Marina.
Me preparé para muchas cosas, entre esas estaban, ser asaltada, quedarme varada en la calle, mecánica, sobrevivir cuando practicamos senderismo, incluso hacer origamis me salían muy bien. Porqué sencillamente vi muchos panoramas en la vida, llegué al punto de que cuando mi padre me propuso ser la esposa de uno de sus socios a quien le debía dinero, dije que sí, pero en mi cabeza ya tenía la idea de escapar. Solo me avisaron con dos semanas de antelación y no pude sacar dinero porque me canceló las tarjetas y el poco dinero que me daba era para gastos diarios.Mi única opción fue escaparme de la limosina que me llevó a la iglesia. Preparada para muchas cosas, no para recibir una segunda propuesta de matrimonio en menos de una semana.Pero ahí estaba, con un hombre de mirada color miel proponiendo que fuera su esposa. Mi respuesta estaba dicha, por ello me incorporé para alejarme de alguien extraño que me compró mi primer vestido de novia.__ Es conveniente para tí - insistió. Mi risa se dejó ver.__ ¿Conveniente para mí? - en tono mordaz pregunté. - Por si no lo recuerdas acabo de escapar de una boda que no quise. Odio el matrimonio forzado y no quiero casarme con alguien que lo único que sé es su nombre.__ George Castelo. - contestó. - Es mi nombre, para que te lo grabes bien ya que puedo convencerte de hacerlo.__ ¡Ay por favor! No seas ridículo. No hay nada en el mundo que logre eso. - me di la vuelta.__ Tu padre te sigue para que te cases con su socio a quien la deuda suma diez millones solo en capital, está a punto de caer en quiebra y la única posibilidad de no ser un limosnero en unos meses es que el matrimonio Diheston-Torrenegro se realice.- me detuvo. - El tipo busca una esposa para que le dé un heredero, pero yo no quiero un hijo. Solo el matrimonio por dieciocho meses, no habrá nada más que asistir a eventos conmigo, presentarte como mi esposa frente a un abogado que determinará si es real para ceder la herencia que mi abuelo dejó.__ No me has convencido.__ Tarde o temprano te vas a cansar de trabajar por seis dólares la hora y ese sueldo no te sostendrá a tí y a tu padre. - me hizo doler el corazón. - Si aceptas el contrato, luego del tiempo estipulado nos divorciamos y puedes olvidarte de mí. Como si nunca haya existido.__ No, esa es mi respuesta. - mi orgullo siempre me movió y en ese instante también lo hizo. Mi sueño siempre fue salir de todo sola, no porque sintiera que no necesitaba de nadie, si no porque mi hermana lo intentó y no pudo hacer más que casarse para ayudar a mi padre a no perder la única sociedad que lo sostenía. No quería lo mismo para mí.Trabajé las horas que faltaban. Tan solo quería un baño, dormir en un sitio más cómodo y no molestar a Juliana con mi presencia todo el tiempo. Ella ya tenía suficiente con su esposo borracho que gastaba su sueldo, obligándola a trabajar para no dejar a su pequeña sin lo necesario.Llevaba una vida muy apretada, aún así no dudó en ayudarme. Para la mañana fui a trabajar unas horas y al terminar en busca de un nuevo trabajo, la tarde la tenía libre, así que ese era mi objetivo, conseguir un turno al menos en otro sitio.Un restaurante llamó mi atención. Había ido con mi hermana algunas veces, me pareció buena idea.Aprovechando que no había mucha gente me acerqué. No me fue difícil hablar con el gerente, este accedió a darme unos minutos, era todo lo que necesitaba.__ ¿Porqué querría trabajar aquí si puede hacerlo en otro sitio? - preguntó con cierta desconfianza. - Hasta donde sé, su familia es de...__ Estoy comenzando desde abajo, por mis propios medios. Por ello solo quiero un trabajo, no pido trato especial ni nada. - expliqué con seguridad. Hasta a mí me asombró la forma en que la historia hizo conexión con la realidad.__ Déjeme realizar unas llamadas y en unos momentos, le diré en que puesto podría encajar. - añadió con cierto grado de complejidad. - Si me puede esperar afuera, por favor.Asentí, saliendo de la oficina en donde todos pasaban rápido. Parecía que le temían al solo nombre pegado en la puerta, aún así preferí no preguntar y caminé unos metros. Recosté mi espalda en la pared, miré la mesas ocupadas repasando el sitio que ahora me pareció irreal estar viendo desde otra perspectiva.Pasó casi media hora y seguí en espera. Haciéndose raro el que haya sido tanto tiempo.Unos autos se detuvieron frente al sitio. El corazón se me detuvo cuando esa figura conocida bajó de uno de ellos, quise correr, esconderme, pero no tenía caso. Vio en mi dirección fijamente sacándose las gafas de lectura que se seguro se olvidó quitar, ya que estaba segura que le habían avisado de mi presencia en el sitio.__ Entra al auto. - determinó serio.__ No, si sigues con ese empeño en que me case con ese tipo. - retrocedí pero su equipo de seguridad me atemorizó. - Papá, podemos salir de este embrollo de otra forma, no es necesario que me case con alguien que no...__ Sube al auto, Marina. - sentenció con severidad. - Tuve suficiente con callar rumores. Pagar para que el apellido no quede en el suelo por tu culpa. ¡Nos dejaste en vergüenza!__ Si me dejas explicarte. - me apresuré. - Si dejas de ver todo por negocios y me escuchas, entenderás que no quiero estar con alguien a quien le tengo terror...tú socio tiene tu misma edad.__ Por ello necesita ese heredero. Por eso debes pensar en nuestra familia. Por eso debes actuar como lo hizo Susan. - mostró esa cara de hombre negociante que conocí más que a mi padre. - Todos hacemos sacrificios, Marina.Tocó mi mejilla y una lágrima solitaria se deslizó por mi mejilla. Nunca me escucharía a menos que hiciera lo que quería, no sentía compasión más que por él mismo y darme cuenta de eso dolió.__ Vamos a casa. - susurró cerca de mi frente. Dejé que mis lágrimas salieran todas antes de negar. Con cautela moví la cabeza de lado a lado.__ No. - aclaré mi garganta.__ ¿Qué? - quiso que lo dijera viendo su cara. Un tipo de saco beige pasó a su lado, distraído con un teléfono, quizá la señal del destino y mi única opción, junto a otros dos hombres que hablaban entre ellos.Si mi destino era siempre el mismo, sería mi decisión como y con quién aceptarlo.__ No, papá. - inhalé profundo tratando que mi voz no se rompiera. - No haré eso. No me casaré con Angelo Diheston. No quiero caer en lo mismo y hacer tú voluntad porque así como con Susan querrás mandar mi vida aún casada y no quiero. No quiero que decidas como visto, que debo comer y vivir atada a tí, porqué solo me ves como un negocio más.Me volteó la cara con la mano. Mis lágrimas brotaron mientras mi decisión era tomada, poniendo a temblar mis labios.__ Pagaré tu deuda. Te juro que lo haré, pero no yendo contigo. - me limpié la cara. - Solo que no te sorprendas si me alejo por completo. No quiero sentir resentimiento por tí.Me di la vuelta logrando controlar el temblor en mis rodillas. Estaba aceptando un destino que nunca quise, pero a cambio de casarme con un sujeto que me doble la edad, tomé la siguiente opción. Crucé el gran salón en busca de la mesa. Sequé mis ojos, tomé aire al dar con ella.En el segundo nivel, en uno de los extremos estaba la mesa con los tres hombres que parecieron inmersos en su conversación. Avancé hasta ellos, sus ojos me encontraron y su risa se desvaneció con lentitud.__ ¿Aún quieres casarte conmigo? - pregunté directamente captando las tres miradas.Por más que buscara no iba a encontrar una solución a todo buscando trabajo por todos lados. Lo único que había logrado era tener ciento sesenta dólares en mi bolsillo y que mi padre me encontrara, para la próxima de seguro sería el socio de mi padre y a ese si le tuve pánico desde que lo conocí.No iba a arriesgarme. Quizá me arrepentiría después, pero en era mi única opción.George.__ Solo quiero saber de dónde sacaste esa idea. - reprendió Aiden con un tono neutro. - ¿Sabes lo complejo de la situación? Entiendo que estés enojado por lo de Marlene, pero de eso a buscar un matrimonio por conveniencia, hay mucha diferencia. __ Te casaste por una razón similar. - le recordé. - No tienes derecho a reprocharme nada.__ No te estoy reprochando nada. Quiero que veas cómo esa decisión puede llevarte a tener problemas después. - se recostó en su silla.- ¿Crees que no pensé en cada posible escenario antes de casarme? Lo hice y en todos odié el resultado. Gracias al cielo, nada de lo pensado ocurrió, pero no siempre puede resultar del mismo modo.__ Opino que es una buena opción. - se metió Tej. - Un contrato antes del matrimonio donde se especifique a qué tiene derecho la chica. Sus beneficios, los tuyos también y algunas cláusulas para que en el futuro no haya rencillas. - comentó. __ Al menos uno me apoya. - murmuré. Aiden lo acribilló con la mirada. __ Deja
George.La marcha nupcial inició, todos estuvieron pendientes de la mujer que comenzó a caminar con una gran sonrisa en el rostro. Posó en cada paso para ser fotografiada de los mejores ángulos. Miré la hora y supe que estaba por llegar. Tej me miró y asintió, Aiden por su parte solo me observó imperturbable en señal muy clara de no estar de acuerdo en lo que estaba haciendo, Isabella, su mujer miró mi acción sin entender. __ No habrá boda, padre. - avisé. El señor de edad me vió sin comprender, pero fue todo lo que recibió. - Ya estoy casado. Levanté la mano mostrando el anillo que me puse horas atrás, el cual Marina también llevaba. Los susurros en alto comenzaron, fotografías fueron tomadas en un pestañeo. Marlene se quedó a medio camino con la mueca de sonrisa queriendo aparecer de nuevo y solo avancé ante la mirada de todos, ella extendió su mano y la ignoré pasando a su lado sin importar los murmullos que se dieron y mi nombre en un pedido disimulado de parte de la mujer de
MarinaPlaya, desenfreno, calor, risas. Eso es lo suele describir a una luna de miel o lugares fríos también pero siempre llegando con alegría al destino escogido por la pareja. En cambio con nosotros no, no nos dirigimos la palabra en todo el viaje, dormí luego de no querer llorar por lo ya hecho y así llegamos a Cancún. __Escoge el lugar que quieras para dormir. Igual no importa. - dijo George sin mucho interés, pasando de largo hacia el bar. __ Me llevaré esto. - mostré la botella de champagne que nos dieron en el avión. - Quiero emborracharme y dejar de pensar que me casé con alguien que solo se llama George Castelo. __ No me agrada más que a tí este matrimonio así que no te sientas única. - suspiró bebiendo de golpe el trago de licor para llenarlo de nuevo. - Si vas a salir, mide lo que haces afuera. Nada de exponerte a ser fotografiada en situaciones que nos pongan en aprietos.__ Entonces de mi ida a un club de stripper ya no hablamos. - refunfuñé arrastrando la maleta con a
Marina.El dolor de cabeza me estaba matando, los rayos del sol entrando por todos lados no ayudaba en nada a calmar los clavos que sentí entrando en mi sien. Las arcadas continuaron martirizandome, al punto que tuve que aferrarme al retrete al botar el único contenido de mi estómago. Estaba acalorada, sudando, con el estómago quemando y aún así no recordaba cómo había llegado a la casa más que en pequeños fragmentos en mi mente. Desde que desperté lo único que pude hacer fue llegar al baño. Necesitaba agua, en grandes cantidades, con hielo. Para bañarme y beber. Lo que encontrara primero. __ Bebe esto. - alcé la mirada para ver a George con su mano extendida ofreciendo una botella con agua, muy fría que agarré sin pensar para llevarlo a mi boca al tiempo que me incorporé. __ ¿Que sueles ingerir para la resaca? - consultó caminando atrás de mí, dejé la botella a un lado para sentarme en el colchón y caer sobre este.__ No lo sé. Es mi primera vez borracha. - admití. - La primera y l
GeorgeEl cuello empezó a picar, la corbata a cerrarse más y entre más risas el hijo de Daniel no dejaba de recordar sus encuentros con Marina en la universidad. Comenzaba a cansarme de su insistencia, porque de paso ella le seguía la conversación sintiendose cómoda ante la única persona que compartía temas con ella.Era extraño, no debería ni siquiera mosquearme su vida porque en el acuerdo fue especificado, pero la comida me supo a nada, pese a haberlo comido antes y saber que era uno de los mejores en el restaurante.__ Es lo único que recuerdo de tí. - le dijo la que era mi esposa. - Pero puede que tengas razón. Es que hay cosas que las he olvidado, es extraño, pero ocurrió con muchas cosas después de mí...Se calló de golpe, miró a todos en la mesa con nerviosismo. Mis ojos encontraron los suyos y solo sonrió como respuesta a la incógnita que creó en mí.__ Disculpen, es que suelo hablar mucho cuando algo me interesa. - se excusó apenada. - Está es una reunión de ustedes y ya les
George.__ Nunca había estado despierta a estas horas. Menos en el mar. - mencionó la mujer hasta el yate, el cual abordamos. Fueron a dejar las maletas a la habitación, por lo que me despojé de los zapatos y el sacó que dejé a un lado para tomar el mando, y a ver cómo nos alejábamos del puerto. La noche estaba fresca y el tranquilo clima indicaba que sería un buen momento de ver el cielo estrellado. México siempre con sus paisajes monumentales. Por ello elegía destinos iguales al que tenía cubriéndome. Cuando estábamos cerca del punto donde estaría esa noche. La Riviera Maya. __ ¿Puedo nadar un poco? - preguntó Marina cuando me vio llegar a la parte trasera de este, donde ella se encontraba. __ ¿Puedes nadar un poco? - devolví y dejó caer su mirada por mí respuesta. - No lo sé, Marina. Si puedes nadar solo tú lo sabes. __ Me refiero a que sí puedo hacerlo. Que si no te moverás de aquí cuando vaya a la orilla. - explicó con obviedad. __ Si vine fue para nadar. No para quedarme a
Marina.¿Me estaba besando? ¡Estaba besandolo! Lo hacía y me estaba gustando. Como su ritmo lento, atrapante y cegador se ciñó sobre mí con gran poderío, siendo un sujeto capaz de dominar hasta mis neuronas con solo su toque. Metió una rodilla entre las mías para separarlas, aproveché en poner las piernas a cada lado de sus caderas, en tanto sus manos me ahuecaron las caderas al enterrar sus dedos y presionarme con el bulto que palpé directamente con mi centro. Gimoteé de nuevo sin poder evitarlo, me gustó como se sintió que lo hiciera una vez más, como también el que nunca abandone mi boca, dándome la dirección de como hacerlo. Un sonido fuerte salió de su garganta y murió en mi cavidad, sus manos siguieron frotándome contra él, causando un remolino que solo creció con los segundos. Una llama la sentí estallar en mi cara, el aire me faltó y mis piernas flaquearon comenzando un ritmo propio. Su lengua jugó con la mía, nos hizo perdernos en un escenario lleno de un deseo que creó un
George. __ ¿Como pudiste, George? - reclamó sin descaro. - Me dejaste en una iglesia sola, con miles de periodistas ¡humillandome! ¡Todo por esta puta¡ - señaló a Marina. __ La que creyó ingenuamente que me quedaría de brazos cruzados con tu burla, fuiste tú, por lo tanto todo fue tu culpa. - declaré. - ¿De verdad pensaste eso? ¿que aceptaría que te burles de mi de esa forma? !Por Dios, Marlene. ¿Acaso no aprendiste a conocerme?__ Fue un error. - se excusó notablemente angustiada por explicar. - George, tienes que entender que estaba vulnerable... tú no me prestabas atención. Todo era trabajo y más trabajo. - reprochó. - Zac me hizo sentir bien. Fue tan amable que caí y no pude...__ Si ya terminaste te puedes ir. Vengo agotado del viaje y no te quiero ver aquí. - expuse abriendo la puerta. Uno de los sirvientes que pedí se contrataran tomó la maleta de Marina. - Que le dejen donde ella disponga.__ No, ese lugar me corresponde a mí. - se la quitó Marlene. - Yo soy la señora Castelo