La ex-esposa secreta. ¡Luchando por mis trillizos!
La ex-esposa secreta. ¡Luchando por mis trillizos!
Por: Angellyna Merida
Cap. 1: Divorcio inesperado.

La palabra Positivo brilló con intensidad en la pequeña pantalla del test de embarazo, iluminando el rostro de April con una emoción indescriptible. Su corazón latía con fuerza, mientras sentía que su mundo entero cambiaría en un instante. Estaba embarazada.

Las lágrimas brotaron en sus ojos, pero no de tristeza, sino de una felicidad absoluta. No podría haber mejor regalo para Logan que esa noticia. En apenas una semana celebrarían su primer aniversario de casados, y finalmente podría darle algo que ni siquiera él esperaba: sería padre.

Se miró en el espejo del baño, acariciando su vientre aún plano. Su largo cabello castaño caía en suaves ondas sobre sus hombros, y su piel clara tenía un rubor especial por la emoción del momento. Sus ojos, de un verde brillante y expresivo, reflejaban el amor inmenso que sentía por su esposo.

—Vamos a ser una familia de verdad —susurró, dejando escapar una sonrisa ilusionada.

A pesar de que su matrimonio se mantenía en secreto, a pesar de que vivía prácticamente sola en ese apartamento porque Logan no siempre podía quedarse por las noches, ella había esperado pacientemente el día en que todo cambiara. Sabía que la familia Montgomery jamás la aceptaría como la esposa del futuro CEO, pero eso no importaba. Logan la amaba.

Y ahora que un bebé venía en camino, todo sería diferente.

Esa noche, April no esperaba verlo. Logan estaba de viaje. Pensaba prepararle una sorpresa especial, quizá una cena romántica, envolver el test de embarazo en una cajita elegante y entregárselo junto a una carta.

Pero el sonido de la puerta abriéndose la tomó desprevenida.

Se giró y lo vio de pie en la entrada del apartamento, con su imponente presencia llenando el espacio.

Logan Montgomery siempre había sido un hombre que desbordaba poder y elegancia. Su estatura alta y su porte recto lo hacían ver inalcanzable. Cabello oscuro, perfectamente peinado hacia atrás, con mechones rebeldes que enmarcaban su frente. Su piel, de un tono bronceado, contrastaba con la camisa blanca impecable que llevaba bajo su abrigo de diseñador.

Pero lo que más la impactaba siempre eran sus ojos azul acero, profundos y enigmáticos. Ojos que, en ese momento, la miraban sin emoción.

El corazón de April dio un vuelco.

—¡Logan!

Sin pensarlo, corrió hacia él, se lanzó a sus brazos y lo envolvió en un abrazo apretado, besándolo con amor.

Pero algo estaba mal.

Él no la abrazó de vuelta. No la besó. No hubo emoción en su mirada.

El frío que emanaba de su cuerpo era gélido, cortante, brutal.

April retrocedió levemente, con el ceño fruncido, tratando de entender qué sucedía. Logan metió la mano en el interior de su abrigo y sacó unos documentos. Sin mirarla a los ojos, se los extendió.

—Lee esto.

La alegría en el rostro de April se congeló. Sus manos temblaron al tomar los papeles, sintiendo que algo dentro de ella se desgarraba antes incluso de leer el contenido. Su vista se nubló y un nudo se formó en su garganta cuando distinguió el título en la primera página.

Divorcio.

El aire se le escapó de los pulmones.

—¿D-Divorcio? —su voz fue apenas un susurro. Su pecho se oprimió con una angustia sofocante. Sus ojos subieron hasta encontrarse con los de Logan, ojos que tantas veces la miraron con amor, pero que ahora eran dos abismos vacíos, crueles e indiferentes.

—¿Por qué? —logró preguntar con un hilo de voz—. ¿Ya no me amas? ¿Qué pasa, Logan? ¡Habla!

Él no vaciló. No mostró remordimiento. Su voz fue fría como el hielo cuando dijo:

—Ya me aburrí de ser tu esposo.

April sintió como si la hubieran golpeado en el estómago.

—¿Qué...?

—De jugar a las escondidas, de esta farsa absurda. ¿No lo entiendes, April? Voy a ser el nuevo CEO de Empresas Montgomery. Necesito una mujer de mi misma clase, no a mi asistente convertida en esposa secreta.

El golpe fue devastador. Su corazón se rompió en mil pedazos.

—Pero… y todo lo que sentimos, lo que hemos vivido este año —susurró, negando con la cabeza, sin poder creer lo que escuchaba—. Me dijiste que me amabas. Que estaríamos juntos sin importar nada.

Logan soltó una carcajada cruel, una que jamás había escuchado de él.

—¿Y tú me creíste? —murmuró con burla—. Pobrecita.

El alma de April se desmoronó. Las promesas, los momentos juntos, todo se convirtió en una mentira en cuestión de segundos.

—Entonces… ¿por qué te casaste conmigo? —preguntó con la voz rota, con los ojos llenos de desesperación—. ¿Por qué hiciste que creyera en ti?

Él la miró, y la siguiente frase salió de sus labios con la misma frialdad con la que uno aplasta a un insecto.

—Porque fue divertido mientras duró.

April dejó de respirar.

Un vacío inmenso la consumió por dentro. Sus piernas temblaron. Sus manos apretaron los papeles del divorcio con tal fuerza que sus nudillos se volvieron blancos.

Logan la miró sin el más mínimo rastro de emoción. Sus ojos eran fríos, vacíos, indiferentes.

—Firma los papeles, April —ordenó, con una calma cruel—. No hagas esto más difícil de lo que debe ser.

Las manos de April temblaban. Su visión estaba borrosa por las lágrimas que luchaban por salir, pero no iba a darle la satisfacción de verla llorar. Tragó con dificultad y miró los documentos otra vez.

Cada palabra era una daga que le perforaba el alma.

Solicitud de divorcio por mutuo acuerdo.

Renuncia a cualquier derecho sobre los bienes de Logan Montgomery.

Quince días para abandonar su puesto en Empresas Montgomery.

Los recuerdos se agolparon en su mente con violencia. Las noches de pasión y risas. Las promesas susurradas al oído. Los “te amo” que pensó que eran reales.

Todo había sido una mentira.

Y ahora estaba sola.

Sola… y embarazada.

Sintió un nudo formarse en su estómago, no solo por la angustia, sino por la pequeña vida que crecía dentro de ella. El hijo de Logan Montgomery.

El dolor le revolvió el alma, pero alzó el rostro con una determinación forzada. No le daría el placer de verla rogar.

Tomó el bolígrafo con manos temblorosas y, sin leer más, deslizó la punta sobre el papel.

Firmó.

Cada trazo era como una sentencia de muerte para su corazón.

Cuando terminó, dejó el bolígrafo sobre la mesa y alzó la vista. Logan la observaba con la misma frialdad con la que uno miraría un trámite cualquiera.

—Bien —dijo, tomando los documentos sin siquiera mirarlos—. En quince días te quiero fuera de la empresa. Te daré una buena indemnización para que desaparezcas de mi vida para siempre.

Las palabras fueron un golpe directo a su pecho.

Logan Montgomery, el hombre al que había amado con todo su ser, le estaba dando un cheque para que se esfumara como si nunca hubiera existido.

April sintió que algo dentro de ella se rompía en mil pedazos.

Pero no le respondería. No le daría el gusto de ver cuánto la estaba destruyendo.

Apretó los labios y se quedó en silencio.

Logan ni siquiera esperó una reacción. Se giró sin mirar atrás y caminó hacia la salida.

El sonido de la puerta al cerrarse marcó el final de todo.

April sintió que su cuerpo se desplomaba en el suelo. Un sollozo desgarrador se le escapó de los labios, ahogándola.

Se llevó la mano al vientre, como si pudiera proteger lo único que le quedaba.

—No estás solo bebé —susurró con la voz quebrada—. Mamá está contigo.

Pero en ese momento, ella se sintió más sola que nunca.

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