra hermana, no solo de alma, sino en espíritu —comenzó a hablarme con cariño sor Caridad. —Haremos, como dice el padre Bartolomé, terminaremos de leer el dichoso diario en la capilla, y ya verás que nada nos perturbará allí ante la presencia de Dios, y si lo hacemos ahora que él está aquí, será mejor.—Estoy de acuerdo, dejaremos el cuidado de los chicos a Tomaza y Dolores —dijo sor Inés, sin dejar de abrazarme. —Nos dedicaremos todas las horas que faltan a leerlo. Así sabremos a qué atenernos. Tengo la pequeña intuición de que no le falta mucho. Cuando miré entre las hoja
Mi madre era un ser excepcional, todo lo que recuerdo de ella es increíblemente hermoso. Tenía una imaginación asombrosa y podía crear de lo más mínimo una historia fantástica, o con sus hermosas y hábiles manos hacer todo un mundo de fantasía con cualquier material que le cayera en sus manos. Pero sus preferidos y los míos, eran las hadas. Me encantaban, y por ello mi cuarto estaba hecho de incontables figuritas de hadas de todos tipos y colores. Me creó un mundo donde existían hadas para todo tipo de tareas, y a través de ellas me educaba y me juraba que eran reales cuando le preguntaba. Y hasta ser una adulta en que comprobé que son fantasía, me creía que eran reales. Por eso comprendo a la niña Jacinta, que es la cabeza que asomó temerosa por la puerta, dando fin a nuestro abrazo. Al ver que ya la habíamos visto, entró su cuerpo entero muy despacio como si temiera decir a lo que había venido..—¿Se encuentra bien, señorita Ángel? —preguntó avanzando algo tímida.—Sí, querida, no
—Eso parece, vamos Ángel, abre para ver qué contiene —me apremió sor Caridad que observaba el cofre en mis manos. Con temblor en mis manos, introduje la llave en la cerradura haciéndola girar con delicadeza. Se escuchó un clic y la base comenzó a subir lentamente para luego abrirse ante los ojos sorprendidos de todas. Dentro existía una cadena de oro con una gota de agua de cristal, en su interior podía observarse algo que parecía humo. Lo levanté y se lo di a las hermanas, sor Caridad metió su mano y tomó el papel que estaba debajo.—¿Qué dice? —pregunté. —Solo que es para ser usado por la tercera Ángel de la familia. Contestó al tiempo que me lo extendía, y en verdad, eso era lo que decía. “Para ser usado por la tercera Ángel de la familia Castillo” ¡Esa era yo! Aunque no había terminado de leer el diario, estaba segura de que se refería a mí, porque sino, lo hubiese usado otra antes. —Querida, parece que se refiere a ti. Tú debes ser la tercera Ángel —dijo sor Caridad mirándom