INSTINTOS ANIMALES
Tabar se preguntó si había llegado al paraíso prometido por los Antiguos cuando sintió a Zarah gemir sobre sus labios. Ninguno de sus sueños le hacía justicia al embriagador placer que experimentó al sentir el cuerpo de su mujer de nuevo entre sus brazos. Deseaba morder cada parte de su dulce piel, marcarla como suya. Sus instintos lo dominaron y sin pensar comenzó a desvestirla. Estaba desesperado por llevarla a la cama. Había tantas cosas que deseaba hacerle, tantos lugares por donde deseaba pasar sus labios. Pero sus ensoñaciones fueron interrumpidas por el brusco empujón de Zarah.

Un dolor punzante le atravesó el pecho. Tabar creyó por un segundo que a pesar de todo Zarah lo deseaba tanto como él la deseaba a ella. Cuando levantó la mirada buscando los ojos verdes de su esposa notó el pánico reflejado en sus pupilas. Una mezcla de angustia y malestar lo invadieron.

"El desprecio que me tienes es más fuerte que cualquier otra cosa ¿verdad princesa? No importa lo que yo haga" U
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