Capítulo 25

Edmond.

—Hola, abuela, ¿cómo estás? Lamento mi larga ausencia, sé que no tengo perdón, pero estoy segura de que te han cuidado muy bien. Mira, te traje tus flores favoritas —muestra el ramo de rosas—. Las pondré en el jarrón para que sientas su perfume. No te imaginas todo lo que tengo que contarte…

—Será mejor que las dejemos solas por un momento —susurra Delphine—, puedo llevarlo a nuestro salón de espera, hay muchas abuelas que desearán deleitarse con un hombre tan apuesto.

Ella me guiña un ojo, yo asiento; le ofrezco mi brazo y dejo que me guie. Simone necesita privacidad, estoy seguro de que muchas de las cosas que desea hablarle a su abuela es sobre mí. Las horas pasan, acepto café, pastelillos y todos los elogios subidos de tono de las señoras del lugar. Al regresar a la habitación, Simone se encuentra sentada al lado de la cama, le muestra a su abuela un frasco de cristal, y lo pasea frente a su nariz. La fragancia no tarda en llegar a mi nariz, es una mezcla de aromas totalme
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