GeorgeEl cuello empezó a picar, la corbata a cerrarse más y entre más risas el hijo de Daniel no dejaba de recordar sus encuentros con Marina en la universidad. Comenzaba a cansarme de su insistencia, porque de paso ella le seguía la conversación sintiendose cómoda ante la única persona que compartía temas con ella.Era extraño, no debería ni siquiera mosquearme su vida porque en el acuerdo fue especificado, pero la comida me supo a nada, pese a haberlo comido antes y saber que era uno de los mejores en el restaurante.__ Es lo único que recuerdo de tí. - le dijo la que era mi esposa. - Pero puede que tengas razón. Es que hay cosas que las he olvidado, es extraño, pero ocurrió con muchas cosas después de mí...Se calló de golpe, miró a todos en la mesa con nerviosismo. Mis ojos encontraron los suyos y solo sonrió como respuesta a la incógnita que creó en mí.__ Disculpen, es que suelo hablar mucho cuando algo me interesa. - se excusó apenada. - Está es una reunión de ustedes y ya les
George.__ Nunca había estado despierta a estas horas. Menos en el mar. - mencionó la mujer hasta el yate, el cual abordamos. Fueron a dejar las maletas a la habitación, por lo que me despojé de los zapatos y el sacó que dejé a un lado para tomar el mando, y a ver cómo nos alejábamos del puerto. La noche estaba fresca y el tranquilo clima indicaba que sería un buen momento de ver el cielo estrellado. México siempre con sus paisajes monumentales. Por ello elegía destinos iguales al que tenía cubriéndome. Cuando estábamos cerca del punto donde estaría esa noche. La Riviera Maya. __ ¿Puedo nadar un poco? - preguntó Marina cuando me vio llegar a la parte trasera de este, donde ella se encontraba. __ ¿Puedes nadar un poco? - devolví y dejó caer su mirada por mí respuesta. - No lo sé, Marina. Si puedes nadar solo tú lo sabes. __ Me refiero a que sí puedo hacerlo. Que si no te moverás de aquí cuando vaya a la orilla. - explicó con obviedad. __ Si vine fue para nadar. No para quedarme a
Marina.¿Me estaba besando? ¡Estaba besandolo! Lo hacía y me estaba gustando. Como su ritmo lento, atrapante y cegador se ciñó sobre mí con gran poderío, siendo un sujeto capaz de dominar hasta mis neuronas con solo su toque. Metió una rodilla entre las mías para separarlas, aproveché en poner las piernas a cada lado de sus caderas, en tanto sus manos me ahuecaron las caderas al enterrar sus dedos y presionarme con el bulto que palpé directamente con mi centro. Gimoteé de nuevo sin poder evitarlo, me gustó como se sintió que lo hiciera una vez más, como también el que nunca abandone mi boca, dándome la dirección de como hacerlo. Un sonido fuerte salió de su garganta y murió en mi cavidad, sus manos siguieron frotándome contra él, causando un remolino que solo creció con los segundos. Una llama la sentí estallar en mi cara, el aire me faltó y mis piernas flaquearon comenzando un ritmo propio. Su lengua jugó con la mía, nos hizo perdernos en un escenario lleno de un deseo que creó un
George. __ ¿Como pudiste, George? - reclamó sin descaro. - Me dejaste en una iglesia sola, con miles de periodistas ¡humillandome! ¡Todo por esta puta¡ - señaló a Marina. __ La que creyó ingenuamente que me quedaría de brazos cruzados con tu burla, fuiste tú, por lo tanto todo fue tu culpa. - declaré. - ¿De verdad pensaste eso? ¿que aceptaría que te burles de mi de esa forma? !Por Dios, Marlene. ¿Acaso no aprendiste a conocerme?__ Fue un error. - se excusó notablemente angustiada por explicar. - George, tienes que entender que estaba vulnerable... tú no me prestabas atención. Todo era trabajo y más trabajo. - reprochó. - Zac me hizo sentir bien. Fue tan amable que caí y no pude...__ Si ya terminaste te puedes ir. Vengo agotado del viaje y no te quiero ver aquí. - expuse abriendo la puerta. Uno de los sirvientes que pedí se contrataran tomó la maleta de Marina. - Que le dejen donde ella disponga.__ No, ese lugar me corresponde a mí. - se la quitó Marlene. - Yo soy la señora Castelo
GeorgeUna lucha era lo que había entre mi mente y lo que sentí surgiendo dentro de mi pecho. No sabía ni como se originó, pero ahí estaba. Una extraña sensación de alivio al ver a una persona específica y un cuestionamiento de porqué sucedía.De todos modos decidí aplacar las preguntas de mi cabeza con los reclamos de Aiden, quien su descontento aún no desaparecía ni porqué su esposa estuviera a solo semanas de convertirlo en padre. __ ¿No deberías estar preparando todo para el parto de Isabella ? - pregunté para desviar el tema. - Eso sí es importante. Lo mío, es solamente un contrato que no tendrá mayor importancia en sus vidas.__ Solo espero que no haya consecuencias de esto. - repitió Tej. - No me refiero a las económicas, si no a meterte con gente como lo son los Diheston. Son conocidos por su rencor hacia quienes lo desafían y le robaste la esposa al máximo jerarca de esa familia. __ No le harán nada a este tipo. - se metió Aiden. - No, si saben que tiene respaldo legal.__
Marina.Ya estaba en la mesa cuando bajé, con el desayuno servido y un lugar más, el cual supe que era para mí cuando señaló la silla.Extrañada me acerqué y me senté descubriendo un plato de comida que olía extremadamente delicioso. Muy variado, con mezclas que no sabía que supiera me gustaban. Aunque se lo achaqué a que fue mera casualidad.__ Hoy iremos al club. - avisó y asentí. No me gustaba, pero era mi deber, fue lo que acepté en el contrato. - Hay un rumor en ese lugar al que no quiero que le prestes atención.__ ¿Que rumor? - vi mi celular con un mensaje de Víctor a quien me encontré en ese lugar al llegar de nuevo. Gruñó algo inteligible que ignoré porque de seguro no era para o por mí.__ Cuando termines iremos en el mismo auto, iré a dejarte a la universidad. - suspiró siguiendo con su desayuno. Fruncí las cejas.__ ¿Cual es la razón para hacer eso? No le veo necesidad con...__ Eres mi esposa ¿no? Cargas un anillo que dice eres mía...mi esposa. - corrigió. - De seguro te
Marina.¿De verdad había dicho que sentía celos? ¿O solo lo imaginé? Con todo lo que tenía en la cabeza ya no sabía si eso era real. Parecía que sí, sin embargo, no supe que decir.¿Tenía que decir que yo también? No, claro que no ¿o sí? ¿como?"Ay, Marina cálmate y respira que te estás confundiendo mucho y pendeja no me sirves" me dije a mí misma.Giré el cuello, no me había quitado los ojos de encima al parecer. Sentí que estaba sudando, pero era más la sensación que algo real.__ Bueno, creo que va a llover. - señalé el cielo. "¿en serio, Marina? ¿dijiste eso?". Enarcó una ceja, atónito. - O sea, no digo que sé el clima, pero vi noticias de...¡Ay ya, George! No sé qué responder ¿entiendes? Ni siquiera sé si lo que dices es real o es solo para burlarte de mí. __ Lo digo en serio, Marina. - replanteó. - Pero no sé qué es, así que no te culpo. __ Entonces deja de confundirme que ya estaba a punto de decirte algunas teorías conspirativas para dejar de quedarme callada. - solté y se
Marina. Disfracé un poco lo hinchado de mis ojos con maquillaje. No se notó al llegar al club luciendo como si en verdad quisiera estar ahí, todos se veían frescos, sonrientes y galantes. Dándose halagos entre ellos, mimando a los demás con acciones que solo dejaban una incógnita. ¿No les dolía la cara de tanto fingir? Yo estaba a punto de dejar todo atrás, y George lo propuso, pero no podía dejarlo mal ante sus socios. Ese fue el acuerdo y no quería fallarle. Él no lo había hecho en lo acordado, quería corresponder a su disposición para llevar las cosas bien. Pasé de largo cuando el presidente del club salió con disimulo de una de las puertas, de la cual a los minutos lo hizo una de las esposas de los socios. No era mi vida y no me iba a meter en ello. __ Buenas noches. Bienvenidos. - saludó la esposa del presidente del club. Antonia era su nombre, siendo la que dirigía a todas las demás mujeres que asistían. - Los hombres están por allá. - señaló a la otra parte del salón. - Hab