233. LIBRES

Y sin más se puso de pie, ayudándome con sumo cuidado, sin esperar la respuesta de Duque Diego que me observaba, y justo cuando me puse de pie. Vi como se acercaba Abdalayá y inmediatamente me hice la desmayada, sintiendo como el capitán, me cargaba y salió apresurado del salón siendo seguido por la hermana Caridad. Mientras Inés aseguraba que todo iba a estar bien. Que había estado enferma días antes.

Todo era muy extraño, al ir a salir sentí como una gran corriente me rozaba y chocaba con el capitán y convirtiendo sus ojos en azul claro que los abrió al verme en sus brazos. Llevé mi mano al pecho sosteniendo el crucifijo y pensando en que mi Julián se mantuviera a mi lado. Y sus ojos volvieron a mirarme de color azul oscuro, mientras subía las escaleras conmigo en sus brazos.

Al llegar a la habitación, no lo hicimos en la de mi abuela, sino en mi antigua habitación. Cuando se cerró la puerta, me senté en la cama y observé que se paseaba de un lugar a otro.

—No entiendo.

—¿Qué no
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