Volvió a preguntar mirándolas con terror, por lo que me mantuve al otro lado de la mesa que ella había interpuesto entre las dos. ¿Quién le tiene miedo a las rosas rojas? Me pregunta al ver como ella las miraba realmente aterrorizada. —¿Qué dónde las encontré? Bueno, en realidad no sé bien de donde salieron —¿No sabe? ¿No sintió a nadie? Preguntó e hizo que yo la mirara fijamente. ¿Qué significaba esa pregunta? ¿Es que acaso ella también siente eso que siento yo? ¿No es producto de mi imaginación? —¿Sentir…? —Traté de hacerla hablar para comprobar si también lo hacía. —Qui…, quiero decir, ¿si no vio a nadie? —Tartamudeó bajando la vista. ¿Qué rayos pasaba? ¿Por qué no me hablaba claro? Por un momento pensé contarle todas las raras cosas que me estaban sucediendo desde que había llegado, pero me contuve. No quería que me considerara una niñita miedosa, llena de miedos y de una fértil imaginación. Por lo que decidí concentrar la conversación en el hermoso ramo de rosas que tenía e
Ante la extraña reacción de Dolores, mi curiosidad aumentó y la observé con mayor detenimiento. Sus ojos estaban llenos de temor y sus manos temblaban ligeramente. Me preguntaba qué podía haber detrás de esa inusual aversión hacia las flores. Sin embargo, decidí no insistir por el momento y le pedí que trajera un florero para colocar las rosas en agua.—No creo que sea sabio dejarlas dentro de la casa —insistió Dolores, sin moverse del lugar y sin quitar la mirada de las flores.A pesar de su negativa, decidí seguir adelante y colocar las rosas en el florero que me trajo. Pero mientras lo hacía, una espina me hirió el dedo, y una gota de sangre cayó en el agua, tiñendo ligeramente el líquido. Dolores reaccionó rápidamente, sacando un algodón para curar mi herida. Aun así, continuaba murmurando con un aire misterioso.—¡Todo se repite, Dios mío, todo es igualito!—¿A qué te refieres?—Nada, mi niña, no me haga usted caso —respondió esquivando mi mirada.Sus palabras me intrigaron aún m
Era tanta su seriedad que no insistí, a simple vista podía apreciar que no cedería por mucho que se lo pidiera. Desistí ante su negativa, de seguro más adelante lo lograría. Apenas si llevaba un día aquí. Aunque no se negó a platicar conmigo mientras duraba la misma. Era una noche oscura y misteriosa, la atmósfera estaba cargada de un extraño aura mientras escuchaba las palabras de Dolores. Su seriedad y mirada profunda me hacían sentir que detrás de sus palabras había algo más que una simple historia. Sentía como si estuviera siendo transportada a otro tiempo, a un pasado lejano y enigmático.—Yo nací en en África y vine de bebé junto a miss padres en la terrible trata de esclavos. Mis ojos se abrieron sorprendidos, pero traté de no interrumpirla, dejando que su historia fluyera como un río misterioso. Aunque intentaba creer que sus recuerdos eran simplemente historias de sus antepasados, el tono de su voz y la expresión en su rostro me hacían preguntarme si realmente había algo m
La historia la iniciaba a contar el señor Don Lorenzo del Castillo, hijo primogénito de la familia de la nobleza Del Castillo, una de las más prestigiosas de toda la región, había sido instruido en el arte de la esgrima y la equitación, habilidades que ha perfeccionado a lo largo de los años. Su valentía y destreza en el combate lo han convertido en un defensor respetado de su familia y su comunidad. Era educado y refinado, producto de la formación recibida en su círculo social privilegiado. Su intelecto agudo y su capacidad para analizar situaciones complejas le habían granjeado el respeto y la admiración de sus contemporáneos. Era conocido por su buen juicio y su habilidad para tomar decisiones ponderadas, lo que lo convirtió en un líder natural.Aunque llevaba el peso de las expectativas de su familia y su estatus, Don Lorenzo era un hijo cariñoso y dedicado. Su relación con sus padres era de profundo respeto y afecto, aunque también había momentos en los que debía lidiar con las
Día 6. INICIO.Ya me encuentro instalado en la cabina que me ha tocado, la comparto con un señor que se llama Manuel, es muy amable. Ha dejado a su familia atrás, una esposa con hijos, está muy deprimido. Pero es muy conversador y así hemos pasado el primer día. El mar está tranquilo y sopla buen aire, lo que hace que avancemos a gran velocidad.El barco creo que va sobrecargado de pasajeros. Le he hecho ese señalamiento al capitán cuando ha pasado a saludarme, y me ha dicho que no todos llegaremos a puerto seguro, que quizás, como la vez anterior, lleguemos casi vacíos. Es algo que, tanto a Manuel como a mí, nos ha impresionado mucho. Por lo que nos hemos unido, y revisado nuestras provisiones, hasta la de agua, y decidido compartirla y cuidarnos mutuamente. Manuel es de una clase humilde, le da todo vergüenza y quiere servirme como a su señor, y no lo he dejado. En este nuevo mundo le he explicado, que todos somos iguales. Aunque él dice que no, que no lo somos porque yo nací con
Estoy de lo más asombrada con la historia que relata el diario. Me fascinan las que son de aventuras y esta es toda una gran historia de descubrimiento de nuevas tierras. Por las campanadas del viejo reloj, supe que eran más de las dos de la mañana, pero mi sueño se había marchado y quería saber qué había pasado con ellos..... Al fin se me ha quitado todo el malestar y podemos seguir avanzando. Nos hemos quedado solos . Saco el mapa y le indico la dirección hacia donde me dijo el prefecto que debíamos coger. Ya sabemos que no existen por estos montes animales salvajes que puedan atacarnos. Sin embargo, si hay una gran colección de frutas que podemos comer con medida, no volverá a comer de la manera que lo hice. Lo mejor es que hay montones de diferentes frutas y muy sabrosa. Mi Constanza será feliz, adora todo lo dulce, sobre todo las frutas. Según avanzamos por dentro de la maleza, vamos abriendo paso, pues sabemos que será el camino que utilizaremos al regresar, así que aunque n
Estaba ya el sol bien alto cuando me desperté, aún tenía ganas de permanecer un poco más en la cama, hacía mucho tiempo que no me permitía este lujo. Viví gran parte de mi vida en un horario estricto que no admitía dormir mañanas. El silencio reinante era encantador, podía escuchar como se movía Dolores por la casa realizando las tareas, el canto de los pájaros junto al sonar de las hojas de los árboles movidas por una suave brisa presagiaba un día espléndido.Tomé un refrescante baño y sin prestarle mucha atención a lo inmenso del ropero. Pude encontrar unos pantalones grises junto a una saya del mismo color, que combinaban estupendamente con una blusa blanca de holgadas mangas y muchos vuelos. Me amarré una bufanda al cuello, dejé mi cabellera suelta por la sensación de libertad que me provocaba y me dispuse acercarme a las caballerizas que divisara el día anterior, era tiempo que visitara la parroquia y el pueblo vecino, me dije.Saliendo de mi habitación, bajé
El padre Bartolomé estaba ocupado apagando todas las velas que iluminaban la iglesia mientras me observaba atentamente. Permanecía de pie, esperando a que decidiera hablar, pero de vez en cuando giraba la cabeza para ver a mi caballo, el cual estaba atado a su lado con un sirviente cuidándolo. Aunque, en ocasiones, el sirviente desaparecía, yo podía jurar verlo claramente, lo que me llenaba de confusión y un poco de miedo. Finalmente, escuché la pregunta del padre Bartolomé, quien se había detenido frente a mí y me miraba fijamente.—¿Es usted la niña Ángel, verdad? —repitió la pregunta.—Sí, padre, soy yo. —Le aseguré, notando que seguía observándome detenidamente. —Así me lo confirmaron tanto el abogado Edmundo como mi difunta abuela.—Hija mía —comenzó a hablar con suavidad y seriedad. —Mis más sinceras condolencias por la muerte de su abuela, quien era mi querida amiga. Quiero disculparme por no haber estado presente en el funeral de la señora Casilda. Sucedió que cuando ocurrió e