La noche anterior de la ceremonia de matrimonio , mi prometido, Lucas Herrera, un profesor de historia, celebró la unión en un castillo, rodeado de su siempre amada, Fiona, que ya no podía con el cáncer. Él la abrazaba con dulzura, su risa cálida acompañada del firmamento estrellado: —Vamos a hacer la boda ya. Aunque esté casado con Celia, no significa absolutamente nada. Mientras todos aplaudían y brindaban con champán, bailaron un vals, y, bajo la expectativa de todos, se dieron el sí. Y yo, siendo cruel testigo de todo sin lágrimas ni quejas, me limité solamente a programar la cirugía para abortar. Desde mis dulces quince hasta los treinta, amé a Lucas con una devoción silenciosa, entregándome a él sin esperar nada a cambio. Pero en su corazón siempre hubo un espacio reservado solo para mi hermana, Fiona. Como de verdad lo amaba, lo mejor era dejarlo ir. Ya no quedaba nada que me hiciera aferrarme a lo nuestro. Así que, para refrescar mi mente y cambiar de aires, decidí participar en un equipo de investigación geológica en la Antártida, completamente aislada del mundo. Mi último regalo fue una carta de divorcio junto a un pequeño regalo. Pero algo cambió. Lucas, que siempre me había ignorado, comenzó a caerse a pedazos. Se volvió loco.
Ler maisEl semáforo marcó verde. El sonido estridente de un claxon me sacó de mis pensamientos, borrando de golpe el último sentimiento que le guardaba a Lucas.Pisé el acelerador y seguí mi rumbo. El sol comenzaba a asomar en el horizonte, tan brillante y claro como la vida que ahora tenía por delante.Tres años después, fui invitada al concurso global de documentales, donde gané el premio principal.Después del evento, me tomé un tiempo para firmar autógrafos a los fans que se acercaron a felicitarme.Durante esos años, me mantuve enfocada en mi trabajo en la caridad y en mis documentales. Viajé por todo el mundo con mis compañeros, documentando especies en peligro de extinción.Una noche, al terminar el trabajo, volví a la villa, tan agotada que apenas podía mantener los ojos abiertos.Pero al llegar frente a mi puerta, vi a una silueta parada allí. Sin pensarlo, mi mano voló hacia la pistola eléctrica. Las experiencias peligrosas que había vivido en el extranjero me habían enseñado a desco
Pero Isabel, después de tantos años viviendo a expensas de mi padre, no sabía hacer nada por su propia cuenta.Además, Fiona necesitaba unos cien mil para su tratamiento. Sin más opciones, Isabel tuvo que recurrir a sus viejos amantes de juventud.En esos años, se metió con varios hombres casados, confiada en su belleza. Y ahora, cuando pedía ayuda, solo recibía humillaciones y desprecio de sus esposas. Al final, no solo no consiguió el dinero, sino que casi termina siendo víctima de la trata de personas.Desesperada, intentó que Lucas le ayudara, pero él ya había tomado la decisión de arrastrar a toda su familia al abismo. El día del incidente, transfirió todos sus bienes a mi nombre, sin esperar nada a cambio.Cuando lo arrestaron, Lucas ya no tenía ni un centavo.Isabel, completamente desquiciada, decidió abandonar el tratamiento de Fiona.Nunca la quiso de verdad, así que, con ella herida y débil, la llevó de regreso a casa.Cuando Fiona despertó y vio que su cara estaba completam
Temblando, Marco cayó al suelo, con los ojos enterrados en el pavimento, llenos de desesperación y arrepentimiento. Comenzó a arrancarse los labios secos y agrietados, hasta que la sangre empezó a salir, pese a eso no se detuvo.Ya no tenía ganas de seguir discutiendo con él. Justo cuando me daba la vuelta para irme, escuché una insistente y tenue voz desde atrás:—No te preocupes, hermana, eres lo único que me queda. Puedes no perdonarme, pero siempre estaré aquí para ti, incluso si eso me lleva a la muerte.Su tono era firme, como cuando prometió proteger a Fiona. Pero ya no era el momento para decirlo.Regresé a mi departamento y empecé a empacar todo.Al día siguiente, me dirigí a la boda de mi amiga. Ella había sido compañera mía desde la secundaria, la única que me apoyó cuando toda la clase, influenciada por Fiona, me aisló. Solo ella quedó a mi lado.En los pocos días que llevaba en casa, ya había escuchado historias sobre el destino de Fiona, su madre y mi padre.Mi padre siem
Al escuchar eso, Lucas tembló ligeramente y, con una sonrisa amarga, murmuró:—Sí, siempre hemos sido nosotros los que hemos hecho la vida imposible a Celia. Pero, aun así...Sus ojos reflejaban una feroz determinación.—¡Vamos a arrastrarlos al infierno!En ese momento, Marco apareció corriendo con el paquete de cartón que había arrojado. Frente a Isabel y Carlos, que seguían defendiendo su supuesta inocencia, Marco sonrió amargamente, levantó la USB y, con voz llena de tristeza, dijo:—Ahora lo recuerdo, siempre fue Celia quien me protegió.Cuando vio el nombre de la escuela en la memoria USB, los tres se quedaron paralizados....Seis meses después, estaba de pie, en la vasta y congelada extensión de la Antártida, grabando en silencio el recorrido migratorio de los pingüinos emperador junto al fotógrafo. Cuando terminamos el trabajo diario y regresé a la base, recibí una videollamada desde la oficina:—Celia, el proyecto en la Antártida está por terminar. ¿Cuándo vuelves?Me quité l
Después de escuchar eso, Lucas pareció recobrar la compostura. Forzó una sonrisa, asintió con la cabeza y apartó la mirada del paquete que aún tenía en las manos. Siguiendo a Marco, se dirigió a la habitación del hotel donde Fiona descansaba.Antes de llegar, Marco le pidió a Lucas que comprara un ramo de flores, en secreto, con la idea de sorprender a Fiona.Pero justo cuando llegaron a la entrada, escucharon el sonido de un encendedor. La puerta estaba entreabierta, y Lucas no podía creer lo que veía: Fiona, la chica que supuestamente tenía cáncer de pulmón, fumando como si nada.Frente a ella, en el sofá, estaban mi padre, Carlos, y la madre de Fiona, Isabel, con expresiones de satisfacción plena.Isabel contaba las joyas y el dinero que Lucas le había dado para casarse con Fiona, con una cara llena de codicia y emoción.—Fiona es defectivamente una genia, hizo que ese tonto de Lucas creyera que tenía cáncer de pulmón. Podemos sacarle con ese cuento una buena cantidad de dinero. Jaj
Terminé el proceso y me dirigí a Lindante, Lucas no volvió a llamarme. Parecía que pensaba que solo estaba haciendo un berrinche.Durante ese tiempo, subió varias fotos a sus redes sociales: él y Fiona probándose el vestido de novia, eligiendo los anillos, e incluso algunas imágenes de la boda…Yo simplemente decidí ignorar. Luego volví a la estación de televisión y pedí integrarme al equipo de investigación geológica para filmar un documental sobre la Antártida. Aproveché también para informar al canal de noticias sobre los documentos que el alcalde me había metido en el bolso cuando me llevaron al hospital.Al conocer la verdad detrás del terremoto, cualquier resquicio de cariño que aún sentía por Lucas se desvaneció, dejando solo asco y desprecio.Después de todo eso, volví a mi pequeño apartamento. Empecé a empacar todos los regalos baratos que Lucas me había dado en estos quince años. También metí un USB con toda la información que había reunido sobre las escuelas de internado aba
Miré con calma las manos entrelazadas de Lucas y Fiona, luego giré la cabeza y, sin apuro, respondí:—Ya para qué, no hace falta.Mi respuesta, tan serena, dejó a los tres completamente atónitos.Marco, que ya se acercaba, se rio de manera burlona:—Celia, basta ya. ¿Crees que todos somos igual que tú, buscando drama? ¿Piensas que así vas a conseguir llamar nuestra atención? Qué ridícula. Te lo digo sin pelos en la lengua, aunque estés embarazada, jamás serás como Fiona. ¡Nunca!Al ver que mi expresión seguía impasible, Lucas también perdió la calma. Su cara se endureció y, con voz severa, me reprendió:—Celia, ya basta de seguirme y arruinar mi trabajo. Mi paciencia tiene un límite. Fiona necesita tranquilidad, y tu presencia solo empeora las cosas. ¡Lárgate ya!Y, tras esas palabras, me agarró de la mano, intentando arrastrarme fuera del lugar.Pero justo en ese momento, comenzó una réplica. Lucas y Marco, al mismo tiempo, se lanzaron hacia Fiona, que estaba de pie en medio del campo
Parece que Lucas finalmente lo había recordado. Se quedó en silencio un buen rato, sin dar señales de vida. Justo cuando iba a hablar, Marco le arrebató el celular de las manos.—Celia, ¿no puedes lo ridícula? ¿Tan celosa estás de Fiona? No sigas armando chismes. Si se retrasa el trabajo, no vas a poder asumir las consecuencias —dijo, y colgó al instante.Fiona, recostada en los brazos de Lucas, sonrió suavemente, acarició la cabeza de Marco y le advirtió con una voz dulce:—Ya está, sabes cómo es Celia. Hoy es el día más importante de mi vida, así que tranquilo, disfrútalo.Con esa simple frase, logró calmar a Marco.Un grupo de personas, riendo y charlando, se dirigió al salón principal. Mientras el bullicio se desvanecía, yo me quedé allí, sola, en la fría oscuridad de la noche, sintiéndome como un fantasma para todos. Saqué el celular y programé la cirugía.Luego, sin pensarlo, me fui. No me quedé a preguntar, ni a gritar, ni a armar escándalo. Ya no quería a ese hombre que había i
Así fue como terminé bajo la lluvia, parada en las escaleras, a unos cincuenta metros del castillo.Observaba en silencio a mi prometido, Lucas, mientras le ponía un anillo a Fiona, esa chica tan adorable y encantadora, elegante con su vestido blanco de novia.Fiona, sonrojada, tomó el anillo, lo miró fijamente, tapándose la boca, e hizo un tímido gesto de alegría .Antes de que pudiera reaccionar, Lucas, incapaz de contenerse, la abrazó con toda su fuerza.Entre las bromas y las risas de los presentes, empezaron a besarse apasionadamente.Se besaron durante casi diez minutos, hasta que Fiona, totalmente extasiada, no pudo mantenerse más en pie. Finalmente, Lucas la soltó, respirando entrecortado.El viento de otoño soplaba suave, y las luces cálidas comenzaron a brillar, bañando el castillo con un dorado resplandor. Fue entonces, bajo esa luz tenue, cuando me fije en que mis familiares y amigos estaban todos allí, siendo partícipes de esa farsa.Mi hermano menor, Marco, a quien siempr